lunes, 22 de septiembre de 2025

Crítica: CENIZAS


Más allá del amor

Dentro del auditorio del Teatro Británico en Miraflores se desprende un amor fantasmagórico desde un código realista que ha quedado en Cenizas, escrita por Eduardo Adrianzén y dirigida por Alberto Ísola. En escena: Yvonne Eyzaguirre, Pepe Bárcenas y Álvaro Pajares.

La mirada de Adrianzén al escribir Cenizas es exquisitamente poética, desde la introducción de canciones como parte de una narrativa melódica hasta la creación de diálogos entre los personajes. Y es que Cenizas es eso: un viaje de memorias y reencuentro para el amor. De pronto, observamos un setlist compuesto por canciones que remarcan la felicidad y la pasión.

En ese sentido, la dirección de Ísola le hace honor al texto. No solo compone una puesta en escena desde el movimiento y la actuación: en Cenizas, trabaja con las pausas y los silencios, con los bullicios que se esconden en el espacio del auditorio. Es de suma importancia que hoy en día se revalorice la practicidad en el rol del director. Ísola convierte el auditorio Británico en un espacio vivo que se suma a la historia, integrando al espectador como parte de este concierto escénico.

Por momentos se podría pensar: Cenizas está bien, pero hay más allá del amor. Y sí, la obra conecta profundamente desde lo auditivo con el público. Dispone de signos teatrales potentes, como el piano, que representa la memoria jovial de los personajes. Sin embargo, aquel instrumento también funciona como ruptura, evitando que la obra se quede solo en un concierto: su melodía introduce fragmentaciones necesarias para expandir la experiencia.

Sin duda alguna, se trata de una propuesta estética completa, desde la recepción hasta el repertorio del espectáculo. Eyzaguirre y Bárcenas merecen una mención especial: ambos complementan y sostienen un montaje que equilibra lo musical con lo teatral.

En conjunto, Cenizas destaca por su formato poético, por una dramaturgia delicadamente cuidada y por una dirección impecable. Las cenizas de sus personajes se encienden en cada bolero, desatando en el escenario recuerdos, emociones y una noche mágica donde el amor, lejos de apagarse, permanece en llamas.

Juan Pablo Rueda

22 de setiembre de 2025

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