Sobre la transformación de vínculos en escena
La escena teatral limeña se
halla actualmente en medio de un boom de estrenos. Es
gratificante ver la temática tan variada albergada en los textos representados.
Recientemente tuve la oportunidad de
asistir al estreno de la obra La herencia,
escrita y dirigida por Gianfranco Mejía, con temporada en el Teatro Auditorio
Miraflores. El corazón de este distrito fue el lugar perfecto para que el elenco
encabezado por el primer actor Hernán Romero, al lado de Paco Varela, Paola
Miñán, Lucho Menezes, Ena Luna y Facundo Posincovich, pudiera encarnar un drama
familiar contundente y vigente. Romero interpreta a Abelardo, un hombre que
presiente tener poco tiempo de vida y que intenta reunir a sus dos hijos, a
propósito de la repartición de bienes y el cumplimiento de sus últimos deseos. Este suceso pone en evidencia la mala relación entre los hermanos,
especialmente entre Abelardo y su hijo. Poco a poco, los conflictos van apareciendo y dejando en claro por qué la
relación familiar está tan dañada.
Ha sido un verdadero
placer ver a Romero en una obra de teatro después de tanto tiempo. El primer
actor interpretó su personaje de maneja magistral, destacando en la apropiación
del texto. Si bien algunas líneas denotaban algunas
redundancias y limitaciones (a nivel de dramaturgia, mas no de interpretación),
el actor logró un trabajo impecable. Varela y Miñán logran construir una clara relación entre hermanos con
conflictos no resueltos; a lo largo de la obra, la transformación de su vínculo
llega a ser conmovedora, creando empatía con el público asistente. Debo destacar el hecho de que Varela use su lesión en el brazo a
favor de la representación. El rol
del mayordomo, interpretado por Menezes, fue crucial para el engranaje total de
la historia, pues fue un agente de reconciliación de toda la familia. Al ser
una historia familiar compleja la representada en La herencia, los roles de Luna y Posincovich aportaron riqueza de
detalles a la historia.
Si bien el elenco hizo un
trabajo completo de creación e interpretación de personajes, el punto de mejora
de la representación estuvo en el texto de la obra. Constantemente
se escuchaban frases cuyas ideas eran similares entre sí, solo con diferentes
palabras. Incluso había parlamentos literalmente iguales en una sola escena.
Algunos textos caían en lo cliché en momentos muy específicos de la obra.
Considero que una revisión en la dramaturgia
podría ayudar a afinar estos
detalles, de modo que la obra gane mayor profundidad en el desarrollo de sus
personajes.
La herencia es una representación de un drama que escenifica los verdaderos intereses
de una familia alrededor de un incentivo económico. Aunque
cada núcleo familiar es distinto, es en momentos difíciles en los que se ve
quiénes son realmente nuestros aliados. No obstante, la obra de Mejía nos deja
la sensación de que es posible limar asperezas, incluso aquellas que parecen no
tener solución. El público que vaya a ver esta obra podrá ponerse (o no) en el
lugar de los hermanos, quienes con mucho esfuerzo deciden continuar con sus
vidas en unión familiar, demostrando así que es posible mejorar las relaciones
con nuestros seres queridos.
Stefany Olivos
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