lunes, 22 de septiembre de 2025

Crítica: EL REY LEÓN


La apuesta de Chaplin Cultural con El Rey León

El pasado sábado, Oficio Crítico estuvo en la ciudad de Ica para asistir a la puesta en escena de El Rey León, a cargo del Chaplin Grupo Cultural y presentada en el auditorio del Colegio de Ingenieros. La dirección general estuvo a cargo de Josué Harold López, quien apostó por un montaje que combina talento local, creatividad y un notable esfuerzo colectivo.

La escenografía destacó por su paleta de colores y texturas bien logradas, capaces de generar una atmósfera sugerente. Sin embargo, el uso de la luz no siempre acompañó con claridad: faltó precisión para guiar la mirada del espectador y, aunque hubo imágenes potentes, su impacto no se sostuvo a lo largo de la función. Se evidencia poca claridad en la propuesta de composición a partir de la iluminación. El trabajo a partir del espacio tampoco alcanzó una acción definida, con problemas en la distribución espacial desde los distintos niveles, direcciones y profundidad. 

El vestuario fue uno de los grandes aciertos. Logró caracterizar a los personajes y se potenció gracias a la propuesta física de los intérpretes. No obstante, esa construcción corporal no siempre fue sostenida. El uso de máscaras no fue sólido, la falta de un código escénico claro generó dudas sobre si la mirada debía leerse desde el actor o desde la máscara, o de manera híbrida. Este recurso, interesante en lo conceptual, requiere mayor definición y consistencia desde la dirección escénica. La iluminación acompañó en ciertos momentos, pero sin un concepto sólido que permitiera crear atmósferas precisas. Algo similar ocurrió con los recursos tecnológicos: aportaron referencias de tiempo y espacio, pero su integración con la dramaturgia fue irregular.

En el plano musical, la dirección de André Bonifaz aportó solidez y ambientación efectiva, aunque el soporte técnico en sonido presentó altibajos que afectaron la proyección de voces y movimientos. La danza, si bien evidenció técnica, se mantuvo muchas veces en la forma sin conectar con la acción dramática. Escenas clave, como la estampida, carecieron de intensidad por falta de composición física y coordinación espacial.

En lo actoral, el trabajo grupal mostró cohesión, aunque con carencias en la escucha escénica y en la verdad. Hubo sobreactuaciones y rigidez corporal que redujeron la expresividad, así como monotonía vocal y fallas de dicción en algunos personajes. La escena de las hienas, por ejemplo, evidenció poca conciencia espacial, con actores que se cubrían o chocaban innecesariamente. Aun así, la construcción vocal permitió que varios personajes encontraran un esquema reconocible, con composiciones que sí lograron transmitir claridad y consistencia, por momentos. El uso de las cualidades del sonido y una mejor relajación puede ayudar a que no sea monótona la ejecución vocal, pues la tensión se manifestó en la expresión.

La adaptación del texto literario dramático respetó la línea argumental de la obra original, pero careció de convicción dramática. Algunas escenas no potenciaron el conflicto central, lo que diluyó la tensión narrativa. La dirección escénica logró integrar elementos valiosos como vestuario y escenografía, aunque sin sostenerlos con firmeza. La propuesta, ambiciosa y creativa, es interesante para el crecimiento del teatro local, pero demanda decisiones más claras en códigos actorales y en técnica, construcción de personajes y coherencia narrativa. 

En conjunto, El Rey León representó un esfuerzo de Chaplin Grupo Cultural, que refuerza la visibilidad del talento escénico en Ica. Si bien el montaje enfrentó tropiezos técnicos y dramatúrgicos, la propuesta refleja un camino en construcción hacia montajes más sólidos y consistentes.

Rubén Aquije

22 de setiembre de 2025

No hay comentarios: