sábado, 27 de septiembre de 2025

Crítica: EL CAMINO DE LOS PASOS PELIGROSOS


El tiempo oculto y misterioso

Ingresamos a un espacio oscuro, lúgubre como un bosque en la noche. Al centro, los cuerpos de tres jóvenes reposan moribundos apoyados en los restos de un árbol. La función empieza con sus voces repitiendo en coro una letanía: 

“¿Cómo terminé regresando al mismo lugar? ¿Cómo pude dar vueltas en círculo si fui por un camino recto, por una línea recta? Justo ahí, en la curva, fue donde sentí una sensación de déjà vu".

El teatro circular se presta para representar las vueltas entre la vida y la muerte. Nosotros alrededor de ellos. Ellos alrededor de un árbol o lo que queda de él, pero que representa al bosque que nos rodea. El bosque alrededor de nosotros. A nuestros pies, las fotos de personas - acaso familiares - desperdigadas como las hojas que cayeron con el otoño. De cuando en cuando, ellos las toman, como asomándose a algún recuerdo.

Son tres hermanos: Víctor, el mayor (Gian Asejo); Ambrosio, el intermedio (Sergio Lescano); y Carl (José Soto), el menor, por cuyo matrimonio planearon reunirse y para ello debían pasar por el camino donde su padre falleció en un accidente. Tres hermanos con sus rivalidades y rencores expuestos, pero también sus afectos y vulnerabilidades, sus ilusiones y sus frustraciones. El retorno a su infancia, en el mismo lugar, los lleva a su padre, cuyos versos de amor paternal repiten igualmente en coro, compartiendo el dolor por su muerte en un accidente, en ese mismo lugar.

El tiempo es el personaje oculto y misterioso que se muestra de modo distinto a cada hermano, a distintas horas, pero en el mismo momento, en el destino común de ese abismo en un rincón del bosque. Todos sospechamos desde el principio lo que ha ocurrido, porque el dramaturgo canadiense Michel Marc Bouchard nos da pistas claras, pero la poesía está en su narrativa. Más importante que confirmar los hechos es descubrir las verdades interiores de los personajes.

Sorprende gratamente el manejo de tiempos, espacios y movimiento escénico conducido por Hebe Sánchez, actriz formada en el taller de Fernando Luque y que debuta como directora. Precisamente hace diez años Luque debutó como director con esta misma obra y ahora lo hace Sánchez, con gratos resultados. Vi a la directora a comienzos de este año en La importancia de llamarse Ernesto, en este mismo teatro, secundando bien a la experimentada actriz Pilar Núñez. Su rol de directora merece una alta calificación. Sé que le gusta la danza y logra que el movimiento de los actores alrededor del árbol solitario se sienta como una que no cesa, que se detiene apenas para marcar los hitos de la historia, pero continúa como una permanente y angustiante búsqueda de la verdad que cada uno carga y ha ocultado tanto tiempo; hasta que llegó ese momento que resulta difícil de aceptar, en el que cada cual debe confesar antes de despedirse.

El desempeño de los actores permite que la obra transcurra con equilibrio, cuidando que la singularidad de los personajes y cierta diferencia a nivel actoral no provoque el desbalance. Cada cual tiene su momento en el conjunto y su interrelación resulta por eso armónica. Desconozco la versión original (en francés) y quién hizo la traducción, pero se disfruta los textos, tanto en los diálogos como en los coros en verso en las letanías.

La temporada en La Vaca Multicolor ha sido corta. Ojalá puedan reponer.

David Cárdenas (Pepedavid)

27 de setiembre de 2025

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