lunes, 18 de agosto de 2025

Crítica: TRES HISTORIAS DEL MAR


Mujeres del mar

Entre escenas pone sobre las tablas del Teatro de Lucía la historia de tres hermanas que se conocen en circunstancias poco usuales y hasta incómodas, pero que nos traen una fuerte reflexión sobre lo que implica ser mujer en una sociedad como la nuestra, así como la dificultad de mantener lazos familiares. La obra, escrita por Mariana de Althaus y dirigida por Gian Ausejo, pone al espectador en la posición del mar; es decir, como testigos de una historia de resiliencia, memoria y duelo.

Todo inicia cuando Ananú (Kiara Rios) decide reunir a sus tres medias hermanas después de que su madre falleciera. Vania (Nicole Hurtado) es la primera en llegar, vemos cómo se desenvuelve en el escenario de manera desenfadada, aunque también histriónica, transmitiendo al público el dolor del abandono escondido tras la cólera. La tercera hermana, Josefina (Adriana Guerra Cueva), es un balance entre ambas, más reservada y desconfiada. Con cada escena vemos un libreto que resalta muy bien la forma de ser de cada personaje, añadiéndoles capas. Esto se complementa con una composición escénica sencilla: una pequeña escultura de tres figuras abrazándose es lo que más resalta de entre todos los demás elementos y da indicios al espectador del cierre que tendrá la historia.

Además, uno de los puntos fuertes de la obra es el tema que toca de manera cuidadosa, pero precisa: el ser mujer y madre en la sociedad actual, un tópico que siempre estará vigente por su complejidad. En esta ocasión, vemos cómo la mamá está presente en todas escenas, aunque no físicamente, ella es el corazón de la historia, alrededor de ella se da todo, es en parte la responsable de los traumas de sus hijas, dos de ellas le guardan mucho rencor; mientras que Ananú trata de limar asperezas, vemos cómo aboga por una maternidad que no debe sentirse como un deber impuesto, algo que pesa y oprime, y  pone sobre la mesa la cuestión de si ser madre va en contra de la autorrealización de la mujer, que su única meta no sea solo la maternidad, que ser mujer y ser madre no sean, a fin de cuentas, antónimos. No es una obra moralista o que intenta guiar la mente del espectador a un pensamiento determinado; por el contrario, solo nos muestra la cuestión y ya es deber de cada uno seguir reflexionando y hablando al respecto.

En conjunto, Tres historias del mar es una puesta en escena que te conmueve, te hace pensar, te hace reír e incluso incomodar, en el buen sentido, te sacude y al mismo tiempo te abraza.

Barbara Rios

18 de agosto de 2025

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