Lo real de lo irreal
Lo que aparenta ser una obra de teatro de adolescentes rebeldes se transforma en una puesta en escena surrealista, cuando la primera sesión de terapia de Henry, un practicante de psicología de una escuela pública, se lleva a cabo con los gemelos Omi y Lola, una sesión que se convierte en un acontecimiento sorprendente, irreal y fantasmagórico.
Sin duda, una obra que sorprende por el dinamismo de la misma, así como el trabajo físico que cada uno de los actores ha manifestado en cada escena, con acciones que requieren de mucha precisión. Al verlos en acción, podemos contemplar que el elenco ha creado una conexión profunda y auténtica que les ha permitido una actuación más natural y convincente.
La puesta presenta una combinación de humor negro, fantasía y sátira; lo cual hace que esta atrape al espectador y que existan momentos de muchas carcajadas, pero al mismo tiempo de mucha reflexión.
La dirección, muy acertada, a cargo de Ysabel Kamasakari ha sido de mucha relevancia, ya que ha logrado colocar el humor en el momento justo para romper momentos de tensión. La parte técnica fue un gran complemento, puesto que las luces y la musicalización han permitido que el entorno fuera también atrayente; con cambios precisos y en los momentos oportunos, ayudan a apreciar mejor cada momento.
La curiosa vida de Omi y Lola se convierte en una pieza que nos lleva por distintos instantes, como de alegría, tensión y reflexión, regalándonos momentos muy memorables, pero sobre todo es una obra que nos permite apreciar nuestra realidad: es una puesta en escena que se permite criticar a la educación, la familia y muchos aspectos de nuestra sociedad. Sin duda, lo aparentemente anormal de la obra resulta transformarse, en muchos momentos, en lo normal de nuestra sociedad actual. Una propuesta que vale la pena ver.
Javier Gutiérrez
17 de agosto de 2025
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