Conectando con el público a través del humor
Los miércoles de marzo se llenan de risas y complicidad en el Teatro Barranco, con cuatro obras en formato breve que abarcan temas como el amor o dilemas en el ambiente laboral, etc. Cada una de ellas con una duración de 15 minutos, tiempo justo y necesario para crear situaciones cómicas con las que de seguro más de un espectador se podrá identificar de alguna forma o quisiera experimentar.
La obra Sala de espera se encarga de inaugurar la velada con dos actrices en escena, que interpretan un encuentro casual, justamente, en la sala de espera de un consultorio psicológico. En el transcurso de la historia, ambos personajes exponen la razón por la cual están ahí, logrando las primeras carcajadas entre el público y preparando el terreno para las obras siguientes. El dialogo está construido de manera que el espectador esté siempre entretenido y atento a lo que cada personaje hará; no es que busque despertar empatía específicamente o alguna reflexión, pero eso no resta el hecho de que sea una situación bien construida. Además, la escenografía estuvo bastante bien, usaron bien el espacio y los elementos para una buena ambientación, sin necesidad de grandes elementos.
La segunda obra, El síndrome de la abeja reina, nos pone en una situación con la que uno fácilmente se puede sentir identificado, pues se trata de un ambiente laboral hostil en el que alguien con un puesto alto trata de manera despectiva a alguien de menor rango. Sin embargo, lo peculiar de esta historia es que mezcla la realidad con la fantasía, por así decirlo, recurso por el cual destaca de las cuatro obras presentadas. Al igual que la anterior, cuenta con una escenografía simple, pero funcional para los propósitos de la historia.
La tercera presentación, Es de noche otra vez, contó con una excelente iluminación y ambientación; asimismo, la química entre ambos actores fue muy buena, de verdad se sentía como si se conocieran de toda la vida. En un momento rompen la cuarta pared, y es precisamente eso lo que destaca a esta obra de las demás, diría que hasta es la que generó más emoción entre los espectadores.
La cuarta y última obra, Eterno placer, es un buen cierre para un conjunto de obras cómicas. La dinámica entre ambos actores fluía bastante bien, ambos se prestaban para la situación y eran cómplices de lo que pasaba, se adueñaron de los diálogos para jugar con ellos e incluir al público en dicho juego. Si bien la ubicación de los asientos no permitía que se viera del todo bien el escenario, los elementos que había era los justos y necesarios, nada sobraba ni faltaba.
Son obras que demuestran que no hace falta de una historia de extensa duración para contar y desarrollar bien una determinada situación y lograr conectar con el público a través del humor.
Barbara Rios
13 de marzo de 2025
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