miércoles, 5 de marzo de 2025

Crítica: RUMBOS, UNO MÁS UNO, TRES


Cuando el lenguaje corporal se manifiesta

El uso del cuerpo es una herramienta imprescindible en el teatro, pues a través de movimiento y los gestos se comunica gran parte del personaje. Rumbos, uno más uno, tres es una creación dirigida por Víctor Stivelman e interpretada por Sandro La Torre y Anahí Araoz, en la cual se suprime la palabra, dando paso al lenguaje corporal para contar las diferentes etapas por las que pasa una relación de pareja.

Presentada en los Auditorios del Británico Cultural, la propuesta se apoya en la utilería precisa, como el vestuario, los marcos móviles, los dibujos en tamaño real manejados por los personajes, entre otros enseres coloridos, complementados con la música; nos conducen por las etapas que va transitando una pareja: los primeros encuentros, el conocer al otro, la convivencia, la construcción de una familia, el paso del tiempo y la decisión de continuar pese a las dificultades. Sin duda, un trabajo llevado a cabo con destreza por Araoz y La Torre, que con gran complicidad se mueven, bailan, gesticulan y a través de sonidos como la risa o el sollozo, construyen una historia divertida y conmovedora, que refleja la vida misma. Además, el romper por completo la cuarta pared y hacer al espectador parte de obra en un par de escenas, fue un detalle acertado para afianzar la dinámica de la misma.

Rumbos, uno más uno, tres es una lograda puesta en escena, que utiliza el clown y el cuerpo como pilares que se sostienen durante la historia de estos personajes que se unen para compartir sus vidas, en los buenos momentos y en aquellos más turbulentos, invitándonos a reflexionar acerca de la complejidad de la vida en pareja.    

Maria Cristina Mory Cárdenas

5 de marzo de 2025

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