lunes, 24 de marzo de 2025

Crítica: NI DE AQUÍ NI DE ALLÁ


La ambigüedad como estandarte

Tal y como la autoficción de la que se vale, Ni de aquí ni de allá ataca la incógnita sobre el origen de su autora con una exacerbada sensación de confusión, pero paradójicamente también con una muy presente claridad sobre el universo alrededor suyo y sus pertenencias.

La obra nos presenta a Claudia/Laura, una joven de familia amazónica que por cosas del destino y del centralismo nació en Lima y hoy también estudia ahí, queriendo ser actriz/astronauta. Su conflicto respecto a su verdadero origen es lo que mueve su viaje a través de diferentes cuadros que se intercalan entre la comedia autoconsciente, la costumbre amazónica (en especial la huayacha y la chachapoyana) y la construcción sincera y nostálgica de su protagonista y creadora. Este intercalado funciona en cuanto la comedia nunca llega a desconectarse del conflicto principal, y cada cuadro se vuelve una pieza para entender el viaje de la protagonista.La alternancia entre la persona real (Claudia) y la persona autoficcionada (Laura) nunca se vuelve demasiado confusa, la ruptura y el metateatro están bien explicados, aunque el insumo real de la vida de Tuesta hace que la alegoría de buscar ser astronauta se pierda un poco durante el desarrollo.

Claudia Tuesta, autora de la obra y quien en su estreno inicial en El Galpón Espacio fue la actriz principal, no pudo estar en estas nuevas funciones del Festival Saliendo de la Caja por motivos de salud. En su reemplazo, Nely Sáenz toma el papel manteniendo la autoconsciencia característica de la obra. Tuesta se mantiene a través de diversos archivos de video, y en un efecto curioso esto vuelve estas apariciones multimedia más potentes que al tener a Claudia en escena: Sáenz logra volverse su avatar a través de la voz y la energía de manera satisfactoria. Por su parte, Dan Fernández y Yahir Manosalva brillan en todas las partes cómicas con una buena dosis de carisma y química genuina entre ellos y con Sáenz, destacable en particular su escena sobre los juanes y las intervenciones con acento pituco, el sello de la obra para identificar el cambio entre Lima y Amazonas.

La obra le da una fuerte significancia a las cajas, símbolo de las encomiendas de una madre en provincia a una hija en la capital. Las cajas hacen igual aparición durante toda la obra, transformándose de elemento a elemento y construyendo una estética alrededor de las mismas, al mismo tiempo que la vestimenta y la escenografía blanca y pulcra. Otros elementos como los lentes para representar la pérdida de la identidad, las luces, las notas y las fotos, o los recursos de video ayudan a mostrar la claridad de la autora sobre la significancia de cada momento para su viaje interno. El único recurso que falla es la combinación entre la escenografía, con tres telas separadas de fondo, y los frecuentes videos que se proyectan y se fragmentan con las telas. La sensación de división, fragmentación y confusión se comprende bien, pero no deja de ser un distractor para entender los muy bien trabajados recursos de video.

Ni de aquí ni de allá enlaza su trama de querer ser astronauta viniendo desde la ceja de selva con una muy bella alegoría que ata la verdad de muchas de nuestras pertenencias: ninguna, todas, y unas cuantas muy cercanas a nuestro corazón peruano y desplazado. Con significancias bien pensadas y con fuerte potencial de desarrollo, Ni de aquí ni de allá es un fuerte abrazo a la historia migrante de nuestro país y nuestros jóvenes de las nubes.

José Miguel Herrera

24 de marzo de 2025

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