Crisis familiar
La joven artista Airam Galliani ya cuenta con un valioso trabajo en dramaturgia titulado El collar (2022), pieza que además ella misma interpretó, en la que reflexionaba sobre el rol de la esposa en una relación de pareja y las ataduras simbólicas que le impedían alcanzar la felicidad. En esta oportunidad, la joven dramaturga y directora vuelve a explorar en Mosaicos el tema familiar y la búsqueda de estabilidad emocional, esta vez centrándose en las brechas generacionales, cada vez más distanciadas y profundas, entre padres e hijos: una (en apariencia) sencilla cena organizada por una pareja de clase acomodada, a la que acuden madre y padre de cada uno, termina en un intenso enfrentamiento ante la imposibilidad de mostrar comprensión y empatía entre generaciones distintas.
El espacio que ofrece Casa Tomada en San Isidro, si bien reducido y expuesto a los ruidos de la transitada avenida en la que se ubica, brinda el ambiente íntimo que la propuesta de Galliani requiere: el público se inmiscuye, como silencioso observador, en este apacible comedor en el que llama la atención, desde el inicio, un curioso cuadro en el que vemos la fotografía de una muchacha y un muchacho, aparentemente en plan de broma, vestidos con ropas del sexo opuesto. Este cuadro, que ya anticipa en cierta medida el tenor del drama, es ocultado por la pareja, interpretada sin tacha por Camila Vinatea y Alejandro Mejía, antes que lleguen la madre de ella (Katerina D’Onofrio) y el padre de él (Nicolás Fantinato). La tirante conversación inicial, recargada de detalles que indican una vida relajada y carente por completo de necesidades básicas, es interrumpida por una revelación que termina por romper la débil estabilidad que los cuatro trataban de mantener.
La dirección maneja bien el suspenso, tomándose su tiempo para crear la atmósfera necesaria, apoyada por un sobrio trabajo actoral, en el que destaca la contención y la cotidianidad en su ejecución. Muy bien D’Onofrio, como la superficial madre que encuentra en el cinismo su estilo de vida; además, resulta sorprendente apreciar a un recuperado Fantinato en un papel dramático, bastante alejado de sus acostumbrados roles cómicos, interpretando con convicción a un padre insensible y necio. Galliani también aprovecha para matizar con ocasionales pinceladas de humor, que enriquecen el producto final. Mosaicos, que hace una coherente referencia a las distintas piezas que deben encontrar su lugar dentro de la obra artística, conmueve en su retrato de una familia incapaz de comunicarse y comprenderse, mientras no puedan librarse de las sombras del pasado y de los prejuicios sociales.
Sergio Velarde
10 de julio de 2024
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