lunes, 1 de julio de 2024

Crítica: PISO 1 TRASNOCHE (MAYO-JUNIO)


Cuatro instantes

Visitar Piso 1 fue una experiencia entretenida. Mientras vas transitando de sala en sala, los pasillos están repletos de gente que espera ver alguna microobra o está sentada disfrutando de alguna bebida con una conversación y sonrisas. La primera puesta que observé, El Chico L, se desarrollaba en un espacio pequeño; era la primera vez que acudía a ese lugar, es por ello que me llamaba la atención la magnitud de sus dimensiones. Todo era íntimo, había una cercanía entre el espectador y los actores, la historia empezaba desde que ingresabas, un actor permanecía atento al inicio del drama, una vez todos adentro la voz invadió el aire, espontáneo y simpático funcionaba como preludio; después aparece otro personaje, lo interesante hasta este momento es la naturalidad y frescura de los intérpretes, parecía como si nos hubiésemos colado dentro de sus paredes y estuviéramos husmeando su intimidad.

En un momento aparece un tercer actor: la historia era muy divertida, dos chicos que esperaban encontrar el amor, cada uno a su manera, uno más impaciente que el otro, pero al final ambos estaban dentro del mismo juego, el uso de apps para encontrar citas. Los dos chicos eran gays y cuando ingresa el tercer actor creían que él también lo era, pero sin embargo se dan con la sorpresa de que no. El ritmo era muy bueno, el hecho de que durase poco permite que no vaciles en ningún momento, constantemente estás atento a la dinámica del trabajo, empatizas con lo que observas y disfrutas de los pormenores. Salí de la primera sala contento, motivado a seguir explorando las siguientes salas, la calidad interpretativa ameritaba una noche de sábado, la situación fue simple, pero las interpretaciones son diversas; el amor, la búsqueda ansiada del amor, muchas veces nos lleva a mirar hacia lugares muy lejanos, cuando simplemente es necesario observar lo que tenemos más cerca, aunque parece sencillo, en la vida real y también en la ficción resulta muy complicado.

La segunda sala fue un contraste total con la primera, para empezar, no había tantas personas como en la anterior y la historia, titulada La espera, ya no era tan ocurrente y divertida, ahora había otra atmósfera. Una joven aguardaba en un lugar, después aparecía un joven que resultaba ser su ex y para colmo se encontraban dentro de una sala de espera de un psiquiatra que ahora era la nueva pareja de la joven.

Las interpretaciones fueron excelentes, una capacidad sorprendente de mantener la energía y de entrar en una situación complicada como una separación emocional y el reencuentro del ser alguna vez querido. Me gustaría rescatar la mirada de los intérpretes, estaba muy cargada de emociones, se podía dar lectura a todo lo que sucedía solo con la mirada, con el brillo, con la forma, con la intensidad; las palabras complementaban perfectamente este gran suceso ocasionado por los ojos y el cuerpo era un resultado por gravedad. Fueron quince minutos de intensidad enfrascada en simples gestos, estábamos dentro de una telenovela o de una serie, la energía de los artistas acompañaba muy bien la situación, fue refrescante cambiar de sensación de un momento a otro, al salir de la sala, la expectación sobre lo que se podría observar en las siguientes salas había incrementado, la variedad de propuestas hace muy llamativa esta experiencia y la categoría de los actores y actrices es de primera.

La tercera sala fue un golpe más duro, desde la imagen que presentaba la propuesta se presentía que se avecinaba otra situación, algo crudo, cruel, y así fue. Cuando ingresamos al espacio de Reconstrucción todo estaba a oscuras y solo había una actriz esperándonos, y cuando todo empezó a suceder, hubo un juego muy interesante con las luces; simples, muy sencillas, de casa de un espacio habitual, pero que fueron utilizadas creativamente. La actriz comienza su cometido y nos hace naufragar junto a ella en una historia violenta, una violación consumada por varios individuos narrada en primera persona y prácticamente increpada ante nuestra mirada inesperada. Desde el inicio hay una tensión, la actriz supo llevarnos en su viaje de recuerdos y la gravedad de los hechos dejaba la piel erizada, me parecía muy interesante cómo ella nos miraba fijamente y hacía sentir algo muy profundo, más que una reflexión, una culpa destellaba entre las comisuras de mi pecho, era extraño, muy fuerte, pero dinámico, porque las emociones eran un ir y venir, una eterna transformación.

El hecho de que sea corto y fuerte caló hondo en mí, salí impactado de la puesta y la música que se utilizó pese a ser muy agradable terminó convirtiéndose en una película sonora de horror; ahora solo aguardaba el final, que podía haber después de experimentar tanta diversidad en instantes que ya se estaban agrupando y hacían un largo tramo.

La última puesta, Proyecto Secreto, fue como un relajo, una lectura dramatizada de una obra escogida al azar por el público, fue necesario para refrescar todo lo vivido hasta ese momento, una historia de amor entre dos chicos que no supieron sobrepasar las adversidades que el amor entre dos hombres significa, pero al final de cuenta se encontró un alivio, pese al pasar de los años. Los actores se mimetizaban rápidamente con los parlamentos, aunque decían que no sabían ni conocían que texto les iba a tocar interpretar, daba la sensación de que ya lo habían estudiado y que todo era parte de un show, pero todo fue divertido. Es ahí donde me di cuenta que yo había visto las obras por un orden numérico, pero la propuesta es que tú puedes elegir a cuál obra ingresas, entonces no hay un orden, no hay un esquema, la situación se vuelve juguetona, dinámica; es ahí que muchas cosas interesantes suceden, cuando no nos acogemos a lo establecido sino buscamos nuevas formas de ver el sol.

Moisés Aurazo

1º de julio de 2024

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