domingo, 16 de agosto de 2020

Crítica: FUNCIÓN INTERRUMPIDA

La ventaja del contacto físico

Habitar el mismo espacio de tu pareja actoral en un espectáculo virtual se ha convertido ahora en un verdadero lujo. Eso pueden aseverarlo con total seguridad Valentina Zelada y Javier Deza, los jóvenes intérpretes de la microobra Función interrumpida, dentro de la temporada de Reconectando, proyecto escénico de la Asociación Cultural Kapchiy, a través de la plataforma Zoom. Ellos fueron los únicos, dentro del cuarteto de espectáculos presentados, que tuvieron la chance de interactuar en el mismo espacio. Acaso esa haya sido la principal fortaleza de esta atípica y surreal historia, en la que dos payasos se preparan para dar una nueva función, pero así como reza el título, esta nunca llega a suceder. Presentaciones alegóricas como esta deberían ser más frecuentes en nuestra cartelera virtual (como lo fue, por ejemplo, Desde la caverna), ya que escapan de la cada vez más trillada videollamada para ofrecer un producto novedoso.

Escrita por Paris Pesantes y dirigida por Renato Piaggio, asistimos a la enésima rutina de dos fantasmales payasos, quienes se preparan para dar una nueva función, pero reparamos al instante que no se encuentran en un escenario convencional. Con ecos de Ionesco y de Sartré en la dramaturgia, Función interrumpida llega a atrapar al espectador, gracias a la energía derrochada por Zelada y Deza, quienes ejecutan con mucho brío su performance, la cual se vuelve cada vez más funesta y atormentada conforme se vuelve repetitiva. Con algunas dificultades perfectibles en el audio, la puesta se enriquece con la conexión física que consiguen los actores, que acaso haya sido más complicada con un diálogo virtual desde espacios diferentes.

Asimismo, la apuesta escénica de Pesantes y Piaggio tiene una lectura adicional: no solo es la metáfora perfecta del abandono y del desinterés de las grandes mayorías por la actividad artística en general, sino que ahora esta es agravada por la crisis sanitaria actual, que obliga a los espectadores y creadores escénicos a entrar en territorios virtuales, para  muchos, desconocidos. Función interrumpida cumple con ser un entretenido y curioso espectáculo virtual; además, la dupla Zelada y Deza consigue una buena química actoral, facilitada por ese contacto físico y directo que los actores necesitan tener, en primer lugar, para cumplir su labor. Un contacto en vivo y en directo que muy pronto tendrán artistas y espectadores cuando esta crisis termine inevitablemente.

Sergio Velarde

16 de agosto de 2020

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