Solo un hasta luego
Algunos centros culturales en Piura han cerrado. Apagaron las luces y corrieron el telón. La pandemia les jugó una mala pasada justo en su mejor momento. Parece increíble que las cosas terminen cuando parecía que todo iba viento en popa, pero así es la vida. Y a veces, el arte, en un país donde la cultura siempre ocupa el último lugar, incluso en los planes del gobierno, nos repensamos mucho qué tanta “industria” cultural estamos haciendo y qué tanto hemos “crecido”.
El Centro Cultural Escenarios vio la luz hace tres años y desde entonces se convirtió en el foco de la cultura y un paso casi obligatorio para quienes querían ver y hacer teatro en Piura. Le dio vida a la pequeña calle Torata con sus grandes y coloridos murales y casi todas las noches tenía movimiento artístico, desde talleres, funciones de teatro o conciertos. Ahora tuvo que cerrar, el local no es propio, y pues, los dueños no entienden de la “importancia de la cultura” justo cuando la situación económica es más difícil para todos.
“Desde que empecé a hacer teatro hace dieciséis años como ilusión (nació la idea del centro). Pero hace 5 años atrás, iba viendo el tema de financiación y hace casi tres años vio la luz. Siempre se ha tratado de buscar a la empresa privada; ayudó, pero no contribuyó con el pago total, nos reducía el gasto, pero el resto salía de lo recaudado y si faltaba, de mi bolsillo”, comenta Arturo Cabellos Gómez, director del Centro Cultural Escenarios, para quien no ha sido fácil hacer frente a la crisis y aún más con poco apoyo de la empresa privada y el nulo interés de las autoridades regionales y locales.
Es obvio que las necesidades catalogadas como básicas siempre serán la prioridad para el común denominador de las personas, pero muchos tenían en el teatro y en estos centros culturales su única fuente de sustento. “Desde el mes de noviembre del año pasado el local se pagaba solo; entre funciones, porcentajes, auspicios y talleres. Logramos formalizarnos como asociación y estábamos en camino a la formalización en todos los trámites municipales”, puntualiza Cabellos.
Volare, centro cultural fundado hace dos años, también cerró. Pero antes tuvo que enfrentar uno de los hechos más lamentables de su historia. Unos ladrones entraron y se llevaron muchos de los objetos que tanto esfuerzo les había costado conseguir en estos años de labor artística como espacio independiente e incluso desde mucho antes. “Volare siempre ha sido única y exclusivamente sustentado por sí mismo, y por mí. Hasta ya pagaba sueldos a las cuatro personas que trabajaban allí, mínimo, pero recibían”, comenta Daniel López, artista y director de Volare.
Volare era un pequeño espacio también en el centro de la ciudad, con una pintoresca escalerita, que evocaba a los centros artísticos de antaño. Era un espacio para todos y daba paso no solo al teatro, sino también a la música, al circo, a la danza y a la pintura. “Nuestros objetivos se mantenían y si había que esperar para regresar se esperaba y mientras tanto se entrenaba”, puntualiza Daniel.
Las puertas se cerraron, pero ¿quién dijo que esto significaría dejar el arte? Los artistas somos tercos, a veces demasiado y el arte nos lleva a buscar salidas aún en las situaciones más oscuras. Escenarios y Volare se convirtieron en una respuesta valiente ante el cierre definitivo del Teatro Municipal de Piura y ante la necesidad de hacer arte en una ciudad que había sido olvidada por sus autoridades y hasta por sus propios ciudadanos. Se convirtieron en la luz al final del túnel para los artistas de todas las edades, que a falta de una escuela regional de teatro, buscaban talleres y si no los había, los gestionaban. Ahora haciendo frente a “la nueva normalidad” de la que tanto habla el Estado, el arte en Piura se enfrenta a esta, con programas culturales en vivo vía Facebook como lo hace Escenarios o con entrenamiento, como Volare, buscando y hasta inventando formas de hacer arte, y usando su increíble creatividad para decir “Aquí estamos”. Afortunadamente, para los piuranos y peruanos, los centros culturales se resisten a morir y volverán, cuando tenga que ser, para todos nosotros.
Katiuska Granda
Piura, 7 de agosto de 2020
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