viernes, 14 de agosto de 2020

Crítica: DES-ENCUENTROS

La apuesta por contar historias

“No me preocupa entrar en debates sobre lo que es o no es teatro. (…) Ya sea en teatro presencial o virtual (pónganle el nombre que quieran), yo voy a seguir apostando por las temas que me mueven, sin distraerme de mi pasión por contar historias”, escribió Cristhian Palomino en su muro de Facebook, joven artista que escribió, dirigió, actuó y produjo Des-encuentros, espectáculo audiovisual que se encuentra disponible todavía en la página de Teleticket. Y no es incorrecto utilizar el tiempo pasado con respecto al trabajo realizado por Palomino, ya que Des-encuentros se desentiende por completo de sus raíces teatrales, en el sentido que no se transmite en vivo, pues se trata de un formato previamente grabado y editado. Las cinco historias que lo conforman son microobras estrenadas de manera presencial en los últimos años, y que se integran con cierta holgura en una variopinta antología, la que abarca numerosas temáticas, entre dramáticas y cómicas, cotidianas y surreales, pero que resumen en mayor o menor medida las emociones que encierra el ser humano.

Un nutrido elenco, que incluye a figuras de trayectoria como Sonia Oquendo, Amparo Brambilla, Haydee Cáceres y Pedro Olórtegui al lado de jóvenes valores como Cielo Torres, Santiago Suarez, Brando Gallesi, Raysa Ortiz y el mismo Palomino en doble papel, se encarga de darle vida a las cinco secuencias independientes con mucha entrega y carga emocional: un cadáver que vuelve a la vida para poner en aprietos a su mejor amigo; un jovencito que quiere comunicarse con su mascota muerta a través de una sospechosa vidente; un romance otoñal entre una pareja que se reencuentra virtualmente; una candidata a la presidencia que mantiene una tensa conversación con su hijo; y una dragqueen que debe tomar la decisión más difícil de su vida. Cada historia se sigue con interés y está correctamente interpretada, a pesar de ciertas irregularidades que se perciben en la adaptación a la virtualidad del material original creado para la escena.

Justamente allí radica la novedad en Des-encuentros, entrando ya al ámbito audiovisual. Acaso dejando de lado el recurso de la videollamada, se podría haber innovado con la cámara omnisciente para conseguir planos adicionales que enriquezcan el producto final, dándole un acabado cinematográfico, lo que muy en el fondo la propuesta de Palomino se convierte en realidad. Encomiable también el que este espectáculo, con el auspicio de UCAL Cultural y Cáritas Lima, busque apoyar a las poblaciones vulnerables afectadas por la pandemia. Sin entrar en mayores debates (ya que definitivamente no es teatro), Des-encuentros se convierte en un positivo vehículo creativo para Palomino para continuar con su indesmayable labor de contar historias.

Sergio Velarde

14 de agosto de 2020

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