Espejos del alma
El montaje Cautivos es sencillamente el mejor ejemplo que he visto recientemente que puede sustentar la hipótesis que el teatro independiente es la esperanza de las artes escénicas en el Perú. Puede ser una opinión personal muy subjetiva, pero no puedo dejar de impresionarme por el trabajo que han logrado estos tres jóvenes actores, bajo la dirección de Carlos Posadas Moncada y Mikhail Page.
El montaje tiene por sí mismo una narrativa propia demasiado atractiva: Isabel Falcón, Roy Zevallos y Gian Paul Miranda son tres jóvenes estudiantes de actuación, quienes a solo dos meses de empezada la cuarentena, están repasando algunos diálogos, cada uno desde su cámara en su casa, para montar La Cautiva de Luis Alberto León. En la primera escena, las actuaciones fueron limpias y las intenciones, claras. Por un momento pensé que se trataba de los mismos actores interpretándose a sí mismos, pues todo surgía de una manera natural y simpática. Lo más impresionante fue la fuerza y la coordinación entre los tres, lo cual demuestra las horas de ensayos empleadas.
La actuación y la reacción durante los diálogos en el momento preciso hacían parecer el espectáculo como un videoclip y realmente era atractivo contemplar la historia. Luego, durante el conversatorio, Zevallos confesó que muy por el contrario, existía la posibilidad de que algo se saliera de control. Por ejemplo, que entre un gato en escena o toque la puerta el Serenazgo pensando que hay una fiesta (hubo escenas donde alzaron la voz) y podría arruinar toda la presentación y generar decepción en el público. Tal vez por esa razón el montaje tendrá pocas fechas.
Durante la segunda escena, sucede la representación de La Cautiva. Cada uno, manejando su cámara y con sus respectivos vestuarios y al mismo tiempo con un trabajo de producción, en donde el sonido, la luz, la toma del rostro del actor, la captura del terror, del llanto, del asombro fueron fenomenales. Las grabaciones en segundo plano de sus “escenarios”, es decir, sus habitaciones, fueron intrigantes.
Sin duda, Cautivos es un montaje en el que se debe felicitar a la producción, por el gran conocimiento del lenguaje audiovisual. Es un espectáculo inteligente y único; un ejemplo de cómo estas otras formas de hacer teatro se pueden reinventar de una manera original. Independientemente de que se trate de una creación colectiva, el montaje es atrapante. Demuestra que este arte puede sobrevivir bajo otros lenguajes y convenciones con el público.
Enrique Pacheco
12 de agosto de 2020
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