viernes, 7 de agosto de 2020

Crítica: EL VIAJE DE LA SANTA

La nueva convención en las lecturas dramatizadas

Es el año 1976. Una compañía de teatro itinerante tiene una misión: llevar a Perú las reliquias de la Santa Fortunata. El viaje de la Santa es una obra escrita por César de María y, esta vez, interpretada a través de la plataforma Zoom. Una plataforma en la que muchas compañías de teatro - en el 2020 - se dirigen para realizar sus espectáculos.

Lo que más me llamó la atención en esta lectura dramatizada fue la puesta artística. Los objetos, la escenografía y el vestuario fueron clave para comprender más la obra y que el público se sienta dentro de la “nueva” convención teatral. Asimismo, los actores Ángela Mesa, Marcos García, Alba García, Gonzalo Whitehead, Katiuska Granda y Yamil Sacin brindaban mucha vida al texto a pesar de estar separados y escucharse a través del parlante de la computadora.

Aunque no parezca, esta nueva convención es complicada, puesto que se tiene al texto y a la cámara delante. Al actuar frente a una cámara, se adapta una nueva puesta en escena. La cámara es un elemento del que todos estamos acostumbrados a que el actor evada. Ahora, el este debe mirarla y hablar con el público y con sus compañeros, como en una especie de formato “vlog” que no se edita. Esta mirada hacia la cámara debe guardar, a pesar de todo, verosimilitud y esto es algo que han logrado los actores de El viaje de la Santa, con la dirección de Mesa. Verosimilitud a pesar de no tener a sus compañeros al lado, a pesar de leer el texto en pantalla y hablar directamente a la cámara.

Es importante que más espectáculos sigan uniéndose y explorando este formato. La dirección de arte, sobre todo, es algo que muchas puestas dejan del lado, pero que para el público importa mucho. Unir las convenciones audiovisuales y teatrales es un trabajo crucial si se quiere seguir haciendo teatro para una cámara.

María Fernanda Gonzales

7 de agosto de 2020

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