jueves, 2 de enero de 2025

Crítica: CASA, LLEGUÉ A CARIÑO


Hogar, no tan dulce hogar

Casa, llegué a cariño, dirigida por Patricia Biffi y protagonizada por la brillante Karina Jordán, es una comedia que, bajo su fachada de risas y colores pastel, esconde una reflexión poderosa y necesaria sobre las relaciones, las presiones sociales y el papel de la mujer en el hogar. Inspirada en el idealizado mundo de los años 50, la obra desmonta con ingenio las nociones románticas de un tiempo que, aunque envuelto en nostalgia, aún estaba lleno de limitaciones y desigualdades (especialmente para las mujeres).

Jordán encarna a Judy, una mujer que parece salida de una revista de esa década: perfecta anfitriona, esposa impecable, siempre arreglada, y siempre lista con un cóctel y pantuflas calientes para su esposo. Sin embargo, las grietas en esta imagen idílica comienzan a aparecer, revelando la complejidad y los conflictos internos de su personaje. Jordan brilla en este papel, alternando entre momentos de hilaridad y otros de gran vulnerabilidad emocional, logrando una interpretación que conecta profundamente con el público. El elenco en su totalidad está a la altura del desafío, entregando actuaciones impecables que complementan a la perfección el viaje emocional de Judy. Las dinámicas entre los personajes son tanto conmovedoras como reveladoras, especialmente las escenas con su madre, que añaden capas de significado y contradicción a la narrativa.

La dirección de Biffi destaca por su habilidad para manejar el tono de la obra. Cada momento cómico está cuidadosamente balanceado con instantes de introspección, permitiendo que el público ría mientras reflexiona sobre los temas subyacentes. La escenografía y el vestuario, diseñados en un estilo retro de los años 50, refuerzan la atmósfera nostálgica, pero también actúan como un recordatorio visual de las restricciones de esa época. Este efecto se logró gracias a lo específica que fue la elaboración de cada elemento escenográfico. Además, el diseño de luces aportó calidez al hogar representado en la obra.

El texto, ganador del premio Olivier en 2019, es una obra maestra de humor y crítica social. A través de situaciones absurdas y diálogos brillantes, la obra explora cuestiones contemporáneas como los roles de género, la idealización del pasado, y las complejidades del matrimonio. Además, plantea preguntas difíciles: ¿qué sacrificamos por cumplir con las expectativas de los demás? ¿Somos cómplices de la perpetuación de estas dinámicas? Casa, llegué a cariño es una experiencia teatral imprescindible. Con su equilibrio perfecto entre comedia y profundidad, es una obra que invita tanto a la risa como a la reflexión. Una mirada fresca y mordaz a las relaciones y a la nostalgia mal entendida, que deja al público con nuevos cuestionamientos.

Stefany Olivos

2 de enero de 2025

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