Par de logradas puestas en escena peruanas
La vida en dos horas nos presenta dos obras de temática diferente, escritas por dos reconocidos dramaturgos peruanos, montadas por los alumnos del último año de la Escuela de Teatro de Lima y dirigidas por Jen Aguirrew Wotykoski y Carla Valdivia. Las dos estuvieron bien logradas, destacando cada una en aspectos diferentes.
La primera, En esta obra nadie llora, escrita por Mariana de Althaus, nos muestra un grupo de actrices minutos antes de estrenar una obra. La crisis por el estreno, los pensamientos intrusivos de cada personaje y los dramas propios de montar una obra parecieron haber rimado con el retraso propio del estreno de la obra real. Pero, más allá de la anécdota (seamos honestos, estos imprevistos le pueden pasar hasta al más veterano), la obra se mantiene fresca con distintas acciones pasando al mismo tiempo. Las interpretaciones comulgan con la idea principal de la obra, haciéndonos sentir la ansiedad y, a veces el sinsentido, de preocuparse hasta por el más mínimo detalle para alcanzar la perfección, aunque el teatro sea de licencias para no depender de esto. Sin embargo, ¿el tener a las actrices esperando en el escenario no resulta perjudicial para ellas y agotador para los mismos espectadores?
En Laberinto de monstruos, escrita por César De María, se siente apropiadamente una juventud lúdica que está obligada a madurar de acuerdo a sus errores. La obra se apropia del texto, moviendo a sus actores para que se sienta esa juventud cambiante, constantemente en movimiento. El texto está correctamente interpretado por sus actores, acercándonos a ellos y haciéndonos partícipes de ese ánimo lúdico e irresponsable de la juventud. Hace que resalte, sobre todo, esa complicidad del grupo de amigos tan desesperados por alcanzar sus metas irreales, que servirá como punto de inflexión para cambiar sus vidas.
Gabriel Calderón
24 de enero de 2024
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