sábado, 4 de enero de 2025

Crítica: EL PRINCIPITO


Nueva relectura para público adulto

Sin duda, El Principito, capital obra literaria del francés Antoine de Saint-Exupéry, se ha convertido en una fuente creativa inagotable para diversos artistas y sus respectivas interpretaciones. A pesar de contar con una historia aparentemente sencilla, el texto ha conseguido permanecer en la memoria colectiva por su enorme vigencia y por aquella mirada reflexiva hacia la vida, llena de valores universales. Si bien su apariencia de libro para niños puede confundir, el cargado simbolismo que impregna sus páginas acaso solo pueda ser entendido en su totalidad por la madurez de un adulto. Es justamente, desde esta perspectiva, que el director Omar Velásquez ofreció en la Asociación de Artistas Aficionados su particular versión escénica, muy personal y a su propio ritmo, que explora nuevas aristas de este clásico imperecedero.

La principal directriz de la puesta en escena de Velásquez es la de evidenciar la frustración de los adultos cuando se les corta las alas de la imaginación desde pequeños, bien representada en aquella primera secuencia en la que el futuro Aviador, siendo niño, es aconsejado por su familia para dejar de perder el tiempo pintando y que mejor se dedique a estudiar materias escolares. Es así que, ya de adulto, su encuentro con el Principito, un curioso niño que vive en un asteroide y que llega a la Tierra en busca de alguien que le dibuje un cordero, le resulta reconfortante, pues recuperará parte de su fantasía inicial. La música original, interpretada en vivo por el tecladista Eduardo Zapata, suma a crear la particular atmósfera de la propuesta.

A destacar en el elenco a Isabel Falcón, quien con mucho carisma y energía interpreta al entrañable Principito; muy bien secundada por Joel Calderón, Cynthia Bravo, Victor Lucana, Jiro de la Vega y Rocio Castañeda, todos construyendo con eficacia cada uno de los entrañables personajes de la historia, como el Rey, la Rosa, el Hombre de negocios y otros, con detalles precisos en sus respectivas caracterizaciones. El Principito de Antoine de Saint-Exupéry cautiva y conmueve, y probablemente nunca dejará de hacerlo, ya que posee una aproximación sencilla y única hacia la experiencia humana; esta versión de Velásquez respeta el material original y evidencia cómo sería el mundo real, si los adultos aprendieran a ver las cosas desde el punto de vista de un niño. Como el Principito.

Sergio Velarde

4 de enero de 2025

Crítica: RIBEYRO EN SU FARSA


Divertido tríptico teatral 

Uno de los más ilustres cuentistas dentro de la literatura peruana fue, sin duda, Julio Ramón Ribeyro. Perteneciente a la Generación del 50, sus magníficas historias cargadas de denuncia social, vinculadas a temas como el desarrollo urbano o la migración andina hacia la capital, nos han acompañado desde muy pequeños. No obstante, sus obras teatrales (en menor cantidad que sus historias en prosa) también contienen ciertamente la brillantez de su pluma. A treinta años de su fallecimiento, el autor de Los gallinazos sin plumas y Alienación es justamente conmemorado en un acertado y sólido montaje titulado Ribeyro en su farsa, estrenado en el Club de Teatro de Lima bajo la dirección de Manuel Calderón, con tres de sus piezas dramáticas en un acto.

Ni bien terminado el confinamiento por la pandemia, tuvimos ya un estreno similar, llamado Dos de Ribeyro (2021), con un par de sus obras cortas llevadas a escena, que fueron El último cliente y Confusión en la prefectura. Curiosamente, el presente montaje del colectivo Trama recoge las mismas historias, añadiéndoles la titulada El uso de la palabra. Pertinente el formato farsesco que elige la dirección, para así desnudar con humor la crítica que el autor diestramente reflejó en sus personajes y en su accionar, especialmente la muy vigente conveniencia política del último cuadro presentado (máscaras incluidas), en el que asistimos a los hilarantes enredos de un prefecto y un gobernador regional por mantenerse del lado del poder de turno, ante la supuesta muerte del presidente.   

Muy buen trabajo del elenco, conformado por Javier Gutiérrez López, Marcos Soto Asalde, Sandy Uribe Hernández y Sara Carbajal Montesinos, quienes les dan vida a todos los personajes de este tríptico teatral, con solvencia y gracia. La ejecución coral permite además, conectar las tres historias y evitar que luzcan independientes una de la otra, otorgándole fluidez al espectáculo general. Concebida como un divertido juego escénico, Ribeyro en su farsa le hace justicia a un autor de importancia capital para nuestro país y Latinoamérica, por su incisivo cuestionamiento, a través del humor, hacia una sociedad llena de taras y prejuicios.

Sergio Velarde

4 de enero de 2025

jueves, 2 de enero de 2025

Crítica: MUERTE, SEXO Y TRAICIÓN


Tres actos de humor y humanidad

La obra Muerte, Sexo y Traición de Eduardo Adrianzén, dirigida por Esteban Philipps, ofrece una antología teatral que mezcla humor negro, drama y una buena dosis de ironía en tres relatos independientes. Esta propuesta, presentada en el Club de Teatro de Lima, se distingue por su capacidad de entretener y hacer reflexionar al espectador sobre los aspectos más sombríos y contradictorios de la naturaleza humana. Esta característica se manifiesta con ingenio, sin una intención aleccionadora de por medio.

El elenco, compuesto por María del Carmen Sirvas, Cheli Vera, Yaremís Rebaza y Rodrigo Chávez, entrega actuaciones sólidas, específicas y emocionalmente resonantes. Cada actor muestra un dominio técnico notable, manejando muy bien los cambios de personaje y las transiciones emocionales con naturalidad, llevando al público de la risa a la tensión a lo largo de la representación. Sin embargo, un aspecto que resta ligeramente a la puesta en escena es el manejo de los acentos, especialmente en el segundo cuento, Sexo. La introducción del personaje de María Matehuala, una joven mexicana, exige una precisión lingüística que no siempre se logra, y que, en ciertos momentos, es un elemento distractor en el desarrollo de la historia. Aunque el esfuerzo por dotar a los personajes de un contexto cultural específico es evidente, la inconsistencia en los acentos afecta la inmersión del público en la narrativa.

Por otro lado, la dirección de Philipps logra equilibrar los matices cómicos y dramáticos de la obra. El ritmo de las historias se mantiene ágil, y la puesta en escena aprovecha al máximo el espacio del teatro, generando una atmósfera íntima y envolvente. La iluminación y el diseño escenográfico refuerzan los cambios de tono entre cada cuento, subrayando tanto los momentos de hilaridad como los de tensión. Cada relato aborda temas universales con un enfoque mordaz: la muerte como catalizador de confesiones en Muerte, la pasión desbordante y las mentiras en Sexo, y las traiciones entre amigas en Traición.

A través de un texto ágil y cargado de ingenio, Adrianzén invita al público a explorar las complejidades de las relaciones humanas. En conclusión, Muerte, Sexo y Traición es una obra que, pese a pequeños tropiezos con los acentos, sobresale por su calidad actoral, su dirección precisa y su narrativa provocadora. Una experiencia teatral intensa y entretenida que deja al espectador con mucho en qué pensar, y que, sin duda, se consolida como un éxito en la cartelera limeña.

Stefany Olivos

2 de enero de 2025

Crítica: CASA, LLEGUÉ A CARIÑO


Hogar, no tan dulce hogar

Casa, llegué a cariño, dirigida por Patricia Biffi y protagonizada por la brillante Karina Jordán, es una comedia que, bajo su fachada de risas y colores pastel, esconde una reflexión poderosa y necesaria sobre las relaciones, las presiones sociales y el papel de la mujer en el hogar. Inspirada en el idealizado mundo de los años 50, la obra desmonta con ingenio las nociones románticas de un tiempo que, aunque envuelto en nostalgia, aún estaba lleno de limitaciones y desigualdades (especialmente para las mujeres).

Jordán encarna a Judy, una mujer que parece salida de una revista de esa década: perfecta anfitriona, esposa impecable, siempre arreglada, y siempre lista con un cóctel y pantuflas calientes para su esposo. Sin embargo, las grietas en esta imagen idílica comienzan a aparecer, revelando la complejidad y los conflictos internos de su personaje. Jordan brilla en este papel, alternando entre momentos de hilaridad y otros de gran vulnerabilidad emocional, logrando una interpretación que conecta profundamente con el público. El elenco en su totalidad está a la altura del desafío, entregando actuaciones impecables que complementan a la perfección el viaje emocional de Judy. Las dinámicas entre los personajes son tanto conmovedoras como reveladoras, especialmente las escenas con su madre, que añaden capas de significado y contradicción a la narrativa.

La dirección de Biffi destaca por su habilidad para manejar el tono de la obra. Cada momento cómico está cuidadosamente balanceado con instantes de introspección, permitiendo que el público ría mientras reflexiona sobre los temas subyacentes. La escenografía y el vestuario, diseñados en un estilo retro de los años 50, refuerzan la atmósfera nostálgica, pero también actúan como un recordatorio visual de las restricciones de esa época. Este efecto se logró gracias a lo específica que fue la elaboración de cada elemento escenográfico. Además, el diseño de luces aportó calidez al hogar representado en la obra.

El texto, ganador del premio Olivier en 2019, es una obra maestra de humor y crítica social. A través de situaciones absurdas y diálogos brillantes, la obra explora cuestiones contemporáneas como los roles de género, la idealización del pasado, y las complejidades del matrimonio. Además, plantea preguntas difíciles: ¿qué sacrificamos por cumplir con las expectativas de los demás? ¿Somos cómplices de la perpetuación de estas dinámicas? Casa, llegué a cariño es una experiencia teatral imprescindible. Con su equilibrio perfecto entre comedia y profundidad, es una obra que invita tanto a la risa como a la reflexión. Una mirada fresca y mordaz a las relaciones y a la nostalgia mal entendida, que deja al público con nuevos cuestionamientos.

Stefany Olivos

2 de enero de 2025