miércoles, 23 de octubre de 2024

Crítica: METAMORFOSIS


Una historia de conversiones

La nueva temporada de Metamorfosis, dirigida por Francisco Cabrera, marcó el regreso de una obra inquietante y movilizadora, la cual invita al público a enfrentarse con los temas más profundos y oscuros de la existencia humana. Basada en el célebre relato de Franz Kafka, esta adaptación teatral logra capturar la angustia existencial y el drama familiar del icónico personaje Gregorio Samsa. Este hombre, al despertar convertido en un insecto, experimenta la desintegración de su vida tal como la conocía.

El elenco, encabezado por Sebastián Stimman en el papel de Gregorio, es uno de los puntos más destacados de la producción. Stimman vuelve a sorprender con una actuación conmovedora y desgarradora. Su transformación física y emocional sobre el escenario es un viaje al centro del dolor, la incomprensión y el aislamiento. En ese sentido, la construcción de este personaje fue un trabajo impecable, con una técnica actoral a la altura. La fisicalidad de Stimman se transformaba momento a momento, dando lugar a la tan simbólica transformación descrita en la obra original. A lo largo de la obra, su Gregorio se retuerce no solo bajo el peso de su nueva forma monstruosa, sino también por el rechazo y la indiferencia de su propia familia.

Vanessa Robbiano y Daniella Stornaiuolo también brillan en sus roles como los miembros de la familia Samsa. Robbiano interpreta con maestría la complejidad de una madre que oscila entre el amor materno y el rechazo hacia su hijo transformado. Stornaiuolo, como la hermana de Gregorio, aporta un delicado equilibrio entre la inocencia y la resignación. Su evolución a lo largo de la obra, desde la preocupación hasta el total desprecio hacia su hermano, está matizada con una sutileza que habla de la buena técnica de la actriz para navegar por las emociones más contradictorias.

La incorporación de Sergio Paris en el rol que antes interpretaba Diego Lombardi ofrece un matiz renovado a la obra, aportando un aire fresco a una producción que, de por sí, ya es rica en simbolismo. Paris logra encarnar con precisión la desesperación y el agotamiento de un hombre atrapado en un hogar que se desmorona poco a poco.

En cuanto a la dirección de Cabrera, su visión de Metamorfosis va más allá de la mera representación del texto de Kafka. Cabrera utiliza la obra para lanzar una reflexión punzante sobre el aislamiento y la falta de empatía en la sociedad moderna. Su decisión de centrarse en el sufrimiento invisible de las clases marginadas y en la fragilidad de los vínculos familiares resuena fuertemente con la audiencia actual. El diseño de producción, minimalista pero efectivo, refuerza la sensación de claustrofobia y alienación. La escenografía, con sus tonos fríos y líneas opresivas, parece estar constantemente cerrándose sobre los personajes, reflejando el mundo que poco a poco aprisiona a Gregorio.

La puesta en escena de Metamorfosis cobra aún mayor relevancia este 2024, en el marco del centenario de la muerte de Franz Kafka. Esta obra no solo rinde homenaje a uno de los escritores más influyentes del siglo XX, sino que también subraya la atemporalidad de su mensaje. Temas como la alienación, la frustración y la lucha por la individualidad en un mundo que aplasta son tan actuales hoy, como lo eran hace cien años. La producción, ganadora de múltiples premios, mantiene su vigencia al reflejar una realidad cruda y materialista, donde el ser humano se desdibuja entre expectativas sociales y la búsqueda de un afecto genuino.

Stefany Olivos

23 de octubre de 2024

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