domingo, 7 de diciembre de 2025

Crítica: JUEGO DE ROLES y APLAUSO FINAL


Martes en El Roble de Barranco: Historias con humor, juego y riesgo

En El Roble de Barranco se respira teatro, vitalidad escénica y una energía creativa que se expande por todo el espacio. Los martes de diciembre, Paso de Gato Producciones presenta una breve pero intensa temporada que invita a disfrutar de propuestas de formato corto en un ambiente cálido y cercano. En esta edición, el público se encuentra con dos obras que apuestan por el humor, el juego escénico y la inmersión, ofreciendo experiencias que, pese a su duración breve, buscan generar impacto emocional y reflexivo.

La primera obra, Juego de roles, escrita por Yamil Sacin y dirigida por Ricardo Caffo, inicia con una composición visual sugerente que utiliza la utilería para construir espacios y atmósferas. El director explora contrastes entre luces frías y cálidas, mientras que el diseño sonoro introduce de inmediato al espectador en la convención de la propuesta. El ingreso de los intérpretes marca un ritmo energético y atractivo, reforzado por referencias audiovisuales y la construcción de una tensión y juego entre ambos actores. Sin embargo, conforme avanza la historia, algunos recursos comienzan a perder fuerza: el vestuario, que inicialmente tiene una propuesta clara al situarnos en el universo de la obra, se desgasta al no evolucionar en su simbolismo. En el plano actoral, pese a una escucha constante y una complicidad evidente, por momentos se pierde claridad en la acción y en el subtexto de las palabras, afectando el trabajo físico y la proyección vocal. Estas oscilaciones generan quiebres en el ritmo y en la verosimilitud de la escena. El cierre, aunque coherente con el juego planteado, no termina de establecer una conclusión sólida en términos de sentido o propósito. En escena: el mismo Sacin & Nina Parodi.

La segunda propuesta, Aplauso final, escrita y dirigida también por Caffo, presenta una construcción espacial más definida, con utilería y niveles que permiten transiciones fluidas entre lugares y situaciones. La propuesta de luces cálidas crea un ambiente teatral dentro del teatro, donde los personajes ingresan directamente a la acción y se sumergen en la ficción que han decidido representar. La irrupción de un personaje externo quiebra esa convención inicial y abre paso a un código más inmersivo y lúdico. Aquí, el diseño de vestuario transita entre lo real y lo ficcional, mientras la iluminación intenta acompañar las emociones del relato, aunque no siempre con precisión. A nivel actoral, la obra crece progresivamente: cuando ingresa el actor, la dinámica se vuelve más clara y el juego escénico adquiere mayor firmeza. Persisten momentos de tensión vocal o corporal, pero el compromiso con la convención y el riesgo escénico sostiene el desarrollo hasta un clímax efectivo. No obstante, el cierre no termina de articular con claridad todas las líneas dramáticas expuestas antes. En escena: Susan León, Gloria Klein & Duncan Torres.

En conclusión, la conexión final entre ambas obras aporta un cierre agradable y unificador a la experiencia de la noche. La temporada ofrece dos propuestas frescas que dialogan con la intimidad del espacio no convencional y exploran el humor desde distintos códigos teatrales. Si bien existen desajustes rítmicos y algunos quiebres en la precisión técnica, el trabajo actoral, la apuesta visual y la voluntad de experimentar construyen un programa atractivo, valioso y una buena opción para disfrutar de una agradable noche en Barranco. 

Rubén Aquije

7 de diciembre de 2025

lunes, 1 de diciembre de 2025

Evento de premiación: LO MEJOR DE LAS ARTES ESCÉNICAS EN LIMA 2025


“Toda lesión, toda violación de la vida creadora del teatro es un crimen.”
Konstantin Stanislavski

Fecha central: Sábado 27 de diciembre 8:00 p. m. en el Teatro Barranco, ubicado en Av. Miguel Grau 701 Barranco. Entrada libre, capacidad limitada.

Cumplimos diecisiete años de actividad ininterrumpida promoviendo las artes escénicas.

Como ya se ha hecho costumbre, OFICIO CRÍTICO propone un compartir para todos aquellos que se dedican a las artes escénicas en nuestra ciudad capital, con el único propósito de reconocer y celebrar aquellas obras y artistas que sobresalieron por su profesionalismo y calidad sobre el escenario limeño.

Esa es y será siempre, la principal razón para la realización de este evento.

Entraron en la clasificación los montajes que tanto OFICIO CRÍTICO como sus gentiles colaboradores consideraron pertinentes para hacerles una mención y que alcanzaron a ver en temporada, desde mediados de noviembre del año pasado hasta la quincena de noviembre (aproximadamente) del 2025.

Cada año es un reto para nuestro equipo y colaboradores, quienes tienen por objetivo registrar todos los estrenos ocurridos en nuestra capital. Ha sido una tarea titánica la de este año, que se caracterizó por la enorme cantidad de estrenos teatrales registrados en este periodo.

En el evento central se entregarán distinciones especiales para cada terna: MONTAJE, TRABAJO DE DIRECCIÓN, ACTOR, ACTOR DE REPARTO, ACTRIZ y ACTRIZ DE REPARTO, tanto para las categorías de DRAMA, COMEDIA, TEATRO MUSICAL, TEATRO PARA NIÑOS, UNIPERSONALES y OBRAS DE FORMATO BREVE.

Cada categoría tendrá dos premios: uno del público, que podrá votar virtualmente a través de la encuesta publicada en el blog (que puede ser vista solo en versión web); así como también el jurado de OFICIO CRÍTICO dará su propio veredicto durante el evento.

La encuesta será publicada el LUNES 1º y se cerrará el MARTES 23 DE DICIEMBRE.

Enlace: https://eloficiocritico.blogspot.com/?m=0

Además, se concederá las siguientes distinciones:

- Premio de Dramaturgia SARA JOFFRÉ para la MEJOR OBRA PERUANA ESTRENADA EN EL 2025.

- Premio especial del jurado OFICIO CRÍTICO para el montaje destacado del año.

Celebramos el excelente nivel de calidad de los espectáculos teatrales estrenados.


TEATRO PARA NIÑOS

Mejor actor: André Portugal por PAYAPALUZA: SOMOS EL MUNDO; Awelo Miranda por SI YO FUERA BRUJA; Carlos Thornton por ELFOS, EL MUSICAL; César Chirinos por MIMAGÍNATE; Joaquín Escobar y Roni Ramírez por CYRANO DE BERGERAC.

Mejor actriz: Anneliese Fiedler y Paulina Bazán por SI YO FUERA BRUJA; Diana Veliz Castro por RITUALES DE ALTURA; Gessy Cochachi por HABÍA UNA VEZ… ¿CAPERUCITA?; Luciana Arispe por PAYAPALUZA: SOMOS EL MUNDO; y Soledad Ortiz de Zevallos por EL BAÚL DE CIRCACIA. 

Mejor trabajo de dirección: Carlos Orbegozo Reyna por RITUALES DE ALTURA; Christian Ysla por PAYAPALUZA: SOMOS EL MUNDO; Diego Lombardi por SI YO FUERA BRUJA; Eduardo Cardozo por ASSAMBLAGE Y EL ÚLTIMO OBJETO; Fito Valles por CYRANO DE BERGERAC; y Gerardo Fernández HABÍA UNA VEZ… ¿CAPERUCITA?

Mejor obra: ASSAMBLAGE Y EL ÚLTIMO OBJETO de la Compañía de Teatro Físico (CTF); CYRANO DE BERGERAC, adaptación de Fito Valles; HABÍA UNA VEZ… ¿CAPERUCITA? de Gerardo Fernández; LA ÓPERA DE LOS MONSTRUOS de Natalia Chami, Azul Borenstein y Yuriria Fanjul; PAYAPALUZA: SOMOS EL MUNDO, creación de Christian Ysla; y SI YO FUERA BRUJA de Diego Lombardi.


TEATRO DE FORMATO BREVE

Mejor actor: Alexander Rodríguez por JUEGO DE ROLES; Blurryface por MUDANZA; Christian Alden por POLAROIDS; Flavio Giribaldi por LA TERAPIA DE TUS SUEÑOS; Gianpiero Arnaiz por EL AMOR JOVEN; Gonzalo Candela por HAMLET EN 15 MINUTOS; Jean Carlo Rivera por ENCUENTRO CASUAL; y Luciano Perochena por UN LUGAR PARA LOS DOS.

Mejor actriz: Adriana Benito por ¡CITA A CIEGAS!; Andrea Miranda y Lia Camilo por CARDO O CENIZA; Daniela Paskvan por HAMLET EN 15 MINUTOS; Katherina Sánchez por ¡AH, QUÉ TERAPIA!; Norka Ramírez y Viviana Andrade por LA TINTA DEL CORONEL; y Quini Gómez por LA TERAPIA DE TUS SUEÑOS.

Mejor trabajo de dirección: Alejandro Alva por LA ÚLTIMA NOTA; Christian Ávalos por LA TERAPIA DE TUS SUEÑOS; Christian Paredes por HAMLET EN 15 MINUTOS; Dante Del Águila por ¿POR QUÉ TIENES QUE SER HOMBRE?; Jorge Pecho por LEÑA; Piera del Campo por CARDO O CENIZA; Rodrigo Delgado por TRÁFICO DE CONFESIONES; y Tábata Fernández-Concha por ¿QUIÉN ES ANDRÉS?

Mejor obra: ¿POR QUÉ TIENES QUE SER HOMBRE? de Mario Soldevilla; CATOCALA NUPTA: LA ESPERA de Polilla (Paul Guerra); HAMLET EN 15 MINUTOS, versión libre de Tom Stoppard; LA TERAPIA DE TUS SUEÑOS de Christian Ávalos; LA TINTA DEL CORONEL de Mauricio Rodríguez Camargo; LA ÚLTIMA NOTA de Alejandro Alva; LEÑA de Malú Menacho; y TRÁFICO DE CONFESIONES de Luisito Fernández.


TEATRO MUSICAL

Mejor actor: Álvaro Pajares por 3 SON MULTITUD; Carlos Garazatúa por ¿AHORA QUÉ?; Gian Paul Miranda por HISTORIAS DE AMORES; Ítalo Maldonado por QUERIDO EVAN HANSEN; Loko Pérez por ROCOLA HURACÁN; y Pepe Bárcenas por CENIZAS.

Mejor actriz: Ale Carrasco y Andrea Aguirre por PRINCESAS EN TERAPIA; Gina Yangali por PERSONAS QUE SE ENCUENTRAN EN LUGARES; Irene Eyzaguirre por CENIZAS; Jackeline Felipe por ¿AHORA QUÉ?; y Trilce Cavero por OLGA, EL MUSICAL CRIOLLO.

Mejor trabajo de dirección: Alberto Isola por CENIZAS; Kathy Serrano por PERSONAS QUE SE ENCUENTRAN EN LUGARES; Marco Palomino por OLGA, EL MUSICAL CRIOLLO; Mario Mendoza por 3 SON MULTITUD; Roberto Ángeles por QUERIDO EVAN HANSEN; y Sary Alvarez por HISTORIAS DE AMORES.

Mejor obra: 3 SON MULTITUD de Ivana Pedreschi y Viviana Pereyra; CENIZAS de Eduardo Adrianzén; NICÓ, UN POETA NATURAL de Silvia Bando Landa; OLGA, EL MUSICAL CRIOLLO de Daniel Tapia; PERSONAS QUE SE ENCUENTRAN EN LUGARES de Ignacio Olivera y Juan Pablo Schapira; y QUERIDO EVAN HANSEN de Steven Levenson. 


UNIPERSONALES

Mejor intérprete: Cécica Bernasconi por JUICIO A UNA ZORRA; Daniela Ayaipoma por ENTRE SUEÑOS; Flor Castillo Alama por WAÑUY NISQA: MUERTE DE OVARIOS, MUERTE DE ORIGEN, MUERTE DE VIENTRE; Gloria Lescano por 10 PASOS PARA CONSEGUIR UNA CITA ADICIONAL EN EL SEGURO SOCIAL DE SALUD; Job Mansilla por EL HAZMERREÍR; Ricardo Bromley por EL RINCÓN DE LOS MUERTOS; Sonia Franco por MARGARITAS, OFRENDA DE AMOR; y Vania Accinelli por MI MADRE SE COMIÓ MI CORAZÓN.

Mejor trabajo de dirección: Caroline Dream por ENTRE SUEÑOS; Fernando Fernández por MARGARITAS, OFRENDA DE AMOR; K’intu Galiano por MI MADRE SE COMIÓ MI CORAZÓN; María Dodera por JUICIO A UNA ZORRA; Sebastián Rubio y Yanira Dávila por EL RINCÓN DE LOS MUERTOS; y Verony Centeno por EL HAZMERREÍR.

Mejor obra: EL HAZMERREÍR de Verony Centeno y Job Mansilla; EL RINCÓN DE LOS MUERTOS de Sebastián Rubio; JUICIO A UNA ZORRA de Miguel del Arco; JUNTOS PARA NUNCA de Samuel Valdivia; MI MADRE SE COMIÓ MI CORAZÓN de K’intu Galiano; y WAÑUY NISQA: MUERTE DE OVARIOS, MUERTE DE ORIGEN, MUERTE DE VIENTRE de Bruno Ortiz.


COMEDIA

Mejor actor: Bruno Espejo por REALISMO REAL; Diego Sakuray por CRÓNICA DE AMOR; Juan Carlos Díaz por TOMA Y DACA; Miguel Iza por GOTERAS; Miguel Soriano por LA ESTÚPIDA ESCOPETA; Roberto Ruíz por LA TERNURA; Sandro La Torre por RUMBOS, UNO MÁS UNO TRES; y Stefano Salvini por EL BARBERO DE SEVILLA.

Mejor actriz: Anahí Araoz por RUMBOS, UNO MÁS UNO TRES; Gisela Ponce de León por TEMIS; Margot Lozano por CRÓNICA DE AMOR; Maria del Carmen Sirvas por TERAPIA AMOROSA; Milena Alva por NO HAY QUE LLORAR; Paola Vera Infante por HOMBRES EN ESCABECHE; Patricia Barreto por UN ROBO HASTA LAS PATAS; y Sandra Bernasconi por SECRETOS.

Mejor actor de reparto: Armando Machuca por UNA SEMANA NADA MÁS; Claudio Calmet por NEGOCIO FAMILIAR; Emmanuel Caffo por COMO TE GUSTA; Hendrick La Torre por TIMOTHY Y LA CONQUISTA DEL NUEVO MUNDO; Japhet Palomino por REALITY SHOCK; Nacho Di Marco por ¿Y GIULIA?; Nicolás Bazán por RETICULATAZO; Nicolás Fantinato por SER IA, COMEDIA; Oscar Yepez por LA ÓPERA DE TRES CENTAVOS; y Simón Vásquez de Velasco por EL RINOCERONTE.

Mejor actriz de reparto: Amaranta Kun por LA ÓPERA DE TRES CENTAVOS; Anai Padilla por TRAGAFORTUNA; Daniela Segura por LA GRAN AVENTURA DEL GATO Y SU TÍA; Gia Rosalino por NEGOCIO FAMILIAR; Karla Medina por SOLTERA, CASADA, VIUDA Y DIVORCIADA; Lucía Brozovich por UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO; Magdiel Ugaz por UNA SEMANA NADA MÁS; Rosilú Osorio por INFELICES PARA SIEMPRE; Stephanie Orúe por TEMIS; y Ximena Palomino ´por CÓMO OLVIDAR A TU EX.

Mejor trabajo de dirección: Alfonso Santistevan por LA TERNURA; Daniel Flores Farias por EL RINOCERONTE; Fernando Castro por CRÓNICA DE AMOR; Ítalo Cordano por ¿Y GIULIA?; Jean Pierre Gamarra por LA ÓPERA DE TRES CENTAVOS; Joamoc More por REALITY SHOCK; Juan Carlos Fisher por UN ROBO HASTA LAS PATAS; y Omar Velásquez por TOMA Y DACA.

Mejor obra: CÁPSULAS (O LO EXTRAORDINARIO DE LO COTIDIANO) de Alexa Centurión y Leo Cubas; COMO TE GUSTA de William Shakespeare; CRÓNICA DE AMOR de Fernando Castro; EL RINOCERONTE de Eugène Ionesco; LA ÓPERA DE TRES CENTAVOS de Bertolt Brecht; LA TERNURA de Alfredo Sanzol; REALITY SHOCK de Carlos Gonzales Villanueva; SER IA, COMEDIA, creación colectiva del grupo Puesta; TEMIS de Pablo Manzi; y TIMOTHY Y LA CONQUISTA DEL NUEVO MUNDO de Federico Abrill y Paco Caparó.


DRAMA

Mejor actor: Alonso Cano por CYRANO DE BERGERAC; Anibal Lozano por EN LA OSCURA PROFUNDIDAD DEL MAR; Ernesto Ayala por PLUMA Y LA TEMPESTAD; Francesco Bacilio por JUGUEMOS UNA VEZ MÁS; Johan Escalante por LOS AMANTES DEL IMPERIO; Karlos López Rentería por HAY QUE LLENAR LA NOCHE; Renato Rueda por UN ESPEJO; y Sebastián Stimman por DR. JEKYLL Y MR. HYDE.

Mejor actriz: Abril Cárdenas por HAMLET Y OFELIA; Alejandra Guerra por ANA CONTRA LA MUERTE; Celine Aguirre por HIELO EN LA SANGRE; Jimena Lindo por BUENAS PERSONAS; Natalia Torres Vilar por CLORINDA; Olga Kozitskaya por LOS AMANTES DEL IMPERIO; Urpi Gibbons por DOS SIGLOS DE SOBREMESA; y Yaremís Rebaza por NARANJAS.

Mejor actor de reparto: Alaín Salinas por DOS SIGLOS DE SOBREMESA; Aric Bernal y Christopher Cruzado por RETRATOS DE UN PERÚ DOLIENTE; Augusto Casafranca y Brian Cano por NIÑOS CAEN DE LOS ÁRBOLES; Gonzalo Revoredo por ACTOS CONSENTIDOS; Iván Chávez por UN ESPEJO; Jesús Suica y Juan Velazco por LABERINTO DE MONSTRUOS; y Rodrigo Valencia por QUERIDA AMALIA.

Mejor actriz de reparto: Alexandra Graña por EL CUARTO DE VERÓNICA; Beatriz Ureta por NARANJAS; Eliana Fry García-Pacheco por HAY QUE LLENAR LA NOCHE; Elia Najarro por ¿QUIÉN MATÓ A DRÁCULA?; Grapa Paola y Lelé Guillén por ANA CONTRA LA MUERTE; Guadalupe Farfán por DOS SIGLOS DE SOBREMESA; Patricia Moncada por LABERINTO DE MONSTRUOS; Sandra Melgarejo por BODAS DE SANGRE; y Tais Villanueva por RETRATOS DE UN PERÚ DOLIENTE.

Mejor trabajo de dirección: Alonzo Aguilar por RETRATOS DE UN PERÚ DOLIENTE; Carla Valdivia por ANA CONTRA LA MUERTE; Cecilia Paitamala por VOTO POR LA LIBERTAD; David Carrillo por HIELO EN LA SANGRE; Diego La Hoz por HAY QUE LLENAR LA NOCHE; Gustavo López Infantas por DOS SIGLOS DE SOBREMESA; Omar Del Águila por BODAS DE SANGRE; y Wendy Vásquez Larraín por UN ESPEJO.

Mejor obra: ANA CONTRA LA MUERTE de Gabriel Calderón; BODAS DE SANGRE de Federico García Lorca, producida por la Asociación de Artistas Aficionados; DOS SIGLOS DE SOBREMESA de Eduardo Adrianzén; HAY QUE LLENAR LA NOCHE de César Bravo; HIELO EN LA SANGRE de Claudia Sacha; MARÍA MARICÓN de Gabriel Cárdenas Luna; NARANJAS de Alejandra Vieira Aliaga; NIÑOS CAEN DE LOS ÁRBOLES de Mariana de Althaus; PROYECTO UGAZ de Vera Castaño y Rocío Limo; y UN ESPEJO de Sam Holcroft.


RECONOCIMIENTOS ESPECIALES Y COLABORADORES

Este año recibirá un merecido homenaje por su trayectoria artística el colectivo CHAPLIN GRUPO CULTURAL de la región Ica. Además, será reconocido por su impecable trayectoria el actor y director RICARDO COMBI.

También recordaremos a las personalidades del teatro que nos abandonaron este año.


Así como en ediciones anteriores, apoyaron para la elaboración de las ternas y la elección final, colegas críticos y comunicadores como MOISÉS AURAZO, EDÚ GUTIÉRREZ, DAVID CÁRDENAS, MILAGROS GUEVARA, JAVIER GUTIÉRREZ, JIMENA MUÑOZ MÁLAGA, MARIA CRISTINA MORY CÁRDENAS, DANIELA ORTEGA, BARBARA RIOS, JUAN PABLO RUEDA JAVIER, ABIGAIL SALVADOR, ALEJANDRA SIERRALTA, RUBÉN AQUIJE, JOSÉ MIGUEL HERRERA, KITTY BEJARANO, MALENA GAMARRA y LUCIANO RODRÍGUEZ. A ellos, nuestro profundo agradecimiento.

La cita, repetimos, es el sábado 27 de diciembre a las 8:00 p. m. en el Teatro Barranco. Entrada libre, capacidad limitada.

¡Los esperamos a todos, para compartir en familia!

Sergio Velarde

1° de diciembre de 2025

viernes, 28 de noviembre de 2025

Crítica: LOS ASESINATOS EN LA CALLE POE


Cuando la inmersión se vuelve un enigma

La propuesta se anuncia como una obra inmersiva —y técnicamente lo es—, pero su diseño se acerca más a un dispositivo experiencial que combina teatro, recorrido escenográfico y mecánicas de escape room. La premisa resulta atractiva: pequeños grupos avanzan por distintos ambientes, escuchan monólogos que esconden claves y buscan sobres y candados para reconstruir un crimen. Sin embargo, aunque la información estaba declarada en redes, la experiencia demuestra que no basta con mencionarlo: la consigna nunca termina de sentirse clara para el espectador.

Dirigida por Mario Gaviria, la puesta reúne a Paolo Teevin, Luca Reátegui, Leonardo Barrantes, Nicole Guimaray, Héctor Flores, Adriana Cussianovich, Pierina Céspedes y Sandra Melgarejo. Dos de ellos asumen el rol de detectives, pero la dinámica espacial impide apreciar el trabajo completo del elenco: la casa tiene dos pisos y los grupos se dividen entre ambos. En nuestro caso, al recorrer el segundo piso, solo pudimos ver el desempeño de tres intérpretes.

El público ingresa sabiendo que se trata de un formato “inmersivo”, sí, pero no comprende del todo que debe jugar, seguir pistas, descifrar códigos y elaborar hipótesis. Esa falta de orientación inicial provoca que muchos recorran los espacios con la expectativa de una obra tradicional. Incluso conversamos con un espectador que confesó estar confundido: no sabía exactamente qué debía hacer y pensó que asistiría a una obra convencional. En ese desfase, la narrativa se diluye. 

Los monólogos contienen datos esenciales, pero los ambientes están tan cuidados y son tan visualmente impactantes que el espectador, casi por instinto, dirige su atención hacia la escenografía y no hacia la voz del actor. A esto se suma el abuso del grito como recurso expresivo por parte de una de las actrices, lo que termina saturando el oído, cansando la escucha y difuminando la información clave que debería transmitirse con precisión.

Aunque hay actuaciones sólidas y comprometidas, el desequilibrio entre lo que el espectador debe oír y lo que el espacio le exige mirar se convierte en un obstáculo. La atmósfera, el vestuario y el diseño espacial están impecablemente logrados, pero esa misma riqueza visual termina devorando la arquitectura del juego, que depende de que la consigna sea nítida y el hilo informativo fluya sin interferencias.

El resultado final deja una sensación ambigua: ganas de participar, de resolver el misterio, de entrar en el pacto… pero sin una guía suficientemente clara para hacerlo. Aun así, el proyecto tiene un potencial enorme. Afinando la comunicación de la dinámica, ajustando el trabajo actoral para priorizar la inteligibilidad y equilibrando lo visual con lo narrativo, esta experiencia podría transformarse en un recorrido vibrante, estimulante y memorable, donde el espectador no solo mira, sino que realmente juega.

Milagros Guevara

28 de noviembre de 2025

domingo, 23 de noviembre de 2025

Crítica: IMPROANALISTAS


Con la mente abierta 

Improanalistas es una obra que me ha parecido fresca y divertida, pero que se destaca por un honesto interés en su público. Desde el inicio, la apuesta dirigida por Juan Velazco está esforzándose por generar confianza en los espectadores, e invitándolos a participar: apenas llegamos, los actores Nicolay Romero, Moo Mendoza, Claudia Vidal y Rodrigo de Vega se presentaron y conversaron con nosotros. 

La pregunta con la que abrieron fue: ¿Qué te gustaría mejorar de ti mismo?, y las dinámicas con las que comenzaron a plantear tenían como objetivo esta reflexión. Así, escogieron a dos voluntarios, quienes nos relataban algunos aspectos de su vida, y nuestros Improanalistas partían de estos datos para crear. Por medio de la representación y el dibujo, nos poníamos en el lugar de nuestros compañeros de asiento, involucrándonos en el juego; la oportunidad de ponernos en escena estaba dada.

Me gustaría recomendarla a quienes disfrutan de obras donde el público participa, ya que nuestra colaboración daba, en gran medida, la pauta a los actores. Siento que esto permite que la propuesta sea más relajada, de modo que los espectadores generan gran confianza y complicidad. Son nuestros problemas y preocupaciones, con las que llegamos al teatro, los que funcionan como un combustible para hacernos reír y encontrar caminos alternativos. Esto es lo que me parece más valioso, y que considero empata con la propuesta general del espacio de Teatro del Juego. Uno se va distinto a como vino: al menos con algo nuevo en qué pensar o una solución a lo que le molesta, habiéndose sentido escuchado y con una renovada sonrisa. 

Jimena Muñoz
23 de noviembre de 2025

Crítica: MARGARITAS, OFRENDA DE AMOR


Un viaje íntimo hacia las raíces 

Cuando un artista comparte su historia sobre el escenario, su búsqueda personal trasciende al colectivo que lo atestigua, ocurriendo un intercambio poderoso de vivencias que el arte del teatro logra representar de manera única. Margaritas, ofrenda de amor es el unipersonal escrito e interpretado por la actriz Sonia Franco, bajo la dirección de Fernando Fernández, que tuvo lugar en Kasa Kambalache (Barranco), un espacio acogedor e ideal para este espectáculo íntimo, que aborda el amor, la reconciliación con los ancestros, la gratitud y la esperanza. 

La puesta se compone de elementos, como ovillos de lana, ropa, una silla, flores, fotografías, y artículos que la actriz va incorporando a medida que la acción lo requiere; sin duda, el simbolismo está presente en cada detalle. Así, la memoria, los afectos y la herencia se entrelazan en una entrega casi poética y solitaria de la intérprete, quien revive, habita e invoca a su pasado, a través de una narración potente, dando vida a sus antecesores, secundada por un interesante trabajo corporal y vocal. Al evocar a sus bisabuelos, abuelos y padres, la protagonista se enfrenta a un proceso de reconexión con sus vínculos familiares, que contrastan entre sí, pues el dolor y la felicidad se suceden como un rompecabezas de emociones, que no dejan indiferente al espectador.   

La narrativa nos lleva por un recorrido que va desvelando diversos momentos y experiencia de los ancestros de Franco, quienes siguen presentes en sus gestos y palabras. Por otro lado, la música es un elemento clave del proceso escénico, mezclando ritmos como el bolero antiguo, la melancolía del tango y los poderosos sonidos de nuestra sierra; así como versiones más contemporáneas en la voz de Natalia Lafourcade, creando un paisaje sonoro y visual que refuerza la atmósfera de la historia, acompañada por el juego de luces. Los cambios de vestuario y la performance que realiza la actriz, convierten su cuerpo en un vehículo para habitar los recuerdos y la voz de quienes ya no están. En su interpretación, se reflejan la fragilidad y la fuerza de sus lazos familiares, invitándonos a reflexionar sobre cómo nuestros antepasados son parte de nosotros y cómo, a través de ellos, encontramos respuestas a nuestras preguntas existenciales.  

Un momento particularmente conmovedor de la obra es cuando la actriz lleva a cabo un rito en el escenario, donde fotografías y velas se disponen sobre los coloridos tejidos. Este acto, cargado de solemnidad y respeto, simboliza el homenaje a los antepasados, una rendición de cuentas que va más allá de la simple rememoración. Es un rito de reconocimiento y gratitud, que evoca a los que han partido, pero cuya esencia permanece viva en ella.

Margaritas, ofrenda de amor no es solo una creación escénica, es también una declaración de resiliencia y una oportunidad para sanar el linaje. El testimonio de Franco nos muestra que el pasado se reinventa constantemente en nuestras vidas, aportando su luz y su sombra. De este modo, la puesta se transforma en un ritual de la memoria, permitiéndonos reconectar con nuestra esencia, mediante una experiencia sensorial y emocional que supone un homenaje sentido a las raíces que nos componen como humanos.

Maria Cristina Mory Cárdenas

23 de noviembre de 2025

Crítica: LOS ZORROS


Los zorros de abajo 

La propuesta, dirigida y protagonizada por Edú Gutiérrez, pone en escena la rutina de un trabajador informal, mostrándonos el sufrimiento que lo aqueja, pero también sus modos de escape. Con el apoyo de Colectivo Ambulante, a lo largo de cuarenta minutos somos testigos de una cotidianidad difícil, y de la que, como en la vida real, tendemos a ser meros espectadores. La soledad del protagonista se expresa justamente en ello, y que se intensifica por el juego con los elementos estáticos. Lo que tenemos es una mesa, que se convierte en asiento, techo y carretilla; pequeños juguetes que se expanden, al contacto con luces y proyecciones, volviéndose personas y materiales. 

La expresión corporal del actor se carga de mayor vida, frente a lo que halla junto a él, mientras trabaja, vive y sueña como todos sus días. Considero que este tipo de proyectos son necesarios siempre, pues enfocan nuestra visión para reconocer los problemas que atraviesan los demás. Creo que con el teatro tenemos la oportunidad de conocer otras vidas, y verlas puestas ante nuestros ojos, por lo que una obra como Los zorros tiene la capacidad de generar mayor empatía y reflexión. 

Si gran parte de la gente que ha vivido a lo largo de la historia lo ha hecho en malas condiciones, es justo e imprescindible que sus historias sean también representadas: se nos ofrece en esta obra realidad, pero que igual se nos presenta cargada de esperanzas, fuerza y vitalidad. 

Jimena Muñoz

23 de noviembre de 2025

Crítica: ANA CONTRA LA MUERTE


Una batalla sin ganadores 

Escrita por Gabriel Calderón y dirigida por Carla Valdivia, Ana contra la muerte nos muestra una de esas luchas contra enemigos sin rostro claro. Esta obra compone una nueva y fuerte propuesta teatral del Centro Cultural PUCP, destacando por los profundos temas que toca y sus excelentes actuaciones. A lo largo de noventa minutos, nuestra protagonista, madre de un niño enfermo, se enfrenta a sistemas de salud y justicia que, más allá de la voluntad de sus trabajadores, no pueden hacer más por su hijo ni por ella. 

La interpretación que realiza Alejandra Guerra de Ana es tan desgarradora como profunda. Los extensos monólogos nos permiten sentir la desesperanza que vive, a causa del dolor que invade el cuerpo de quien más ama. Aquellos roles de personajes con poder, encarnados con versatilidad por Lelé Guillén y Grapa Paola, demuestran los problemas y complejidades que surgen ante la necesidad y los padecimientos. Desde la vecina hasta el traficante de droga, pasando por la doctora y agentes de seguridad, nuestras actrices se convierten en observadores, igual de impotentes que nosotros, ante el dolor ajeno. 

A pesar de las difíciles cuestiones que pone sobre la mesa, Ana contra la muerte es una obra que merece ser recomendada. Esperamos que nuestros lectores se animen a verla, y ojalá genere tantos sentimientos en ustedes como lo hizo en nosotros. Son este tipo de propuestas que exploran aspectos tristes e injustos de la vida, de personas de a pie con las que nos podemos identificar, y que creemos logran calar hondamente en la conciencia. 

Jimena Muñoz

23 de noviembre de 2025

domingo, 16 de noviembre de 2025

Crítica: UN ESPEJO


El espejo que no miramos

Cuando la dramaturga británica Sam Holcroft, autora de Un espejo, visitó Corea del Norte (2011) comprobó las terribles restricciones que impone una dictadura contra todo lo que ponga en peligro su poder, empezando por las ideas. Luego estuvo en Beirut, con dramaturgos de Líbano y Siria, quienes esperaban que sus obras fueran sometidas a la censura de sus respectivos países. Cuenta que la noche de la función, algunos escritores, aterrorizados ante la posibilidad de encontrar policía secreta entre el público, arrancaron fragmentos de sus guiones por miedo a ofender. Esas experiencias inspiraron la obra Un espejo. Holcroft dice: «Creo que en Occidente nos creemos muy valientes como escritores. Pero cuando me comparo con los escritores que conocí en Beirut, el riesgo que corro no es ningún riesgo. Yo arriesgo mi ego herido. Ellos arriesgan la cara magullada y los huesos rotos».

En Un espejo, los actores dialogan con los espectadores para introducirnos en la historia, nos hacen responder, pararnos y hasta cantar y nosotros dócilmente obedecemos. Pero en esa representación está escondida otra, que se nos muestra clandestinamente. Como en Trucos para ver en la oscuridad de Mariana de Althaus, el teatro vence las prohibiciones y se vuelve una actividad clandestina. Pero esta vez no es una epidemia sino un régimen autoritario que puede enviarte a un campo de concentración si te considera enemigo.

Todo empieza con una boda, a la que asistimos sorprendidos por su ajenidad con el tema que se anuncia. Pero lo que viene después nos habla de la resistencia cultural y política, frente a la censura del autoritarismo. Los conocedores percibirán la escuela de Pirandello en este juego de historias encerradas unas dentro de otras. Su genial manejo es el mérito de la directora Wendy Vásquez.

El perfecto orden de una oficina en un ministerio puede convertirse en un escenario caótico y contar una misma historia bajo dos miradas completamente distintas. La escenografía se transforma para la representación de la representación. Los personajes pueden interrumpir la acción si el peligro acecha. El peligro está afuera del teatro, pero puede irrumpir para callarnos si nos atrevemos a decir verdades incómodas. Un espejo nos lo recuerda.

El trabajo actoral de todos es excelente, pero cabe destacar las actuaciones de Rodrigo Palacios y Daniela Trucíos, bien acompañados por Jorge Villanueva Bustíos, Renato Rueda e Iván Chávez. 

El espejo es el símbolo por excelencia de la representación de la realidad. Esta representación es fiel solo en apariencia pues ofrece una imagen idéntica, pero invertida, mostrando una suerte de revés de la vida. Dice Shakespeare, en Hamlet, refiriéndose al arte dramático: "Su objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es, por decirlo así, servir de espejo a la naturaleza".

En la obra de Jorge Luis Borges el espejo es un símbolo fundamental de la estructura de sus textos:  "A veces en la tarde una cara / nos mira desde el fondo de un espejo / El arte debe ser como ese espejo / Que nos revela nuestra propia cara."

El arte resiste las peores dictaduras. Estas buscan a los artistas para que a través de ellos la gente crea que vive feliz o, al menos, se distraiga y olvide "los problemas" que no les conviene tratar. Pero, si el artista no se "alinea" y decide contar su versión de la historia, hay que callarlo cuanto antes, como nos recuerda el alto funcionario del Ministerio de Cultura: "Cuanto más rápido se propaga una historia, más peligrosa puede ser".

En tiempos en que fanáticos religiosos censuran libros en los colegios, que el Ministerio de Cultura le niega el apoyo a obras teatrales que afecten el discurso de quienes están en el poder y los congresistas recortan las posibilidades de desarrollo del cine independiente que desnude nuestra realidad, resulta necesario advertir que la censura acecha y convive con nosotros.

Vayan a ver Un espejo, en La Plaza.

David Cárdenas (Pepedavid)

16 de noviembre de 2025

sábado, 15 de noviembre de 2025

Crítica: BUENAS PERSONAS


Una buena obra sobre las buenas personas o que intentan serlo

El anuncio de una obra dirigida por Juan Carlos Fisher y con un elenco de tan alto nivel (Jimena Lindo, Paul Martin, Milene Vásquez, Gabriela Velásquez, Norka Ramírez y Jorge Guerra) hace que uno ingrese a la sala con las expectativas al tope y la obra no nos defrauda. Por el contrario, es una de las mejores del año. El autor (David Lindsay-Abaire) recoge la herencia de la dramaturgia norteamericana y nos ofrece un panorama realista, con personajes muy bien elaborados, que dialogan de manera directa, a veces cruda, sin complicar el lenguaje. Sus diálogos sencillos permiten que el espectador identifique la situación y los conflictos de cada personaje y así pueda sumergirse en el universo al cual nos conduce el autor con maestría, para conmovernos.

Al centro de un ambiente cuadriculado y gris, Margaret (Lindo) es una mujer pobre, madre de una hija con discapacidad, que lucha por sobrevivir, pero no puede evitar las desatenciones al trabajo diario. A su alrededor, la miseria es el tema común de sus vecinas, que pueden sonreír a los problemas porque se saben sobrevivientes. Mike (Martin), antiguo amigo de Margaret, aparece y con él la oportunidad de salir del hoyo. Lo conoce desde cuando todos eran pobres, pero él pudo salir y lograr las comodidades que son lejanas para ella y su hija.

Mientras nos habla de su esfuerzo por encontrar un trabajo, nos revela cómo todos han tenido la oportunidad de ser buenas personas, pero las circunstancias han sido distintas. El tema social queda planeado desde la primera escena. Pero todos tienen una cuota de maldad que aflora cuando hay que sobrevivir. Cada personaje muestra su faceta más humana; incluso la esposa de Mike (Vásquez) puede ser bondadosa y solidaria con Margaret hasta que esta toca su estabilidad y muestra sus propias garras.

Margaret usa todos los recursos a su alcance y cuando estos se acaban, trata de cruzar una línea que ella misma se tiene prohibida. Los códigos morales no son simples reglas, son los fundamentos de la persona. Sin ellos somos bestias. Por eso ir más allá es saltar al abismo y Margaret aún tiene integridad. Finalmente, su lucha es por su hija y debe continuar, incluso resignándose al aceptar una opción laboral a la que se ha negado en todo momento.

El escenario se ilumina con la opulencia de quienes lograron la comodidad y se oscurece con quienes se mantienen en la miseria, como Margaret, sus amigas y aún su amigo Stevie (Guerra). La luz también narra. Precisamente, queda para la reflexión (y hasta el debate) la escena final, con un haz de luz iluminando el rostro de Margaret que mira al infinito: ¿resignación, esperanza? Que cada quien escoja.

David Cárdenas (Pepedavid)

15 de noviembre de 2025

Crítica: NOCHES DE ESCENA


Tres de tres

La propuesta escénica Noches de escena es, como reza su título, una noche con historias distintas y distantes, pero al mismo tiempo igual de interesantes, presentada por Alumbra Producciones. Es una invitación a sumergirse en un universo teatral que abarca diversas tramas. A través de tres obras con las cuales los espectadores podrán disfrutar de un recorrido que va desde la comedia ligera hasta la reflexión más profunda, pero siempre con un hilo conductor: la sinceridad y la entrega de sus actores y actrices.

La velada comienza con Doble lío, una comedia que despliega un ingenioso enredo protagonizado por Luisa, quien acepta hacerse pasar por la doble de una famosa influencer. Este planteamiento da pie a situaciones hilarantes, donde las actuaciones de Karito Barrios y Gina Fernández destacan por su autenticidad y química en el escenario. Bajo la dirección de Dante del Águila, la obra logra generar risas espontáneas entre el público, aunque se debe señalar que en algunos momentos los diálogos no eran lo suficientemente audibles, un aspecto a mejorar. Sin embargo, el desenfreno y la percepción cómica de la situación principal logran captar la atención y brindan un inicio entretenido para la noche.

A continuación, Chupetón irrumpe en escena con una energía desbordante, gracias a las excelentes interpretaciones de Carola Mazzei, Rosa Portugal y Nydia Barandarián. Esta obra aborda con humor la vida de una monja que desafía las normas impuestas por su entorno y una madre que se debate entre la devoción religiosa y la educación estricta de sus hijas. Marcos García-Tizón, el director, ha sabido aprovechar la explosividad cómica de las actrices, logrando que cada situación derivada de sus interacciones sea material para risas incontrolables. La vivacidad de sus actuaciones contrasta maravillosamente con la temática subyacente, haciendo que el público se ría mientras también reflexiona sobre los convencionalismos sociales presentados.

Finalmente, la velada culmina con El estreno de tu fuego, una obra que nos transporta a los momentos previos al estreno de un nuevo espectáculo teatral. Aquí, Sarita, una joven directora, se enfrenta a los desafíos creativos que implican reflejar la realidad de su público, en un choque ideológico con Manuela, la actriz principal, quien busca provocar una sacudida emocional a través de la verdad. La dirección y el libreto de Omar Velásquez aportan profundidad a esta comedia, presentando no solo la tensión propia del proceso creativo, sino también la ansiedad de los directores y actores. Las interpretaciones de Ale Reyes Freitas y Gabriela Velásquez son destacadas; su dinámica muestra claramente las diferentes perspectivas que pueden surgir en el arte dramático. El resultado es una obra que, aunque divertida, también invita a la introspección.

Noches de escena merece ser presenciada. Alumbra Producciones logra ofrecer un espacio donde la risa, la reflexión y el talento actoral se unen, dejando al público más que entretenido. Una experiencia teatral que vale la pena ser vivida.

Javier Gutiérrez

15 de noviembre de 2025

Colaboración regional: PASAJE DE IDA


La Memoria que migra

El pasado sábado 25 de octubre, en Casa Darte (Cusco), se presentó la obra Pasaje de ida, un unipersonal de Sandro La Torre. Se trata de una pieza testimonial que aborda el delicado tema de la migración. Digo “delicado” no solo por la forma personal, lúdica y cuidadosa con que se trata, sino también porque logra hurgar sutilmente en fibras sensibles, transitando de lo individual a lo comunitario.

No es la primera vez que veo esta puesta en escena, y observo con agrado cómo el teatro se manifiesta como acontecimiento irrepetible y único, resultado de esa mezcla de circunstancias que lo hacen distinto cada día: el momento, el espacio y el público presente, cada cual aportando un nuevo impulso al actor. A la vez, la obra evoluciona y se perfecciona con el tiempo y el espacio.

“El teatro es acontecimiento porque implica un encuentro irrepetible entre cuerpos vivos en un mismo tiempo y espacio.”

— Jorge Dubatti

Si bien la obra parte de una migración personal, los testimonios nos acercan a ese personaje de medias largas y pantalones cortos que, con inocencia, saluda con una sonrisa mientras se presenta con orgullo y ternura:

“Hola, soy Sandro, hijo de doña Eneida y don Alfonso.”

En una ciudad que lo recibe con indiferencia, este gesto sencillo resuena en nuestras propias migraciones —pequeñas o grandes, visibles o silenciosas—, donde siempre se espera una sonrisa de vuelta que levante el ánimo en una geografía desconocida.

Conviene recordar que la ciudad a la que llega este personaje es Lima, una urbe de migrantes desde su fundación hispánica, nutrida por constantes olas migratorias que la han dotado de mil colores, acentos y sabores.

“La gran migración andina hacia Lima trasladó a la ciudad no sólo población, sino también estructuras culturales y formas de organización que transformaron profundamente la vida urbana.”

— José Matos Mar, Desborde popular y crisis del Estado (1984)

La presencia del yo en esta obra permite visibilizar una voz común, esa voz que con frecuencia ha sido silenciada e invisibilizada: la de quienes han vivido la marginación. El actor no solo interpreta, sino que también evoca, recuerda y comparte, desdibujando los límites entre testimonio y representación teatral. Así, la escena se convierte en un acto de resistencia y memoria, que invita a la reflexión y a la justicia simbólica.

Desde el inicio, la obra nos presenta elementos escénicos que se transforman en artefactos del juego teatral. Poleas con hilos finos, casi imperceptibles a la vista, hacen flotar vestuarios que por un instante cobran vida, evocando carencias, recuerdos maternales y la necesidad de ponerse los pantalones y dejar de soñar. Son entes con voces de reproche, que —con la mejor o peor intención— intentan apagar el fuego del cambio, ese fuego que nos mantiene en escena.

El trabajo audiovisual cumple también un papel fundamental. Este recurso nos sitúa dentro de las anécdotas familiares —la figura del padre, la llamada de la madre— y nos acompaña en el trayecto del personaje hacia el teatro. En otros momentos, nos integra directamente a la acción escénica. Lejos de competir con el actor, el audiovisual dialoga, nutre y complementa la propuesta, generando una hermosa sinergia entre imagen y presencia viva.

Todo transcurre en un tiempo ficticio: los primeros 45 minutos de un partido de fútbol, una primera mitad de vida —“que llega por el gentil auspicio de Pilsen Callao”—, seguida por un entretiempo que queda en manos del espectador, invitándolo a reflexionar sobre lo visto mientras el actor se prepara para los siguientes 45 minutos.

Esta obra ha viajado mucho; se ha presentado dentro y fuera del Perú, acumulando más de cincuenta funciones en su haber. Una fecunda trayectoria que, sin duda, seguirá dando frutos, o como diría un maestro, flores en el oficio. Aún tiene mucho camino por recorrer y seguramente se seguirá presentando en teatros oficiales, independientes y salas íntimas.

Así que, si por alguna casualidad aparece en su muro de Instagram o en alguna red social, o si ven un cartel pegado en un café habitual, no duden en asistir.

Veamos teatro, seamos parte de ese convivio que nos nutre más allá de una pantalla.

Miguel Gutti Brugman

Cusco, 12 de noviembre de 2025

lunes, 10 de noviembre de 2025

Crítica: ANA CONTRA LA MUERTE


La vida como una constante resistencia contra la muerte

¿Qué se puede hacer contra la muerte? Nada. Y sin embargo, una madre que ama a su hijo es capaz de hacer todo lo que esté a su alcance para defender esa vida que nació de ella. Todo. Incluso lo que la ley o la moral prohíben en nombre de los valores o la civilización.

Que muera un hijo nuestro antes que nosotros no es justo y Ana (Alejandra Guerra) se rebela contra esa injusticia. La vida no es justa. No le da a todos las mismas oportunidades para una atención médica, para acceder a tratamientos costosos ni para tener esperanzas frente a una enfermedad terminal. Ana solo tiene amor y coraje.

Pero Ana contra la muerte no es solo un drama interior sino la exteriorización de esa resistencia con la que el autor nos plantea el otro lado del morir: el sentido de la vida. Por esa profundidad, la obra no se queda en la emoción de algunas lágrimas en el auditorio, sino que nos sacude para cuestionarnos sobre la defensa de la vida, aún en situaciones en que esta parece insostenible. El autor, Gabriel Calderón (uruguayo), propone la reflexión antes que la pena. Y se toma el tiempo para que el drama que conocemos desde el inicio desarrolle ese contenido con inteligencia y firmeza. La historia se desarrolla a pasos y como una excelente lección de dramaturgia cada escena tiene un objetivo claro. La acción dramática cumple con ese objetivo, incorporando los elementos para una reflexión más profunda. Y lo hace con la complicidad de los espectadores, que se integran a la historia, cuando las actrices en modo personaje o al revés se dirigen directamente al público, como narradoras, al inicio y en el transcurso de la obra, haciendo uso acertado de un recurso del teatro clásico en una contemporánea.

La obra crece por el gran talento de Guerra para conmovernos con la tragedia de esa madre ante la enfermedad de su hijo. La acompañamos en su angustia negatoria, su rebeldía y frustración ante las circunstancias y su permanente resistencia. A su lado, una maestra del teatro - Grapa Paola - da vida y emoción a varios personajes, entre ellos, la madre de un tipo despreciable que hizo caer en desgracia a Ana y que es su mejor amiga. El elenco se completa con Lelé Guillén, joven actriz que tiene la valentía de compartir el escenario con ellas e interpretar varios papeles, dándole a cada cual su particular acento. 

La dirección de Carla Valdivia - cuyo trabajo se encuentra centrado en el tema de la mujer y la maternidad - permite que esta obra nos genere total empatía con Ana, empequeñeciendo las objeciones legales o sociales por su "mala conducta". Los diversos personajes que rodean a Ana permiten revelar su dolor e impotencia. La historia se desarrolla con intensidad. Sin embargo, a mi gusto, parece dudar en la búsqueda del final y lo que debe caer por su propio peso se lleva un poco por caminos insolutos, como buscando la frase o posición inolvidable, que está poco antes del final y ni el autor ni la directora lo perciben, pero el público sí. Pero ese es un detalle menor ante la contundencia reflexiva y emotiva de toda la obra y merece el aplauso del público, especialmente por la gran actuación de Guerra.

La muerte nos toca de cerca a todos: el autor escribió la obra luego de la muerte de su hermana. Hace un año exactamente falleció Jorge Guerra, padre de Alejandra. Alguien en la sala podría agregar que ha perdido a alguien cercano y querido (yo perdí a mi hermano hace dos meses) y en todos los casos, siendo inevitable, nos resistimos a aceptarlo, pero pocos tendríamos el coraje de Ana para enfrentarlo hasta las últimas consecuencias.

David Cárdenas (Pepedavid)

10 de noviembre de 2025

jueves, 6 de noviembre de 2025

Crítica: EL CUARTO DE VERÓNICA


Las apariencias sí que engañan

Del mismo autor de clásicas historias de suspenso, como El bebé de Rosemary o Los niños del Brasil, viene presentándose en el Teatro de Lucía la puesta en escena de El cuarto de Verónica (1973), del dramaturgo y novelista estadounidense Ira Levin. Inscrita dentro del género del thriller psicológico, su estreno norteamericano no cosechó críticas muy entusiastas en su momento; sin embargo, el entusiasta director Rodrigo Falla Brousset demuestra el oficio logrado en los últimos años (con las temporadas de La madre, Sylvia o La ratonera, por ejemplo) y consigue un sólido producto teatral con numerosos aciertos.

Teniendo a un autor tan particular como Levin, no es de extrañar que el público asista ya prevenido ante cualquier sorpresa que le depare la trama; no obstante, el juego de apariencias que propone el dramaturgo es más complicado del que se puede intuir desde el inicio: una joven universitaria (Lilian Schiappa-Pietra) es convencida por una curiosa pareja de ancianos (Alexandra Graña y Gustavo Mayer), y con el consentimiento de su novio (el mismo Falla Brousset), para participar en un juego aparentemente inocente, el de hacerse pasar por Verónica, una mujer muerta años atrás, para reconfortar a una anciana enferma. Este es solo el punto de partida para la pesadilla que vivirá la muchacha cuando las fronteras entre la realidad y la ficción comiencen a desdibujarse.

Todo el primer acto (el mejor) brilla por la escalada de suspenso manejada con pulso firme por la dirección: la cantidad de información que se nos ofrece progresivamente (y como verdadera) contrasta con la ingenuidad de la joven, el bigote postizo del novio y lo artificioso del comportamiento de la pareja de ancianos. Manteniendo el contexto original del texto, se construye el ambiente opresivo requerido en donde, literalmente, nada es lo que parece. Una vez revelada la verdad (o las verdades, hasta el último minuto) el ambiente se vuelve tenso y perturbador. Muy buen trabajo del elenco, especialmente Schiappa-Pietra y Graña. 

El cuarto de Verónica, producida de manera impecable por Pedro Iturria y Lima New Stage Group, resulta un verdadero acontecimiento teatral en nuestra cartelera limeña, ya que no es común apreciar una obra con gran capacidad de generar tensión y explorar el miedo como mecanismo de control y sometimiento. Bien por Falla Brousset al ofrecernos una eficiente combinación de intriga, ambigüedad psicológica y ritmo dramático en la forma de thriller escénico.

Sergio Velarde

6 de noviembre de 2025

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Crítica: HUMANAS, DEMASIADO HUMANAS


Cada vez más cerca del futuro

El tiempo pareciera avanzar a pasos agigantados, con todas las ventajas y desventajas que ello conlleva. Las propuestas creativas acerca de futuros distópicos, en todos los formatos posibles, cada vez dejan de ser tan imposibles y se acercan más a una (peligrosa) realidad. El multifacético artista Yamil Sacin ya había explorado esta veta en una acertada propuesta anterior de teatro breve, llamada Sonríe (2024), en la que los avances tecnológicos y científicos servían a oscuros fines para controlar a la población. En esta oportunidad, y en la misma línea argumental, se presentó en el Teatro Esencia la puesta en escena de Humanas, demasiado humanas, con la dramaturgia y dirección de Sacin, obteniendo buenos resultados.

Luego de una catástrofe mundial, anticipada en un video previo en el que se nos muestra, inequívocamente, que los nuevos avances en tecnología no necesariamente sumarán a la sociedad, la humanidad se ve dividida en comunidades diametralmente opuestas: una rural y apartada del resto; y la otra, hipertecnologizada y a punto de deshumanizarse. Dos hermanas, que habitan estas comunidades por separado, se encuentran para resolver algunos asuntos y que depararán más de una sorpresa. Una ingeniosa trama que enfrenta a dos personalidades tan opuestas, y tan parecidas a las confrontaciones actuales en nuestra tan convulsionada sociedad.

Con una escenografía muy sencilla, lo destacable del espectáculo radica en las actuaciones, con personajes bien definidos por parte de Gabriela Artieda y Olga Kozitskaya, quienes consiguen buenos momentos en su enfrentamiento. Presentada por Krakens Producciones, Humanas, demasiado humanas de Sacin destaca por su interesante acercamiento futurista, no tan común en nuestra cartelera, y que permite reflexionar acerca de los más que evidentes peligros que se nos avecinan, muchos de ellos maquillados por oscuros intereses como adelantos que nos harán desarrollar como humanidad.

Sergio Velarde

5 de noviembre de 2025

martes, 4 de noviembre de 2025

Crítica: EDGARD: RETRATOS DE UN ACTOR


Homenaje a Edgard Guillén

En el centro del espacio, una gran silla espera en silencio. Desde una esquina, el actor Jaime Lema irrumpe con paso firme y presencia contenida: su sola aparición llena la escena. Así inicia este homenaje sensible y profundo a Edgard Guillén, figura esencial del teatro peruano, cuya vida y arte se reconstruyen ante nosotros a través del cuerpo, la voz y la memoria.

Lema nos conduce por las etapas vitales y artísticas de Edgard: su deseo inicial de ser actor, su encuentro con Juan Gonzalo Rose, el poeta y dramaturgo que marcaría su camino, y su tránsito por personajes emblemáticos, como una mujer, Ricardo III, entre otros, que Lema encarna con una versatilidad desbordante. Cada gesto, cada movimiento, tiene la sinceridad de quien no imita, sino revive.

La música acompaña con precisión poética: cada canción se convierte en un eco del alma de Edgard, en un fragmento de su historia. La silla, más que un objeto, se transforma en compañera, símbolo y vehículo: Lema la mueve, la carga, la habita, la convierte en escenario. Lo mismo ocurre con una manta que, en sus manos, deja de ser simple tela para volverse piel de múltiples personajes.

El cuerpo del actor moldea el tiempo y la memoria, representando la juventud, la pasión y la lucha de Edgard Guillén, el hombre que hizo del teatro su casa y que, incluso en sus silencios, siguió habitando el escenario.

Tras este recorrido íntimo y emotivo, Julio Granados entra en escena para continuar el relato. Lo hace desde la anécdota y el canto, sumando su voz a la del compañero. Juntos construyen una fusión de presencias, un solo ser: Edgard.

La obra culmina con ambos actores abrazados, fundidos en un mismo espíritu. Las luces se apagan lentamente, dejando en el aire la certeza de que el arte, como la memoria, nunca muere, solo se transforma.

Edu Gutiérrez

4 de noviembre de 2025

Crítica: TIMOTHY Y LA CONQUISTA DEL NUEVO MUNDO


Proyecto de país

La historia inicia con un grupo de piratas españoles que llega a un nuevo territorio lleno de riquezas y oportunidades. La ambición es el motor que mueve a casi todos los personajes, especialmente al capitán, interpretado con gran presencia escénica por Paco Caparó.

En contraste, Timothy, rol a cargo de Josefo Palomino, se muestra como un hombre digno, noble y profundamente humano. A diferencia de sus compañeros, no siente deseo alguno por el oro ni por el poder. Su corazón está en otro lugar: en las cartas que escribe constantemente a su amada, recordándola con ternura incluso en medio de la aventura.

Precisamente por su falta de codicia, Timothy es marginado por el resto de los piratas. El capitán, considerándolo inútil para el saqueo, le encarga otras tareas menores. Sin embargo, este aparente castigo se convierte en una oportunidad: Timothy se dedica, junto con Baltazar (Hendrick La Torre), a diseñar la planificación de una nueva ciudad en aquel territorio recién conquistado.

El proyecto, concebido con ideales de justicia y bienestar, pronto se ve amenazado. Cuando el capitán termina de saquear las riquezas del lugar y corromper a sus habitantes, decide buscar un nuevo tipo de poder: el político. Así, se enfrenta en unas elecciones contra Timothy, quien defiende su visión con argumentos éticos y racionales. No obstante, el capitán, hábil y manipulador, logra persuadir a todos y finalmente gana las elecciones.

Su gobierno marca el inicio del caos: la ciudad soñada por Timothy se derrumba, y el orden desaparece. En medio de la confusión, el dramaturgo, quien ha estado escribiendo e interviniendo en la historia de manera metateatral, muere trágicamente. Pero Timothy, fiel a su fe y a su pureza de espíritu, pide ayuda a Dios, quien escucha su ruego y resucita al dramaturgo.

Este milagro da paso a un momento de reflexión general: Baltazar asume finalmente su vocación de liderazgo, Timothy reafirma su propósito de hacer el bien, y el capitán, aunque derrotado públicamente, mantiene su poder desde las sombras, símbolo de los males que persisten ocultos en toda sociedad.

Bajo la dirección conjunta de Caparó y Palomino, la obra se construye como una sátira inteligente, con momentos divertidos y cómicos, pero también profundamente reflexivos. El trabajo musical acompaña con gran fuerza las acciones, reforzando la dualidad entre el humor y la crítica.

El montaje invita al público a pensar en el tipo de proyecto de país o ciudad que deseamos construir, cuestionando la corrupción, la ambición y la fragilidad de los ideales.

En el elenco de piratas e indígenas participan Dyllan Rosales, Antonio Farfán, Omar Chaparro Rimari, Daniel Barboza, Iker Rayme, Franco Poma, André Garragate y Alejandro Figueroa.

Edú Gutiérrez

4 de noviembre de 2025

lunes, 3 de noviembre de 2025

Crítica: TRIATRERO


Variedad de emociones 

Una interesante triada de obras cortas es la propuesta que Artes Escénicas y Actua.pe Producciones presentó en el Centro Cultural CAFAE-SE. Con la dramaturgia de Sergio Morán y bajo la dirección de Jonathan Chumpitaz, estas historias transitan entre el drama y la comedia, llevando al espectador por una montaña rusa de emociones. 

El elenco lo conforman Romina Viñas, Vero Serrepe y Leonardo Ich, quienes interpretan los diversos personajes con dinamismo. Así, en la primera entrega tenemos a T.I.D, que gira en torno a una mujer (Viñas) en conflicto con las voces que habitan en su mente (Ich y Serrepe). Quizá, como una forma de protegerse de sí misma y del mundo exterior, cayendo en un ciclo interminable en el que las distintas personalidades salen a relucir como una armadura frente a los abusos del pasado.  

Por otro lado, ¿Juntos para siempre? trae a escena la historia de Diego y Lili (Ich y Serrepe), una pareja con varios años de relación que decide romper de la forma más amistosa, tal es así que pretenden celebrarlo como si se tratase de un acontecimiento feliz. Pero, lo que en principio parecía estar consumado, podría dar lugar a un nuevo comienzo.

Finalmente, La promesa nos presenta a un hombre (Ich) conflictuado por un juramento que está a punto de romper por la llegada de una nueva ilusión (Viñas), pues le prometió a su difunta esposa (Serrepe) guardarle luto; sin embargo, su recuerdo aparece para detener cualquier intento de olvido. 

Triatrero fue una sostenida puesta en formato corto, que atravesó diversas emociones e hilarantes momentos, guiados desde la narrativa, que trató con ingenio temas como las relaciones personales, la convivencia, el amor y la salud mental. Complementando las escenas con música, juego de luces y utilería específica, lo cual consolidó la experiencia teatral, siendo un plus el orden en que se presentaron las obras.

Maria Cristina Mory Cárdenas

3 de noviembre de 2025

Crítica: ESQUIZOFRENIA


Sombras del pasado

Esquizofrenia es una obra que nos adentra en la compleja psique de Ignacio, un hombre cuya vida ha estado marcada por la violencia y el abandono. Desde el primer momento, el público se siente inmerso en un universo donde el tormento interno y los recuerdos reprimidos juegan un papel crucial. Tras un gran e impactante inicio se desvela una verdad fría e inquietante: Ignacio es un asesino.

La estructura narrativa de la obra se despliega de manera impactante a medida que Ignacio comparte su confesión. De allí en adelante notamos la habilidad del guionista para entrelazar diálogos conmovedores; resulta sin duda notable, sumado el lenguaje corporal de cada actor y actriz, que hacen que la puesta en escena se convierta en una experiencia sensorial única. No cabe duda de que los intérpretes ofrecen un despliegue energético y convincente, logrando que cada movimiento y acción física cuente una historia propia que refleja el desorden mental del protagonista. La dirección es magistral, trasladando el caos interno de Ignacio a través de una coreografía meticulosa que nos lleva a viajar por sus miedos y traumas.

El diseño técnico de la obra merece una mención especial. Las luces, cuidadosamente orquestadas, van desde tonos oscuros que evocan desesperación hasta destellos brillantes que sugieren momentos de revelación y esperanza. Además, el sonido acompaña de manera sutil pero efectiva, creando una atmósfera envolvente que sostiene la tensión emocional de la narrativa. Juntos, estos elementos técnicos no solo complementan, sino que elevan la experiencia escénica, asegurando que el espectador permanezca cautivado de principio a fin.

En resumen, Esquizofrenia es una obra que no solo explora el colapso de una mente fracturada, sino que también invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las sombras que pueden habitar en cada uno de nosotros. Con un elenco comprometido y una puesta en escena solvente, se convierte en un viaje emocional que resuena mucho después de que las luces se apagan. Sin duda, una experiencia teatral que merece ser vivida.

Javier Gutiérrez

3 de noviembre de 2025

domingo, 2 de noviembre de 2025

Crítica: MAYBE BABY


Imposible decidir

Un tema difícil de tratar se pone en escena con las pinzas de una acertada dramaturgia. La historia se resume en la situación que afronta una joven pareja en España (él, español; ella, peruana) cuando tienen la noticia de que ella está embarazada inesperadamente y deciden contratar a una migrante (peruana también) para que lleve el embarazo por ella. Los contratos de maternidad o gestación subrogada han sido materia de serias críticas y desarrollo legal para restringirlo en Europa, al constatar la deshumanización de mujeres pobres que encuentran en esa práctica una fuente extraordinaria de ingresos promovida por redes clandestinas de tráfico para su explotación, con consecuencias negativas en su salud física y mental, además del cuestionamiento moral que provoca.

La obra fue escrita por Cinthia Delgado y actúan Fiorella Pennano, Jordi Sousa, Montserrat Brugué, Claudia Pascal y Brian Cano, bajo la dirección de Norma Martínez. El mayor peso de la puesta recae en Pennano, quien interpreta a la peruana embarazada (Elisa) y que transmite su angustia, miedo y confusión, en un perfecto in crescendo, escena tras escena, sostenido por su gran capacidad actoral.

El formato circular del teatro Ricardo Blume permite, metafóricamente, abordar el tema desde distintos ángulos. Los actores se desplazan de lado a lado, como buscando respuestas, sin más recursos escenográficos que sus propios cuerpos, la luz y un sonido que anuncia los cortes. La puesta se desenvuelve con una sucesión de breves cuadros que van acumulando los elementos de un gran problema social, representado por un caso aislado, pero arquetípico. Los diálogos son breves, pero sustanciosos. Suficientes para definir la acción y emoción de cada personaje. El estilo cortado de la narración no interrumpe, sino que otorga mayor fluidez y ritmo a la puesta.

Sorprende, en los primeros minutos, el extraño acartonamiento de la pareja protagonista, los movimientos inorgánicos y el discurso de frases hechas, sin pulir. Pero es a partir de ese estado que se marca el comienzo del proceso de este conflicto que va creciendo conforme la obra agrega personajes y con ellos, emociones y dilemas nuevos que se expresan en diálogos punzantes y más elementos racionales que complican y agravan la situación que al inicio parecía de una solución fácil y efectiva. Que la receptora del embrión (Clara, interpretada acertadamente por Pascal) sea una migrante peruana de bajos recursos subraya el carácter social del problema. Asimismo, la oferta de duplicar o triplicar el monto convenido para garantizar el proceso denuncia que estos procesos son una posibilidad solo para quienes cuentan con recursos económicos para ello, es decir, es una solución para europeos ricos que pueden aprovechar la necesidad de migrantes pobres. Pero la crisis moral y emocional también afecta a las mujeres que contratan a otras, negándose los perjuicios, pero también el placer del proceso de la maternidad. La obra aborda el tema prescindiendo deliberadamente de los aspectos religiosos o legales (salvo las referencias al contrato, pero solo como compromiso adquirido) y aún de los políticos (por las redes internacionales que trafican con estas prácticas). Es que el conflicto es, ante todo, personal. Lo que está en juego es la integridad de cada mujer.

Los demás personajes (el esposo, la madre y el novio de la joven gestante subrogada) dan fuerza al conflicto principal, relevando sus propias miradas: el esposo (Sousa) desea ser padre antes de los 50 y pagará por serlo. La madre de Elisa (Brugué) se encarga de dar una mirada tradicional y protectora que cuestiona los conceptos modernos sobre la maternidad. La aparición del novio de Clara (Cano) subraya las limitaciones a que ella se ve sometida por el compromiso adquirido, pero, al mismo tiempo, permite que el personaje de ella deje de ser un mero vehículo de gestación para mostrarnos a una mujer con sueños, deseos, temores y su propia crisis interior.

Al final, al centro de todo, en medio de la oscuridad y el silencio, quedan dos mujeres que comparten una maternidad, en ambos casos incompleta y frustrante. ¿Cuál es la respuesta correcta? No hay final feliz ni moraleja. Acaso un intento de arreglo impensado. Pero se siente el sacudón moral, el dedo apuntando a la conciencia de cada espectador.

David Cárdenas (Pepedavid)

2 de noviembre de 2025

Crítica: SER IA, COMEDIA

 


El juego como acto de creación 

El pasado domingo 26 de octubre ocurrió una suerte de presencias escénicas que se subieron con valentía y generosidad al escenario del CAFAE para poder vislumbrar magia ante su público. Ser IA, Comedia forma parte de un grupo de creación colectiva que se permite explorar y cuestionar los desbalances políticos y sociales que ocurren en nuestra sociedad contemporánea mediante la herramienta de la improvisación. El grupo Puesta Teatro, conformado por Judith Chihua, Viviana Lossio, Vianca Tolentino, Nicolás Fantinato, Luis Felipe Gonzales y Luis Gustavo Gonzales, se encuentra guiado bajo la mirada de este último.

En primer lugar, el territorio donde la obra camina y se desprende comienza por jugar con la esencia de cada participante, para así construir una dinámica que les permite ser ellos mismos en escena. A partir de ello, cada explorador construye un bloque que representa sus vidas e identidades.

La dirección de Gonzales me parece generosa, al permitir construir junto con cada jugador. El hecho de abrir los horizontes de la creación escénica revela la mirada de un director preocupado por sacar una obra adelante, pero no solo eso, sino también la de un creador que se sube al barco junto a sus actores y les permite utilizar el error mediante lo lúdico.

En cuanto a la disposición del espacio, cada jugador se presenta de forma creativa. La dirección estética y los recursos visuales utilizados emiten un significado contemporáneo para el espectador de hoy en día. Es muy importante entender en qué sentido de búsqueda se encuentra nuestro espectador actual, y el grupo Puesta sabe cómo lograrlo.

En general, se trata de una propuesta que permite observar distintas dinámicas de creación. Y es que, cuando tienes o sueles tener buenos compañeros de juego, no necesitas aprender a jugar. Y el grupo Puesta lo tiene muy claro.

Juan Pablo Rueda

2 de noviembre de 2025

Crítica: ROSA DE DOS AROMAS


Ahora tiene tres

Francisco Cabrera nos presenta una versión libre de Rosa de dos aromas de Emilio Carballido, en la Sala Tovar, con las actuaciones de Olga Kozitskaya  y Liz Roggero. La diferencia consiste en la inclusión del tercer personaje, al que solo se alude en la versión original y que aparece en esta puesta, interpretado por Feffo Neyra. Además, aparecen fugazmente otros personajes, para contribuir a la hilaridad de las situaciones.

Desde el comienzo sabemos que se trata de una comedia, por lo que no extraña cierta exageración en la representación de dos mujeres de mundos opuestos que descubren, en la antesala de visita de una prisión, algo que tienen en común. Los detalles de cada una se marcan con acertado énfasis, como corresponde a la comedia, para que cada incongruencia motive la risa del público. Las buenas actuaciones de Kozitskaya  (que ya trabajó con Cabrera en Dr. Jekyll y Mr. Hide) y de Roggero (a quien hemos visto en El llanto de Afrodita o El divorcio de Hera) guardan un debido equilibrio al retarse mutuamente en cada escena hasta conseguir un clima distinto, de distensión total, hacia el sorpresivo final (inesperado para quien no conozca la obra).

La puesta en escena aprovecha los espacios para concentrar las diversas situaciones por las que pasan los personajes. Sin embargo, algo de la comedia se pierde por la extensión de algunos diálogos y la prolongación de algunos silencios. Es evidente que los años transcurridos desde su estreno (1985) exigen que el ritmo se acelere y el lenguaje incorpore nuevas expresiones. Ya la obra original adoptaba un estilo de comedia anterior a su estreno. Tratándose de una versión libre se desaprovecha la oportunidad de imprimirle aceleración y hacerla más contemporánea. Los traslados y cambios de escenario, en cambio, se manejan con agilidad.

La introducción del tercer personaje modifica sustancialmente la estructura de la obra, que originalmente concentra la atención en la doble mirada femenina del conflicto. Al agregar al hombre en disputa como un bufón, su conducta deplorable ya no se intuye, sino que se materializa, reforzando el tema central. Pero además agrega elementos, como las canciones, lo que otorga un sello propio a la puesta. Del mismo modo, la fugaz aparición de otros personajes, como la tía Flora y el teniente al cuidado del esposo preso, buscan la explosión hilarante, pero no justifican plenamente su presencia, salvo para darle un tono más farsesco a la puesta general.

Vi la obra en viernes de Halloween, por lo que merece comentario aparte la valentía del elenco y dirección de llevar adelante la función con todo en contra. La responsabilidad y el consabido “la función debe continuar” hicieron posible la representación. Siendo una comedia, una actriz o actor espera la reacción del público, pero si este es escaso, la sala se siente fría. No es extraña la escasez de público en las puestas independientes, pero esa fecha fue especialmente complicada y asumieron el reto. El resultado fue positivo para los pocos que allí estuvimos y que tuvimos que aplaudir ese coraje – además de la calidad actoral - por los ausentes.

David Cárdenas

2 de noviembre de 2025

Crítica: COMO TE GUSTA


Entre la pasarela y el juego: Shakespeare en clave moderna

El Británico abre sus puertas. Los espectadores entran para presenciar una obra más, pero al sentarse en sus butacas se dan cuenta de que es totalmente lo contrario: quizás se lleven una sorpresa. El Británico les presenta As You Like It, una fiesta de teatro contemporáneo en honor a sus veinte años de hacer teatro. Una coproducción con la Compañía de Teatro Físico, dirigida por Fernando Castro y con las actuaciones de Carolina Cano, Diego Sakuray, Anai Padilla, Sebastián Ramos, Sol Nacarino, Walter Ramírez y Emmanuel Caffo.

Hay mucho que escribir sobre esta obra: para empezar, es necesario aplaudir la inserción del error, pues resulta interesante, hoy en día, generar espacios de creación teatral donde se permita explorar la otredad y el desacierto; más aún teniendo en cuenta que el elenco disfruta de ese error.

Un escenario con pasarela es la forma perfecta de darle paso a los personajes de Como te gusta. Shakespeare, desde la dramaturgia, propone una convención frontal tanto desde la narrativa como desde la mirada del espectador. Castro posiciona una mirada peculiar sobre ello, colocando a cada actor como una suerte de pieza de juego durante la obra.

La dirección es atrevida y juguetona, permitiendo vislumbrar actos liminales dentro del montaje. La fusión que realiza entre el teatro físico y el teatro más tradicional es exquisita, logrando satisfacer al público que se encuentra sentado.

En cuanto a la estética de la propuesta escenográfica y de vestuario, es necesario mencionar que la disrupción y la mirada contemporánea frente al amor se reflejan en cada punto de la propuesta. Realmente, cuando observas la dirección de arte, rápidamente notas que estás dentro de una especie de teatro andante, con personajes que organizan un festín.

En general, me parece que la propuesta engloba de manera abismal las dinámicas de creación por encima de todo, donde de pronto tienes a actores que se permiten desnudarse en escena con la seguridad de confiar y arriesgar, para así abrirle las puertas al Teatro Británico.

Juan Pablo Rueda

2 de noviembre de 2025