lunes, 30 de octubre de 2023

Crítica: EL VENENO DE JULIETA


Un veneno hilarante

Versión libre de uno de los clásicos de Shakespeare, El veneno de Julieta es una comedia hilarante, llena de vitalidad y de un ritmo fantástico, que toma lo mejor del arte del payaso y la improvisación para entregarnos un momento bello y lleno de risas.

A partir de una propuesta de guion precisa, la obra plantea un dinamismo constante, permitiéndole al público comprometerse con ella, y siendo un apoyo para los actores y el desarrollo de la historia. Así, la puesta en escena toma el drama de Romeo y Julieta, y lo pone bajo la mirada cómica (hasta absurda, por momentos), en donde sus circunstancias se reestructuran para situarnos en un tiempo presente y contexto propio: el nuestro.

Es imposible no reír con ciertos paralelismos que presenta esta obra con nuestra realidad, además de los escenarios que emplea: la discoteca como espacio de primer encuentro de los personajes, las diferencias de clase reflejadas a partir del distrito de procedencia, y el fantasioso veneno, son solo algunos de los disparadores humorísticos que vemos a lo largo de la función.

En ese sentido, El veneno de Julieta es una propuesta atrevida, enérgica, y que se vale del talento de Manchi Ramírez y Gia rosalino para interpretar un abanico de personajes que patinan entre la torpeza y la lucidez, entre la tensión de lo tragicómico y la frescura de una comedia viva. mucho juego y mucha acción. Sin duda, un espacio de disfrute para cada uno de los espectadores.

Omar Peralta

30 de octubre de 2023

Crítica: CLANDESTINOS


Hay que sostener los momentos

Clandestinos es una comedia ligera que logra tener momentos significativos y de buena comedia, pero que demora en arrancar y causar una conexión con el público con lo que ocurre en la escena. Presenta una introducción musicalizada, donde los personajes se presentan a través de su relación con el espacio y los objetos. Esto ayuda a darnos en cierta medida un contexto, pero falla al mostrar gestos indicativos, que anticipan la acción de los personajes y esclarecen innecesariamente lo que el personaje quiere o va a hacer. Individualmente se ve a los actores comprometidos con su personaje, con lo que quieren dar a entender; faltó, más bien, mayor escucha y atención a lo que hacía el compañero en la escena.

Es importante destacara Katherina Sánchez y Daniel Zarauz; a partir de la entrada de sus personajes, la obra toma un mejor ritmo y eleva la urgencia de lo que se va desarrollando. A partir de allí, los personajes están más activos, y los actores en el momento presente.

Se logra, avanzando en la historia, momentos resaltantes, en los que la tensión es manejada con ingenio y uno empieza a disfrutar de la puesta en escena, y a reír con los secretos que se revelan. Además, es gracias a ciertos elementos que cobran relevancia en la historia, que esta escala con mayor vigor. Valdría la pena sostener más esos momentos de tensión, explorar qué causa físicamente en los personajes y cómo esas reacciones pueden desbaratarlos, llevando las circunstancias a otro nivel.  

La escenografía se muestra funcional y al servicio del montaje. Sirve de ayuda para trazar ciertas distancias y proximidades entre los personajes. En ese sentido, cumple con darnos una propuesta visual correcta al espacio de desarrollo de la obra. Clandestinos desarrolla una historia, donde el espectador agradece el espacio de distensión y de una comedia buena, aunque intermitente. Eso sí, el final es otro momento bien logrado, visualmente enternecedor y atractivo.

Omar Peralta

30 de octubre de 2023

sábado, 28 de octubre de 2023

Crítica: VALSECITO DEL 90


Recuerdos de Gregor

Clave dos manan, Cercados y cercadores y Réquiem para 7 plagas son solo algunas de las piezas más representativas de Grégor Díaz, dramaturgo peruano que supo registrar con mucha sensibilidad nuestras enormes desigualdades sociales y la durísima vida que los tocó a los que sobreviven en la marginalidad, sin dejar de lado su toque “real-maravilloso”. Actualmente, se viene presentando en la Asociación de Artistas Aficionados una creación colectiva que toma como punto de partida la pieza de Grégor Valsecito del 40, y que incluye además referencias a otros títulos del autor, pero todo ambientado cerca al cambio de siglo. Titulada como Valsecito del 90, la puesta en escena es un más que merecido homenaje al siempre relevante Grégor, al que se le realiza una adaptación muy respetuosa a la fuente original.

Al inicio, luego de un par de breves referencias audiovisuales de los años noventa, aparece proyectado al fondo el callejón de una vieja quinta. Hasta aquel lugar, muy nublado y alumbrado solo por la luz de la luna llena, con sábanas y ropas colgando por los aires, llegan dos personajes diametralmente opuestos entre sí: el inocente Luis (Willem Chunga) y la despampanante Juana (Yesenia Gloria Cristina); ambos entablan una animada conversación, en la que temas diversos como el fútbol, la política, sus frustraciones y sus sueños hacen su aparición, manteniendo siempre latente la atracción entre ellos, en medio de ingenuos e insólitos diálogos.

La dirección y adaptación a cargo de Florencia Guzmán es bastante efectiva, así como el trabajo en conjunto de Chunga y Cristina, convincentes y solventes en escena. Acaso habría que incidir en presentar más detalles de la época en la que se realiza esta versión, repleta de corrupción, dictadura e impunidad. Bajo la producción de Gabriela Mullisaca, con el apoyo del grupo de Teatro Llaqta, la temporada de Valsecito del 90 es un recomendable espectáculo que nos trae de vuelta a escena a un dramaturgo comprometido con la justicia social; Grégor apuesta por un teatro comprometido con la igualdad de oportunidades y con la esperanza de un cambio que esperemos no tarde tantas décadas en aparecer.

Sergio Velarde

28 de octubre de 2023

viernes, 27 de octubre de 2023

Crítica: DESEO DE CUMPLEAÑOS


Feliz ida

¿Cómo procesar la muerte de un ser querido? Pues el duelo que experimentamos es toda aquella manifestación que aparece como respuesta ante tal hecho, y tiene una variada gama de efectos psicológicos y físicos, dependiendo de la sensibilidad de cada uno. Puede haber conmoción, incredulidad, letargo, tristeza, soledad o vacío, pero también culpa, enojo y hasta alivio. Y todo ello es perfectamente normal. Explorar estos difíciles procesos en escena siempre resulta estimulante e interesante, tanto para los intérpretes como para el espectador, siempre y cuando se realice con respeto y tino. Tal es el caso de la nueva microobra que viene presentándose en la Sala Zurita del Haute Restaurante, titulada Deseo de cumpleaños.

La protagonista de la historia es nada menos que una payasita llamada Floritante (Nazaret Ortiz), quien aparece en el centro del íntimo espacio; al inicio, durmiendo sobre la mesa en la que le realizará su propia celebración de cumpleaños; y luego, esperando por un invitado todavía ausente. Ya desde la decoración, con una frase en la pared formada con las letras “F E L I Z _ I D A” con la “V” volteada hacia atrás, se nos anticipa que el visitante no llegará, al menos físicamente. Carente por completo de diálogos, pero sí con varios letreros que ayudarán a avanzar la acción, Floritante realiza una serie de amenas rutinas mientras espera por la celebración, incluso interactuando con el público asistente, hasta la conmovedora revelación acerca del invitado.

Buen trabajo de la carismática Ortiz, quien saca adelante todo el microespectáculo sin pronunciar palabra alguna, apoyada en sus gestos y corporalidad, utilizando limpiamente los elementos con los que cuenta y manejando adecuadamente la participación activa del público. Producida por Flor de María Mori, Nazaret Ortiz y Javier Guerrero, Deseo de cumpleaños, proyecto escénico clown escrito y dirigido por Mori, es una divertida y conmovedora microobra, que explora ingeniosamente la ausencia del ser querido desde el humor y la ternura.

Sergio Velarde

27 de octubre de 2023


jueves, 26 de octubre de 2023

Crítica: SYLVIA


Amores perrunos

Escrita por el dramaturgo norteamericano A. R. Gurney, Sylvia (1995) es una divertida y conmovedora pieza, que seguramente hará las delicias de todo dog lover. Además, sería un error considerar este espectáculo solo como una historia, no dirigida a niños, acerca de una simpática perrita interpretada por una actriz; la obra, actualmente en el Teatro de Lucía, es mucho más que eso: es la intrusión de esta mascota en el matrimonio de una pareja de cuarentones el disparador para un genuino quiebre en sus vidas, uno que pondrá en duda sus prioridades y los verdaderos sentimientos entre ellos. Rodrigo Falla Brousset dirige con buen pulso a un sólido elenco en una puesta en escena que no debería dejar a nadie indiferente.

La trama se centra en un neoyorquino (Gustavo Mayer) que adopta una perrita llamada Sylvia (Carolina Cano) abandonada en Central Park y la lleva a su departamento, ante la preocupada mirada de su esposa (Ebelin Ortiz). Más allá de la curiosa y lograda convención de escuchar a la mascota hablando en nuestro idioma y dialogando con los humanos, resulta sumamente ingeniosa la idea de este insólito triángulo amoroso, pues Sylvia se convierte literalmente en la tercera en discordia, haciendo peligrar la estabilidad de un matrimonio de años. Además, se deja entrever la moda (acaso cada vez más visible) de humanizar a las mascotas y tratarlas como personas. 

Los carismáticos actores vuelven creíbles todas las secuencias. Gran trabajo de Mayer, convincente y enérgico para defender ante todos su (a veces) excesivo cariño hacia Sylvia; y Ortiz no cae nunca en la trampa de convertirse en la “mala” de la historia, las decisiones de su personaje son lógicas y coherentes. Sergio Paris, por su parte, se las arregla para componer tres hilarantes personajes: el tosco dueño de un perro, la sofisticada amiga de Ortiz y una ambigua terapista de pareja. Pero quien destaca sobremanera es la sorprendente Cano, quien se roba todas las escenas en las que aparece, ya sea subiéndose a los muebles, haciendo los trucos que le indica su dueño, coqueteando con los perros en el parque y quejándose luego de ser esterilizada, así como en un antológico encuentro con un gato. Sylvia es una imperdible comedia que conmoverá no solo a los que consideramos a los perritos como parte fundamental de nuestras familias.

Sergio Velarde

26 de octubre de 2023

miércoles, 25 de octubre de 2023

Crítica: BUEN GOBIERNO


El primer intérprete

Debo felicitar al colectivo El Quipu Enredado, por replantear cómo deberían ser las explicaciones conceptuales en los museos, a través de la pedagogía y el teatro. Desde el colegio, los peruanos tenemos la idea de que una visita al museo consiste en atravesar una experiencia en donde se mezcla el elitismo intelectual con la monotonía de una explicación unilateral. En esta oportunidad, la obra Buen Gobierno, fue radicalmente lo contrario, pues implicó a los espectadores en entender antes que en recibir información y esto fue muy interesante y potencial.

Felipe Guamán Poma de Ayala fue un cronista muy conocido por ilustrar las terribles injusticias contra la población indígena de los primeros años de la colonización en América. Es un personaje muy conocido dentro de la academia, pero no tanto entre la ciudadanía. Lo que más me gustó fue que la experiencia consistió en un recorrido muy bien planeado y exacto por la Casa de la Literatura. Esto último demuestra que tuvo una planificación no solo conceptual, sino de ensayo grupal. Incluso me atrevería a decir que la experiencia fue casi personalizada, pues nos dividieron en tres grupos en donde cada uno tuvo hacia el final una reflexión diferente de Poma de Ayala. Lo más inteligente es que eventualmente estas tres reflexiones convergen en un mismo final en el auditorio.

Escénicamente, me gustó el gran esfuerzo que se puso en construir elementos, vestuario y accesorios que no solo eran parte del montaje, sino que tenían una interacción con el público. Esto hacía que el público no se inhiba y participe en la reflexión sobre el papel de Poma de Ayala desde la historia. Me gustó que todo fuera tan dinámico. Nunca uno perdía el interés en lo expuesto. La principal herramienta que usaban en la narración era inducir al público a la inferencia y esto motivó a que muchas personas participaran más y más, haciendo preguntas; es más, esto fue tan exitoso que hacia el final hubo un karaoke, el cual tuvo mucha acogida. El tema central fue la libertad de expresión, muy importante a considerar en estos tiempos y que incluso fue mencionado durante el breve conversatorio final.

Finalmente, creo que muchos curadores y museógrafos deben reconsiderar la experiencia de la visita del público. ¿Hasta qué punto estamos siendo democráticos al momento de explicar nuestra historia? Yo estoy convencido de que el punto central debe ser el que la gente saque sus propias conclusiones y no inducir. La experiencia fue no un replanteamiento ni revisionismo de Felipe Guamán Poma de Ayala, sino una reflexión democrática de su papel en la historia del Perú. Felicitaciones.

Enrique Pacheco

25 de octubre de 2023

Crítica: TUMI


El vuelo del gallo

Tumi me hizo reflexionar sobre la importancia de valorar los montajes abstracto-conceptuales, pues hay momentos en los que logran transmitir una historia interesante sin palabras. Lo más impactante es que la trama que narraba corporalmente Augusto Montero, único protagonista, tuvo un inicio, conflicto y final muy claro y simbólico. Era claro que la acción dramática giraba en torno a la lucha de un gallo por sobrevivir, resistir y trascender culturalmente en el mundo andino. Eso es un llamado de atención a los colectivos teatrales que apuestan por el teatro abstracto y hacen montajes literalmente inefables e indescifrables. El teatro abstracto no es carta blanca para realizar cosas egoístas, ininteligibles y absurdas. La clave está en centrarse en el público, regla básica del teatro, y apostar todo por la capacidad de este de entender.

Quiero felicitar a la dirección del montaje, encabezado por Luz Gutiérrez Privat, por un diseño escenográfico único. Me encantaron las piezas originales de elementos andinos con colores; además, era un escenario dinámico, pues el actor se encontraba en todo momento cambiando elementos, y añadiendo y modificando a la escenografía. Me pareció muy único que se ocupara todo el espacio con elementos de algodón y hojas de ají. La luz hacía que el contraste genere un ambiente bucólico, propio de la danza que representaba el actor: Waylia.   

Actoralmente, Montero destacó por la precisión de sus movimientos. Cualquier persona que haya viajado al interior del país sabe que todas las tradiciones del folklore exigen de sus participantes entrenamiento y práctica constante. Al momento de ver Tumi, uno podía ver ese esfuerzo físico y precisión en la danza, lo cual es rescatable y apreciable. Me gustó además que el ritmo fuese tan diverso, pues la danza cambiaba de ritmo y la intención del gallo, también.

Finalmente, quiero resaltar que el montaje cautivó al público sin decir una sola palabra y transmitió un mensaje de manera clara con esfuerzo. Definitivamente es recomendable.

Enrique Pacheco

25 de octubre de 2023

Crítica: CRISÁLIDA


Transformar, salir de ahí

Romina Viñas nos ofrece una historia sobre el trastorno bipolar y el diálogo constante con el pasado y el presente. Bajo la dirección de Jonathan Chumpitaz Zeta.

Digo historia, porque contada, narrada y expuesta como ha sido realizada se digiere bien; como novela corta o suceso ocurrido en la vida de alguien, similar a esas que nos encontramos rápidamente en cualquier red social y que con la misma rapidez es olvidada. Por ello, en escena queda solo eso: una historia, sin acción, sin conflicto, sin drama.

Es decir, el trabajo hecho por Viñas es un trazo muy grueso de lo que sería componer una obra a partir de su inquietud e interés por la palabra “crisálida” y su significancia, puesto que no solo basta con dar a conocer que este es un estado por el que pasan ciertos insectos. De ser así, mejor leo un libro, ¿no? El teatro, el espacio escénico tendría que ofrecer más que eso.

Por otro lado, tratar de construir un discurso sobre salud mental en relación a un personaje con trastorno bipolar queda también en lo superficial, en lo que fugazmente se sabe de estas personas con trastornos de ánimo o lo que tópicamente se percibe de estas.

Es una puesta en escena que solo cuenta con un momento dramático y es en efecto, porque el cuerpo lo genera, porque hay acción, una necesidad o urgencia de conseguir algo. Vemos a Emma (niña) en aprietos, rodeando y envolviendo realmente con papel higiénico a la adulta, hay una necesidad física, un accionar y eso es lo que conmueve. Es un breve momento, llamémosle “poético” en relación a lo que se cuenta en la historia, desde el personaje y el discurso que se intenta sostener. Sirve de imagen, genera sensaciones y compone, en parte, lo que se ha dicho hasta el momento.

Sin embargo, cuando aparece la palabra, llega de la mano la emoción forzada por ambas actrices, sobre todo por Romina. Por tanto, pierde todo trabajo estético que casi logra.

Finalmente, no está de más señalar que no se percibe ningún tratado de utilería, escenografía, iluminación o sonido. Mucho menos en los demás personajes que acompañan a Emma, que, al no existir conflicto alguno con estos, más allá del querer su compañía, son incluso innecesarios pues no generan nada en relación a la acción dramática, la cual, de hecho, no existe.

Conny Betzabé

25 de octubre de 2023 

Crítica: EL HOMBRE QUE CORROMPIÓ A UNA CIUDAD


¿Nada ni nadie es incorruptible?

Máximo exponente del Realismo norteamericano, el escritor y humorista Mark Twain no dejó de lado la crítica social en su valiosa producción literaria, caracterizada por su sencillez y sentido de comicidad. Y es que Twain logró plasmar con suma fidelidad la idiosincrasia y el estilo de vida de la Norteamérica de finales del siglo XIX. En El hombre que corrompió a Hadleyburg (1899), el autor urde una ingeniosa trama que gira alrededor de la mencionada urbe y que es autodefinida como "la ciudad más honrada y austera de toda la región". Fácil es adivinar que toda esta apariencia, surgida de la vanidad y la soberbia, se vendrá abajo por sus mismos habitantes, con la “ayuda” del personaje del título. Adaptada y dirigida por Mateo Chiarella Viale, la versión teatral titulada El hombre que corrompió a una ciudad se convierte en un imperdible espectáculo lleno de virtudes, que nos hace ver que el monstruo de la corrupción se hace realmente muy difícil de detener.

La historia relata la manera en la que un misterioso forastero decide tomar venganza en contra de los habitantes de la  ciudad más honrada de todo el país, demostrando así que no existe, literalmente, nada ni nadie incorruptible. Con la producción general de la ‍Pontificia Universidad Católica del Perú, la puesta en escena de Chiarella Viale, con la dirección adjunta de Lucho Tuesta, brilla en el apartado estético, con una magnífica propuesta de escenografía (que juega con dos niveles) y de vestuario, así como un inspirado trabajo interpretativo, con voz y música en vivo. La labor de adaptación del cuento a los escenarios también es muy loable, con las acciones y diálogos muy bien aprovechados por todo el elenco, en el que se debe destacar el trabajo de dos inmensos actores, como lo son Alfonso Santistevan y Haydeé Cáceres en los roles principales, como dos ancianos dispuestos a todo con tal de no perder su honorabilidad.

A pesar de tratarse de una obra con una nutrida cantidad de personajes, estos se encuentran muy bien delineados, además de ser interpretados por figuras de peso de nuestro medio: allí están Alberto Isola, Luis Peirano, Víctor Prada, Celeste Viale, Milena Alva, Ricardo Velásquez, Grapa Paola y Augusto Mazzarelli, por ejemplo. A destacar también el trabajo de Roberto Ruiz en el papel del forastero y especialmente, el de Luigi Valdizán, como el carismático narrador de la historia. El hombre que corrompió a una ciudad, notable comedia de gran formato, actualmente en temporada en el Teatro Nos PUCP, no solo nos permite acercarnos al maravilloso universo literario de Mark Twain, sino que consigue una sólida llamada de atención acerca de las culpas y las paranoias de personas comunes y corrientes, que deciden vivir del qué dirán, y tentadas siempre por los largos e incansables tentáculos de la corrupción.

Sergio Velarde

25 de octubre de 2023

domingo, 22 de octubre de 2023

Crítica: CACHORRO ESTÁ PEDIDO


Angustias de adolescentes

El teatro peruano, en el presente año, no deja de sorprender con puestas en escena valientes, bien construidas y que establecen una visión propia de lo que un texto dramático puede expresar. En ese sentido, Cachorro está pedido no es la excepción. Bajo la dirección de Miguel Seminario, la obra logra plasmar la angustia, las carencias y necesidades de un grupo de adolescentes que tratan de encontrar un escape a la realidad que les ha tocado vivir.

Un inicio potente, que se vale de los símbolos para denotar la tensión con la que ya viven los personajes. Una estética cuidada, con una iluminación pensada para cada momento, realzando tanto el ambiente en el que se encuentran los personajes, como para marcar sus dilemas internos, los espacios concretos de lo intangible. Además, con actuaciones que logran sostener de manera destacable los momentos de mayor drama, y que nos llevan por ese viaje emocional que es el texto.

Son contados momentos en donde percibimos al actor buscando ciertas reacciones del público, o envuelto en un drama interno difícil de desentrañar. Por lo general, hay una entrega clara, donde se dan a la escena, permitiéndose estar en el ahora, y obsequiándonos ese equilibrio entre la vulnerabilidad y la vertiginosidad de las acciones. La comunicación que hay entre todos es innegable, y demuestra que los personajes se encuentran, que tienen esa camaradería que es vital en el montaje.

A medida que avanza la obra, los personajes crecen en sus deseos, pero también en sus dudas y complejidades. Ciertos aspectos de ritualidad se van dando a conocer, tanto en su relación con los objetos, como con su ideas. Es así como llegamos a uno de los gestos más resaltantes a mi parecer: la resignificación de los objetos, dotándolos de una carga emocional, de una historia, de una realidad que no nos puede ser ajena y que va más allá del valor simbólico que cada uno de los personajes le otorga, ya sea desde el aprecio, sea desde la propia vivencia.

Cachorro está pedido termina siendo un montaje sólido, completo, que no deja de lado elementos vitales en el teatro como el tratamiento de los objetos, de la luz, que dotan de capas simbólicas y de cuestionamientos a actuaciones destacables, cargadas de verdad y que expresan una realidad que puede ser nuestra. Faltaría, quizás, mayor rigurosidad al tratamiento de los símbolos. Se puede ir más allá, dotarlos de otros valores, sea desde lo estético, sea desde el texto. Soltar un poco lo explícito de los momentos más álgidos; dar ese toque de brillantez que, seguramente, la experiencia otorgará.

Omar Peralta

22 de octubre de 2023

viernes, 20 de octubre de 2023

Crítica: EL HOMBRE INTEMPESTIVO


En la mente del dramaturgo

Ganadora de la segunda edición del Concurso de Dramaturgia Teatro Lab de la Universidad de Lima, El hombre intempestivo de Carlos Gonzales Villanueva tuvo un merecido y breve reestreno hace una semana en Espacio El Galpón, luego de la recordada temporada en el 2019 en el Teatro de la Universidad de Lima, que estuvo aquella vez bajo la dirección de David Carrillo. Curiosamente, la joven agrupación Telón en Llamas optó por una dirección colectiva para su propuesta escénica en el espacio de Pueblo Libre. Una decisión por demás arriesgada, pero que de cierta manera resultó funcional, ya que le agregó un toque de caos y desorden al montaje de un texto que explora la psicología de un atribulado escritor, luego de pasar por una traumática experiencia.

Los jóvenes Sergio Delgado, Jorge Luis Castillo, Rubí Abad, Víctor Victoria, Josué Roque y Amelia Tena, todos estudiantes del último año de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático, aportan vitalidad y técnica para darle vida a los personajes de esta suerte de comedia negra de interesante dramaturgia, aunque de ejecución irregular pero entretenida. Emilio, dramaturgo con problemas familiares y existenciales, es testigo de un fatal “accidente”, cuando un hombre cae de un edificio muy cerca de él. Este intempestivo suceso será el disparador para que sus miedos y traumas afloren, en medio de atípicas situaciones y disparatados personajes, entre quienes figuran su frustrada esposa, la hija que nunca tuvo, un desquiciado siquiatra y una voluptuosa jefa de personal, entre otros. Además, se pasea por el escenario otro hombre que vendría a ser el doble de Emilio, al que le suceden mil desventuras.

Los distintos ambientes que propone el texto son distribuidos de manera acertada en el espacio de El Galpón, a pesar de sus obvias limitaciones; además, le suma a la propuesta de crear una atmósfera inmersiva el desarrollo de ciertas escenas en la platea. Los rectángulos de madera de color blanco que cuelgan del techo, algunos rotos y con papeles impresos pegados a ellos, nos remiten a una inequívoca interpretación escénica de la febril mente de Emilio. El hombre intempestivo pone sobre el tapete problemas sociales muy  pertinentes, como la obligatoriedad de la paternidad, el descalabro de la salud mental y las atroces condiciones laborales de la mayoría de empresas. Felicitaciones para el colectivo Telón en Llamas por el riesgo asumido y los logros alcanzados.

Sergio Velarde

20 de octubre de 2023

jueves, 19 de octubre de 2023

Crítica: LA CREMACIÓN


El último adiós

El dramaturgo francés de origen español Jean-Pierre Martínez tiene ya algunas de sus piezas estrenadas en nuestro medio: desde la virtualidad se presentó la interesante El Joker (2021) y presencialmente, las comedias de enredos Trece y Martes (2019) y Strip Poker (2023). Es justamente, la comicidad que desprenden sus textos lo más resaltante de la última obra del autor estrenada en nuestro medio, La cremación, actualmente en cartelera en el Centro Cultural CAFAE-SE, una versión libre del original Sin flores ni coronas, dirigida por el experimentado Willy Gutiérrez. Se trata de una producción que tuvo muchos problemas para estrenarse en su momento, pero que finalmente se logró concretar la propuesta con resultados bastante dignos.

Un dramaturgo de nombre Jesús Ito ha fallecido y se ha previsto que la cremación se lleve a cabo en un establecimiento funerario de temática oriental. Hasta ese lugar llegan su agente, su hermana, su esposa y una misteriosa mujer vestida de negro y con el rostro cubierto por un velo. Como era de esperarse, el finado no fue precisamente la mejor persona, así que poco a poco los asistentes tendrán duros e hilarantes intercambios de palabras, mientras esperan que la incineración se lleve a cabo. La idea que se insinúa, la de ser todo el acontecimiento una creación dramatúrgica del escritor, no termina de cuajar del todo hasta el sorpresivo final; sin embargo, los diálogos son lo suficientemente divertidos como para entretenernos durante la espera, pues cada uno de los asistentes tiene muchos secretos que progresivamente saldrán a la luz.

Si bien en el estreno se percibieron algunos problemas con el ritmo, es seguro que el elenco de actores irá puliendo sus interpretaciones durante la temporada. Buen trabajo de Paola Boggio, Jorge Silva, Karen Galindo, Cynthia Bravo y especialmente, Alexandra Garcés, como la divertida recepcionista del crematorio. La cremación, a cargo del colectivo Alcion, es una entretenida puesta en escena, que aprovecha la vena cómica de un buen autor como lo es Martínez, quien sabe sacar partido de los enredos provocados por situaciones límite con final inesperado.

Sergio Velarde

19 de octubre de 2023

miércoles, 18 de octubre de 2023

Crítica: UN MONSTRUO VIENE A VERME


Cuando el monstruo está dentro de uno

- Hola de nuevo, Conor. Es hora de contarte la primera historia, ¿estás escuchando?

- ¡No!

- He estado vivo tanto tiempo como esta tierra. Me pagarás el respeto que me he ganado.

- ¿Qué sabes tú? ¿Qué sabes tú de nada?

- Sé de ti. Conor O'Malley.

Hace muchos años leí la novela de Patrick Ness, una lectura que no demoró mucho, no por la longitud de la obra sino por lo cautivante de la forma de narrarlo. La obra de teatro, adaptada por Sally Cockson y Adam Peck y dirigida para esta puesta por Nishme Súmar, no pierde el espíritu de la novela, mostrando esa amplia gama de emociones, desde la tristeza hasta la alegría; especialmente el dolor, el duelo y la pérdida que nos lleva a conectarnos emocionalmente con los personajes y sus luchas y que nos permite reflexionar sobre cómo estamos enfrentando nuestros desafíos personales acerca de la importancia de la verdad y el significado de la vida.

Los que han leído el libro saben que el protagonista Conor no sabe cómo afrontar la enfermedad terminal de su madre y para ello, se vale de la presencia de un monstruo, una manifestación de su propia mente, que a través de una serie de historias le plantea desafíos que lo ayudan a enfrentar sus temores y emociones. Estas historias entremezcladas con lo que vive en el día a día son mostradas con muchos elementos visuales que contribuye a dar suspenso a la trama, pero también agrega espectacularidad a las escenas.

En general, las actuaciones son muy sobrias, el dúo de Conor y el Monstruo, interpretados por Mario Cortijo y Marcello Rivera, se entrelazan de manera armoniosa en el escenario; adicionalmente, hay que resaltar las actuaciones de Eduardo Pinillos y sobre todo, a Brayan Pinto, que le da vida a un carismático matón en una faceta diferente a las comedias que lo había visto antes.

Un tema que me hizo ruido fue el de la movilidad del monstruo: en mi cabeza, en base a lo leído en el libro, pensaba en un monstruo con la capacidad para moverse e interactuar físicamente con los otros personajes y su entorno en una forma muy dinámica, dando la opción a secuencias visuales muy impactantes. El agregar esos "pies mecánicos" al actor, si bien lo hace muy grande, también le resta movilidad haciendo que sus apariciones sean muy estáticas, es cierto que eso supondría un desafío técnico mayor y supongo también un mayor presupuesto.

Otro punto que me llamó la atención fue el coro, sentí que en las escenas imaginativas que se trataban con mayor espectacularidad faltaban más personajes para mover los elementos visuales; esto es una apreciación muy particular, pero que tenía que mencionarla.

En resumen, Un monstruo viene a verme es una obra que busca explorar temas profundos y universales de una manera emotiva y reflexiva.

Ulises Cabanillas

18 de octubre de 2023

Crítica: WATANABE: TODO EL VASTO FONDO MARINO


La sutileza de la vida y la muerte

El lenguaje único que nos ofrece la poesía es un terreno fértil para tocar infinitos temas, que no solo confrontan al ser humano con lo más íntimo de su interior, sino que también exterioriza lo bello y no tan bello que la vida nos ofrece. Así, el director y dramaturgo Carlos Galiano escribió Watanabe: Todo el vasto fondo marino, inspirado en los cautivantes versos del poeta peruano José Watanabe, cuya puesta está en temporada en la Sala Yuyachkani, bajo la producción de El Plano Sutil.  

La obra es dirigida también por Galiano, quien obtuvo el segundo lugar en el Concurso de Dramaturgia “Ponemos tu obra en escena”, del Teatro Británico (2021), así como los Estímulos Económicos para la Cultura del MINCUL, en la categoría Producción de las Artes Escénicas (2023). Siendo el resultado una creación escénica delicada y sensible, que evoca la quietud de la cultura oriental desde el inicio de la puesta, la cual se entrelaza con nuestra cultura andina, a medida que la historia transcurre. El sólido reparto actoral está conformado por Teresa Ralli, Carlos Mesta, Diana Chávez y Renato Rueda, quienes muestran una profunda conexión y componen intensas imágenes que recorren pasajes de la vida de Watanabe, tales como sus inicios en la poesía, la vida familiar, el amor, la paternidad, su batalla contra el cáncer y el interminable conflicto que tenía con la muerte.  

Una experiencia sensorial y visual, acompañada por la música, la iluminación, los sencillos elementos de escenografía, el vestuario en tonos claros, así como el espacio bien aprovechado, dan cuenta de un trabajo escénico potente, que ofrece al espectador una clara mirada a los versos aún vigentes de este poeta nacido en Laredo, Trujillo, que influenciado por su padre y los libros de haiku (poesía japonesa), y la vital presencia de su madre, supo unir con naturalidad las dos culturas que heredó. De otro lado, en algunos momentos iniciales cuando la música sonaba al mismo tiempo en el que se daban los diálogos, estos no se escuchaban con claridad, situación que solo percibí en lapsos muy cortos.

Watanabe: Todo el vasto fondo marino es una valiosa puesta escénica que nos acerca al infinito arte de la poesía, el cual se entrelaza con el teatro para ofrecernos honestas reflexiones sobre la sutileza de la vida, la sencillez de la naturaleza que nos rodea y claro, la inevitable muerte, que si bien nos genera temor, podría llevarnos a trascender de una nueva manera.

Maria Cristina Mory Cárdenas

18 de octubre de 2023

Crítica: LAS HEMBRAS NO LLORAN


Amor Muerto

Desde el inicio se aprecia una buena atmósfera, los personajes aparecen bailando con un buen juego de luces. Pese a haber asistido al ensayo general, considero que la obra está bien dirigida y que los actores tienen una buena interpretación del ritmo, de la acción de la palabra y de todos los elementos constitutivos de la escena.

La temática es realista, muy cercana a lo que se vive día a día, constantemente se habla de la ruptura del racismo, de las diferencias sociales, pero en realidad ¿se está logrando algo? Esa es una pregunta que podría ser respondida desde distintas aristas. Porque dentro del mundo artístico he podido observar muchas propuestas que tienen como objetivo la denuncia de estos fenómenos sociales, pero dentro de la realidad observo que existen estigmas que están enraizados muy profundamente y que el cambio, hasta cierto punto, parece ilusorio o en todo caso un proceso muy lento.

La elección de los artistas ha sido coherente, cada uno le aporta una peculiaridad a los personajes: Owen (Aric Bernal) tiene un carisma y encanto natural que rima con la belleza de Mica (Gia Rosalino). Valentino (Gustavo p. Billinghurst) encarna un cuerpo que rompe con la sutileza de los demás, es el personaje que está encargado de ser el antagonista, su energía debe ser la que desestructura los lazos que se van construyendo. Y Sol (Aria Ravines), que lo acompaña hacia su desborde, ayuda con la composición escénica y la dirección de la historia. Yani (Andrea Brissolese) es como el reflejo de Owen: están listos y preparados para increpar al mundo, defenderse, solventarse y levantarse si es que es necesario; pero es en ella donde reside la maldad de todo el contexto, es la victima de las malas decisiones y del choque entre estos mundos. La actriz sabe manejar el cambio de acción que tiene su personaje, se la muestra valiente y atrevida; y al final, se destruye su ser, sufrimos junto a ella, el peso de sus decisiones. Mariela (Javiera Arnillas) es un personaje muy peculiar, porque es una mujer trans, me gusta que los personajes trans sean hechos por personas trans, esto me parece muy acertado y le da un plus a la presencia de la obra. La madre es un personaje muy atractivo dentro de la escena porque es el sostén del mundo de Yani y Owen y desde su ternura y esfuerzo consigue darles un sentido.

Los artistas responden bien a las necesidades del texto, considero que esto es debido a la dirección de Tania López y de Aldo Miyashiro, que han tomado en cuenta aspectos puntuales dentro de la interpretación escénica. La obra en ningún momento se cae, constantemente hay un impulso que permite que el espectador no se duerma, las canciones son precisas, quizá debieron ser entonadas un poco más fuerte, pero funcionan, consiguen que la sensibilidad del que observa y escucha acompañe la sensibilidad de los personajes. De esta manera, nos sumergimos en todas las sensaciones que ellos viven, nos enamoramos, nos ilusionamos, nos excitamos, también sufrimos al exponer las desigualdades y las brechas que llevan a una reflexión fuera de la escena, y también tenemos ganas de luchar, de defenderlos de atacarlos. Es muy interesante como la empatía se genera con el espectador y esto es un gran punto a favor.

El músico en vivo aporta a la sonoridad de la puesta, las voces son precisas para lo que quieren decir. Las luces pueden estar mejor, pero cumplen con lo necesario para la construcción de atmósferas. Las escenas sexuales también son muy interesantes, se las ha manejado con mucho cuidado, sin perder el erotismo necesario, pero cuidando a los artistas y también al espectador. Las escenas de violencia se quedaron un poco chicas, el palo con el que Mariela es golpeada pierde fuerza y presencia al doblarse denotando poca rigidez y fuerza; sin embargo, la construcción levanta y ensombrece estos pequeños detalles, porque los involucrados responden desde un cuerpo comprometido y desde una psique segura de lo que está haciendo.

Es una historia tierna, con mucho de sufrimiento en el fondo, que nos deja conmovidos y con ideas en la cabeza, un ritmo constante y capacidad para atrapar al que observa. La escenografía es sencilla, pero permite la construcción de espacios, que se tornan reales, familiares y con mucho sentimiento de por medio.

Moises Aurazo

18 de octubre de 2023

lunes, 16 de octubre de 2023

Entrevista: CARLOS RUBÍN


“Tener un espacio propio no es imposible.”

Comunicando Perú es una obra de Teatro Familiar Vivencial, creada y dirigida por Carlos Rubín, quien es uno de los poquísimos artistas que con mucha perseverancia han logrado tener un espacio propio. Se trata de Kronopios Teatro, situado en la avenida José Olaya 713, Chorrillos, a dos paralelas de El Hornero del malecón de Chorrillos. Rubín actúa junto al primer actor Reynaldo Arenas y la actriz Titi Plaza.

La puesta en escena de Comunicando Perú se llevará a cabo los sábados y domingos a las 5:00 p. m., hasta el 26 de noviembre del 2023. Las entradas para disfrutar de la obra los sábados están disponibles a precios populares, a través de Teleticket y Joinnus, mientras que los domingos el ingreso es libre.

Los domingos, Comunicando Perú abre sus puertas de forma gratuita para colegios del Estado y, sobre todo, para la población vulnerable y en riesgo de Chorrillos. Este gesto solidario es posible gracias al apoyo del Plan Rescatarte del Ministerio de Cultura, que hizo posible la creación de esta nueva sala teatral. Kronopios Teatro no solo ofrece representaciones de Comunicando Perú, sino que también organizará talleres de teatro y pintura, entre otros, en servicio de la comunidad.

Sergio Velarde

16 de octubre de 2023


jueves, 12 de octubre de 2023

Crítica: ÉLEO


Recuerdos de mi abuela

La improvisación es una técnica escénica que sirve como inmejorable entrenamiento para los actores en espectáculos teatrales y que ya se ha convertido en un género por derecho propio; mientras que el teatro testimonial es un formato en el que el mismo intérprete genera su propio discurso en escena, basándose en sus memorias y experiencias de vida. Fusionar ambos estilos pareciera una tarea complicada, pero ese es el desafío que asume con mucho compromiso y profesionalismo la actriz e improvisadora Carol Hernández, quien sale más que airosa del reto asumido, ofreciendo en Éleo un unipersonal divertido, conmovedor e imprescindible.

Hernández, feminista de vocación, toma como punto de partida muchos de sus recuerdos con su abuela Eleovina, nativa de la selva, para armar una secuencia de emotivas y simpáticas escenas, valiéndose de objetos diversos en el escenario, que remiten a la típica vida de una ama de casa: un tendero con manteles colgando, una palangana para lavar ropa y prendas en el piso rodeando el espacio de acción. La actriz se interpreta a sí misma de pequeña, también a su abuela (Éleo, de cariño) y otros personajes, intercalando dichas acciones con las contribuciones aleatorias del público: he allí donde radica la mayor fortaleza del espectáculo, en la capacidad de Hernández de articular los testimonios del público con el suyo propio de manera fluida y coherente.

Esta combinación de rutinas de improvisación, fusionadas en el momento con testimonios ajenos y propios de la actriz, como es obvio, tiene como resultado funciones distintas entre sí. El peligro de que poco o nada funcione es latente, pero la experimentada Hernández conoce muy bien su  formato: la función de estreno, a la que acudió Oficio Crítico, regaló momentos conmovedores y divertidos por igual. Éleo, presentada en Payacasa con el acompañamiento musical en vivo de Nia Vanie y la producción de Pilar Cornejo, es el entrañable y valioso primer unipersonal de Hernández, quien se confirma como una artista de muchos recursos y sensibilidad, capaz de lograr un honesto espectáculo que le rinde un sincero homenaje a la familia, a la vida y a todas nuestras abuelas.

Sergio Velarde

11 de octubre de 2023

martes, 10 de octubre de 2023

Entrevista: CARLOS VICTORIA


"Hay una enorme cantidad de teatros que necesitan infraestructura." 

La puesta de Playlist de cumpleaños se originó en tiempos de cuarentena, a raíz de las propias experiencias del primer actor Carlos Victoria. Justamente, Oficio Crítico conversó con el intérprete acerca de la nueva reposición de la obra en la que lo acompaña el actor Emmanuel Caffo, escrita por Mario Zanatta y dirigida por Ronie Cusó.

El colectivo Punto y Coma Teatro repone este montaje que reflexiona sobre la nostalgia social, el encuentro y despedida del amor y nuevos medios audiovisuales en escena. Victoria da vida a Don Ezequiel, quien acaba de perder a su amor y único compañero de vida. La narración de los eventos se da a través de un playlist de canciones relacionadas a las vivencias de Ezequiel. Un observador en escena nos mostrará los puntos ciegos de su historia a través de proyecciones, choques visuales y musicales.

La obra viene presentándose los días sábados a las 9:30 p. m. hasta el 18 de noviembre, en el Club de Teatro de Lima de Miraflores. Serán únicamente seis funciones, gracias al apoyo de UPC Cultural. 

Sergio Velarde

10 de octubre de 2023

Crítica: OTELO


Celos, violencia y Yago

La persistente labor del director Jean Pierre Gamarra y del colectivo Éxodo Teatro por revisar, adaptar, versionar, re/deconstruir y/o desestructurar algunos de los clásicos teatrales universales debe siempre ser un motivo de celebración. El Teatro, como el arte vivo que ciertamente es, debería evolucionar no solo con la aparición de nuevas dramaturgias y formatos, sino además de la mano de artistas capaces de darle vuelta a aquellos textos “intocables” o “sagrados” para muchos puristas. Es así que disfrutamos de misántropos bajo copiosas lluvias, segismundos volando con arneses por el aire o harpagones sufriendo en arenales. Los teatros no deben ser museos. En esta oportunidad, es uno de los clásicos de Shakespeare, Otelo, el que llega al escenario del Teatro Municipal de Lima y solo queda observar (maravillado o estupefacto, según las subjetividades), en la primera escena, cómo ejecutan una coreografía, el moro de Venecia (André Silva) y su amada Desdémona (Maria Grazia Gamarra), al ritmo de Los prisioneros.

La ya conocida trama de Otelo gira en torno a los celos y la envidia, al amor más honesto y a la furia desatada: emociones que convierten al ser humano más racional en la más feroz de las bestias. En la actualidad, con los índices de feminicidios aún muy altos, siguen resultando impactantes ciertas escenas, como la de Otelo perdiendo progresivamente la razón ante el maquiavélico complot y el triste final de Desdémona. Sin embargo, el conflicto de la pieza es en sí muy sencillo, contrastando con la enorme y vistosa escenografía de estilo industrial a cargo de Lorenzo Albani. Prevale, eso sí, el discurso de empoderamiento femenino en el personaje de Emilia (una enérgica Andrea Alvarado), a pesar de la tragedia que se cierne sobre ella y el resto de personajes, orquestada por el verdadero protagonista de la obra, Yago, con el que se luce el actor fetiche de Gamarra, Fernando Luque.

Justamente, es el mimo con el que la dirección maneja a Luque el que le brinda al espectáculo sus mayores fortalezas: Yago rompe la cuarta pared y desde su primera aparición, ya descubre sus verdaderas intenciones frente al resto de personajes, inmóviles cual marionetas en el escenario, y también ante los espectadores, quienes se vuelven cómplices de sus maldades. Acompañan en el elenco, las sólidas presencias de Oscar Yepez, Alonso Cano, Alejandro Tagle y Martín Aliaga. Esta nueva actualización de Otelo, en coproducción con la Municipalidad Metropolitana de Lima, es en el fondo bastante respetuosa del original, lo cual se agradece; demuestra además que, a pesar de los años, la visión del ser humano por parte de un inspirado autor como Shakespeare se mantiene siempre vigente.

Sergio Velarde

10 de octubre de 2023

lunes, 9 de octubre de 2023

Crítica: MEDEA JUGUETE


Tragedias actuales

La novena edición del Festival ESCENA SUR Tu creación tu identidad, organizado por la Universidad Científica del Sur, ha presentado los proyectos finales de la última promoción de egresados de la Carrera de Artes Escénicas. Una de ellas fue Medea Juguete, producida por Bicentenaria Producciones, escrita por Lisa Carrasco y Emily Ramírez –quien dirige la puesta-, con la actuación de Zohar Uribe.

Presentada en el Teatro del Museo de Arte de Lima, la obra está basada en la tragedia griega de Medea, que relata la cruel venganza de una mujer por la infidelidad de su marido (Jasón), asesinando a sus hijos. La versión planteada, desde la narrativa y la dirección, revela a una mujer de nuestros tiempos, familiarizada con la tecnología y las redes sociales, que ha luchado desde su niñez con la violencia intrafamiliar, siendo un círculo repetitivo hasta su etapa adulta, en donde la violencia la lleva al límite, convirtiéndola en victimaria de sus propios hijos. 

Los elementos de utilería dispuestos en el escenario reflejan el significado del título de la obra, pues la actriz conduce su interpretación utilizando los juguetes, que fungen como silenciosos personajes. Así, Uribe consigue intensos momentos, destacando el manejo corporal y la diferenciación de los distintos personajes que tuvo a su cargo, a través de la voz y el cambio de vestuario, sosteniendo los sesenta minutos de presentación con aplomo.        

Medea Juguete fue una representación necesaria, que desnuda la fragilidad de la salud mental en la actualidad, mostrándonos una cruda realidad que emerge de las profundidades de una tragedia no tan lejana, donde la violencia recurrente y la inestabilidad emocional resultan ser una amalgama mortal para los más indefensos (graficado duramente en las últimas escenas). Además de acercarnos a la complejidad del universo femenino, a través del dolor, el rito, los sueños de realización y el desamor.  

Finalmente, vale resaltar el esfuerzo y trabajo de los jóvenes valores que ingresan al mundo profesional de la actuación.

Maria Cristina Mory Cárdenas

9 de octubre de 2023


domingo, 8 de octubre de 2023

Crítica: NUESTRO ÚLTIMO VALS


Una amistad con mucho amor

Se encuentra en temporada la obra Nuestro último vals, lanzada a escena por la productora Ciudad Gris, escrita por Romina Viñas, dirigida por Jonathan Chumpitaz y protagonizada por Andre Moyo y la dramaturga en mención. Una obra que toca la amistad y la sinceridad que normalmente evitamos para no alejar a los hermanos que elegimos en vida. Alfonso se tiene que ir a estudiar una maestría por dos años a otro país y su mejor amiga se entera minutos antes de que él se marche hacia el aeropuerto, lo cual la obliga a encararlo. En este momento, se nos presenta una conexión entre dos personas que han vivido desde pequeños siendo muy buenos amigos, recordando toda una vida en la cual surgieron momentos de mucho cariño, de diversión y, en algunas ocasiones, de conflicto. Encontrando en el público un símil a sus propios recuerdos, pues ¿quién no ha tenido a ese amigo que nos acompaña en las buenas y en las malas? Todos hemos vivido esas etapas en las que elegimos a nuestro camarada y, aunque no los veamos todo el tiempo, seguimos teniendo ese lazo amical que nos une. Son estos dos personajes los cuales después de todos esos recuerdos se dan cuenta de que entre ellos existe algo más que una conexión de amigos; sin embargo, no quieren malograr esa bonita relación de amistad que los unió en un primer lugar.

Ahora bien, tocando el tema de las especificaciones técnicas, debo resaltar dos puntos en particular: la dirección y la actuación. Por un lado, la primera estuvo muy bien llevada, ya que se nota que se buscó cuidar de no caer en el cliché de los amigos que terminan dándose cuenta de que se gustan y surge una tensión que explota cuando llegan a hacerse novios; por el contrario, lograron llevar la situación de una forma mucho más real, teniendo en cuenta los nervios y las dudas que surgen al no querer malograr una amistad de años, así como la relación entre ellos que lejos de cambiar, se intenta mantener igual para darse tranquilidad entre los dos después de una noticia tan fuerte como el enamoramiento entre ambos.

Por otro lado, la actuación fue resaltante, el nivel de escucha, de presencia, de acciones y de claridad fue muy bueno. Ciertamente, los personajes no son difíciles de construir, debido a la cotidianeidad de estos; no obstante, lograr representar escénicamente la cotidianeidad y despojarse de los modismos solemnes o dibujantes resulta complicado para muchos. Se percibió la habilidad de juego y el proceso del momento a momento que resultó en un enamoramiento genuino y creíble, no marcado, con un final abierto para dar rienda suelta a nuestra imaginación. Definitivamente, una obra que deben ir a ver todos los que estén buscando planes de trasnoche los fines de semana. Recomendada.

Viviana Távara

8 de octubre de 2023

Crítica: EL ESPEJO


A todas las mujeres nos pasa igual

Tenemos en temporada la obra El Espejo, lanzada bajo la producción de la Asociación Cultural Diez Talentos, escrita por Emilio Carbadillo, dirigida por Bruno Odar y protagonizada por Valeria Fernández, Bruno La Rosa y Erick Herrera. Una obra que muestra la realidad de un matrimonio en el que la esposa se siente inconforme y atada a un hombre que solo la hace sufrir. De manera sarcástica, ella expone el calvario que vive al lado de su esposo, pese a que él no lo ve de ese modo, ya que se encuentra bastante enamorado. Por estos motivos, aunque no haya razón de separarse, ella busca excusas para demostrar que es él el que la obliga a rechazarlo, debido a sus infidelidades, aunque de estas no existan pruebas ni intenciones. Además, tratando de ocultar que ella sí busca tener una relación carnal fuera del matrimonio, la cual logra esconder a pesar de que su esposo es testigo visual de esta, ya que sus engaños y juegos mentales sobrepasan la capacidad de entendimiento racional del marido.

Con respecto a la realización de la puesta en escena, debo resaltar el trabajo del director, el cual buscó desarrollar lo mejor de cada actor para comunicar la historia. Además, la escenografía fue pertinente y se usó elocuentemente, así como las luces que se trabajaron según lo que se necesitaba. Como punto a mencionar, considero que los actores deberían trabajar un poco más en estar presentes en el otro, funcionan las acciones que emplean para lograr su objetivo, pero no son totalmente creíbles, ya que su atención y escucha no está completamente enfocada en el compañero, esto podría haber sido ocasionado por ser la primera función del día; sin embargo, es importante tenerlo en cuenta.

Por otro lado, creo que la historia estuvo bien creada y cada momento bien pensado para darle ese toque de comicidad que necesitaba la obra. Una puesta con mucho potencial que, pese a ser de duración poco extensa, puede ser un muy buen plan de diversión para estos fines de semana de octubre.

Viviana Távara

8 de octubre de 2023