"Un buen director debe criticarme mucho"
Ganadora del premio del público a la Mejor Actriz del 2010 por la obra La orgía en El Oficio Crítico, Gabriela Fernández manifiesta que antes de entrar a la ENSAD, se licenció en Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martín de Porres en 1996. “En ese tiempo existían problemas de terrorismo, así que primero terminé en la San Martín y después entré a la Escuela”, recuerda Gabriela, intérprete egresada en el 2000, que tuvo como compañeros de promoción a Sandra Bajac, Omar Del Águila, César Andrade y Richard Torres. “Decidí en ese entonces que primero, quería tener como hijo al teatro”.
Ganadora del premio del público a la Mejor Actriz del 2010 por la obra La orgía en El Oficio Crítico, Gabriela Fernández manifiesta que antes de entrar a la ENSAD, se licenció en Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martín de Porres en 1996. “En ese tiempo existían problemas de terrorismo, así que primero terminé en la San Martín y después entré a la Escuela”, recuerda Gabriela, intérprete egresada en el 2000, que tuvo como compañeros de promoción a Sandra Bajac, Omar Del Águila, César Andrade y Richard Torres. “Decidí en ese entonces que primero, quería tener como hijo al teatro”.
Uno de los profesores que recuerda con más cariño es al maestro Sergio Arrau. “Creo que lo que me gustó más fue su manera de enseñar, sin sentir que te estaba enseñando; de dirigir, sin sentir que te está dirigiendo”, afirma. “Él es tan desprendido de formalidad, tan fresco, tan verdadero y para nada condescendiente”. Sabido es el carácter de Arrau como profesor, quien sin “pelos en la lengua” habla a sus alumnos sin tapujos. “Dividió al salón en dos grupos: los Pencas y los Bodrios”, rememora divertida. “Para la obra Pupi en busca de la muñeca perdida me asignó un papel importante con muy poco tiempo antes del estreno. Me sentí halagada y asustada a la vez, sentí que me daba su confianza”.
“Sí ha habido un avance en la ENSAD”, asegura Gabriela sobre la actual situación de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático, a la cual ingresó cuando todavía funcionaba en el incómodo espacio del Museo de la Nación. “Al entrar todos me decían que hacía muchos años la Escuela era otra cosa, que el Estado la apoyaba”, comenta. “En la actualidad, ahora en La Cabaña, me he quedado sorprendida al encontrar actores con mucha disciplina y exigencia con su trabajo, con ciertas actitudes obviamente, pero que se cuestionan todo el tiempo”. Ella participó como asistente de dirección en el proyecto teatral de la Escuela La oscura raíz del grito, que se presentó en festivales en Lima, Callao y Cuzco el año pasado.
Gabriela se considera más actriz que directora, aunque reconoce que en Huancayo en el 2006 llegó a dirigir, como muestras de talleres, nada menos que 42 montajes. “Fue una experiencia maratónica”, recuerda. “Al menos llegué a sacar de entre todas, un par de obras fabulosas”. Como era de esperarse, Gabriela puso en práctica los conocimientos adquiridos de Arrau, utilizando su ya famoso Manual del Instructor, para probar diferentes formas de dirigir. “Actuar y dirigir a la vez es demasiada responsabilidad”, comenta sobre la obra Sueño y pesadilla, para la cual se convocó a Arturo Fernández para que dirija y así darle la posibilidad a Gabriela para interpretar la obra junto a Omar Del Águila. “Respeto mucho a los que pueden hacer ambas cosas, creo que deben tener mucha “cancha” y autoconfianza”.
Para Gabriela, un director ideal debe lograr que el actor entienda la esencia de la obra. “Debe hacerte comprender el impulso que te lleva del punto A al punto B”, afirma. “Yo necesito un director exigente, que me haga ensayar bastante, que me critique mucho”. Gabriela tuvo oportunidad de trabajar con directores con un estilo muy particular, como con Daniel Dillon en el montaje de Roberto Zucco. “Fue toda una experiencia, Dillon nos dejó muy sueltos y me pidió que olvidara todo lo ensayado al momento de salir a actuar”. Gabriela no se cierra a trabajar con ningún director y piensa que toda obra de teatro debe ser “orgánica, para que la disfrutemos tanto los actores como el público”.
Actualmente Gabriela forma parte del Consorcio Cultural La Compañía, integrado por los grupos Teatro a Ultranza, MACUEM y Zapatos Rotos. “Nos unimos en un inicio para llevar teatro a las zonas afectadas en Ica luego del terremoto”. La idea de formar una red y tomar al teatro como una empresa, le ha servido a Gabriela para realizar su labor con una visión social. “Ahora nos encontramos buscando obras para trabajar este año, siempre autocapacitándonos, y esperamos realizar un montaje en homenaje a Mario Vargas Llosa”, concluye.
Sergio Velarde
23 de enero de 2011