Amor radical
Hebras, el último montaje del interesante grupo teatral Cuer2, es el más radical que se les haya visto últimamente. Palintrópolis (2006) fue un contundente retrato de nuestra caótica y salvaje ciudad; e Interruptor (2008), una acertada denuncia contra el progresivo aislamiento del ser humano, en contraste con los últimos avances tecnológicos. En ambos montajes, el director Roberto Sánchez-Piérola logró en sus actores un excelente equilibrio de sus capacidades gestuales, corporales y vocales, en beneficio de las puestas en escena. Pero en esta oportunidad, Sánchez-Piérola lleva a sus actores de siempre Roly Dávila y José Luis Urteaga al límite: confunde sus personalidades con la imposición de máscaras y el mismo corte de pelo, además de limitarlos a expresar sus emociones con sus cuerpos y no con sus voces. Los resultados son por supuesto, muy positivos, y marcan una nueva etapa en el grupo, que los llevan a radicalizar aún más sus propuestas, luego de su proceso de exploración con respecto a un sentimiento tan complejo como lo es el amor.
Las hebras no sólo están presentes en el suelo del íntimo salón de la Casona de San Marcos, en donde se viene realizando una cortísima temporada, sino también en los instrumentos musicales de cuerda (guitarra y violín) que acompañan en vivo la performance. También vemos simbólicamente los hilos que se tejen entre ambos cuerpos andróginos (jugando con el mito de Aristófanes), que amplía el término amor hacia otras variantes. Y por supuesto, las hebras que nacen de uno al convertirse en títere del otro, representadas en el mejor cuadro del conjunto. Hebras es un montaje físico, pero también poético, pues explora las relaciones humanas (ya sea amorosas, amicales o fraternas) de manera contundente y estilizada, justificando así la ausencia de texto, pues en una puesta en escena como ésta, las palabras salen sobrando.
Excelente trabajo físico de ambos actores, muy precisos en cada uno de sus movimientos, escenificando las escenas con vigor y fluidez. Acaso el tipo de montaje que se propone no sea apto para todos los públicos, pero sí confirma la madurez de Cuer2 como un colectivo comprometido con sus puestas en escena, intachable en el desarrollo de sus conceptos, y que los confirman como uno de los grupos más interesantes y coherentes de nuestro medio. Hebras podría ser llamado un montaje radical, poco convencional, pero es consecuente con la línea que se viene trazando el grupo, y es por supuesto, muy recomendable.
Sergio Velarde
30 de noviembre de 2011
miércoles, 30 de noviembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
Crítica: EL GATO, EL CORONEL Y 101 DÁLMATAS EN APUROS
Al rescate de los canes
101 Dálmatas (1961) fue la decimoséptima película animada de Walt Disney Pictures. La historia se centró en la pareja de dálmatas conformada por Pongo y Perdy, quienes traen al mundo a un grupo de cachorros, secuestrados luego por una pareja de torpes ladrones liderados por la archi malvada Cruella de Vil, con el propósito de confeccionar su abrigo de pieles. Muchos años después llegaría la versión en carne y hueso con una desbordada Glenn Close en el papel principal. La historia tiene los suficientes atractivos como para encandilar a los más pequeños, aunque representa todo un reto llevar la trama al escenario, especialmente para representar a los 101 dálmatas. Y por supuesto, una actriz capaz de darle vida a una de las malvadas más sobresalientes y estilizadas del mundo animado.
El director Josse Fernández, egresado de la ENSAD, sí demuestra tener conocimientos y sobre todo, sentido común, sobre cómo montar un espectáculo teatral. La adaptación de la historia se centra en personajes humanos y caninos por igual. La idea de los títeres para representar a los dálmatas con la ayuda de la luz negra es ingeniosa, aunque pudo ser ejecutada con mayor orden y sin demasiada aparatosidad. La escenografía y el vestuario son funcionales para hacer avanzar la historia, aunque tengo mis reparos con el uso del playback para la canción de “Cruella de Vil”. Eso sí, el montaje debió realizarse en el estrado, ya que la disposición elegida para el escenario y las tribunas no permitieron que el 100% del público apreciara todas las acciones escénicas.
Algunos efectivos gags como el secuestro de los canes y las secuencias del espejo y del veneno, a cargo de los experimentados Fernández y Walter Huallpa, superan con creces a algunas débiles y poco claras escenas de los canes con sus dueños. La "Cruella de Vil" de Ivonne Soto se queda corta en representar la maldad y la codicia necesaria para convertirse en el centro de atención. Los personajes caninos deben delinearse mejor, a pesar de ser caricaturas de por sí. En última instancia y sin mayores contratiempos, El gato, el coronel y 101 dálmatas en apuros cumple con entretener a grandes y niños.
Sergio Velarde
27 de noviembre de 2011
101 Dálmatas (1961) fue la decimoséptima película animada de Walt Disney Pictures. La historia se centró en la pareja de dálmatas conformada por Pongo y Perdy, quienes traen al mundo a un grupo de cachorros, secuestrados luego por una pareja de torpes ladrones liderados por la archi malvada Cruella de Vil, con el propósito de confeccionar su abrigo de pieles. Muchos años después llegaría la versión en carne y hueso con una desbordada Glenn Close en el papel principal. La historia tiene los suficientes atractivos como para encandilar a los más pequeños, aunque representa todo un reto llevar la trama al escenario, especialmente para representar a los 101 dálmatas. Y por supuesto, una actriz capaz de darle vida a una de las malvadas más sobresalientes y estilizadas del mundo animado.
El director Josse Fernández, egresado de la ENSAD, sí demuestra tener conocimientos y sobre todo, sentido común, sobre cómo montar un espectáculo teatral. La adaptación de la historia se centra en personajes humanos y caninos por igual. La idea de los títeres para representar a los dálmatas con la ayuda de la luz negra es ingeniosa, aunque pudo ser ejecutada con mayor orden y sin demasiada aparatosidad. La escenografía y el vestuario son funcionales para hacer avanzar la historia, aunque tengo mis reparos con el uso del playback para la canción de “Cruella de Vil”. Eso sí, el montaje debió realizarse en el estrado, ya que la disposición elegida para el escenario y las tribunas no permitieron que el 100% del público apreciara todas las acciones escénicas.
Algunos efectivos gags como el secuestro de los canes y las secuencias del espejo y del veneno, a cargo de los experimentados Fernández y Walter Huallpa, superan con creces a algunas débiles y poco claras escenas de los canes con sus dueños. La "Cruella de Vil" de Ivonne Soto se queda corta en representar la maldad y la codicia necesaria para convertirse en el centro de atención. Los personajes caninos deben delinearse mejor, a pesar de ser caricaturas de por sí. En última instancia y sin mayores contratiempos, El gato, el coronel y 101 dálmatas en apuros cumple con entretener a grandes y niños.
Sergio Velarde
27 de noviembre de 2011
sábado, 26 de noviembre de 2011
Crítica: SUPER POPPER
Inquietante héroe de locura
De acuerdo a una nueva ley impuesta por la ENSAD, los alumnos de actuación del noveno ciclo deben tener como mínimo 200 horas de práctica pre-profesional. Hecho curioso (por elegir el adjetivo más diplomático), pero que en todo caso nos permite ser testigos de la evolución de una puesta en escena, que valgan verdades, rebasa las expectativas generadas. Acaso se pueda suponer que una obra interpretada por estudiantes no podría ser catalogada como profesional; sin embargo, la nueva versión de Super Popper de César de María, ganadora del Premio del Jurado y público en el Festival de Teatro del ICPNA 2006, y que actualmente se encuentra en temporada en el Centro Cultural CAFAE, demuestra un profesionalismo y entrega tal, que no queda más remedio que ubicarla por encima de otros montajes supuestamente profesionales, pero que dejaron mucho que desear.
Super Popper es un héroe de historieta, que vive en la mente de Brunella, una joven que asesinó a sus padres adoptivos y que actualmente está interna en un manicomio infantil. Cuando conoce a Joe, el chico de la limpieza, ella lo confundirá con su personaje de ficción. Y Joe, con la finalidad de protegerla, asumirá esta identidad para buscar venganza. Mientras tanto, en el manicomio los internos planean una fuga, incrementándose los niveles de violencia. La obra entonces, plantea dos planos bien marcados: la realidad del sanatorio y sus alrededores, en donde ocurren violentos asesinatos; y la fantasía, en la que se mueven Brunella y Joe y sus más oscuros impulsos, representados por entes de pesadilla.
Super Popper inquieta, desenfrena, sorprende y desconcierta. Una vez que disculpamos el estilo de actuación teatral (aún en búsqueda de un naturalismo más auténtico), la puesta en escena no se detiene en ningún momento. La directora Guadalupe Vivanco aprovecha los cuerpos de los actores para lograr un montaje fluido y visceral. La Brunella de una descollante Luccia Méndez acapara y llena el espacio: es sugerente, pero a la vez sensual y conmovedora. Su encuentro sexual con el Joe de Herberth Hurtado es brutal y estilizado a la vez, ejecutado con pasos de danza contemporánea. El vestuario, el maquillaje, el empleo multimedia y los recursos escenográficos generan un ambiente irreal y atemporal. El doctor (Max Yovera) parece no escuchar o no entender el clamor de los internos y su falta de comunicación con Joe es desconcertante. Las víctimas del Super Popper también tienen mucho que decir en sus breves apariciones, bien interpretados por Melina Bonifacio y André Silva. Super Popper cumple todas las condiciones para convertirse en el montaje revelación del año, rescata un excelente texto de César De María y propone una propia visión, ejecutada con pasión y profesionalismo.
Sergio Velarde
26 de noviembre de 2011
De acuerdo a una nueva ley impuesta por la ENSAD, los alumnos de actuación del noveno ciclo deben tener como mínimo 200 horas de práctica pre-profesional. Hecho curioso (por elegir el adjetivo más diplomático), pero que en todo caso nos permite ser testigos de la evolución de una puesta en escena, que valgan verdades, rebasa las expectativas generadas. Acaso se pueda suponer que una obra interpretada por estudiantes no podría ser catalogada como profesional; sin embargo, la nueva versión de Super Popper de César de María, ganadora del Premio del Jurado y público en el Festival de Teatro del ICPNA 2006, y que actualmente se encuentra en temporada en el Centro Cultural CAFAE, demuestra un profesionalismo y entrega tal, que no queda más remedio que ubicarla por encima de otros montajes supuestamente profesionales, pero que dejaron mucho que desear.
Super Popper es un héroe de historieta, que vive en la mente de Brunella, una joven que asesinó a sus padres adoptivos y que actualmente está interna en un manicomio infantil. Cuando conoce a Joe, el chico de la limpieza, ella lo confundirá con su personaje de ficción. Y Joe, con la finalidad de protegerla, asumirá esta identidad para buscar venganza. Mientras tanto, en el manicomio los internos planean una fuga, incrementándose los niveles de violencia. La obra entonces, plantea dos planos bien marcados: la realidad del sanatorio y sus alrededores, en donde ocurren violentos asesinatos; y la fantasía, en la que se mueven Brunella y Joe y sus más oscuros impulsos, representados por entes de pesadilla.
Super Popper inquieta, desenfrena, sorprende y desconcierta. Una vez que disculpamos el estilo de actuación teatral (aún en búsqueda de un naturalismo más auténtico), la puesta en escena no se detiene en ningún momento. La directora Guadalupe Vivanco aprovecha los cuerpos de los actores para lograr un montaje fluido y visceral. La Brunella de una descollante Luccia Méndez acapara y llena el espacio: es sugerente, pero a la vez sensual y conmovedora. Su encuentro sexual con el Joe de Herberth Hurtado es brutal y estilizado a la vez, ejecutado con pasos de danza contemporánea. El vestuario, el maquillaje, el empleo multimedia y los recursos escenográficos generan un ambiente irreal y atemporal. El doctor (Max Yovera) parece no escuchar o no entender el clamor de los internos y su falta de comunicación con Joe es desconcertante. Las víctimas del Super Popper también tienen mucho que decir en sus breves apariciones, bien interpretados por Melina Bonifacio y André Silva. Super Popper cumple todas las condiciones para convertirse en el montaje revelación del año, rescata un excelente texto de César De María y propone una propia visión, ejecutada con pasión y profesionalismo.
Sergio Velarde
26 de noviembre de 2011
sábado, 5 de noviembre de 2011
Crítica: TÚ NO ENTIENDES NADA
Obra peruana en estreno simultáneo
El joven artista peruano Juan José Oviedo puede sentirse afortunado, pues su pieza dramática Tú no entiendes nada, publicada en la revista Muestra N° 22, ha sido estrenada en Argentina, España y ahora en Perú. Lujo que no todos nuestros dramaturgos pueden darse. Mérito también, el haberlo conseguido con una obra poco convencional y de corta duración, adaptada por sus directores, cada uno con su particular visión. Y es que de acuerdo a la información de los montajes mencionados en la web, cada uno ha seguido la propia personalidad de sus creadores, consiguiendo espectáculos muy diferentes entre sí partiendo de un mismo conflicto: la impotencia y la depresión por no seguir los sueños propios ante el temor al fracaso, y el no arriesgarse por conformismo.
Estrenada en Mar del Plata, Argentina y dirigida por Juan Carlos Ruiz, la versión gaucha recibe un tratamiento aparentemente surrealista y onírico, pero acaso sea la más fidedigna con el texto original, pues el mismo autor actúa en la puesta en escena. Por su parte, la actriz peruana Mercy Bustos se encargó de dirigirla en Madrid, España, pero con un elenco netamente femenino (ella misma incluida) y otorgándole un giro distinto a la temática propuesta por el autor. Esta versión madrileña se basa en “tres mujeres que hablan de su condición de género y el maltrato que a veces reciben por tal motivo; es una obra que llega a develar el alma humana, y que propone el mundo del corazón y de la no violencia”.
La puesta en escena limeña de Tú no entiendes nada, a cargo del novel colectivo Teatro del Riesgo, le debe mucho al director Diego La Hoz, hecho que ellos mismos se encargan de reconocer. Y si bien es cierto, por momentos pareciera que estamos ante una obra de Espacio Libre, su director Paco Caparó sabe imprimirle su propia personalidad, a pesar de considerarse él mismo como un “colaborador eficaz” dentro de la realización de un espectáculo con estilo “pastrulo”. Los actores Omar Del Águila, Jonathan Oliveros y Daniela Rodríguez demuestran en escena sus evidentes recursos interpretativos y corporales, a pesar de no estar del todo clara la primera parte de la obra. Pero acaso esto no sea del todo importante, ya que la obra contiene suficientes imágenes contundentes y creativas, con el apoyo multimedia y un original vestuario, además de tomar forma el mensaje del autor en la parte final. Los estrenos en simultáneo de Tú no entiendes nada, una pieza interesante pero menor de un joven dramaturgo peruano, son motivos suficientes para celebrar.
Sergio Velarde
05 de noviembre de 2011
Crítica: DE REPENTE, UN BESO
Triángulo amoroso en los noventa
Luego de dos puestas en escena con aciertos parciales estrenadas este año, como lo fueron Sangre como flores y Demonios en la piel, el dramaturgo Eduardo Adrianzén puede sentirse satisfecho por los resultados obtenidos con De repente, un beso, un reestreno tardío de su debut teatral (allá por 1995 en el Teatro Británico con la dirección de Pipo Gallo y la actuación de un trío de ases: July Natters, Gabriela Bilotti y Carlos Mesta), gracias principalmente a la acertada (y virtualmente infalible) dirección del experimentado Carlos Acosta, en el acogedor espacio de Teatro Racional.
De repente, un beso aborda el tema de la soledad en un trío de treintones de clase media, en plena década de los noventa, en medio de canciones de Avril Lavigne y Cristina y los subterráneos. Las frustraciones intelectuales, la incapacidad de comprometerse y la vida que avanza sin dar tregua ni respiro, afectan las relaciones sentimentales de los tres protagonistas: la esposa y madre aburrida de su vida; la productora de televisión incapaz de mantener una relación estable; y el profesor universitario sin rumbo fijo. A lo largo de la obra los tres se conocen, dialogan, discuten, se amistan, tienen relaciones, se juntan, se separan; todo narrado en un tono coloquial y contemporáneo, que engancha al espectador hasta el final. Adrianzén consigue un fiel retrato de toda una generación en un tiempo determinado de nuestra historia.
Como en todo montaje de Carlos Acosta, las actuaciones son sobresalientes: Jackeline Vásquez, Maricarmen Valencia (gran improvisadora a quien vimos en El baúl mágico) y Luis Alberto Urrutia (actor de reparto en la notable Los cachorros) asumen sus roles con gran convicción, logrando un trabajo en conjunto muy parejo y transmitiendo con precisión y veracidad sus motivaciones. El íntimo espacio de Teatro Racional resulta inmejorable para sentirnos cómplices de la historia. La puesta en escena avanza sin tropiezos, con momentos dramáticos y cómicos en perfecto equilibrio. Gran acierto el mantener la puesta en escena en los noventas. Adrianzén y Acosta logran con De repente, un beso un excelente montaje, fresco, melancólico y divertido, que retrata con acierto la atemporal soledad dentro de nuestra vida cotidiana.
Sergio Velarde
06 de noviembre de 2011
Luego de dos puestas en escena con aciertos parciales estrenadas este año, como lo fueron Sangre como flores y Demonios en la piel, el dramaturgo Eduardo Adrianzén puede sentirse satisfecho por los resultados obtenidos con De repente, un beso, un reestreno tardío de su debut teatral (allá por 1995 en el Teatro Británico con la dirección de Pipo Gallo y la actuación de un trío de ases: July Natters, Gabriela Bilotti y Carlos Mesta), gracias principalmente a la acertada (y virtualmente infalible) dirección del experimentado Carlos Acosta, en el acogedor espacio de Teatro Racional.
De repente, un beso aborda el tema de la soledad en un trío de treintones de clase media, en plena década de los noventa, en medio de canciones de Avril Lavigne y Cristina y los subterráneos. Las frustraciones intelectuales, la incapacidad de comprometerse y la vida que avanza sin dar tregua ni respiro, afectan las relaciones sentimentales de los tres protagonistas: la esposa y madre aburrida de su vida; la productora de televisión incapaz de mantener una relación estable; y el profesor universitario sin rumbo fijo. A lo largo de la obra los tres se conocen, dialogan, discuten, se amistan, tienen relaciones, se juntan, se separan; todo narrado en un tono coloquial y contemporáneo, que engancha al espectador hasta el final. Adrianzén consigue un fiel retrato de toda una generación en un tiempo determinado de nuestra historia.
Como en todo montaje de Carlos Acosta, las actuaciones son sobresalientes: Jackeline Vásquez, Maricarmen Valencia (gran improvisadora a quien vimos en El baúl mágico) y Luis Alberto Urrutia (actor de reparto en la notable Los cachorros) asumen sus roles con gran convicción, logrando un trabajo en conjunto muy parejo y transmitiendo con precisión y veracidad sus motivaciones. El íntimo espacio de Teatro Racional resulta inmejorable para sentirnos cómplices de la historia. La puesta en escena avanza sin tropiezos, con momentos dramáticos y cómicos en perfecto equilibrio. Gran acierto el mantener la puesta en escena en los noventas. Adrianzén y Acosta logran con De repente, un beso un excelente montaje, fresco, melancólico y divertido, que retrata con acierto la atemporal soledad dentro de nuestra vida cotidiana.
Sergio Velarde
06 de noviembre de 2011
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