La reproducción en las artes; ¡no una, sino
tres!
La pérdida del contendido en las artes es
el virus de las actuales propuestas virtuales.
La X Productora, que empezó a funcionar
desde septiembre del presente año, propuso el proyecto Tres x Uno durante la
pandemia, con la finalidad de continuar desarrollando pequeños proyectos desde
la virtualidad. La modalidad de esta productora es trabajar con tres
microproyectos virtuales por “función”. Siendo esta su temporada número 11, titulada Tres poderes increíbles, la cual estuvo disponible por tres únicas fechas: viernes 4, sábado 5 y domingo 6 de diciembre a las 9 p. m.
Es un proyecto conformado por tres pequeños
propuestas virtuales, que tienen en común situaciones poco ordinarias que
inician con una llamada. La primera propuesta es titulada Improbable (con
Laura Reyes y Paco Varela), donde un ser de otro planeta se pone en contacto
con una mujer que trabaja en un centro espacial, a la cual se le harán
revelaciones de su pasado. El segundo proyecto es Impensable (con Camila
Mac Lennan y Gustavo Mayer), en el que durante una reveladora llamada virtual, dos
amigos de infancia, Adríano y Theresa en los finales sus cuarentas, se
revelarán grandes secretos guardados que cambiarían sus vidas. Y por último, la
tercera propuesta se titula Increíble (con Gabriel Gil y Caroll
Chiara), en donde un joven llama a una vidente para contactar con el padre
muerto y develar dónde escondió la herencia, pero lo menos usual podría llegar
a pasar.
La primera reflexión a la que llego al
terminar de ver las propuestas, más allá de cuestiones formales, es que todo
este tiempo de investigaciones virtuales nos hemos concentrado en pensar y
discutir la forma y sus confrontamientos
estéticos por intentar calzar lo virtual en los moldes de convenciones
teatrales. Sin embargo, más allá de la forma, nos estamos olvidando del
contenido. Y es sin duda, uno de los puntos más débiles. Por la naturaleza corta de las propuestas virtuales, sus
contenidos carecen de profundidad. Los temas abordados muchas veces son excusas
para una exploración formal (la estética) y en algunos otros casos, ni ello.
Ahora me pregunto, ¿hoy no hay mucho que decir?; ¿qué tipo de temas nos
presentan y se repiten en las propuestas virtuales? Según mi experiencia, los
temas que más se han repetido han sido “dramas familiares y cotidianos”, “los
conflictos de vínculos, familiares, de amigos”, etc. Y repetidas veces con la justificación de las llamadas virtuales,
de las que somos testigos.
Sobre el problema del contenido, existen
dos puntos en contra: 1) la duración y 2) las reducidas convenciones que han
ido estableciéndose para la virtualidad. Como he podido observar, en gran parte
de las propuestas virtuales a las que he asistido, se han centrado en la expresividad
del rostro (desde una cámara frontal) en su intento de alejarse y diferenciarse
de lo audiovisual. Muchos de los creadores no se han permitido mayores juegos o
apoyos de diferentes planos, que podrían permitirse incluir otras clases de teatralidades.
Por ejemplo, el uso de la expresividad corporal y con la falta de cuerpo,
también se ha perdido la acción. Me refiero a que por prejuzgar ciertas
herramientas audiovisuales, se limita la exploración y por lo tanto, también las
posibilidades de utilizar otras herramientas que sostengan un espectáculo de
mayor duración. La naturaleza corta de las propuestas influye directamente en
el contenido y la profundidad de los discursos.
Antes de empezar un breve análisis de los
proyectos, me parece importante dejar las siguientes preguntas: ¿se pretende
que este producto virtual sea arte? Y en tal caso, ¿no es en el arte importante
la actualidad de la propuesta y el contenido de las formas? En otras palabras,
creo necesario pensar en forma y contenido juntos.
Centrándonos en nuestros tres proyectos en
cuestión, el uso de “fondos virtuales” (de la plataforma Zoom) como elección
para la estética del primero y tercer proyecto me hizo pensar paralelamente en una evolución
escenográfica de nuestra teatralidad. Observar “los fondos virtuales” como un
recurso “escenográfico” me hace reflexionar en una posible secuencia evolutiva
de la escenografía. En el teatro, hemos pasado de los telones pintados a las escenografías
armadas; y más recientemente, del uso del ecran al fondo virtual. Como
herramienta resultó vistoso, dinámico y le aporta ligereza a la estética. Sin
embargo, es claro que no siempre podría funcionar, dependerá mucho, según mi
criterio, de la estética de la propuesta y del contenido (pienso que sería más
fácil de acoplarse a trabajos lúdicos o cómicos). La inclusión de estos fondos es
coherente tanto en el primer y tercer proyecto, puesto que las situaciones
planteadas buscaban estar más alejadas a la posibilidad de lo improbable. Como
vemos, en el primer caso, “una central espacial” y en el caso del tercer
proyecto, “la sala de la pitonisa”, que en sintonía a los hechos
extraordinarios que se nos narró, logran un efecto de extrañamiento que
funciona para ambos casos.
Debo señalar que las tres propuestas
resultaron ligeras de asimilar, con intenciones de dejar abiertas situaciones
críticas o incomodas socialmente, sin mayor profundidad. Como por ejemplo, se
habla ligeramente de las marchas, los jóvenes de hoy, las relaciones
familiares, la moral del ser humano, etc. Pero sigo pensando que los temas
podrían haber pasado desapercibidos dado a la corta duración de cada proyecto,
como antes mencioné. Sin embargo, debo decir que las actuaciones en general
sacaron adelante la propuesta de la mejor manera. Sobre la segunda propuesta, a
mi parecer, fue de las tres la que más llegó a conmover, dado que la situación
es mucho más probable de darse e implicaba relaciones afectivas. A esto se les suma
las resaltantes actuaciones de Mac Lennan
y Mayer.
Sobre la experiencia en general, me
atreveré a dar una recomendación: creo importante que la explicación
introductoria sobre el uso correcto de la plataforma, debería ser concreta y
dinámica. Me refiero a cómo colocar correctamente la pantalla, bloquear los
micrófonos, etc. Pudieron hacerse más cortas y precisas, al colocar un pequeño
video explicativo de dónde presionar para cada instrucción, como en otras
ocasiones he visto lo hacen. En lugar de hacernos esperar unos 20 minutos donde
dos amables personas del equipo nos repitieron continuamente entre bromas estos
pasos. Recortar este proceso me parece lo más eficiente, para lograr una mejor
“experiencia”.
Sobre la productora, pienso que tomó una
audaz decisión que ante la necesidad de extender la duración de los proyectos
“virtuales”, brinda una propuesta dinámica y eficaz al ofrecer tres micro-obras
en lugar de una. Quedan invitados a no perderse los siguientes proyectos que
vendrán, les aseguro que pasarán una bonita velada, dinámica, diversa y ligera.
Como reflexión final, me interesa volver al
cuestionamiento inicial acerca del fondo y la forma. Creo que a estas alturas
del año, debemos tener en cuenta que lo teatral pierde muchas de sus variadas
formas de expresividad al intentar mantener la pureza “vívida del hecho teatral”
dentro un “evento virtual”. Este intento y los pocos recursos hacen menos
sostenible plantear una propuesta de mayor duración, lo que afecta directamente
en el contenido y profundidad del desarrollo, quedándose en lo anecdótico. Hoy
por hoy, me parece claro afirmar que este tipo de propuestas virtuales no son
teatro y nunca lo serán, por su carácter virtual. Ya sin la carga de intentar
ser algo que no será, ¿no deberíamos aventurarnos a explotar otros recursos y
formas de teatralidades? Como el teatro físico, el circo, la danza, los
títeres, etc.; elementos que por su naturaleza piden otros planos de visión que
no nos limitan a la palabra y que recuperan la acción que se está dejando
olvidada. Pienso que alejarnos en mayor o menor medida del teatro, por ahora,
no debería importarnos tanto como la calidad de forma y contenido que se
entrega en cada performance audiovisual. Estamos aún en un primer momento,
donde la exploración de rescatar teatralidad en una pantalla, debería darse con
mayores libertades, para posteriormente lograr observar este fenómeno y
conceptualizarlo, con sus características y limitaciones, separándolo así de
sus referentes (el cine, la televisión, las plataformas virtuales, etc.) Queda bastante por explorar y explotar. Y
nuevas preguntas vendrán con la reciente apertura de los teatros, que veremos
reabrirse los siguientes meses. Va a ser interesante observar cómo estas dos
experiencias conviven o compiten siempre bajo la elección del público. Lo único
que me queda decir es que estoy feliz de ver el fenómeno teatral y artístico
reaccionando a los cambios sociales, más claro que nunca.
Kiara Castro Béjar
11 de diciembre de 2020