La importancia de hacer reír sin perder el mensaje
Llegamos a La Vaca Multicolor a ver la última función de La importancia de llamarse Ernesto. Esta adaptación de la famosa comedia de Oscar Wilde, que se estrenó en 1895, tres meses antes de ser condenado a prisión por indecencia grave, debido a su homosexualidad, prescinde de los fastuosos escenarios de producciones mayores (como la adaptación cinematográfica) para ubicarnos en una sala discreta, pero con elementos típicamente británicos, como la vajilla del té, los postres infaltables a media tarde y elementos de vestuario sencillos, pero fácilmente identificables para el contexto. Prescinde también de personajes como el criado o el mayordomo y recurre al diálogo con personaje ausente para la breve participación del reverendo Casulla. Así, nos concentramos en dos muchachos, dos muchachas, la tía de uno de ellos y además madre de una de ellas y una extraña institutriz, para disfrutar una clásica comedia de enredos.
El espacio del teatro nos acerca a la historia, pero también a su dinamismo. Todo fluye ágilmente en las dos salas, una en la ciudad y la otra en el campo, en donde se consuman los enredos provocados por dos muchachos que juegan a la doble identidad, como falsos “Ernestos” en ambos casos, sin advertir lo que llamarse Ernesto podría significar para sus pretendidas. Pero, más allá de la confusión, el enredo devela la hipocresía de esos personajes y con ello, la decadencia de la clase social a la cual pretenden ascender. El juego de palabras con las que Wilde tituló su obra, ha llevado a traducirla como “serio” u “honesto”, por el sonido de Ernest en inglés, aludiendo, por oposición, a las mentiras de sus personajes, como la base de toda la trama.
Ni la comicidad continua de la puesta ni las exageraciones farsescas nos distraen del mensaje del autor; por el contrario, lo afirman, manteniendo una eficaz congruencia entre el objetivo y los recursos. En una entrevista, Isabel del Castillo, directora de la obra, hizo referencia al “desafío de intentar mantener la comicidad inherente a la obra, pero sin perder esa esencial profundidad humana”. Y lo logra. Como también consigue “crear una atmósfera especial para el público y redefinir, juntos, la idea del teatro clásico como algo cercano y vital”, según manifestó en esa misma entrevista. Esa cercanía no solo es física, por tener a los actores a centímetros de distancia, sino profundamente sensorial y reflexiva.
El público se divierte de principio a fin y eso tiene como fundamento las buenas actuaciones del elenco, compuesto por la experimentada y talentosa Pilar Núñez (del colectivo Cuatrotablas), Sandra Melgarejo, Oscar Aguirre, Hanks Sarmiento, Andrea Andrade y Hebe Sánchez.
David Cárdenas (Pepedavid)
29 de julio de 2025
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