“El teatro tiene que volver a significar algo para la gente”
“Para destacar como actor, se tiene que buscar lo que en
marketing se llama ventajas diferenciales”, asegura el joven intérprete y
productor Renato Medina, ganador del premio del público como Mejor actor de
reparto en Comedia o Musical durante la Premiación de Oficio Crítico 2017 por
Un país tan dulce, espectáculo dirigido por Alberto Isola con dramaturgia de
Celeste Viale sobre textos de Leonidas Yerovi. “Se tiene que ser
multidisciplinario, porque el actor debe ser completo y su capacitación,
fundamental”. Así como el cuerpo, Renato resalta la importancia de la voz del
actor. “Es una de sus herramientas principales, así no cantes en tu obra,
tienes que llevar estudios de voz para trabajar potencia y dicción”.
El marketing y sus primeras experiencias
Renato confiesa divertido que sus padres trataron siempre de
alejarlo, a él y a sus hermanos, del arte. “A pesar de que mi papá ganó un
conocido concurso de cuento”, recuerda. “Nosotros teníamos afición por
escribir, pero siempre nos alejaron de ello por temor a que no tuviéramos un
sustento económico suficiente”. En el colegio, a Renato le llamaba la atención la
actuación desde pequeño, pero recién se animó a participar en Secundaria, en un
montaje de Jesucristo Superstar organizado por una pareja de esposos, Claudia
Ortiz y Sergio Sanhueza, que tenían a sus hijos en el colegio. Fueron sus
primeros maestros. “Estaré siempre agradecido con ellos por haberme abierto las
puertas de la actuación, arte que pude retomar al finalizar la universidad”.
Renato es licenciado en Administración y Marketing y esta carrera le ha ayudado
mucho en su desarrollo como actor.
Dentro de la universidad, Renato estuvo brevemente como
alumno libre en el Taller de Teatro de Carlos Acosta. “No tenía plata, le conté
mi caso a Carlos y me permitió asistir, pero que el resto de participantes sí
haya pagado y yo no, me desanimó”. Posteriormente, ingresó a un grupo aficionado
comandado por Domenico Poggi y su entonces productora D-Javú. “Estrenamos el
musical Rent (2010) de Jonathan Larson, junto a Marco Zunino, Tati Alcántara,
Gustavo Mayer, Gabriel Anselmi, entre otros”. Renato tuvo como coach vocal a
Andrés Arriaza, quien fuera jurado en un conocido reality de canto. “Yo era el
antagonista (Benny) y era el que menos experiencia de canto tenía; tuvimos que
trabajar muy duro, fue una gran experiencia, aunque creo que ahora podría
hacerlo mejor”.
En el 2012, Renato entra a estudiar a Aranwa Teatro y tuvo
la suerte de tener a la toda la familia Chiarella Viale como profesores. “Los
tres son increíbles. Coco (Chiarella) por ejemplo, es una enciclopedia; nos
enseña con sus anécdotas, él ha tenido la fortuna de conocer y entrevistar a
Peter Brook, de viajar a la Cuba de Fidel Castro a hacer teatro y mucho más. Gracias
a eso, podemos conocer estas experiencias de primera mano”. Su postulación a
Aranwa fue siguiendo la recomendación de una amiga que había ingresado. “Y
ahora trabajo ahí, dictando el módulo de Ruptura con el Realismo, del que
podemos ver mucho en Un país tan dulce”. El curso le permite a Renato revisar y
refrescar sus conceptos teatrales en todo momento. “He tenido mucha suerte al
elegir Aranwa y ahora más al haber sido elegido por ellos para ser profe, es mi
segunda universidad y todos ahí tienen una calidad humana que se debe agradecer”.
Los requisitos para actuar y dirigir
“Un buen actor de teatro necesita principalmente,
concentración”, menciona Renato. “Necesita esta suerte de
consciencia-inconsciencia para minimizar su propia personalidad para que salga
la del personaje, y entrar en este trance, en el que necesitas acordarte de tus
marcaciones, entradas y salidas, pero en personaje; para eso se necesita
concentración”. Agrega además, que en los ejercicios que propone a sus alumnos,
muchas veces solo resultan bien al segundo o tercer intento. “Porque no tenemos
la costumbre de calentar, de concentrarnos; yo he tenido la suerte de ver a
Alberto Isola antes de salir a escena, él se sienta en cualquier esquina, se
abstrae 10 a
15 minutos y nadie se le acerca; cuando otros estamos ajustando vestuario o
maquillaje, él ya entra en un plano distinto”.
Como ya se mencionó anteriormente, el cuidado de la voz y el
cuerpo resulta indispensable para Renato como actor. “Se tiene que ser
responsable, ¡qué facilidad la de decir que soy bohemio, porque soy actor, así
que vamos a “chupar” un lunes!”, exclama. “Un actor debe cuidarse, incluso de
manera marcial. Es cierto que nosotros, los latinos, somos más flexibles, y es
también inadecuado convertirse en un “cachaquito”, pero si integramos esa
cuestión latina con la parte marcial, sería lo ideal”. Y no menos importante es
el pensamiento de que siempre todo se
puede hacer mejor. “Llego a una obra fuera de Aranwa y veo a mis compañeros
actores decir: “Ahí nomás, así está bien, si no nos sale tan bien, entonces
simplifiquemos las cosas”; si se toma esta decisión por mediocridad, entonces
es algo que no se debe hacer”. Para Renato, cada función es una posibilidad de
hacer las cosas mejor. “Fui a ver una misma obra cuatro veces, una comedia, y
cada vez me reía menos, porque se notaba que los actores ya sabían que el
público se iba a reír, y así ya no hay chiste, ya se acostumbraron; el actor no
puede perder su frescura y debe siempre buscar hacerlo mejor”.
Por otro lado, para Renato, un buen director de teatro debe
ser fiel a su estilo. “He trabajado con directores que te lo dicen todo y otros
que van uniendo los puntos en los ensayos contigo”, refiere. “En cualquier caso,
que haya comunión entre el actor y el director". Asimismo, un director debe
ponerle corazón a la obra, así sea por encargo. “Debe amar el producto, al
igual que yo como actor, si voy a elegir un papel, primero lo leo y si no hago
“click” en ese momento y la obra no me genera nada, entonces ¿para qué
hacerla?” Además, es importante que un director tenga una estructura mínima,
con los puntos claros a los que tiene que llegar. “Yo soy medio “estructurado”
y tiendo a eso, pero también me gusta trabajar con directores que me hagan
romper mis propios esquemas para buscar nuevas maneras de crear”.
Un país lejos de la dulzura
Acaso el mayor cumplido que haya recibido Renato por Un país
tan dulce, haya sido: “Es la obra más bonita que has hecho”, a pesar de no
haber previamente conocido a profundidad al autor. “Desde el comienzo, Alberto
nos contó que íbamos a trabajar textos originales de Yerovi, eso le dio un peso
a las lecturas, además del trabajo titánico de Alberto y Celeste de unir los escritos para darle un
sentido a lo que se vio”, rememora Renato. “Hubo por lo menos cuatro o cinco
versiones de la obra, ya que nosotros al leerla e interpretarla también
aportábamos, Alberto podía pensar en nuevas opciones y todo iba cambiando”. Los
comentarios políticos y sociales de Yerovi, reconoce Renato, se escribieron
hace tantos años, pero lamentablemente todavía funcionan hoy en día. “La obra era
divertida y al a vez, urgente, ya que en 100 años no hemos avanzado nada”.
Renato destaca el hecho de que la historia de Un país tan
dulce transcurra durante un carnaval. “Es una festividad efímera, dura muy
poquito, te queda esa melancolía que se siente cuando el fin de semana acaba”,
explica. “Yo soy una persona altamente
involucrada con la reflexión social, de lo que sucede en nuestro país, viendo
noticias y participando en redes; lo que ocurre en el Perú es desmoralizador
por todos lados, es desesperante, lo
único bueno últimamente es que hemos clasificado al Mundial, me alegro por eso,
por la comida y por la música. Todo lo demás está en emergencia”.
Las posibilidades del Teatro
¿Acaso tiene el Teatro el poder de remover los sentimientos
del espectador? “El teatro está muriéndose”, es la lacónica respuesta de
Renato. “Y es porque el teatro ya no significa lo mismo que antes; por ejemplo,
en épocas de Yerovi había crítica social y política en sus obras, y era
alimento para la mente de la gente ir a ver a Yerovi, para enterarse de lo que está diciendo”. Para Renato, las
redes sociales y las plataformas televisivas han cambiado drásticamente los
hábitos del público. “El usuario o consumidor no piensa principalmente en ver
algo que lo eleve filosófica o culturalmente, busca entretenimiento, pero el
Teatro no solo es eso. Es eso y más”.
Y gracias a sus conocimientos de Marketing, Renato resalta
el valor agregado que tienen las Artes escénicas. “La experiencia del teatro es
única, ni siquiera el cine la puede copiar, pero sí existen varias barreras: la
gente ya no sale, todo se hace por redes, por Netflix, por delivery”. Pedirle
al espectador que salga de su casa, que vaya al teatro, que pague su entrada y
encima, que se concentre, son para Renato factores que juegan en contra. “El
teatro tiene que volver a significar algo para la gente”, afirma. “Uno puede
discutir los contenidos, pero se tiene que ser creativo para lograr enganchar
al espectador; la mediocridad y el conformismo hacen que las obras peruanas
sean de mala calidad y esa no es una mentira en la gran mayoría de casos”.
También asegura que la valla está bajando peligrosamente. “Ahora todos en
Facebook le dicen a todo el mundo: ‘Eres extraordinario, tu obra es la mejor de
las mejores’, ¡basta de hipérboles! Si seguimos así terminaremos de matar al
teatro en el Perú”.
Renato ha incursionado con éxito en la producción. “Con Idea
Original hemos producido el año pasado tres montajes: Love Doll, escrito y
dirigido por Sergio Anchiraico en Microteatro; Penúltima comedia inglesa de
Marco Antonio de la Parra, también dirigido por Anchiraico, con las actuaciones
de Paco Caparó y Ursula Kellenberger; y Un chico de Bosnia de Ad de Bont con la
dirección de Felien De Smedt. Ursula es una gran compañera, súper dispuesta,
al igual que Paco; Penúltima comedia inglesa fue una clase maestra de
construcción de personajes”. Y añade que Un chico de Bosnia es la obra que le
ha reportado más satisfacciones hasta el momento como productor. “Nos conectó
con una asociación de refugiados, hicimos colectas y conversatorios”. Renato
anuncia los próximos estrenos de Idea Original: Novecento de Alessandro
Baricco, dirigida por Felien de Smedt; Paso Peatonal, escrita y dirigida por
Pablo Luna y la reposición de La muchacha
de los libros usados de Arístides Vargas, con Mariana Palau en la dirección,
que trata temas relevantes como la violencia contra la mujer y la trata de
personas. “Apostamos por obras con contenido social, ese será el principal valor
agregado de las obras que produciremos, creemos que se puede cambiar al mundo
con nuestro arte y hacerlo un lugar cada vez mejor”, finaliza.
Sergio Velarde
9 de febrero de 2018