Fail
Deuce
En primer lugar, debo explicar el título de
este texto. Cuando en el interesante y poco practicado deporte del tenis se
falla un punto se lo conoce, reglamentariamente, como fail deuce o error en la jugada en español; en ese sentido, hago
una alegoría con Tenis, el
espectáculo reseñado, en donde resaltó más la carencia de originalidad que
otros aspectos.
Lo más atractivo del espectáculo fue
definitivamente la escenografía, con un estilo minimalista. Cuando aprecié por
primera vez los colores y la distribución del mobiliario, me pareció un cuadro cubista
con mezcla de arte contemporáneo. Los tres ambientes eran interesantes: a la
izquierda, un vestuario; al medio, una ducha; y a la derecha; un parque. Daba
la impresión de que vería una comedia interesante.
Antes de ir al grano, quisiera ensayar una
reflexión. Durante los años de la cuarentena, no solo aprecié montajes
virtuales de Perú sino de otros países. En una oportunidad, logré ver Radojka, de los dramaturgos uruguayos Fernando
Schmidt y Christian Ibarzábal, en el ciclo de montajes virtuales que ofreció el
Teatro Nacional de Colombia. Fue una comedia adaptada de manera muy original y
lo que más me sorprendió fue la duración de la temporada. La primera vez que la
vi virtualmente, ya habían pasado mínimo dos meses desde su estreno, en noviembre
del 2021, y cuando revisé en abril de este año, no solo seguía en cartelera,
sino que ya habían asignado a otras actrices y estaba en función presencial con
gran acogida. Habrá estado mínimo seis meses en temporada ininterrumpida. Por
otro lado, cuando Radojka llegó al
país, precisamente en el Nuevo Teatro Julieta, no pasó de unas cuantas
funciones. Esto me hace reflexionar sobre dos aspectos: ¿Estaremos realizando
adaptaciones poco atractivas para el público? ¿Por qué los montajes en Lima son
de temporadas tan cortas?
En general, las actuaciones de Tenis no fueron del todo creíbles, con
poca presencia actoral y organicidad del movimiento, pero acaso lo más grave
sea el haber apelado al humor chabacano. Este montaje, en su versión original,
surgió del Festival Internacional Rosa de Bogotá, un evento donde se congrega y
premia a expresiones artísticas que buscan reivindicar a la comunidad LGTBI y
otras diversidades sexuales. Pero sobre todo, es un evento auspiciado por el Instituto
Distrital de las Artes de Bogotá (Ideartes), una especie de Secretaría de Cultura
del Municipio de esa ciudad, del cual me consta que tiene un gran trabajo en
reducir las brechas de acceso a la cultura en comunidades socioeconómicamente
marginadas. El montaje presentado en el Nuevo Teatro Julieta no mostró al
homosexual como un sujeto con derechos, o revindicar alguna causa justa, o algo
similar. Al contrario, y por eso resalto la aproximación a la homosexualidad de
manera burda, como si se tratase de un sketch de parodia de la televisión peruana
de los sábados por la noche. Sobran ejemplos de lo que estoy tratando de decir.
¿Alguno de los actores realmente pertenece
a la comunidad LGTBI? Si yo perteneciera a dicha comunidad, el montaje podría considerarlo
como una comedia bufonesca, nada más. Pero bajo ningún sentido, digna de un
premio o mínimamente con calidad para participar en un festival, como el de la Rosa
de Bogotá. Por eso mi previa reflexión: ¿se están adaptando bien los montajes
internacionales en Lima? Pues tengo mis dudas.
Como mencioné anteriormente, las
actuaciones pecaron de simplistas. Sin embargo, rescato a Jesús Oro, el
protagonista de la obra. Su personaje del tenista enamorado fue el más
realista. Por otro lado, en la obra se abusó de los tiempos en que transcurren
los acontecimientos, pues los personajes recordaban momentos pasados y volvían
al presente todo el tiempo, de tal manera que llegó a ser confuso. Por cierto,
no tengo nada en contra del estilo de humor de ciertos formatos televisivos; de
hecho, creo que al igual que el género de la telenovela, estos tienen una
narrativa y públicos diferentes. Sin embargo, sostengo que uno acude al teatro
para vivir otro tipo de experiencia.
Enrique Pacheco
22 de junio de 2022