viernes, 16 de mayo de 2008
Crítica: GALERÍA TEATRAL
Interesante amalgama teatral
Impresionante puesta en escena de DeAbril Teatro, en la que juntan por primera vez (y esperamos, no la última) a cinco consagrados directores con cinco jóvenes dramaturgos, en cinco piezas cortas interpretadas por cinco eficientes actores en cinco habitaciones de la Casa Amarilla de Barranco. Si bien es cierto que la espectacular casona es aprovechada de manera muy efectiva por el grupo, es necesario anotar que esta utilización del espacio corre el riesgo de agotarse en sí misma (las logradas “El tríptico de las delicias” y “Casa pesada” se basaron en ella anteriormente) y que debe reinventarse en el futuro para no caer en el falso estereotipo de puesta de “vanguardia”.
“Turquesa”, escrita por Mariana de Althaus y dirigida por Alberto Isola, nos presenta una particular visión del infierno, muy a lo “A puerta cerrada” de Sartré, en la que un hombre y una mujer se encuentran en una habitación amplia y celeste, jugando con las falsas apariencias. Correctas actuaciones y un sugerente empleo de luces y sombras. La puesta más difícil (a nivel de dramaturgia) llega con “Cicatriz al final dela espalda” de Juan Carlos Méndez, para mayores señas, el autor del (quizás) mejor montaje teatral del año pasado, “Tiernísimo animal”, en el que Diego LaHoz y Emilio Montero nos transportaron a un mundo completamente imposible de entender, pero que nos causó una profunda adicción ante la cantidad de sentimientos que producían. En esta pieza los actores, junto al director Miguel Rubio, intentan alcanzar los mismos resultados, casi del todo conseguidos.
“Agua” de Aldo Miyashiro nos pone en contacto, como es ya costumbre en él, con tres seres atormentados salidos de la escoria de la sociedad, en los que los vicios, la soledad y la profunda sensación de desconcierto y descontrol, los llevan a cometer actos de gran crudeza y violencia y no les permite ver el“agua” que tanto ansían y que tan a la mano tienen. Excelente dirección de Marisol Palacios y una notable actuación de Lorena Pastor. Gerardo Ruíz y Roberto Ángeles aportan, en dramaturgia y dirección, respectivamente, la muy oportuna cuota de comedia a la “galería”, con “Instalación 1x1”, una sencilla historia de un artista plástico, ansioso de reconocimiento del medio en que se desenvuelve. A notar la actuación de GonzaloMolina, un actor de matices y amplio registro.
Lamentablemente la nota discordante la pone “Ana”, una creación colectiva en la que Mateo y Jorge Chiarella ponen el punto final al recorrido. Y no porque la puesta esté mal: las actuaciones son buenas y el espacio es bien aprovechado. Es el mensaje de la obra el que rompe todo la magia creada por los anteriores montajes. La historia de Ana, una mujer atormentada por sus creencias nazi, es narrada por tres actores (dos de ellos en neutro), que interpretan diversos personajes, valiéndose de elementos imaginarios, y que resultan muy impostados dentro de la “galería”. Si los cuatro cuadros mostrados anteriormente jugaban con las sensaciones, en los que cada espectador obtenía su propia conclusión, aquí el mensaje es claro y directo: Hitler es malo, miren a Ana cómo sufre por ser nazi (muy digna Vanesa Vizcarra) y observen todo el daño que sufrieron los judíos (este último mensaje en una innecesaria sucesión de slides). Como puesta en sí es respetable, pero incoherente en relación al conjunto.
Sin embargo, el resultado total final es altamente recomendable y nos deja la esperanza que estos “encuentros” vuelvan a repetirse en el futuro. Esperamos queDeAbril Teatro vuelva a abrir nuevamente sus próximas “galerías”.
Sergio Velarde
29 de marzo del 2004
Crítica: EL ACOMPAÑAMIENTO
Magnífico duelo actoral
Interesante puesta en escena del joven actor y director Ernesto Vildoso (a quien podemos ver por partida doble en el comercial de un conocido banco), en la que presenta el conflicto entre dos mujeres, una loca (Chela) y otra cuerda (Victoria), en medio de la tensa espera del “acompañamiento” que dará inicio a la imposible carrera musical de la primera.
Chela representa así a los sueños y deseos perdidos, las esperanzas truncas cegadas ante el delirio de convertirse en imposible sucesora de la inmortal “Guarachera de Cuba”. Su última esperanza en recobrar la lucidez recae en Victoria, amiga íntima y compañera de trabajo, quien enfrentará a su vez sus propias frustaciones. Un fuerte drama llevado a cabo con una ajustada escenografía y sencilla iluminación (salvo en los números musicales que inician y dan fin a la obra), pero que sirve de lucimiento para dos magníficas interpretaciones de las actrices Ursulla Kellenberger como Chela y Carmen García Esquerre comoVictoria.
Vildoso logra sostener el interés con un acertado manejo de las pausas, que tienen tanta importancia (o quizás más) que el propio texto, con diálogos duros y fuertes, pero nunca fuera de lugar. No dejen de “acompañar” este inquietante y sugestivo “Acompañamiento”.
“El acompañamiento” se presenta en el teatro Mocha Graña los sábados a las 6:00p.m. y los domingos a las 7:00 p.m.
Sergio Velarde
21 de marzo del 2004
Crítica: BEBÉ A BORDO
Notable comedia de Plan 9
Las virtudes de "Las vacaciones de Betty" y "Calzones" han sido corregidas y aumentadas en esta divertida comedia del laureado Christopher Durang, dirigida por David Carrillo. "Bebé a bordo" narra las desventuras de John (Miguel Iza) y Helen (Denise Arregui), quienes se enfrentan por primera vez a la idea de ser padres. La obra posee un corrosivo humor negro que mueve a los personajes a realizar actos carentes de toda lógica y sentido, pero que se salvan de caer en el fácil estereotipo gracias a una inspirada dirección y solventes actuaciones.
El montaje se presenta limpio y coherente, conformado por una sucesión de cuadros que nos cuentan la vida azarosa de "Daisy", el hijo con sexo indefinido, hasta convertirse en adulto y cerrar el círculo de vida con el nacimiento de otro bebé. La presencia de "Daisy" y su crecimiento es visto y contado a través de personajes completamente dislocados como la estrambótica "niñera" (Fiorella Rodríguez) o la loca del perro (Claudia Berninzón), hasta que aparece el vástago en carne y hueso (Rómulo Assereto), pero en vestido.
Arregui interpreta con mucho aplomo a Helen, muy medida y nunca fuera de lugar, convirtiéndolo en un entrañable personaje. Si bien Iza es un excelente actor dramático (hizo un notable tandem con Gabriela Billoti en "Dos para el camino"), resulta por momentos algo forzado en las escenas tipo "slapstick" del comienzo (¡esos golpes contra la pared y esa peluca!). Pero luego se luce con su John envejecido y arruinado mentalmente por las pastillas y el alcohol. Berninzon y Rodríguez tienen varios papeles a lo largo de la obra, que asumen con gran entusiasmo y energía, sobre todo esta última quien consigue caracterizar a una hilarante y sicótica directora de colegio.
Assereto logra mantener la atención en la larga escena del psicólogo, gracias a su convincente actuación. En suma, una divertida comedia que nos hace reir, enternecer y pensar sobre toda la avalancha de dudas e inseguridades que se nos presentan ante la llegada de un nuevo ser. Todos a "bordo" de esta nueva aventura de Plan 9.
"Bebé a bordo" se presenta en el Teatro Julieta de jueves a lunes a las 8:00 pm.
Sergio Velarde
14 de marzo del 2004
lunes, 12 de mayo de 2008
Crítica: KARAOKE
Poco más de lo mismo
La idea no era mala: estando en un karaoke con micrófono en mano, la imaginación vuela, vivimos otras vidas y nos transportamos a universos en las antípodas de los propios. Cuatro historias de cuatro muchachos trabajadores de una empresa X, unidas por misteriosas llamadas telefónicas, le sirven al director Diego López y al guionista Gilberto Nué, para retratar la locura que cada ser humano lleva en su interior. Acompañados por un impecable y cuidadoso trabajo de producción (efectiva proyección de videos, oportuno uso de luces y sonido) esta empresa debería haber tenido una mejor suerte. Que quede claro: si Ud. busca sólo divertirse sin mayores pretensiones y pasarla bien, pues este "Karaoke" es, sin lugar a dudas, su mejor opción. Pero para quienes esperamos cuando cae el telón ese "algo más", ese abstracto "plus" que sentimos en contadas ocasiones, sólo podemos concluir que esta puesta en escena es una entretenida, simpática y agradable desilusión, que sólo ofrece los mismos contenidos de siempre, eso sí, muy bien reciclados con costosa inversión.
Se puede apreciar un gran trabajo y esfuerzo de parte de los cuatro actores por conseguir precisión en las variadas coreografías y por lograr sacar adelante cada una de sus escenas (monólogos), pero individualmente los resultados son muy disparejos: Julián Estrada no logra convencer del todo con su rutina del chico que se cree un perro, pero Emilram Cossío sí consigue óptimos resultados, disfrazándose de Barney e imitando a los diferentes vendedores que pululan por las calles limeñas. El carismático Manuel Gold tiene a su cargo la mejor secuencia de la obra como el mago impostor, sacándole el jugo a sus textos con un buen manejo del espacio y utilería. Lamentablemente Vera Castaño no puede llevar el barco a buen puerto con una débil y poco creíble interpretación del personaje que une todas las historias. Y es que una vez que sabemos de quién se trata, el suspenso se diluye y todas sus llamadas telefónicas resultan innecesarias. La interacción con el público puede ser manejada con más precisión y la jefa de escena podría prescindir de sus intervenciones "graciosas" a la fuerza.
Particularmente debo escribir que el público la pasa muy bien, y varias veces me uní al concierto de sonoras carcajadas. Pero el abuso de gags, lisuras y chistes de mecha corta me hicieron reflexionar sobre qué habría pasado si hubieran cambiado las corbatas y camisas por guayaberas y al remozado Teatro Mocha Graña por el anfiteatro del Parque Universitario. Hubiera resultado en un montaje más honesto y coherente. Y con pasada de sombrero. Definitivamente "Karaoke" es un espectáculo muy divertido, pero envuelto en un caro y estilizado papel de regalo que no guarda mucha concordancia con su reciclado interior.
Sergio Velarde
domingo, 11 de mayo de 2008
Crítica: AZUL RESPLANDOR
El dedo en la llaga
Así como Aldo Miyashiro y su "Función Velorio" nos sumergieron hace algún tiempo en los bajos fondos del mundillo teatral, en "Azul Resplandor" Eduardo Adrianzén nos presenta una feroz mirada al manejo del teatro de "los de arriba", de la élite artística, en la que quedan al descubierto nuestras carencias, miedos y prejuicios que tanto lastre le cuelgan a nuestra comunidad teatral. "Azul resplandor" representa el último fulgor de un fósforo al consumirse, tal como la vida de la protagonista, una legendaria actriz de teatro ya retirada y cuyo retorno a las tablas será la excusa para presentar en escena los círculos viciosos en los que permanecemos entrampados y de los que aparentemente jamás podremos escapar.
Brillantes diálogos reflejan la necia idiosincrasia artística a través de personajes exageradamente reconocibles: la celebrada actriz dramática que no vivió ni sintió sus papeles más memorables, el empeñoso segundón sin talento eternamente relegado, el soberbio y déspota director capaz de destrozar a Lorca para hacer prevalecer su punto de vista, la asistente de dirección que pierde su identidad al ponerse al servicio de otro y los actores "muñequitos de torta" que buscan la hipócrita aceptación de la comunidad intelectual perpetrando montajes "culturosos" sin ningún tipo de interés real.
Pero este montaje del director Carlos Tolentino no sólo se limita a la cruda visión de nuestra realidad teatral, sino que nos presenta una historia de amor otoñal completamente creíble: Tito Tapia, un mediocre actor de teatro y televisión, le declara su amor con un atraso de veinte años a la diva Blanca Estela y la convence de regresar por todo lo alto a los escenarios en una singular temporada orquestada por el delirante director Antonio Balaguer.
Formidables Attilia Boschetti y Ricardo Fernández en los roles protagónicos, divertidos y conmovedores a la vez, acompañados por un sólido elenco que no se queda atrás conformado por Alejandro Escudero, Sofía Rocha, Óscar López Arias y Claudia Mori. Una imagen notable y un inteligente guiño del autor: en la conferencia de prensa tanto los actores como el director responden nimiedades sentados en sillas plateadas, mientras que al pobre dramaturgo, sentado en un banquito de madera, no le preguntan nada. Un resplandeciente montaje de visión obligatoria.
Sergio Velarde
28 de junio del 2005
Crítica: LUDICUS
Notable conjunción de teatro y circo
Dejando en claro que en el Perú también se realizan espectáculos de primer nivel, el grupo “La tropa del eclipse” presentó en el marco del III Festival UCSUR de Teatro Internacional su obra “Ludicus”, un montaje que recobra la clásica escuela de payasos, en precisa mezcla con elementos teatrales y que ha venido recibiendo merecidamente un gran éxito de público y crítica en los diferentes espacios en los que se ha presentado.
La historia va más o menos así: un taciturno director de orquesta ingresa a través de un espejo a un mundo mágico, en el que conoce a bizarros personajes que le concederán el deseo de reencontrarse con la música y juntos deberán encontrar los zapatos perdidos de una damisela que habita en un baúl. El director Alex Ticona, quien también participa en la puesta en escena, se vale de diversas técnicas como malabares, telas aéreas, burbujas de jabón gigantes y juegos de ilusión, acompañadas por una impagable banda musical en vivo, notable maquillaje, una constante interacción con el público y ni una sola palabra pronunciada por los actores.
Notables actuaciones de todo el elenco, quienes logran lucirse de forma pareja con inolvidables personajes. A destacar la excelente performance de César Chirinos, quien consigue los momentos más destacados del montaje gracias a sus muy ingeniosas rutinas de mimo. “Ludicus” ya tiene un lugar ganado en la historia del teatro peruano, como uno de los espectáculos contemporáneos más divertidos, inteligentes y lúdicos realizados en nuestro país.
Sergio Velarde
viernes, 2 de mayo de 2008
Crítica: DON'T CALL ME CHOLO
Un digno espectáculo claun
El Teatro de la Universidad Científica del Sur no podía estar ausente de su propio festival y escogió participar nada menos que en la misma fecha que se presentó la soberbia puesta en escena de "La remolienda" del Teatro Nacional de Chile. Un enorme "riesgo" que sin embargo, fue asumido con mucha dignidad por el joven elenco que participó con la creación colectiva en formato "claun" dirigida por César Bravo titulada "Don't call me cholo".
La discriminación racial, gran tara de nuestra sociedad, es abordada con mucho humor desde un punto de vista irónico a través del imposible "love story" de dos universitarios de diferente condición social y su relación con un entorno que no ve con buenos ojos que se concrete dicha amistad. Los jóvenes participantes, bien entrenados en la técnica claun, gozan de gran carisma y logran hacer creíbles las bizarras y dilatadas escenas que componen la puesta en escena.
César Bravo logra un ameno espectáculo sin mayores pretensiones y que cumple largamente su cometido: divertir al espectador con un tema manoseado hasta el cansancio, pero resuelto en escena de manera lúdica e hilarante. Definitivamente este es un claro ejemplo que no se debe menospreciar los proyectos tetarales forjados dentro de las universidades, pues éstos resultan, a veces, mucho más compactos y consecuentes que otras propuestas "profesionales".
Sergio Velarde
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