jueves, 27 de junio de 2024

Crítica: LA PACIENTITA N° 4


Testimonios de violencia gineco-obstétrica

El Teatro debería, dentro de las posibilidades con las que cuenten sus mismos creadores, convertirse en un valioso instrumento de transformación social, cuyo objetivo sea el de devolverle a los espectadores la tan necesaria capacidad de reflexionar de manera crítica sobre la dura realidad que nos rodea. Señalar una problemática específica y mostrarla en el escenario de manera estilizada es la mejor y única manera de empezar el camino de esta indispensable transformación. Es por ello que, más allá de los indudables logros artísticos que consigue la creadora escénica Sara Paredes Mansilla, el unipersonal La pacientita N° 4 es un conmovedor y valioso espectáculo teatral que denuncia los violentos maltratos a las que son sometidas miles de mujeres a punto de dar a luz en los centros de salud de nuestro país.

Paredes Mansilla acierta en señalar esta problemática de la que no se habla mucho, no solo para advertir de las atrocidades cometidas por médicos y enfermeras insensibles frente a un acontecimiento tan crucial en la vida de cualquier mujer como lo es el parto, sino que a la vez reflexiona sobre las posibles causas del porqué vivimos actualmente en un clima de violencia: ¿acaso no son miles los niños peruanos traídos al mundo en condiciones agresivas para ellos y especialmente humillantes para sus madres? ¿No sería lo óptimo que los recién nacidos inicien sus vidas rodeados de buenos cuidados, paz y amor? La actriz, haciendo las veces de narradora, doctora, enfermera y paciente cuando corresponde, nos hace partícipes de la odisea que muchas mujeres deben atravesar para traer al mundo a sus hijos. Y sorprende, por supuesto, con la revelación hacia el final de la identidad de la "pacientita" en cuestión.

Basta solo un biombo, una silla y un par de mandiles para que el público se sienta identificado y conmocionado con la historia, limpiamente ejecutada por Paredes Mansilla, quien utiliza su cuerpo y varios elementos de los que se apropia (como los lazos para atar su mandil) para mostrarnos con crudeza la deshumanización a la que son sometidas demasiadas futuras madres en nuestra ciudad. Y ni qué decir de lo que seguramente ocurrirá en nuestras regiones. La pacientita N° 4, publicada en el tercer compendio de teatro peruano del Bicentenario publicado por la ENSAD, constituye una contundente crítica a una práctica generalizada de maltrato hacia las mujeres gestantes; muy bien por Paredes Mansilla, una artista comprometida con las enormes posibilidades del Teatro como herramienta de cambio social.

Sergio Velarde

27 de junio de 2024

Crítica: MAQUILLAGE


Revelaciones vigentes de la mano de Eielson

La noche suele ser el contexto propicio de situaciones poco comunes. Nos esconde en cierto encanto oscuro, que provoca más de una revelación a los personajes de Maquillage. Este montaje, del dramaturgo peruano Jorge Eduardo Eielson, fue representado en el Teatro Británico bajo la dirección de Carla Valdivia. Esta historia se ambienta en la ciudad de Lima: una familia atraviesa una noche de enfrentamiento con muchas verdades trascendentales. Este es el segundo estreno en Lima de esta obra, luego de los 100 años del nacimiento del autor. El elenco que da vida a esta historia estuvo conformado por Lita Baluarte, Eduardo Camino, Irene Eyzaguirre, Brayan Pinto y Jorge Villanueva.

La representación traslada al espectador a la noche rutinaria de una jornada laboral. Sin embargo, la escenografía multinivel ya nos da señales de lo atípica que será esta aparente interacción entre esposos. El montaje proponía grandeza escenográfica e interpretativa, pues los personajes no eran convencionales. Hubo un código corporal uniforme en todo el elenco, el cual provocaba en el espectador la sensación de estar viendo una situación de ensueño. El texto es exquisito, lo que supone un reto a nivel interpretative; los actores estuvieron a la altura de estas exigencias, conservando una concentración uniforme y adecuada en términos técnicos.

Muchas conversaciones trascendentales en una sola noche constituyen una situación apremiante, donde el público fue testigo oculto de las verdades de cada personaje. El espectador tuvo estímulos para estar conectado con la obra momento a momento, debido al lado humano de los personajes tan bien elaborado por Eielson. La dirección de Valdivia supo darle una interpretación vigente a la historia de esta familia que nos abrió las puertas a sus más inesperadas verdades.

No hay familia que esté libre de conflictos, y Eielson supo condensar un tótem de drama familiar en una obra de teatro. La sensibilidad del autor para exponer los escudos de defensa creados por cada personaje es digna de reconocimiento, además de suponer un texto vigente hoy en día. El público se lleva una experiencia apremiante de sensaciones, provocando inevitablemente identificación con más de una situación. Las causas de conflicto podrán variar entre familias, pero las reacciones humanas de estos personajes constituyen una figura empática para quien se aproxime a la obra. Esto evidencia, en consecuencia, un aspecto multipotencial del arte de Eielson.

Stefany Olivos

27 de junio de 2024

miércoles, 26 de junio de 2024

Crítica: CUANDO EL DÍA VIENE MUDO


El chico que estaba enamorado de su mejor amigo

Una obra que empieza con libros sueltos en el espacio, alguien duerme mientras el otro danza alrededor, la atmósfera acusa algo, un romance latente, o quizá un sentimiento no correspondido que puede desarrollarse de formas inesperadas; sin embargo, son solo presentimientos. Cuando el artista empieza a dialogar con el público emitiendo sus parlamentos, pareciera que hay una cierta timidez que no tiene que ver con el personaje sino que es una cuestión de confianza, pero aun así empezamos a vislumbrar el universo soñador de este individuo, el otro compañero aparece y el texto está un poco estático, no hay soltura y tampoco organicidad, pese a ello mientras el tiempo va pasando la historia se nos hace agradable por alguna razón, la relación que ellos tienen es interesante de seguir observando.

Los primeros impulsos que se empiezan a sentir con mayor frecuencia, se experimentan cuando se sale de lo cotidiano para introducirse en momentos de ensueño, el despliegue energético de los personajes se torna más interesante. Cuando empiezan a recitar a Vallejo y juegan con la mesa, hay un entrenamiento corporal en cuanto al control de peso y el rodamiento, algo pequeño pero que aun así crece en el escenario.

Desde este momento, la pulsación del corazón es más frecuente, la atención va creciendo y el interés se torna presente; es así que se llega al momento de la confesión, del amor no correspondido o del amor oculto entre estereotipos que no se pueden romper. Los actores van creciendo, la sensación de la pasión se va incrustando en la piel, sentimos más interés por lo que puede suceder.

De esta manera llega la instancia de los cuerpos desnudos, funcionó como liberación para el actor del sentimiento guardado, porque desde aquí empezó a decir con más naturalidad sus parlamentos, y llegó a calar con sus palabras dentro de nuestra sensibilidad. La oscuridad me parece que envuelve armoniosamente la estética del cuerpo, es una elección muy acertada por parte del director, porque el cuerpo desnudo llega a ser un erotismo visual, manejado de forma sutil y elegante. Cuando el segundo actor se desnuda, el amigo que no se atrevía a dejarse llevar por sus emociones, pero que a la vez estaba dispuesto a permitirse amar a su mejor amigo, no desde la cadencia de la amistad sino desde la delicadeza del romance, de la misma manera que el desnudo anterior, aunque un poco más extenso, la oscuridad denotaba una tranquilidad y una visión estética singular, el ambiente se convertía en un cuadro trazado con pinturas eróticas. A mi parecer, el segundo desnudo fue más tranquilo; el primero se sintió algo nervioso e impaciente, pero el segundo tuvo calma, fulguró por el espacio con delicadeza y terminó de convencernos a todos de la belleza del cuerpo humano cuando se expone con claridad y sinceridad, más allá de puntos estéticos hegemónicos, sino desde una sinceridad artística.

La obra es atractiva, los intérpretes fueron creciendo en la medida que soltaban sus temores; considero que puede haber un mejor manejo del texto, que se puede ir trabajando. Los momentos fantásticos fueron los mejores, porque los actores emitían otra energía, otro punto de vista para acercar al mundo de la obra. Los desnudos me parecieron muy bien manejados, pese al nerviosismo de uno de los intérpretes, el chico que estaba enamorado de su mejor amigo.

Moisés Aurazo

26 de junio de 2024

Crítica: TRES DE ABRILL


Breves historias de muerte

Una de las iniciativas de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica es la de brindar un acercamiento a sus estudiantes de último año de la especialidad de teatro a la experiencia escénica local; es así que viene presentándose en el Club de Teatro de Lima la temporada titulada Tres de Abrill, con la producción, dirección y actuación en conjunto de jóvenes artistas en sólida formación. La puesta mencionada está constituida por un trío de microhistorias escritas por el muy interesante dramaturgo contemporáneo Federico Abrill, y el resultado final es bastante correcto, prolijo y entretenido.

Las tres historias, aunque breves e independientes, comparten la idea de la muerte como eje principal. El encargado de la dirección, Gustavo P. Billinghurst, consigue unirlas de manera coherente, a pesar de las tramas y estilos tan distintos que manejan. No es lugar para los muertos es una comedia ligera que involucra a un reciente viudo que insiste en permanecer en el velatorio y a un pícaro empleado que necesita el espacio para fines más mundanos. En Déjame ir, asistimos a una conmovedora conversación entre una madre y su hija luego de un terrible accidente; la primera no quiere quedarse sola y la segunda quiere partir. Por último, En la oscuridad ofrece una narrativa simbólica y elíptica entre dos misteriosas personas, alumbradas solo por linternas, en un espacio incierto y aparentemente, habitado por almas en pena. La ejecución escénica es bastante funcional en las tres secuencias, las cuales avanzan sin tropiezos, sumado al buen trabajo del grupo de intérpretes.

Los jóvenes Nini Llave, Sofía Núñez, Susan Pinedo Calderón, Héctor Montoya, Jair Zea y Fabrizio Morales no solo se encargan de darle vida a convincentes personajes, sino que cumplen además, diversas funciones en la producción del espectáculo, lo que resalta el carácter coral que debería ser una constante de toda puesta en escena. Con la asesoría de Marissa Béjar y Alesandra Reto, Tres de Abrill es un muy recomendable montaje que aborda de manera creativa la idea de muerte, desde distintas ópticas creadas por un mismo autor; pero también comprueba el gran nivel de estos jóvenes artistas en formación, dispuestos a crear proyectos teatrales con responsabilidad y cuidado.

Sergio Velarde

26 de junio de 2024

lunes, 24 de junio de 2024

Entrevista: GHERSON FLORES


“El actor tiene que estar dispuesto a jugar en todo sentido.”

En el mes del orgullo, viene presentándose la pieza Cuando el día viene mudo, escrita y dirigida por Diego La Hoz. Oficio Crítico conversó con uno de sus actores, Gherson Flores, quien nos comentó acerca de la importancia que tiene este texto en la actualidad, ya que regresa a los escenarios después de su estreno original en 2006 y de  varias exitosas temporadas en Lima y regiones.

Con esta obra, La Hoz cumple 25 años como director de teatro y fundador del grupo EspacioLibre, y lo celebra con esta puesta en escena, presentada por Sorpréndete Producciones con Ysabel Cáceda como productora general, que se despide de su corta temporada, este sábado y domingo, en el Teatro Mocha Graña (Jr. Sáenz Peña 107, Barranco), a las 8 p.m.

Entradas en Joinnus https://www.joinnus.com/events/theater/lima-cuando-el-dia-viene-mudo-61831 o escribiendo al Instagram de la productora (@sorprendeteproducciones).

Sergio Velarde

24 de junio de 2024

Crítica: MI CRISIS DE LOS 40


Entre lo personal y lo universal

Mi crisis de los 40 es un monólogo de humor escrito, dirigido e interpretado por Sofía Rebata. Un unipersonal dirigido para quienes, en palabras de la autora, fueron criados en las tóxicas décadas de los 80’s y los 90’s.  

Este espectáculo retrata el colapso de toda una generación por una crisis de la mediana edad debido a la pandemia, guerras, el calentamiento global, el contacto con extraterrestres, la inteligencia artificial y un largo etc. Además de ser la generación inicial de migración desde lo analógico hacia lo digital. Y que, dentro de todo, salieron a salvo de más de un posible fin del mundo. 

Mediante un hilarante viaje en retrospectiva, la autora realiza una revisión de su biografía para problematizar lo que sería una familia disfuncional de escasos recursos, la no planificación familiar, el amor romántico, la dependencia emocional y los excesos en dicha generación, donde los mayores de 40 años, incluso menores con alma de adultos, se sienten plenamente identificados.

De esta manera, la autora e intérprete juega con el público a partir de sus recuerdos y de cierta forma realiza una revisión a la memoria colectiva a través de momentos históricos específicos, actividades e incluso material cultural, como la música para analizar sus letras cantándolas con el público y así cuestionar y tejer su disconformidad con la vida.

Así pues, la actriz/público se vuelven parte de esa sensación de desromantización mediante el humor.

Conny Betzabé
24 de junio de 2024

lunes, 17 de junio de 2024

Crítica: HEIDI NUNCA SE FUE


Las vueltas de la vida

¿Es posible que el regreso de un viejo amor altere los cimientos de un presente ya construido? Esta pregunta podría ser la premisa de la obra Heidi nunca se fue, escrita por Juan Carlos Delgado (que también actúa), dirigida por Ysabel Kamasakari y bajo la producción de La Teatrek. Las funciones se presentan en el Teatro Cafae – San Isidro.

Una entretenida trama que fluctúa entre el pasado y presente de Alex, un hombre con una vida aparentemente resuelta. Sin embargo, Heidi, su amor de juventud, regresa para despertar la nostalgia de lo vivido, surgiendo muchos cuestionamientos que pondrán a prueba su actual relación. Completan el elenco Monserrat Granados, Claudia Gil, Yefrin Ayala y Milagros Arbildo, quienes interpretan sus roles con solidez, dotando a sus personajes de particularidades y utilizando el código de humor correctamente. Ahora bien, la escenografía dividida con los elementos funcionales para recrear los flashbacks se sincroniza con los cambios de luz y la música. Cabe resaltar la agilidad y precisión en los cambios de escena, lo cual se agradece, siendo un detalle importante que acompaña la esencia de la historia, que es ligera y dinámica.

Heidi nunca se fue es una pícara puesta en escena que confronta al espectador con aquellos vínculos que marcaron un antes y un después en el trayecto de su vida. Siendo el humor el ingrediente clave para reflexionar acerca de los cambios y desafíos que experimentamos como seres humanos a nivel emocional, lo cual determina nuestras decisiones, para bien o para mal.

Maria Cristina Mory Cárdenas

17 de junio de 2024

domingo, 16 de junio de 2024

Crítica: LA COSTUMBRE DEL MAR


Somos lo que comemos

Existen muchas reglas, tradiciones y costumbres que los marinos han seguido a lo largo de los años, como por ejemplo, aquella que obliga al capitán a abandonar el barco en último lugar ante un naufragio. Y entre ellas figura una muy especial, “la costumbre del mar”, que permite el canibalismo como mecanismo de supervivencia, en el caso de que un grupo de náufragos quede a la deriva sin posibilidad de rescate inmediato. Siendo el caso inmortalizado en el cuadro La balsa de la Medusa (Le Radeau de la Méduse) del pintor francés Théodore Géricault, la nueva propuesta del dramaturgo y director Jorge Robinet, titulada justamente La costumbre del mar, no nos propone una fatídica aventura en alta mar, sino que le da relevancia, paradójicamente, a la progresiva deshumanización del hombre frente a los nuevas circunstancias que trae consigo nuestra propia evolución.

Como dato curioso, se viene presentando actualmente en México la misma pieza, bajo la dirección de Reynolds Robledo, pero con el curioso nombre de Voraz; esto supondría acaso un mayor énfasis en el contenido escabroso de la trama: un famoso chef (Javier Valdés), con gran éxito en redes sociales, trata de preparar su mayor obra culinaria y para ello, realiza una convocatoria para escoger a la persona que cocinará en vivo, un aprendiz de cocinero (Aldo Miyashiro), a través de un reality show. Incluso en el montaje de Robledo, el público participa directamente del espectáculo, eligiendo en tiempo real por votación en sus dispositivos móviles qué parte del cuerpo debe ser cocinado primero. Por el contrario, Robinet se decanta más bien por una contundente crítica a la completa pérdida de sensibilidad producto del uso y abuso de las redes sociales, así como por el drama que viven los protagonistas para justificar su proceder.

Presentada en el Nuevo Teatro Julieta, la puesta de Robinet contrapone los colores blancos y asépticos frente a la truculencia de su historia. Solo bastan unas cuantas sillas, mesas y repisas, así como la pantalla del foro con las transmisiones en vivo, para involucrarnos con los personajes, muy bien definidos: Miyashiro luce muy correcto como este frustrado e insatisfecho aprendiz que busca la trascendencia que le fue negada a como dé lugar, frente a un enorme Valdés, dominante y egocéntrico, preocupado siempre en conseguir una mayor relevancia. Ganadora del festival Sala de Parto en 2016, La costumbre del mar refleja con acierto los excesos de la industria del entretenimiento virtual y advierte de los terribles efectos del consecuente “canibalismo” social, al que es arrastrada la humanidad por su peligrosa dependencia a la tecnología.

Sergio Velarde

16 de junio de 2024

Crítica: SOR-PRESAS


Sor-prendente y divertidísima
 

Sor-presas, creada por el autor estadounidense Dan Gogging y dirigida por Henry Gurmendi, reúne a un grupo de monjas quienes nos contarán qué sucede en su convento luego de un disparatado hecho: el envenenamiento de sus hermanas y los gastos para poder lidiar con los problemas que la muerte conlleva.

Partiendo de esta situación fuera de lo común, Brayan Vílchez, Oleck Chlebowski, Elihu Leyva, Luis Golding y Ricardo Bonilla despliegan una calidad humorística e interpretativa maravillosa. Enérgicos, comprometidos y maleables, establecen una conexión con el público desde el primer momento en que los espectadores entran a la obra. Interacción de por medio, los actores aprovechan a detalle las risas, reacciones y respuestas del público para nutrir la obra y hacer llegar la historia de una manera divertida y emocionante.

Con gran manejo de escena, se plantean coreografías, monólogos, escenas de humor. La calidad vocal de los actores y el manejo de armonías mantiene el mismo nivel que el despliegue escénico, por lo que el montaje termina siendo un producto sólido, entretenido y divertidísimo.

Por otro lado, el espacio se prestaba para esa cercanía con el público, aunque por momentos el juego de luces podía ser un poco estridente para dicha cercanía.

No hace falta decir mucho más. El montaje se lleva los aplausos y las risas de un público claramente agradecido.

Omar Peralta

16 de junio de 2024

sábado, 15 de junio de 2024

Crítica: CHOLO TERCO


Un cuerpo muerto y el otro que va a morir (microteatro)

En Caída libre, dos cuerpos se mueven en el espacio, hay una conexión entre ellos, un pasado, un recuerdo, una emoción; al principio, el ritmo es un poco tímido para crecer, pero conforme van pasando las palabras empieza a latir con mayor contundencia. Los intérpretes mantienen sus personajes; sin embargo, el trabajo del texto puede mejorar; muchas veces un cuerpo extraordinario permite que los espectadores se queden absortos por su despliegue, pero en el caso de los actores no siempre el cuerpo espectacular es el que sale a flote, es una tarea muy dura crear un universo a partir de las palabras, existen personas que lo logran como jugando mientras a otros les cuesta y requiere de disciplina y esfuerzo.

La historia logra conectar con las expectativas: un hermano muerto que se comunica con su hermana, no sé si a través del recuerdo o a través de un ensueño, pero van anidando una situación compleja, un sentimiento oscurecido por la muerte. La actriz guarda su pesar notoriamente, pero la naturalidad de las acciones no termina de concretarse; el actor es dinámico, activo y lúdico, sus textos salen más claros; no obstante, el contraste con la carga circunstancial que tiene su compañera de escena puede mejorar y suceder más esplendorosa.

En la segunda microobra, Antes de esto, temblaba, hay solo un cuerpo. El intérprete empieza lento, pero poco a poco la historia se hace patente, es una situación difícil para cargar en los hombros ya sea como humano, ya sea como artista; él sabe que va a morir, y desde ese horizonte conversa con nosotros, nos interpela en nuestra tristeza, en nuestra pena, pero hay atisbos de acontecimientos que pueden tener otro color, interpretaciones de lo que nos sucede desde otra perspectiva, desde una óptica resiliente. El actor tiene buenas intervenciones, sabe manejar su carga dramática, y sus textos consiguen naturalidad en muchos momentos.  

La forma en como presenta los hechos es interesante, como va prestando sus palabras, para que otros personajes se expresen, personajes que son como un aire que dirige el destino del drama. El artista interpela al público constantemente, haciendo referencia a lo que se le aproxima constantemente, hay una cierta calma en la forma de expresar, una situación que llega a conmover por circunstancias. 

El espacio, pese a estar descubierto y al ruido que se filtra por momentos, conversaciones del exterior, tiene una caja negra particular que permite encuadrar la percepción en un punto, el juego de luces fue sutil, pero aportó lo necesario para la generación de la atmósfera teatral.

Moisés Aurazo

15 de junio de 2024


viernes, 14 de junio de 2024

Crítica: ¡A VER, UN APLAUSO!


La muerte en clave de comedia

¡A ver, un aplauso! de César de María, bajo la dirección de Henry Sotomayor, es una obra que destaca no solo por su guion ingenioso, sino también por una dirección y actuaciones que elevan su sátira a un nivel memorable. La dirección de Sotomayor es hábil al manejar el equilibrio entre la comedia y la reflexión profunda, creando una experiencia teatral que resuena con la audiencia. 

El elenco, compuesto por Gian Loli, Ronie Cusó, Ethel Requejo y Miguel Soriano, ofrece interpretaciones destacadas que enriquecen la narrativa. Loli, en el papel de Tripaloca, logra capturar la esencia de un payaso callejero que, a pesar de su enfermedad, mantiene una chispa inagotable. Su capacidad para transitar entre momentos de humor y vulnerabilidad proporciona una profundidad emocional que conecta profundamente con el público. Cusó, como Tartaloro, complementa perfectamente a Loli, formando un dúo dinámico cuya química en escena es palpable. La lealtad y camaradería entre los personajes de Loli y Cusó son un reflejo conmovedor del apoyo humano en tiempos de adversidad. 
Requejo y Soriano también aportan actuaciones sólidas que enriquecen la trama. Requejo, con su talento para la comedia física y su presencia escénica, añade capas de humor y humanidad, mientras que Soriano aporta una energía y dinamismo vibrante y envolvente. 

La inclusión de música en vivo a cargo de Ger Vergara es un acierto que añade una dimensión adicional a la puesta en escena. La música no solo enriquece la atmósfera, sino que también contribuye a aligerar el tono de la obra, haciendo que el humor fluya con naturalidad. Las intervenciones musicales de Vergara proporcionan momentos de respiro y reflejan la naturaleza efímera y alegre de la vida, subrayando la idea central de la obra de encontrar humor y ligereza incluso en los momentos más oscuros. 

La dirección de Sotomayor y las actuaciones del elenco se complementan perfectamente, creando una obra cohesiva y efectiva. La habilidad de Sotomayor para dirigir a sus actores hacia interpretaciones matizadas y auténticas, junto con la elección de incorporar música en vivo, resulta en una producción que es a la vez entretenida y profundamente conmovedora. Quizá el único punto en contra que vimos va mas por una falla técnica del espacio, ya que sentimos muy poca acústica lo que llevaba a que por momentos no se escuchen bien algunas intervenciones.

En resumen, ¡A ver, un aplauso! es una obra que combina muy bien la comedia y la reflexión. Es una experiencia teatral que no solo hace reír, sino que también invita a la audiencia a reflexionar sobre la vida, la muerte y todo lo que estamos dispuestos a hacer para enfrentarnos a lo inevitable, un espectáculo de comedia ideal para disfrutarlo ya sea solo o en familia. 

Milagros Guevara 
14 de junio de 2024

jueves, 13 de junio de 2024

Crítica: TRES TRISTES TIGRES


Travesuras treintañeras

¿Qué podría ocurrirle a un trío de simpáticos amigos de toda la vida, atravesando la crisis existencial de los treinta y además, bebiendo los tres juntos abundantes cantidades de alcohol en un bar? Pues si bien resulta previsible lo que sucederá al abandonar el local, todos los previos que presenciamos en el espacio que ofrece el sótano del Hotel Selina tienen la suficiente vitalidad y gracia como para mantenernos atentos a los mencionados acontecimientos y pasar así, una hora sumamente entretenida sin mayores complicaciones. Todo esto lo logra el autor y director Mario Saldaña en la obra Tres tristes tigres, con la complicidad de tres sólidos intérpretes que se divierten a sus anchas en escena.

Parte crucial del espectáculo es la participación activa del público: el espacio acondicionado de manera circular, con el estrado en medio de las mesas en donde los espectadores consumen bebidas y snacks, permite inmiscuirse fácilmente en la trama. Cada uno de los tres amigos va apareciendo por la misma puerta por la que los asistentes ingresamos y al reunirse el trío comienza una velada de diversión, secretos revelados y sentimientos encontrados. Canto, baile, verdades y retos (algunos en complicidad con los asistentes más entusiastas), pero también muchas emociones que estos tres mejores amigos tenían guardadas y que encuentran algo de consuelo compartiéndolas entre ellos. 

Justamente, los tres personajes protagónicos logran escapar del fácil estereotipo a pesar de su concepción original (bloggera insatisfecha, padre al borde del divorcio, bohemio bisexual) y en ese sentido, el buen oficio y carisma de Valentina Gómez de la Torre, Eduardo Pinillos y Sebastián Ramos permiten involucrarnos en sus vidas, entenderlos como seres humanos con tantos defectos como virtudes, en medio de un derroche de sensualidad y energía, sin caer en lo grotesco. Tres tristes tigres (o la traviesa travesía de un trío a los treinta) cuenta una historia sencilla, en realidad, pero ejecutada con mucho feeling e interpretada por tres sólidos y versátiles actores que sostienen el espectáculo en gran forma.

Sergio Velarde

13 de junio de 2024

Crítica: MONA SE QUEDA


Un poco más de energía para reír

Mona se queda, obra presentada por Elempleadodelmes TEATRO y cuyo texto fue ganador del Concurso de dramaturgia ENSAD 2023, es una comedia potente que, si bien tarda en estallar, convence con su buen manejo del texto y el gran desenvolvimiento de sus actores. Interpretada por Abril Cárdenas y Omar Velásquez, y bajo la dirección de Juan Ramón Carrasco, la puesta  logra un buen dinamismo y llevar a la risa con el incomparable relato de un periodista ambicioso que busca llegar a lo más alto de su carrera sin importar los medios.

El texto es interesante y la propuesta busca estar al nivel de este. El texto marca un estado de constante cambio, rapidez en el escenario y fluidez entre las distintas escenas y los personajes; sin duda, todo un reto para Cárdenas, por la gran amplitud de personajes que manejaba. En un inicio flojo, falto de energía, los personajes secundarios de Cárdenas tardaban en despegar. Un punto que jugó en su contra fue los cambios de escena, de gran demora, donde la espera para iniciar una nueva escena, por momentos, se hacía insostenible. Tanto Cárdenas como Velásquez, no lograron arrancar la obra en el nivel de energía y urgencia que la escena requería. Pero lograron enfocarse y destapar aquello que tienen realmente sus personajes. Soltar esa timidez inicial y confiar en su habilidad para la escena. De esa forma, lograron desarrollar con mucho más juego y amplitud a sus personajes principales; no hay lugar a dudas del dominio de la escena por parte de ambos, llegados los momentos cumbre de la obra.

Desde la dirección, se puede ver un trato minucioso en la construcción de los personajes, estos comenzaron a cargarse de sutilezas que nutrían la obra y ayudaban a que el público esté mucho más presente, siguiendo la historia. Esto fue fundamental para poder ver también la transformación del personaje principal de Velásquez, de un muchacho rencoroso y ambicioso, a una persona en conflicto por las decisiones tomadas.

La obra se presenta al final con una vigencia brutal. Pues se reconoce en ella la historia reciente y nos permite de alguna manera no solo cuestionarla desde los distintos puntos de vista, tanto desde el Gobierno como desde los medios de comunicación, sino que es una buena oportunidad para desnudar las carencias que tenemos, y reírnos un rato, por qué no, de nosotros mismos.

Omar Peralta

13 de junio de 2024

miércoles, 12 de junio de 2024

Crítica: AÚN NO LO SÉ


Una odisea interior

Unos muebles de sala cubiertas por una sábana, una actriz que representa a la dueña de la casa, otro actor que representa figurativamente a su perro, y que van desempolvando y ordenando los muebles es el inicio de lo que parece una simple mudanza, con sus esperanzas y objeciones, pero que lleva contenido todo un volcán por reventar.

A través de llamadas de teléfono y de sus varias voces interiores materializadas a través de otros personajes de su pasado y de su perro, nos vamos enterando de la tragedia que ha dado origen a esta situación y los dos frentes que van tomando forma: uno mayoritario que busca una liberación y una débil que solicita luchar.

La obra es una exploración intensa y conmovedora de la sicología humana, donde la pérdida, el dolor y la esperanza se entrelazan en una narrativa que juega con la imaginación del espectador. El aislamiento voluntario en lo que luego descubrimos es la casa paterna nos lleva simbólicamente al origen y que también podría representar un final dependiendo de la fuerza que resulte ganadora.

Momentos clave de la obra: cuando la protagonista se rompe y conocemos por su propia boca el motivo por el cual se encuentra ahí; la danza donde las ideas se van confrontando y el momento doloroso real, casi al final de la obra, donde ya se obliga a tomar una decisión.

La escenografía es muy austera, pequeños bancos para mostrar diferentes áreas de la casa y ciertas prendas que su presencia inicial nos pasa desapercibida, pero que van tomando fuerza con el transcurrir de la acción.

Daniela Rodriguez hace un excelente trabajo mostrando esa enajenación que poco a poco se va apoderando de ella, Martín Velasquez muestra con ternura ese clavo al que se aferra la protagonista y Luis Cárdenas-Natteri nos convence con la vehemencia de su personaje. Mención a Milagros Guevara y Rodrigo Rodríguez en los cortos papeles, representando de los padres muertos, pero que dan el toque necesario para mostrar el panorama completo de las pérdidas de la protagonista. Otro punto que resalta es la máscara totalmente lograda del perro y que hace mucho más tierno al personaje.

En resumen, esta obra es un testimonio de la capacidad del teatro para explorar las complejidades de la experiencia humana. Con actuaciones sobresalientes y una narrativa rica en simbolismo que invita a la introspección y la empatía.

La obra está escrita y dirigida por Daniel Suarez Lezama y se ha presentado por cuatro únicas funciones en el Teatro Ricardo Blume, esperamos con ansias que haya una pronta reposición.

Ulises Cabanillas

12 de junio de 2024 

domingo, 9 de junio de 2024

Crítica: PERMITIDO, LA ÚLTIMA NOVELA DEL INSPECTOR TORRES y UNA FAMILIA FELIZ


Comedia, drama y reflexión en formato breve


Siguiendo con la fiebre del teatro en formato breve, Piso 1 continúa ofreciendo microespectáculos para todos los gustos, entre disparatadas comedias, tensos dramas y piezas con una muy oportuna cuota de reflexión. Presentándose actualmente en el Turno Noche, la irreverente puesta en escena de Permitido del dramaturgo argentino Pablo Dos Reis nos muestra nuevamente el eterno conflicto de la monogamia en una pareja, en este caso, la conformada por la relajada Vero Rova y la más conservadora Lilian Schiappa-Pietra, llegando la primera en mención de una fiesta a casa. La posterior y siempre agradecida presencia de Lía Camilo termina por desatar el caos entre estas mujeres, que encuentran acaso una solución temporal al conflicto detrás del sofá. Entretenida microobra con la dirección de Haysen Percovich, que basa su mayor fortaleza en el trabajo en conjunto del carismático trío de actrices.


Algunas piezas estrenadas de manera virtual en tiempos de pandemia encuentran un espacio para presentarse de manera presencial. Tal es el caso de La última novela del inspector Torres de Marc Egea, interesante contrapunto entre un inspector de policía y un escritor de novelas policiacas, en medio de una ciudad azotada por un asesino que copia los mismos crímenes de los libros publicados. El diálogo se centra en los intentos del policía por convencer al novelista de dejar de escribir; en ese sentido, tanto Manuel Baca Solsol y Claudio Calmet, respectivamente, se acomodan perfectamente en sus roles, bien dirigidos por Carla Valdivia, que le imprime una atmósfera vintage que enriquece el resultado final.    


Por último, en Una familia feliz, también vista en pandemia, Christian Avalos escribe y dirige una contundente pieza breve acerca de la doble moral y la pacatería todavía imperante en nuestra sociedad. Resulta increíble (pero muy probable) que el dibujo realizado por una niña, en el que aparecen dos mujeres de la mano como familia feliz, pueda generar tal caos en una institución educativa tradicional y conservadora. Bien resuelto el conflicto entre el sensato padre (Yamil Sacín) y la psicóloga (Andrea Chuiman) en el aula de la niña, aderezado con el remate que nos tiene preparado Avalos, para llevarnos a la urgente reflexión de lo dañinas que pueden ser la intolerancia y la hipocresía. Piso 1 mantiene un muy buen nivel de calidad en todas sus propuestas de formato breve.


Sergio Velarde


9 de junio de 2024


Crítica: MAMÁ M*RICON@


El rechazo de una sociedad

Para nadie es un secreto que la cultura en el país está en último orden de prioridades. Con esta sensación, donde parece que se retrocede en lo poco que se ha avanzado como sociedad, surge Mamá M*ricon@, obra escrita y dirigida por Germán Falco. Desde una tribuna en la que se busca evidenciar aquello que (forzadamente) se oculta, Mamá M*ricon@ es directa en saber la idea que quiere retratar.

En la obra, Dony (Yahir Manosalva) vive con su mamá viuda (Urpi Curihuamán) en Lima. Cuando su primo Alex (Joaquín Zavala) llega a estudiar y quedarse a vivir con ellos, se empezará a revelar un secreto que ha ocultado la familia por años. Un secreto obligado debido a la inconsecuencia de la familia y de aquellos que se reprimen a sí mismos para evitar hablar de lo evidente.

La obra tiene mucho de drama que contar, pero los mejores momentos aparecen con su mirada satírica y tragicómica. La complicidad de la madre y el hijo, y las burlas que se dan los primos ante esta sociedad heteronormativa nos muestran un mundo duro, pero donde el amor puede existir. Si resulta cómico (a veces bordeando el terreno de la parodia) ver a la mamá, de la rama más conservadora del catolicismo, extrañando el sexo, la piel y el contacto físico, pero a su vez siendo incapaz de manifestarlo; también resulta doloroso ver a un personaje capaz de renunciar a quien es (incluyendo un lavado de cabeza) con tal que pueda ser aceptado en su familia.

Más allá de la crítica que se le puede dar a la puesta en escena (tuve la poca fortuna de estar en una función con errores técnicos en la musicalización) y a los debates que podrían ser tratados con mayor profundidad, Mamá M*ricon@ es clara en ejecutar una propuesta provocadora donde no teme desnudar a sus personajes para preguntarnos qué es lo que incomoda, ¿dos personas amándose o toda una sociedad obligándolos a rechazar quienes son?

Gabriel Calderón

9 de junio de 2024

viernes, 7 de junio de 2024

Crítica: CITA A CIEGAS


Desencuentros y coincidencias en la plaza

Sin duda, un clásico moderno de la dramaturgia latinoamericana es Cita a ciegas, del escritor argentino Mario Diament. Llevada a escena en 2007 y 2016, la pieza regresa este año en el acogedor Teatro de Lucía, bajo la cuidada y prolija dirección de Nazira Atala. Esta historia de amores y desamores entre cuatro personajes, muy distintos entre sí, gira en torno a un viejo escritor ciego, que pasa sus días descansando tranquilamente en la banca de un parque. Pero esta aparente tranquilidad que se respira en las primeras escenas esconde un trasfondo bastante sórdido y violento, pues la naturaleza humana siempre será capaz de los actos más atroces, así como de las muestras de afecto más sinceras.

Una joven escultora (Valquiria Che-Piu) y un empleado bancario (Luis Jesús) mantienen diálogos “casuales” por separado con el escritor invidente (Paco Caparó); mientras que en el consultorio de una terapista (Luisa María Tafur), una mujer (Jennifer Gorriti) revela pasajes de su frustración marital. Lo que al inicio pareciera ser una serie de escenas independientes sin ninguna conexión, Diament las cruza hábilmente por los azares del destino. Como bien puede desprenderse de ciertas lecturas, puede que toda la trama sea parte de la imaginación del escritor, claramente este inspirado en Borges; sea como fuere, los personajes se encuentran bien delineados, y el suspenso y el interés aumentan progresivamente.

Con una propuesta minimalista, Atala logra darle la atmósfera apropiada a la puesta, recurriendo a un discreto pero significativo diseño de luces, que acompañan las emociones que van experimentando los personajes. Este es un texto con muchos diálogos, que exige un elenco que sepa aprovecharlos al máximo; en ese sentido, todos los actores lucen muy creíbles y sólidos, especialmente Caparó, quien retoma en buena forma su personaje desde la última temporada, y Che-Piu. Esta nueva versión de Cita a ciegas mantiene el misterio de las casualidades que aparecen en nuestras vidas, como también nos muestra buena parte de lo contradictoria que puede llegar a ser la naturaleza humana.

Sergio Velarde

8 de junio de 2024

jueves, 6 de junio de 2024

Crítica: SOLO YO ESCAPÉ


No hay futuro sin pasado

Solo yo escapé, dirigida por Vanessa Vizcarra en el Centro Cultural de la Pacífico, es en su totalidad intrigante, pese a su estructura nula de conflicto. En ese sentido, es una puesta en escena que se sostiene por la autenticidad en cada una de sus cuatro personajes: mujeres que aparentemente solo platican en una terraza, y que, de vez en vez se interrumpen saliendo de la realidad representada para narrar situaciones medianamente distópicas, no tan alejadas de acontecimientos que ya hemos vivido y seguimos viviendo mundialmente, entre estas: migración forzosa, violencia, pestes y/o pandemias, así como también hambruna y uno que otro guiño en la adaptación a una polarización cada vez más creciente en nuestra sociedad peruana.

Asimismo, en contraste a todo lo contextual, cada una de estas mujeres de cierta manera se defiende de su pasado, del qué dirán, de las miradas y secretos entre ellas mismas y de los silencios que pesan con los años. De este modo se confiesan, exponen y argumentan su calma ante lo catastrófico que parece estar sucediendo quizá no tan lejos de aquella terraza. La calma se presenta como barricada a la crudeza del pasado o futuro, e incluso hace frente a prejuicios sociales como, por ejemplo, la continuidad de la vida después de haber sido privada de su libertad, o la soledad que, a pesar de ser toda la obra una charla amena entre amigas, transmite una ausencia de escucha real, pues cada una de ellas está sentada/aplastada en ese momento y lugar por el peso de la vida que llevaron.

En general, esta obra nos plantea una serie de problemáticas sociales, como imágenes poéticas que, haciéndole frente al público, específicamente en los monólogos, se abren cuestionamientos sin caer en lo aleccionador y sostiene así al espectador en una atmósfera intrigante gracias a los contrastes generados por la iluminación y escenografía mínima pero ambigua.

Conny Betzabé

6 de junio de 2024

martes, 4 de junio de 2024

Crítica: INBESTIA


Pugna de valores 

El Centro Cultural de la Universidad del Pacífico está presentando la pieza teatral InBestia, escrita por Luis Alberto León y Mariela Nones Cotito, quien también la dirige junto a Patricia Biffi.

Inspirada en hechos reales acontecidos en la Biblioteca Nacional, la trama gira en torno al robo de libros e incunables nacionales detectado por Beatriz (Cecilia Monserrate), la nueva directora, quien confronta su sentido de justicia e integridad, frente a una beligerante funcionaria (Liliana Trujillo), que pretende mantener la cadena de corrupción en la institución, utilizando extremos métodos para lograr su cometido. Hechos que transcurren frente a una trabajadora de limpieza (Lupe Ramos), quien desde su posición funge de testigo y escudo entre las dos mujeres. 

Por otro lado, la escenografía nos ofrece varios simbolismos referentes al arte y la literatura, siendo los libros, elementos representativos del juego escénico. Enmarcados por el triángulo en que se convierten los personajes, cuya pugna de valores y antivalores refleja a una sociedad corrompida, casi incapaz de cambiar su destino. Los potentes monólogos son ejecutados con maestría por elenco, destacando la participación de Trujillo, quien se adueña del complejo personaje a su cargo. 

InBestia retrata con crudeza y realismo la crisis que aborda la moral, la ética, entre otros valores, de los cuales nuestro sistema público adolece, lamentablemente, como vemos todos los días en los medios de comunicación. Es un mal que parece expandirse y normalizarse cada vez más. Los cuestionamientos son muchos: ¿Cuáles son los límites de nuestras acciones? ¿Cómo hacer frente a los actos de violencia y corrupción? ¿Será que el sistema se ha rendido ante lo prohibido? Sin duda, mucho por reflexionar.

Maria Cristina Mory Cárdenas

4 de junio de 2024

Crítica: AZUL, UNA AVENTURA DE COLORES


Hubiera deseado tener una linterna y jugar en la oscuridad

Desde que ingresamos al espacio se percibe una atmósfera fantástica. Los payasitos que nos recibieron eran geniales, jugaban con nosotros, nos hacían bromas y conversaban con todos los que íbamos ingresando, peculiarizando algún elemento que encontraban en el público, ya sea su manera de caminar, su energía, algo que llevaban en la manos o iban comiendo. Una situación muy activa para los intérpretes y dinámica para los espectadores; por un momento creí que solo eran parte de la recepción, pero después descubrí que ambos eran parte de las escenas de la obra. Visualmente la propuesta es muy atractiva, las linternas que los niños tienen en las manos deambulan en la oscuridad y fomentan un ambiente mágico, la música está bien colocada, hay una banda en vivo que armoniza todos los pormenores de la obra, esta situación es un gran plus para la fantasía del espectáculo. La música acompaña muy bien todo el transcurrir de la historia, hay momentos en los que los intérpretes cantan. Al principio, cuando la protagonista presenta a sus amigos colores, el ritmo es exquisito, la composición sonora también; sin embargo, la letra no se alcazaba a entender con claridad, situación que disminuía la calidad de la composición; en otros momentos, cuando las canciones fueron más lentas, la voz estuvo un poco más clara y lo que trataban de decir se entendía mejor.

La historia es un poco larga, y la gran pregunta que me despertaba mientras emocionado miraba lo que sucedía, es si es teatro para niños o teatro para aquellos adultos que tenemos un niño interior. Anoto esta cuestión, porque los niños estuvieron muy emocionados en el recibimiento de Par e Impar, los dos payasitos, que dicho de paso contaban con una energía fantástica y una presencia encantadora; pero cuando la historia comenzó, empezaron a dispersarse y se volvió muy larga. Quizá los momentos espectaculares, como las apariciones de los personajes del Dragón o la Luciérnaga captaban su interés, pero por lo demás, parecían no seguir la ilación de la historia. Es cierto que eso sucedía con los más pequeños, mientras que los ya casi adolescentes permanecían atentos a lo que sucedía. Es así que me cuestiono sobre cómo podría ser el mejor teatro para niños en la actualidad, es necesario una trama tan compleja y larga o simplemente debemos buscar momentos pequeños en donde la atención del infante es nuestra. 

Por otro lado, pese a las dificultades para entender las primeras canciones, el trabajo vocal es muy bueno, resalto la composición de la Luciérnaga, desde la animación de objetos y desde la particularización de la voz. La intérprete dejaba una cadencia peculiar al emitir la voz de este ser fantástico, algo que amenizaba mis oídos y me parecía cercano a lo que es una construcción de personaje, alguien único, que solo existe cada vez que se prenden las luces y baja el telón.

Por lo demás, personalmente, salí encantado de la puesta en escena, me relajé mucho y el desenvolvimiento de los intérpretes fue muy bueno, me gustaron mucho Par e Impar, también Garabato, la Luciérnaga y el Dragón.

Azul, la protagonista, tenía un buen esquema corporal, sus desplazamientos mostraban una calidad técnica y su voz era familiar a un evento para niños; aun así, la sentí un poco lejana para mí, esto es una opinión subjetiva, pero pese a ello su simpatía en el escenario causaba mucho interés. Sería interesante preguntar a un niño su opinión sobre lo sucedido, esto podría dar con más exactitud indicios si las estrategias y la interpretación funcionó. Desde la mirada de un adulto que sigue siendo niño, me encantó el espectáculo y el ambiente, pero la historia se hizo un poco densa, la conexión entre los acontecimientos escénicos no me quedaba muy clara.

La banda, mención aparte, cautivó mis sentidos desde que ingresé al espacio, la sonorización de los momentos fue increíble, la mezcla de ritmos y de instrumentos percutivos con sintetizadores aportaba una esencia de luz y de sucesos mágicos. El trabajo artístico y de producción están en muy buen nivel, las cuestiones para reflexionar quizá serían sobre qué es el teatro para niños, cómo se encuentran los niños en el 2024 y qué herramientas o estrategias podemos usar para realizar un buen espectáculo para ellos. Por lo demás, hasta ahora, sonrío por lo sucedido, hubiera deseado tener una linterna y jugar en la oscuridad.

Moisés Aurazo

4 de junio de 2024

Crítica: COLISIONES


En Lima chocamos todos

Nuestras combis bien podrían representar gran parte de nuestra idiosincrasia limeña. La tan mentada “cultura combi” se refiere a la conjunción de todos aquellos factores que tienen responsabilidad en nuestro caótico tránsito vehicular de todos los días: unidades destartaladas a duras penas operativas, conductores y cobradores imprudentes y de lenguaje vulgar, papeletas amontonadas cuando no funciona la coima, pistas en estado lamentable, frecuentes y graves accidentes, etc. Pero a esta lista habría que agregarle también las penurias que viven los sufridos pasajeros y las acrobacias que deben realizar los policías de tránsito, quienes tienen también sus propios dilemas familiares y personales. Pues bien, Colisiones, escrita y dirigida por Eduardo Rios Cañamero, producida por La Máquina Insomne y coproducida por el ICPNA Cultural, y que inaugura además el novedoso Ciclo de Teatro en el Centro, es una excelente puesta en escena que, a través de secuencias que combinan acertadamente la tragedia y el humor, nos lleva a la reflexión sobre el estado actual de nuestra desorganizada ciudad en eterna colisión entre todos.

Ya desde la primera llamada dentro el auditorio del ICPNA Centro, la puesta en escena minimalista muestra claramente sus intenciones, con los cuatro actores vestidos de negro escenificando la “ley de la selva”, en una lucha simiesca coreografiada, teniendo como fondo la proyección de imágenes de nuestra transitada ciudad. Acercándose la tercera llamada, los intérpretes “evolucionan” progresivamente y se visten con las ropas de sus respectivos personajes: el policía de tránsito (Christian Ramirez), el estudiante universitario (Piero Rodriguez), el chofer (Bruce Pray) y el cobrador (Wedner Velásquez) de la combi. Las secuencias van sucediéndose en orden cronológico, en una mañana cualquiera en el Cono Norte, y seguimos a cada uno de los protagonistas de esta historia, de la que ya intuimos su trágico final; dicho efecto funciona, pues lejos de caer en fáciles estereotipos, Rios Cañamero humaniza a sus personajes, mostrándolos con todas sus miserias y frustraciones, pero a la vez como las eternas víctimas de un sistema que no da para más.

Sobresaliente el trabajo en conjunto del elenco, el cual logra cuatro convincentes personajes: nos conmovemos por el policía que no le alcanza el dinero para poder atender a su padre, por el estudiante con el estómago vacío que debe viajar horas para rendir un examen, por el cobrador que quiere “ascender” a conductor para conquistar a una chica, y por el chofer que debe comprar en el camino los medicamentos para su pareja a punto de dar a luz. Ganadora del 3° Concurso de Proyectos Culturales 2023 de la Dirección de Asuntos Culturales de la PUCP, Colisiones nos recuerda que nuestra capital se encuentra muy lejos de convertirse en la tan mentada “potencia mundial”; por el contrario, se ha convertido en la auténtica prueba de la formalización de la informalidad, desgraciadamente ya normalizada a todo nivel, de la mano de la incapacidad del ciudadano común para respetar y hacer respetar las reglas, importándole solo su propia conveniencia. La "cultura combi" nos involucra a todos; y además, literalmente, en Lima todos chocamos.

Sergio Velarde

4 de junio de 2024

lunes, 3 de junio de 2024

Crítica: FALTA POCO PARA LLEGAR A VIEJO


¿Qué es lo que llega con la muerte?

De la vida podemos filosofar mucho, tener mucha experiencia y evidencia, según nuestros contextos, vivencias, lugares visitados, amores, desamores, fracasos, éxitos; conforme avanzamos, en cada etapa de nuestra vida podemos, desde nuestro aprendizaje, hablar mucho de ella, y al mismo tiempo, quizá, saber muy poco. Y eso nos alienta a querer conocer más. ¿Y la muerte? ¿Qué hay de ella? Sabemos que existe, que está allí, pero no sabemos nada en realidad sobre ella. Religiones, filósofos, científicos han tratado de explicarla, pero es incierta, inesperada y siempre, siempre es un agente de transformación, de cambio, de repensar la vida. Todos tenemos una fecha de caducidad, sabemos que no estaremos en vida siempre; no obstante, andamos nuestro camino como si fuéramos eternos. Sin embargo cuando nos toca enfrentar una condición médica de cuidado, como lo es el cáncer, pues la muerte ronda aún más en nuestros pensamientos, y quizá nadie conozca mejor la vida que los que son conscientes que van hacia el final de ella, sin poder disfrutarla como desearían. Quizá vivimos muy aferrados a la vida.

A esta reflexión me llevó el texto escrito por César Adauto y dirigida en escena por Martin Figueroa; Falta poco para llegar a viejo logra cuestionarte acerca de la muerte y cómo llevamos cada cual, según nuestra historia de aprendizaje y contexto, cómo afrontamos o evitamos lo inminente del fin de nuestra vida. Esto es un acierto en dirección,  ya que al poner cinco pacientes oncológicos en un espacio cerrado, se habla también de la elección que tiene cada uno de ellos de su propio encierro interno o de, en esas condiciones, buscar vivir a plenitud cada día. A pesar del contexto, lo que me recuerda la experiencia de Viktor Frankl en los campos de concentración nazi en su libro El hombre en busca del sentido. Llega también a mostrar la pieza teatral dentro de esta atmósfera de condena con calma, esperanza y bromeando incluso sobre la muerte. Señalando también el frágil sistema de salud que tenemos, así como la indiferencia total hacia los pacientes.

Los actores Sofia Rivera Kroll, Gus Castro, Richard Torres, César Adauto, Sebastian Olivencia, Fátima Orbezo y Rodrigo Basto hacen un muy equipo de escena, todos destacan mostrando un trabajo limpio, con ritmo y bien organizado. La música en vivo está en momentos precisos de la escena brindando un ambiente idílico, la escenografía es minimalista, ya que el trabajo recae en el equipo actoral. Recomendada.

Manuel Trujillo

3 de junio de 2024

Crítica: SIMÓN


Crudos testimonios de un asesino serial

Cada cierto tiempo aparecen espectáculos teatrales que dividen al público y a la crítica, obras ante las que no es posible permanecer indiferente: o las amas o las detestas. La nueva apuesta de la agrupación Butaca Arte & Comunicación, titulada simplemente Simón, es indudablemente una de ellas. La historia de Simón Wayne, un peligroso asesino serial responsable de la muerte de más de cincuenta mujeres, es una verdadera prueba de fuego para el mencionado colectivo que ha sabido enfrentar con ingenio textos de contenido violento, como Carne quemada (2022) de Jaime Nieto, o Frenesí (2022) de Herbert Corimanya. Y es que resulta pertinente la pregunta para este reciente estreno: ¿Cuál es el objetivo de sumergirnos en la enloquecida mente de este psicópata? ¿Se busca acaso encontrarle alguna explicación o justificación para su insano proceder? Dependiendo de las subjetividades de los espectadores, las respuestas pueden ser muy variadas.

La dramaturgia de Daniel Quispe se toma dos largas horas para narrarnos los tristes orígenes del asesino (Dante del Águila) en medio de una sociedad (norteamericana de décadas atrás) previsiblemente hostil y violenta; pero también para conocer los desesperados intentos de la psicóloga encargada del caso (Eliana Fry García-Pacheco) por encontrar a su hija desaparecida. Desprovista por completo de humor, el director Martín Velásquez nos presenta una puesta en escena no apta para todo público, e incluso difícil de digerir para aquellos que, como quien escribe, se consideran fanáticos de series de crímenes y películas de asesinos seriales. Eso sí, el regodeo en la violencia se ve equilibrado por una estilizada representación de las escenas de tortura contra sus víctimas: los cuerpos de Daniela Sosa del Rio, Fabiola Huamán y Lucía Meza (quienes representan además a las mujeres en la vida de Simón) se mueven silenciosos durante los encuentros con el asesino, mientras que el público solo lo escucha a él "justificar" sus crímenes por la insólita diferencia entre mariposas y polillas.

Los intérpretes, por su parte, están intachables, entre quienes se encuentra la siempre solvente Fry García-Pacheco; sin embargo, habría que destacar la composición que hace Del Águila, en el que quizás sea su rol más intenso a la fecha: su Simón, acaso inspirado en el Frank Zito de Maniac (William Lustig, 1980) resulta inmisericorde en cuanto a la brutalidad que ejerce contra sus víctimas y su sola presencia en el escenario provoca tensión. No obstante, resulta imposible no opinar sobre la reacción del público en sala (en todo caso, durante la ejecución todos nos convertimos en espectadores de la misma): movimientos y respiraciones incómodas y un par de celulares cayendo al piso denotan que muchos esperaban que la ejecución termine lo más pronto posible, así como la obra. Improbable que haya quien le haga caso al encargado de la prisión (Juan Pablo Bustamante), que pide orden y respeto por el condenado ante los gritos de los numerosos deudos. Simón, que tuvo temporada en el Teatro Mocha Graña, es el retrato macabro de un oscuro personaje, desprovisto por completo de simpatía; un dilatado montaje que bien puede ser tachado de misógino, morboso y truculento, pero que contiene secuencias notables. Un arriesgado espectáculo que, así como lo es el arte, se encuentra destinado a incomodar.

Sergio Velarde

3 de junio de 2024

domingo, 2 de junio de 2024

Crítica: ANATOMÍA DE LA FRONTERA


Lo que las guerras nos dejan

El Grupo de Teatro Llaqta siempre se ha caracterizado por la conciencia social que le impregnan a sus variados espectáculos; algunos, con dramaturgia propia como Último acto, escrito por la actriz y directora Noraya Ccoyure, y otros, clásicos contemporáneos como Nuestra Señora de las Nubes, del maestro Arístides Vargas. En esta oportunidad, el grupo optó por el formato de creación colectiva, bajo la dirección de Guillermo Ale, proveniente de la interesante agrupación argentina La Cuarta Pared. La puesta en escena, estrenada en el espacio no convencional Teatro Aforo XI, lleva por título Anatomía de una frontera y se inscribe dentro de aquellos necesarios montajes que reflexionan sobre los horrores que nos dejan los conflictos armados.

Nos ubicamos en una nación indeterminada, azotada por una cruenta guerra entre los bandos del Norte y del Sur. Hasta una de las garitas llega una mujer (Ccoyure), proveniente del Sur, que desea cruzar la frontera para encontrar a su esposo. No se lo permiten un implacable oficial (Fernando López) y un joven soldado (Joseph Mendoza) que esconde un terrible secreto. La dirección desarrolla bien los conflictos entre los personajes y apuesta, entre otros aspectos, por estilizar el contenido de violencia que la sencilla trama provee, ralentizando algunos movimientos; esta propuesta no distrae del conflicto, pues la mayor fortaleza radica en la caracterización realizada por los intérpretes.

Buen trabajo de López y Mendoza, convincentes y precisos en sus roles, con una mención especial para Ccoyure, conmovedora y valiente como esta mujer dispuesta a todo por reencontrase con su pareja. Los elementos escenográficos podrían estilizarse aún más y además, ser más utilizados en la ejecución escénica; no obstante, la historia es lo suficientemente clara y fluida como para seguirse con interés. Anatomía de una frontera es una muy pertinente apuesta del grupo Llaqta en estas épocas en las que el mundo se desangra de manera absurda, y que nos muestra que, efectivamente, en una guerra no gana nadie. Perdemos todos.

Sergio Velarde

2 de junio de 2024