domingo, 31 de mayo de 2020

Colaboración regional: LA RESISTENCIA DEL ESCENARIO


¡Abre, por favor, Jaime, el telón!

Las tablas del escenario resuenan con la proximidad del espectador, el hombre asiduo de ver el espectáculo se asoma a paso apresurado por los pasillos tenues, que conducen al fondo de ese lugar, una luz baja anuncia que ya todo está listo, es la noche, es el día o es el amanecer, es todo, es el momento que acompaña,  es el instante que será efímero, que solo acompañará a nuestra vida, es ese momento, la emoción, la enseñanza, la sensación, está con nosotros, ya estamos listos, vamos anuncia que ya saldremos, ¡sí, ya saldremos!, ¡llegó el momento compañeros!, ¡vamos, abre el telón!, ¡qué esperas, abre el telón!,…. ¡qué sucede!, ¡abre el telón!… ¡Jaime, revisa, qué pasa, qué sucede!, si algo pasó soluciónalo ¡ahora!, ¡la función ya debe comenzar y no debemos retrasarnos!... ¡Abre, por favor, Jaime, el telón!.. ¡Que tenemos que presentarnos!, ¡estamos listos!, ¡la obra ya está terminada!, ¡el público espera y el telón no debe de estar cerrado!... ¡Ábrelo!... ¡Dónde están!, ¡dónde se fueron todos!, ¡qué pasó!, ¡no me boten del escenario, porque tengo una función!, ¡no me saquen del escenario, porque tengo una función!, por favor, no quiero cubrirme la boca, con ese tapaboca o como tú quieres llamarlo! ¡No me deja trabajar la voz, necesito crear, con mis compañeros!

Ese silencio de las calles no me deja, el miedo de sus veredas y de sus puertas no me deja salir, no me conformo a esa nada, el tiempo es solo un vacío, que tiene su tiempo violento de voces que estremecen al público y a los compañeros, no hay más… solo el tiempo, porque no se detiene y que su paso se hace cada vez más lento y lento y consume el esperar…

Adaptarse ¡ja! Sí, claro, cómo no, adaptarse tras una pantalla, adaptarse a no estar presente al público, de verlos, de estremecerse cuando te observan, de sonreír cundo te sonríen, de girar en torbellinos cuando te abrazan después de terminar una función, adaptarse a lo que alguna vez fue el sentido pálpito del golpear de palmas de ese fulgurante espacio, adaptarse, adaptarse, el espíritu del teatro, él no puede, lo siento, pero esa alma saltarina y poética del teatro no puede, y yo tampoco, veo las olas de ese viento que arrastra a mis compañeros hacia la desesperanza, no es su culpa, no es de nadie, son cosas del tiempo, es esa tormenta que nos esperaba, es ese telón que no logró abrirse y que demora y demora en levantarse, no me pidas que mantenga cerrado el telón, porque seguiré insistiendo que se abra, una y otra vez, sé que no me cansaré… llámalo fe, llámalo insensatez, llámalo como quieras, pero insistiré hasta que ese telón vuelva a abrirse, porque ya estamos listos, compañeros, el maquillaje aún resiste, las luces están aún bien calibradas, el corazón está latiendo con fuerza como siempre, las emociones están con nosotros, vamos, resiste, compañero, resiste que el telón ya se tendrá que abrir… 

Tercera llamada…

Edgar Palomino Medina
Ayacucho, 31 de mayo de 2020

miércoles, 27 de mayo de 2020

Crítica: CAMERINO VIRTUAL (Parte II)


Reflexiones y sensorialidades desde la virtualidad, parte II

“Camerino Virtual”, además de proponer experiencias escénicas virtuales, ha tenido la iniciativa de ofrecer una variada gama de obras dentro de la misma temporada. En total, son seis representaciones, las cuales se transmiten en dos grupos y días distintos. El segundo listado de obras cuenta con Shakira es más inteligente que nosotres, Cómo ser lesbiana y no morir en el intento y la lectura dramatizada de Bernardo y Valentín.

Shakira es más inteligente que nosotres

Esta propuesta es un monólogo escrito y dirigido por Sebastián Eddowes e interpretado por Gonzalo Whitehead. Se nos presenta un youtuber, haciendo una de sus transmisiones de siempre, esta vez para compartirnos cómo es que Shakira y su música ha estado presente en momentos importantes para el personaje. Desde la dramaturgia se ha hecho el trabajo de buscar conexiones directas entre las letras de ciertas canciones icónicas de la artista, apelando a las etapas por las que Shakira ha pasado en cuanto a su evolución musical. La construcción del personaje estuvo llena de detalles: la corporalidad, la forma de hablar y el manejo de los distintos objetos en la obra denotó un trabajo minucioso por parte de Whitehead. El enfoque de la cámara de transmisión nos permitía ver el interior de una habitación, dividida en dos planos distintos: un primer plano, donde se veía al actor hablando a la cámara, y un segundo, que abarcaba el manejo del resto de la habitación: la cama y una silla extra. Esta división de espacios fue una decisión acertada desde la dirección, pues permitía darle matices a lo que se iba contando: existían momentos extrapolados de la realidad, en los cuales se podía ver al personaje fantaseando con los sucesos que iba contando, reviviendo físicamente experiencias importantes, permitiendo que el espectador sea testigo de ello. Un detalle que es importante tomar  en cuenta es la comodidad del actor con relación a los objetos y vestuarios que utiliza. En el caso de esta obra, era evidente que en el cambio de vestuario final, el vestido era tan incómodo para Whitehead que lo tenía que acomodar casi todo el tiempo; este tipo de altercados se deben evitar, pues distrae al espectador. Finalmente, se da una reflexión a la que se llega después de este paralelo entre la música de Shakira y la actitud del personaje, lo que constituye un buen cierre de todo este mundo creado ante el espectador.

Cómo ser lesbiana y no morir en el intento

El segundo monólogo de esta lista es  interpretado  por Lía Camilo, dirigido por Norma Berrade y con la dramaturgia de Gina Guerrero. Una videollamada con una íntima amiga se convierte en una serie de confesiones personales, donde el espectador es cómplice. La actriz, al no hablar a la cámara, permite al público la sensación de estar “espiando” la conversación, un detalle que capta la atención desde el inicio. El manejo de la información y el ritmo con el que se iba compartiendo fue certero por parte de la actriz, pues se le notaba concentrada y que había interiorizado el texto minuciosamente. La manipulación de una manta para escenificar ciertos momentos narrados por Camilo fue certera, pues permitía al espectador ver más detalles de lo contado. Es así como esta manta podía convertirse en un vestido, una escalera, entre otras imágenes. Esta obra, al igual que el primer monólogo, es un compartir muy franco desde la experiencia de ser homosexual y no ser aceptados como tal: una invitación a la empatía del público. No necesitamos ser de la comunidad LGTBQ+ para lograr cuestionarnos y reflexionar sobre los distintos juicios que se nos impone.

Lectura dramatizada de Bernardo y Valentín

Lectura interpretada por Carlos Victoria y Víctor Prada, escrita por Diana Gómez y Víctor Augusto Mendívil. Esta comedia es definitivamente un buen cierre dentro de esta lista de obras. Este texto propone un juego para confundir al público: hablar de un muerto y entrar en debate sobre quién debe limpiar y quién no. La situación entra en un enredo tal –a propósito, desde luego- que el espectador no sabe con certeza lo que está por pasar. La construcción de los personajes en esta lectura dramatizada fue certera: ambos en ropa de cama, dos hombres que son pareja hace muchos años y  comparten las tareas de su hogar. Es interesante cómo es que tanto Victoria como Prada lograron la apropiación del texto y la  situación, pues mantuvieron el ritmo y las energías necesarias para una obra cómica como esta. Las distintas discusiones que nacían a raíz de este “muerto” van enredándose a tal punto que el espectador oscila entre muchas opciones-desenlace. Este efecto es interesante, porque invita al público a una experiencia más activa: es inevitable preguntarnos sobre qué es lo que han matado. ¿Una persona? ¿Son asesinos? ¿Qué clase de personas son ellos dos? Después de tantas montañas rusas de especulaciones, se logra aclarar lo que realmente pasaba, provocando una sensación de alivio por saber lo que realmente mataron. Definitivamente este tipo de obras están hechas para hacer saltar al espectador de sus butacas/sillones, y en esta ocasión se logró ese efecto.

Es interesante la selección que "Camerino Virtual" eligió en esta temporada. La estrategia de escoger obras de media hora de duración –o menos- permite captar la atención del espectador de mejor manera: la  concentración frente a una pantalla definitivamente agota más que frente a un escenario. Gracias a plataformas –en este caso, Zoom-, podemos seguir en la búsqueda de nuevas manifestaciones artísticas, a pesar del contexto que estamos viviendo. Las distintas temáticas abordadas en esta temporada tienen un objetivo en común: invitar a la reflexión y la empatía de quienes  acuden virtualmente a verla.

Stefany Olivos
27 de mayo de 2020

Crítica: CAMERINO VIRTUAL (Parte I)


Reflexiones y sensorialidades desde la virtualidad (Volumen I)

Dentro de las propuestas escénicas que se vienen dando durante el aislamiento, un grupo de artistas ha creado “Camerino Virtual”, con la intensión de no dejar de contar historias a pesar de la crisis existente. Distintos dramaturgos, actores, actrices y directores se han sumado al gran riesgo de proponer nuevas experiencias  a través de plataformas virtuales. El espectador tiene la oportunidad de ver tres funciones distintas por día: dos obras y una lectura dramatizada. Las primeras obras en liderar esta temporada fueron Demonios en la piel, 3, 2, 1… Estás ahí y la lectura dramatizada de Cenizas quedan.

Demonios en la piel

Este monólogo, interpretado por Silvia Majo, dirigido por Gabriel Gil y escrito por Eduardo Adrianzén, nos trae un acercamiento sensible al personaje: ¿por qué es actriz? Esta pregunta dispara el desarrollo de la obra. Hay un juego interesante de muchos aspectos que responden a dicha pregunta. Uno de los más interesantes fue el paradójico hecho de encarnar la fantasía (personaje) de alguien más (dramaturgo). Se juega mucho con cómo es que vive y encarga esa conversión actriz – personaje. El monólogo está lleno de estímulos hacia el espectador: desde la dirección, se jugó con recursos como la repetición de frases, matices vocales de distinta intensidad, desplazamientos en el espacio y manipulación de elementos. Estos recursos fueron certeros, pues aportaron a la carga sensorial que la obra poseía. El uso de estas herramientas revistieron el monólogo, de manera que había dos canales de percepción: en primer lugar, la historia contada desde el texto y, en segundo lugar, la historia contada desde el lenguaje visual corporal de la actriz. Majo consiguió apropiarse de aquellos recursos con concentración y precisión, de modo que captaba la atención del espectador en todo momento. El vestuario que utilizó principalmente fue una chaqueta, la cual cumplía la función de una máscara: representaba simbólicamente la transición hacia la encarnación de un personaje; este recurso fue claro desde el principio. Se utilizó una sola cámara que acompañaba a la actriz en todo momento, por lo que se movía casi todo el tiempo. Esto, si bien permitió conectar más de cerca con la performance de la actriz, también provocaba distracción debido a la inestabilidad de las imágenes que captaba el dispositivo. Esto se vio acompañado de una falla técnica, en el que se vio la información de la pantalla del celular por error. Quizá en estos casos sea bueno utilizar un sostén de cámara un poco más estable ya  los celulares son tan sensibles al tacto que pueden jugar una mala pasada. Es importante hacer hincapié en el manejo de las cámaras en este tipo de experiencias, pues son las cámaras las que van a cumplir la función de los ojos del espectador.

3,2,1… Estás ahí

Desde el título de la obra, escrito por Paris Pesantes, se puede intuir una sensación de juego. Cheli Gonzáles y Manu Rodríguez encarnan esta historia –dirigida por Ximena Aguilar-. Todo inicia como un encuentro a través de videollamada, una rutina que parece haber sucedido con frecuencia entre ambos. Sin embargo, hubo recursos que desde el inicio denotaron con especificidad el verdadero contexto de la obra: mientras que a Gonzáles se le ve en su cuarto, en un escenario “real”, a Rodríguez, no. Este último estaba acompañado de una luz muy potente, a lado del enfoque de su rostro solamente. Este recurso fue atinado para denotar que efectivamente pertenecían a dos planos distintos de la realidad: un hermano fallecido, y una hermana que no logra superar su muerte.  En este caso, el uso de la  luz fuerte dentro del encuadre del hermano, fue un recurso simple y correcto. La posición de las cámaras permitía al espectador sentirse cómplice de este encuentro, pues se tenía muy de cerca los rostros de ambos actores. El vínculo que se formó entre los hermanos durante la experiencia fue conseguido gracias a una concentración y conexión que ambos actores lograron: el manejo del texto fue eficiente en ambos. Si bien este fue un encuentro que pasa a la vida o a la muerte como la conocemos, ambos personajes dejan hacia el final una lección muy importante, dentro del contexto que estamos pasando: cada uno, desde su posición, debe continuar la lucha que nos toque vivir; no va a importar la distancia física, pues lo que nos une a nuestros seres queridos va más allá de todo problema o contexto.

Lectura dramatizada de Cenizas quedan

Trilce Cavero y Julio Navarro fueron los actores a cargo de esta obra, dirigida por Silvia La Torre, con la dramaturgia de Diana Gómez. Esta propuesta consistía tanto de narraciones de cada persona como “escenas” del presente de la obra. La caracterización en una lectura dramatizada suele ser un plus, sobre todo si contamos con el hecho de que la cámara puede enfocar partes específicas de quien realiza la lectura. Cavero destacó dentro de la representación debido a que logró una construcción de personaje total: la corporalidad, actitud, caracterización y manejo de objetos que desarrolló fueron impecables. Los elementos que utilizó la actriz eran los necesarios para estimular la imaginación del espectador en cuanto al desarrollo de la historia. En cuanto a Navarro, si bien hubo una construcción de por medio, hubo momentos en los que se notaba cierta desconcentración de su parte. Esto provocaba que en pequeños momentos el texto suene desligado de la interpretación del actor. Este tipo de desconexiones pueden distraer o confundir al espectador. Ambos actores manejaron correctamente los saltos entre momentos de narración y de interpretación de los hechos que iban ocurriendo. Aquel logro le daba dinamismo al desarrollo de la lectura. Es interesante cómo se juega con la imagen de fuego, relacionado tanto a la idea de pasiones como a los desastres que pueden provocar. La pareja supo darle matices a esta imagen, explotándola y estimulando la imaginación del espectador.

Stefany Olivos
27 de mayo de 2020
Foto: Juan Carlos Oganes 

domingo, 24 de mayo de 2020

Crítica: HOTLINE


Teatro live dentro de la pandemia

Tras la aparición del COVID-19, el mundo ha entrado en una etapa de reinvención, donde artes como el teatro están buscando cómo manifestarse. Una de las primeras obras en sumarse a este reto dentro del confinamiento social es Hotline, protagonizada por Javier Valdés y Daniela Mayuri, dirigida por David Ames. Esta historia transcurre durante la actual pandemia: un coronel, quien acaba de perder a un ser querido, encuentra refugio en el alcohol y el mundo virtual; así conoce a una joven, Poly, con quien entablará una relación particular a través de una videollamada.

La plataforma por la que se transmite esta obra es Instagram. La modalidad consiste en seguir dos cuentas específicas de los personajes de la obra. Minutos antes de la transmisión, ambos personajes –Héctor y Poly– van subiendo las tres clásicas llamadas previas a la función a través de historias dentro de la plataforma. La transmisión de la representación es en vivo, a través de la opción “transmisión en vivo”, por lo que el espectador debe estar atento para entrar a dicha opción. Esta modalidad elegida por “La sangre life” –productora de la obra-, logra simular la reunión de asistentes a cada función, de manera virtual, dentro de estas cuentas creadas especialmente para la obra, de modo que propone una interacción mayor con el público.

Al ser una transmisión en vivo, están presentes dos cámaras, una por cada actor. El ángulo de visión percibido del personaje de Héctor nos permite observar un escenario cómodo, con algunos elementos que dan información sobre el estatus social en el que se encuentra. El camisón de satén y el trago en las rocas fueron utensilios certeramente elegidos para redondear al personaje. En el caso de Poly, era posible observar un sillón rojo algo desgastado, una luz tenue y una botella de plástico usados, tres elementos que denotan un contexto algo precario para el personaje. El vestuario, que no dejaba lugar a la imaginación, nos situaba a los espectadores de manera clara en el contexto de aquel encuentro.

Ambos actores manejaron de manera certera los giros temáticos y el cuadro de intensidad que la obra planteaba. Casi todo el tiempo se veía un plano muy cercano de los rostros de cada uno, de modo que era posible reconocer inmediatamente lo que cada personaje iba pasando internamente –la mirada y los silencios fueron clave para esto-. Esto permitió que se forme un vínculo interesante entre ambos actantes, de modo que provocaba empatía y captaba la atención desde el primer momento. Hacia el final, sin embargo, casi no se escuchó un sonido importante dentro de la decisión de un personaje. Esto creó confusión, pues no dejaba claro qué es lo que estaba sucediendo. Es importante tener en cuenta que, si se va a utilizar un efecto o un sonido, se escuche claramente en la transmisión, para no crear confusión.

Se nos presentó el encuentro entre un ex coronel y una actriz, ambos en crisis, tratando de sobrellevarla por separado, mientras están viviendo dentro de la actual pandemia. Esta característica ya nos lleva inmediatamente a pensar en nosotros, dentro de nuestras distintas situaciones. Pérdidas masivas de empleo, familiares enfermos o fallecidos a causa del virus en cuestión, imposibilidad de trabajar por el distanciamiento social son distintas situaciones que, aunque no todos la pasen, es necesario ser empáticos con las realidades de otros. ¿Cuáles son los cambios que personalmente tendremos que tomar? ¿Cómo nos sentimos al respecto? Tendámonos la mano, necesitamos hablar sobre cómo nos sentimos; escuchemos, aunque de manera virtual; y, sobre todo, quedémonos en casa.

Stefany Olivos
24 de mayo de 2020

sábado, 23 de mayo de 2020

Crítica: ASUNTO DE TRES

COVID y… un “Nuevo teatro”

La situación actual ha ocasionado grandes cambios en la rutina del ser humano. Esta pandemia ha generado que varios gobiernos establezcan el distanciamiento social como posible solución ante el contagio del COVID – 19. Esta drástica medida ha provocado que la mayoría de lugares - por no decir todos- con gran concurrencia de personas cierren sus puertas. Así, negocios, aeropuertos, empresas, colegios, universidades, estadios, bibliotecas, museos, teatros y varios espacios más ya no funcionen como antes lo hacían. Como efecto mariposa, cada cambio o variación en este sistema ha repercutido en la vida de cada uno de nosotros, también, en la vida del teatrista creador, que quiere seguir labrando en su oficio.

Ya que el distanciamiento social impide que los intérpretes y espectadores se encuentren en un solo lugar, los espacios teatrales se trasladaron a los espacios virtuales u en línea. Así, tratando de unir el lenguaje teatral y audiovisual, Samoa Producciones nos invita a este mundo - ¿será también teatro? – con su propuesta “Odisea 2020”, en la que se ha convocado a más de 20 intérpretes para el montaje de varias obras de teatro con una duración de no más de 30 minutos.

Asunto de tres es una de las obras seleccionadas para presentarse en esta producción. El dramaturgo es Gonzalo Rodríguez Risco y, en esta ocasión, los intérpretes son Alejandra Rivera, Alejandro Baca y Augusto Gutiérrez.

La obra se transmitió en vivo –sin convivio– a través de la plataforma YouTube. El primer fragmento de la obra inicia con las actuaciones de Jano y Alejandra. A nivel actoral, ambos intérpretes generan un ambiente teatral, pues la energía brindada a sus movimientos y cada palabra dicha son característicos del teatro. Por otro lado, el espectador podía observar dos enfoques. Pues, estas indicaban que estaban transmitiendo la obra a través de dos ángulos. Dado que se observaba dos pantallas en la plataforma, esto, a veces, a inicios de la obra, generaba desconcentración a pesar de que era la misma obra, solo grabado desde ángulos distintos. Además, debido a la cercanía de las cámaras a los actores y las actuaciones teatrales de estos, a veces, no se entendía lo que decían. En general, en este primer fragmento, creo que no lograron convergir el lenguaje teatral y audiovisual. Sin embargo, las actuaciones, dentro del código teatral, sí fueron precisas.

En el segundo fragmento, actuaron Augusto y Jano. Aquí, en la transición del primer al segundo fragmento, duró unos segundos más. Sin embargo, ese error “teatral” –porque es en vivo– fue solucionado y pasó a segundo plano dicho inconveniente. A comparación con la primera situación, este fragmento de la historia fue verosímil, es decir, tanto el código teatral y audiovisual convergieron y, dentro del mundo de las convenciones, fue creíble para el espectador. Además, en este caso, los actores tenían conciencia de que estaban al frente de una cámara, y no debían realizar movimientos exagerados, sino contenidos. La situación también ayudó a que ambos lenguajes se unificaran porque ambos personajes estaban frente a una computadora personal, que para los actores era la cámara.

En el tercer fragmento, participan también Augusto y Jano. Aquí, como en el primer y segundo fragmento, utilizan dos planos de cámara. A comparación de la primera, las cámaras presentan una mejor posición respecto a lo que desean mostrar y, también, ya no desconcentraba al espectador. A comparación de la segunda, la situación ya no les ayudó a generar ese ambiente creíble, pues crearon la atmósfera para que lo sea. Así, con la cámara mejor posicionada y las actuaciones no tan teatrales o exageradas lograron convergir otra vez ambos códigos.

Así, con el fin de paliar esta actual coyuntura, varios artistas escénicos se sumergen a la búsqueda de nuevas formas en el quehacer teatral. Una de ellas es como la que está realizando el elenco de Samoa Producciones; sin embargo, podría ser de otra manera. Ahora, toca procesar y preguntarnos si aquello que nos muestran es teatro o, tal vez, es un “Nuevo teatro”, una forma más contemporánea respecto al teatro que conocemos. Pues, tal vez, con la ayuda de la tecnología, el teatro, que se originó como un rito, deba cambiar.

Elio Rodríguez
23 de mayo de 2020

Crítica: LA ENTREVISTA


La entrevista en cuarentena

Hace tiempo que no escuchaba las ya conocidas primera, segunda o tercera llamada antes de iniciar una función y, aunque en esta ocasión no las escuché, si las leí, fue quizá lo más cercano que me sentí como espectador, desde que inició esta cuarentena. Precisamente, eso demuestra que los artistas no podemos vivir sin el arte y es justamente en tiempos difíciles, donde haciendo uso de diversas plataformas digitales, ideamos estrategias para poder reinventarnos, uniendo así el lenguaje teatral con el lenguaje audiovisual. Es el caso de La Entrevista, una obra de formato corto, quienes con gran acierto lograron sumergirnos en una nueva experiencia, donde las cámaras de transmisión se convierten en un actor más. En esta ocasión utilizaron YouTube en vivo, como medio de emisión.

Un atractivo mensaje en la pantalla, nos invita a abrigarnos y, a conseguir algo de comer y beber, para disfrutar de la función, a su vez, la canción Dear Prudence de los geniales The Beatles, nos servía como compañía, en esta pequeña espera, que pronto terminaría con una agradable voz, invitando a buscar el asiento más cómodo de nuestro domicilio. Asimismo, como medida de precaución, ubicar la puerta de salida más cercana del lugar donde nos encontramos, para disfrutar de esta nueva experiencia teatral, con las medidas correspondientes del caso.

Clo Vargas y Alejandra Villasante son las actrices encargadas de darle vida a esta obra de 23 minutos de duración, donde la señora Laura Ibáñez (Villasante) tiene una entrevista en el colegio de su hijo. La citaron para hablar sobre el desarrollo de Santiago durante el trimestre, además, tendrá que responder a algunas preguntas formuladas por la tutora (Vargas) que serán un poco incómodas para ella.

Ambas actrices interpretan apropiadamente sus personajes, cambiando de emociones, mientras la intensidad de la obra va subiendo, para finalmente terminar con otra canción de The Beatles, Don't let me down.

La Entrevista tiene como escenario un reducido espacio donde cabe un pequeño escritorio y dos sillas, una decoración minimalista completa la escenografía, lo necesario para esta interpretación; a pesar de ello, las actrices supieron manejar correctamente el momento de una pequeña pelea que se originó entre ambos personajes dentro de la trama, sin embargo por momentos se salían de escena, perdiendo el encuadre de las cámaras utilizadas. En esta ocasión usaron una cámara para el plano general y otra para enfocar desde el lado lateral a la Sra. Ibáñez; por momentos ambas cámaras fueron proyectadas en una misma pantalla logrando que se visualice a detalle las reacciones de ambos personajes.

Está propuesta de teatro streaming es traída gracias a Samoa Producciones, escrita por Álvaro Pajares y bajo la dirección de Nella Samoa Álvarez. La Entrevista es una de las cinco obras que conforma el proyecto “Odisea 2020”, la temporada va hasta el 23 de mayo en distintos horarios.

Milagros Guevara
23 de mayo de 2020

jueves, 21 de mayo de 2020

Crítica: EMPANADA PARISINA

Odiseas teatrales frente al Covid – 19

El contexto del Covid – 19 definitivamente ha marcado un antes y un después en el estilo de vida que conocíamos hasta antes de esta pandemia. La gran pausa que el mundo ha tenido que tomar nos ha alejado físicamente de nuestros seres queridos, centros de labores, actividades culturales, entre otras rutinas que añoramos desde el inicio del aislamiento en casa. Aunque nos cueste asumir como sociedad este gran cambio, es necesario aceptar estas circunstancias, acomodándonos a las nuevas condiciones: trabajar desde casa, reunirse virtualmente con nuestros grupos de amigos, tomar clases virtuales, entre otras. El sector teatral fue uno de los primeros en parar sus actividades, y será uno de los últimos en poder volver a desempeñarse como solía hacerlo. Es por esto que, dentro de la necesidad de adaptarse al distanciamiento, se están llevando a cabo nuevas experiencias teatrales a través de plataformas digitales como Zoom, Youtube, Instagram, siendo estas algunas de la larga lista de medios existentes. Es así como Samoa Producciones ha lanzado su primer proyecto dentro del aislamiento, “Odisea 2020” , donde ha convocado a más de 20 actores y actrices para darle vida a distintas obras de corta duración (30 minutos), representadas en vivo a través de una plataforma digital.

La primera obra en estrenarse dentro de este proyecto ha sido Empanada Parisina, con la participación de Sebastián Ramos, dirigida por Nella Samoa Álvarez y escrita por Álvaro Pajares. El actor enseña al público su receta secreta para preparar la mejor empanada, mientras cuenta un suceso personal que sorprenderá al espectador. La representación ocurre en una cocina, con la presencia de dos cámaras ubicadas en puntos estratégicos distintos.

La transmisión se hizo en vivo a través de la plataforma YouTube. Al utilizar este tipo de medio, es importante la selección de planos que las cámaras enfocarán, pues estos definen lo que el espectador va a observar. La selección de la dirección fue utilizar una cámara para un plano general de la cocina, y otra para enfocar de cerca la manipulación de insumos. A lo largo de la representación, el actor manejó de manera eficiente los focos de atención entre ambas cámaras: mientras en una pantalla se observa el rostro del actor, en otra aparecen las manos correspondiendo al nivel de intensidad que la escena iba adquiriendo. Era interesante observar por ambas cámaras una concordancia de ritmo y energía, conectadas directamente con lo que el actor iba contando: tanto desde la palabra como desde la corporalidad del actante se podía percibir cómo la historia iba trascendiendo. Esta característica captaba inmediatamente la atención del espectador.

Es importante en este tipo de representaciones ser consciente del manejo del espacio de tal modo que pueda encajar en el encuadre de las cámaras utilizadas, aspecto que se logró en este caso. La caracterización y hablar de escenografía se convierten en un reto, pues claramente se trabajará con elementos que se encuentren accesibles dentro del hogar del actor o actriz: en esta obra se logró cubrir las necesidades de la historia de manera óptima, de modo que sumaba a dar información y contextualizarla. Si bien este formato no permite la reciprocidad propia de un acontecimiento teatral –compartir un mismo espacio-, el hecho de ser una representación transmitida en vivo hace que el espectador capte lo que ve de una manera distinta. La sola consciencia de esta característica es un factor importante: es la nueva convención intermedial entre el actante y el público.

Todo el gremio artístico está probando herramientas para que el teatro no pare a pesar de la coyuntura. ¿Podemos decir que estas experiencias son teatro per se? Definitivamente no. Si bien deriva de él, tiene códigos distintos que deben ser vistos como una nueva forma de representación legítima. Ante la crisis presente, es necesario estar preparados para probar, aceptar y arriesgar ante las transformaciones de sectores y actividades con las que solíamos convivir: la tecnología, como en esta obra, estará de nuestro lado para ello.

Stefany Olivos
21 de mayo de 2020