Nueva estocada contra el amor
El año pasado se estrenó una comedia que supo diseccionar hábilmente
las relaciones sentimentales de una manera tan certera como desenfadada,
tomando como punto de partida la tirante relación existente entre madres e
hijos: Las crías tienen hambre, escrita y dirigida por Alejandro Clavier, fue
un contundente estreno independiente que diseccionó con maestría la agridulce
historia de amor de una pareja disfuncional, gracias a la apabullante credibilidad
lograda por los actores Nani Pease y Tirso Causillas. Este año, y por el
contrario, la pareja protagónica en mención asume diferentes roles escénicos
para arremeter nuevamente contra el tradicional concepto del amor. Y si bien es
cierto, los resultados no alcanzan los mismos brillos obtenidos anteriormente,
el estreno de Como castigo por mis pecados, escrito por Causillas y dirigido
por Pease, es una digna y divertida exploración de lo contradictorio de nuestros
sentimientos.
Si en Las crías tienen hambre nos entrometíamos dentro del íntimo departamento
de una pareja dispareja, en Como castigo por mis pecados asistimos a una conferencia
en la que el exitoso psicólogo especialista en autoayuda, el popular gurú del
amor Ezequiel García (el mismo Causillas), presenta su libro en contra, por
supuesto, del amor. Es decir, el realismo de la primera puesta en escena,
contrasta con el juego artificial y absurdo de la segunda, con dos modelos actores
contratados para la conferencia, Ana (Fabiola Coloma) y Juan (Ángel Valdez),
dramatizando una suerte de escenas de la vida conyugal. El ritmo de la puesta
en escena es sostenida en gran parte de su duración por el elenco, excepto por
algunos momentos puntuales, en los que la solemnidad y la redundancia en la
dramaturgia afectan la escalada de humor.
Por su parte, Causillas está intachable como el experto conferencista
del anti-amor, aunque su presencia va perdiendo fuerza, conforme la pareja
conformada por Coloma y Valdez va dejando de lado la sobreactuación de sus
roles, para iniciar su propia historia romántica. La presencia del Loko Pérez,
que tan bien acompañó los montajes de Vida de miel y El ornitorrinco, como el reemplazo del músico oficial del evento, resulta forzada por ratos fingiendo primero tardanza y luego extrañeza ante el mismo. La directora Pease realiza un encomiable trabajo de
dirección, al hacerle creer al público
que estamos efectivamente, asistiendo a una conferencia. Como castigo por mis
pecados, estrenada en el Teatro Mocha Graña por (Nos)otros teatro, es una
divertida puesta en escena que nos muestra con ironía y sarcasmo las entrañables
debilidades de estar enamorado.
Sergio Velarde
28 de junio de 2015