“El arte es una herramienta para sanar, pero también para
entenderse”
Ganadora el Premio de (Nueva) Dramaturgia Sara Joffré 2019 por
su interesante y simbólico texto La sonrisa del niño araña, la joven artista Desly
Angulo recuerda que su primera inspiración fue una obra teatral para adultos.
“Fue más como una intuición,” comenta. “Era un unipersonal en el que una actriz
interpretaba a varias mujeres de la historia, salía Eva y Cleopatra, era un
cuestionamiento a la masculinidad y al papel de la mujer en el tiempo y yo
quedé encantada.” Posteriormente, sin ser consciente del todo de su vocación,
empezó a realizar actividades relacionadas al teatro, a pesar de no contar su
colegio con un profesor ni elenco de teatro. “Me puse a escribir y a dirigir, buscaba
mi propia gente, entraba salón por salón a buscar a mí elenco; muchos de mis
amigos del elenco se metían, más por ayudarme, que porque les gustaba.”
El arte desde temprana edad
Desly comenta que uno de sus amigos, que quería estudiar Ingeniería
Mecatrónica y no estaba para nada relacionado al teatro, decidió apoyarla en
una actuación por el Día de la Madre y desde esa oportunidad hasta ahora, ya no
dejó la actuación. “Es Gustavo Seclén, ahora se dedica a eso y es muy gracioso,
porque se metió a ayudarme nada más,” recuerda Desly. “Decidimos fundar un
elenco en el colegio ese último tiempo de Secundaria, empezamos a hacer movidas
con propuestas muy cotidianas, o adaptaciones, por ejemplo, para el Día del Maestro
hacíamos una adaptación de A cocachos aprendí, pero como si fuera una anécdota
del colegio.” Desly organizaba la puesta, sin ser consciente de sus
habilidades, y empezaba a armar un proyecto escénico, escribiendo y dirigiendo,
de manera intuitiva.
Al salir del colegio, Desly pensó dedicarse a otra cosa,
pero sí relacionada con las letras. “Pero cuando me enteré que Gustavo estaba
estudiando ya dos años de teatro, me dije: ¿Cómo puedes estar estudiando teatro, cuando debería ser al revés?,” revela.
“Por Gustavo es que también decidí estudiar Teatro, paralelamente a Educación,
con especialidad en Lengua y literatura.” Desly es licenciada en Educación de
la Universidad Villareal, pero no abandonó su vocación por el teatro,
dedicándose a actividades ligadas al performance. “Llevaba a escena la poesía y
la literatura, pero desde lo teatral, por ejemplo, desde encargos que me daban
mis amigos de literatura, que publicaban sus libros o querían hacerle homenajes
a ciertos escritores; entonces leía, escribía y proponía algo pequeño, pero me
emocionaba y podía durar como cuarenta y cinco minutos, pero muy intuitivo y
libre.”
El primer maestro de Desly fue Ramón García, quien dictaba
en la AAA. “A mi mamá no le gustaba eso, un día me vino a buscar, me sacó de los
pelos y no volví más; pero dos años después me encontré con Gustavo y él me
llevó a Espaciolibre,” confiesa. Y en ese colectivo conoció a uno de sus
referentes teatrales más importantes, a su director Diego La Hoz. “Tiene un
estilo particular para componer desde la escena, desde la escritura, para mí
eso fue genial,” confirma. “Diego es genial, lo quiero muchísimo, valoro lo que
aprendí de él, con muchos lenguajes sosteniéndose en escena, se podía construir a
partir de cualquier cosa de se observaba con atención; me enseñó actuación,
escritura, en general, teatro en un todo, porque Diego te pone a escribir, a
actuar, a dirigir.” Desly ingresó a todos los talleres que podía en
Espaciolibre, donde también tuvo la oportunidad de trabajar y así tener
herramientas para poder componer. “Me sirvió mucho para todo, para
absolutamente todo, fui otra desde aquel momento.”
Actuar, escribir y dirigir
La primera obra profesional en la que actuó Desly fue Cita a ciegas (2016) de Mario Diament en el Club de Teatro, dirigida por Christian
Oré. “Sin embargo, yo sí considero mucho las temporadas que hice con Diego en Espaciolibre
dentro de sus talleres de creación e investigación,” reconoce Desly. “Pasamos
por varios procesos, por ejemplo, en Cuerpo lienzo, basada en la obra de J.E.
Eielson y en Los funerales de doña Arcadia, pero solo en la primera parte, no pude continuar, porque me operaron una semana antes del estreno, fue terrible
y bueno, de ahí continué mi camino.” Fue así como en el 2015, junto con Judith Cortez, Desly funda Cuarta Maraña, sala independiente que
funcionó los siguientes años,en el Centro de Lima. "Un lugar en donde pasaron grandes
temporadas y muchos amigos artistas nacionales e internacionales; ahí comenzó un
nuevo camino, donde había que encontrar una voz propia; aprendimos mucho."
Fue La sonrisa del niño araña la primera obra de formato
largo que Desly escribió y que fue
llevada a escena profesionalmente, fuera de la Sala Teatro Cuarta Maraña.
Durante la premiación, al recibir su reconocimiento, ella mencionó a sus maestros,
principalmente, a La Hoz. “Diego siempre está en todo lo que hago, nunca voy a
olvidar sus palabras: se puede crear a
partir de cualquier cosa,” comenta. “Un día cotidiano, se me vino a la mente un
dialogo en el que una mujer encontraba una pierna y la atmósfera de ese diálogo,
que era muy irónico y muy frío; estuve ahí unos días con esa idea recurrente
hasta que se empezó a componer.” La trama de La sonrisa del niño araña
involucra a un niño que está acabando con toda la población arácnida de su casa
y solo le resta encontrar a las últimas tres. Desly consiguió una acertada
metáfora de la violencia, la ausencia de igualdad y el abuso de poder en
nuestra sociedad. “Empecé a tener sueños, señales, encuentros con muchas arañas
y eventualidades que se empezaron a
juntar y nació la historia de las arañas, pero sabía que tenía que ver con la
mujer, con los pedazos no solamente en el sentido físico, sino los pedazos que
vamos juntando y reconociendo para sobrevivir como especie, como mujer y como
sociedad.”
La puesta escrita y dirigida por Desly pasó por dos momentos
puntuales. “Primero la montamos para un festival que organizamos en Cuarta maraña,
que fue Siete voces de dramaturgia peruana,” menciona. “Fue por recomendación
de César de María, que es también mi maestro de dramaturgia, que me dio varios
alcances en el texto y me animó a hacerlo.” Las actrices de esta primera
versión fueron Judith Cortez, Ethel Requejo y Diana Tolentino; posteriormente
se logró una coproducción con la Ensad para realizar una temporada formal. “En
esa oportunidad, trabajamos nuevamente con Ethel (pero ya en otro papel),
Gianiré Rosalino y Tania López; estuvimos después en la Casa Winaray , luego
nos fuimos a un festival en Piura; y el trabajo de fue moviendo , fue un lindo
trabajo en realidad.”
Si bien La sonrisa del niño araña fue su primera dirección
profesional, Desly se encargó de otro proceso de dirección en aquel entonces: Uku
Pacha (2018), un carnaval de muerte, que fue una intervención callejera que
constó de cinco paradas y un “entierro”, partiendo de la Plaza San Martin hacia
la Asociación de Artistas Aficionados. “Fue una idea que salió con Gianiré, para
trabajar algo arriesgado y nos pusimos escribir,” rememora Desly. “Básicamente
queríamos rescatar en lenguaje de la calle, pero fusionarlo con el lenguaje
teatral, sin descuidar ninguna de las dos, sin necesidad de sacar el teatro a
la calle, ni meter el teatro callejero a la sala.” Desly considera que se debe
ser noble con el público, rescatar lo más bello de los códigos escénicos. “La
propuesta era como un pasacalle, muy parecido o similar a una fiesta mortuoria
de la sierra hacia el cementerio, con una banda musical; en el recorrido nos
vamos enterando de lo que va ocurriendo, fue una metáfora del Perú, de la
nacionalidad y el patriotismo en nosotros que se va deformando o encontrando ,
y también con la juventud, con la añoranza de esperanza.”
El talento en el arte
“Considero que una buena actriz de teatro debe tener
disposición, riesgo y estar viva, o sea estar atenta,” asegura Desly. “Sí creo
en el talento, es un primer impulso para hacer las cosas, pero también creo que
nosotros tenemos muchas capacidades pero ubicarnos, encontrarnos con aquello es lo más complicado y luego ponerse a
trabajar con eso, volverlo un talento, no es una tarea fácil, se requiere trabajo; cuando no se usa,
se atrofia y deja de ser un talento.” Por otro lado, una buena directora de
teatro debe “tener paciencia, mucha paciencia, fuerza y percepción.” Desly sí
cree que el ser actriz es una ventaja como directora. “Pero a veces me ha
traído complicaciones, porque desde mi mismo trabajo escénico, desde mi
escuela inicial, estoy acostumbrada al trabajo duro como actriz.” Menciona
a propósito, el exigente trabajo físico con La Hoz en Espaciolibre, que como
directora le costaba enfrentarse al hecho de que un actor no podía con sus
indicaciones escénicas corporales. “Yo creo que el cuerpo del actor y de la
actriz es muy importante, si no está
presente, nada está vivo; todo lo interno toma vida cuando está en el cuerpo.”
Para el exigente trabajo de calle de Uku Pacha, el cansancio de los actores resultó
un problema. “Siento que la primera versión fue muy dura para los actores,
además era verano, yo les pedía mucho esfuerzo, porque teníamos que ir a la
calle y hacer una propuesta diferente, con pocos recursos, era una locura; creo
que fue duro para los actores, y también yo estaba aprendiendo, a ver, a vincularme con tantas personas; recuerdo con
mucho cariño ese proceso.”
Como dramaturga, Desly es de las que prefiere dejarle la
interpretación al grupo que decida hacer alguna de sus obras, con total
libertad. “Creo que lo más rico es entregar el texto como está y que se haga
libremente; el trabajo del director es determinante para lo demás; mi modo de
escritura es bastante libre, junto lenguajes, así que ese juego me permite
crear, y ¿por qué no permitir que el directo juegue?, ellos pueden “jugar” como
quieran.” A Desly le agrada mucho la idea de ver alguno de sus textos en
escena, sin tener participación en la dirección. “La incomunicación de algunos
códigos puede dar como resultado algo muy hermoso, inesperado, como muchas
obras que se están creando, y a eso me refiero desde mi visión como escritora:
yo veo algo de una forma, pero el director puede proponer otra y potenciar lo
que él quiere decir.” Agrega que cree lo suficiente en su dramaturgia, para no
preocuparse por la libertad en su forma. “Cualquier cambio puede embellecer y
modificar, ese desconcierto que se genera
me parece interesante, hace que el teatro pueda estremecer.”
Procesos y proyectos
Desly considera al arte como una herramienta para sanar,
pero también para entenderse. “Creo que un director tiene un sentido especial,
que es el poder reconocer los límites, va hasta cierto punto hasta encontrar lo
deseado o lo inesperado, sin perturbar ni maltratar al actor ni todo lo que
contiene,” afirma. “Por eso pienso que la percepción es algo muy importante;
para mí, por ejemplo, esto me puede ser algo muy suave, porque yo estoy
acostumbrada, por mi formación inicial, a entrenar muchas horas diarias en un
proceso creativo; pero yo, como directora, no puedo hacerlo, tengo que ser
perceptiva, tener mucha empatía con la persona que estoy trabajando, porque es
un ser humano que tiene su propia información y formación.” Desly es consciente
que no puede aplicar ciertas técnicas para dirigir, pues puede violentar y
trasgredir los límites de los actores. “Fue todo un rollo, yo estuve en un
taller de (Guillermo) Castrillón y creo que él tenía un estilo que podría ser
cuestionable, pero yo supe hasta dónde ir, creo que hay una intuición natural,
para saber dónde estamos y con quién estoy trabajando, pero definitivamente no
estoy de acuerdo que se trabaje con excesos, no se puede vulnerar a las
personas definitivamente, menos engañarla.”
El público, tan desinteresado de las salas teatrales es un
asunto urgente para nuestra comunidad. “Tenemos que seguir saliendo del teatro y
no subestimarlo,” asegura Desly. “Pero no ser absolutos y decir que vamos a las
calles y ahí nos quedamos; una de mis intenciones, por lo menos con Uku Pacha,
sabíamos que no queríamos que sea una obra callejera, pero tampoco una obra que
sea en un teatro; queríamos llevar a la gente de fuera, a través de un
pasacalle, al teatro.” Añade también, la importancia de sembrar en los niños no
solamente el teatro, sino el arte en general, al igual que la literatura, que
es muy importante en los niños. “Debemos seguir trabajando en nuevas formas, no
restringirse a una sala de teatro, si
queremos tomar el riesgo de cómo involucrar a más personas que no hayan tenido
experiencias teatrales, tenemos que empezar a salir del teatro a espacios no
convencionales, no teatrales.”
Esta mitad de año, Desly comenta que Cuarta Maraña repondrá
obras como La sonrisa del niño araña y Uku Pacha. “Entre mis próximos proyectos
artísticos, estaré dirigiendo una obra de creación colectiva con compañeros de
Club de Teatro de Lima, proyecto que habla del plástico y que mezcla
disciplinas artísticas,” anuncia. “También estaré en escena junto Eliana Fry y
los compañeros de BUTACA Arte & Comunicación, en un trabajo colectivo que nos habla del agua y sus condiciones para
el futuro; y en cuanto a nuestro proyectos familiares, seguiremos itinerantes
con El coleccionista y el buscador perdido, con una temporada en Casa Cultural
Winaray,” concluye.
Sergio Velarde
28 de marzo de 2020