El amor como motor
La casa Kambalache abre sus puertas para
compartir un jovial espectáculo independiente donde, gracias a la disposición
del generoso espacio, se nos permite sentir que somos partícipes y esa
adrenalina, porque nuestro personaje (con el que nos identificamos o aquel que
nos habló y miró a los ojos) haga lo que nosotros haríamos en su lugar, o quizá
lo que solemos hacer si nos encontráramos en una circunstancia similar. Identificando
así manías, nuestras tonterías, miedos y todo aquello a lo que nos motiva el
amor o la necesidad de sentirnos amados y de amar, cómo dejar de estar fundidos
en la agobiante soledad, cómo nos modificamos para gustar evitando verdades o
cómo es que somos seres tan contrarios que hacemos todo lo opuesto a lo que deseamos.
Porque a través de la temática abordada por esta propuesta escénica, se recrea la
cantidad y calidad de esfuerzo que procesa nuestro ser para tan siquiera dar un
primer paso y alcanzar la tan difícil tarea de salir de nuestro ensimismamiento
y vincularnos con el otro. En un mundo tan acelerado y sobreestimulado como en
el que vivimos bajo el qué dirán, detenernos y revisar esas formas que tenemos
de amar, parece ser una acción necesaria y revolucionaria.
Así pues, por amar al amor por el teatro, es el director a cargo quien genera
un vínculo primero al darnos la bienvenida y tras una breve introducción
respecto a quiénes y qué es lo que veremos, toma la posta en la luminotecnia y
nos entrega un compilado de piezas teatrales hechas claramente de la manera,
vamos a llamarlo, más artesanal y a la vez minimalista. Donde menos es más, siendo
así, que el foco de atención de inicio a fin, son las actuaciones del pequeño
grupo humano conformado por actrices y actores tan frescos como atractivos.
Quienes, en un viaje entre el pensamiento y el lenguaje, nos inducen al
cuestionamiento. ¿Por qué nos limitamos a hacer lo que por otros se considera
correcto?
Con una duración de poco menos de una hora,
se nos presentan tres historias concebidas por tres dramaturgos peruanos que abordan
muy bien las estructuras escénicas influenciadas por estrategias cinematográficas.
Al menos, así se percibe a través del lúdico rompimiento de la cuarta pared que
ha sido utilizado como hilo conductor entre los tres acontecimientos.
De esta manera se alcanza a atrapar al
público para su acompañamiento activo, cada cual desde sus respectivos asientos
siendo parte de las historias, ya sea a partir del uso del elemento, la
conexión entre las miradas actor-espectador, hasta las ansias locas de querer
ser parte del momento. Las risas, los suspiros, las manos y piernas inquietas son
un reflejo de querer ser parte de todo ello, de querer drenar la energía a
través de los personajes que cada vez más van evocando momentos cotidianos,
comportamientos naturales de cada uno de los seres humanos. El enamoramiento,
la ilusión, la ensoñación con el ser amado, la desilusión o rompimiento y
finalmente, la inevitable e indispensable reconciliación con el amor.
Conny
Betzabé
27 de febrero de 2023