viernes, 31 de mayo de 2024

Crítica: CARAMBOLA


Contextos y adaptaciones

Para adaptar una obra antigua y extranjera a nuestra realidad nacional actual y que quede en buen estado, pues hay que tener mucho cuidado. Y es que la razón de “peruanizar” una pieza supone un acercamiento de la trama y personajes, que viven en otra realidad en tiempo y espacio, a nuestra idiosincrasia para su completo entendimiento por el público. Sin embargo, si este proceso no se encuentra del todo bien desarrollado, se corre el riesgo de que el resultado sea (a veces) muy extraño o, peor aún, completamente inverosímil. ¿No sería acaso más sensato mantener el contexto original? De esta manera, las acciones y actitudes presentadas, por más atípicas que sean, estarían justificadas por tratarse de realidades ajenas a la nuestra. Ese sería el caso, en general, de la comedia Carambola, presentada en el Teatro Auditorio Miraflores, que a pesar de tener ciertas irregularidades debido al aspecto antes mencionado, mantiene muchas secuencias bastante logradas.

Con versión y dirección de Ricardo Morante, el espectáculo se basa en la comedia de enredos llamada Óscar, escrita por el francés Claude Magnier en 1958. Por un lado, el diseño de producción luce inmejorable, con tres pantallas en el foro para delimitar los espacios, muebles rodantes y sonido ambiental, que apuntan inequívocamente a nuestros tiempos actuales. No obstante, esta “modernidad” de la puesta en escena, por ratos, no luce coherente con la historia que se cuenta, una que refleja el estilo de vida europeo de los años 50, con matrimonios arreglados con dotes incluidos y confusión de identidades, por ejemplo.

Además, todos los personajes actúan de manera insólita, desde el empresario de cuyes que hace tratos con el empleado que lo desfalcó, hasta la hija rockera que hace tick tocks en el baño para luego comportarse con una niña engreída delante de sus padres; pero una vez dentro de la convención en la que literalmente cualquier cosa puede suceder (como las tres mochilas idénticas de diferentes dueños), los actores regalan varias escenas divertidas. Buen trabajo de Sebastian Stimman (en reemplazo de último momento debido al accidente del actor original), Ricardo Combi, Cecilia Tosso, Katherina Sánchez y Renato Pantigoso, todos ellos con el suficiente oficio como para sacar adelante el montaje; curiosamente, es la más joven del elenco, Ana Paula Simón, la más destacada gracias a un muy creíble doble papel. Carambola podría ganar más puntos ubicándose en su contexto original; sin embargo, el resultado final no es para nada desdeñable.

Sergio Velarde

31 de mayo de 2024

Crítica: LOS CARACOLES


¿El fin justifica los medios?

Mientras presenciaba la puesta en escena (y reía mucho), esta pregunta rondaba mis pensamientos. Todo lo que somos capaces de hacer por conseguir nuestros objetivos, cómo nuestras escalas de valores están regidas por esos “triunfos” que necesitamos conseguir para sentirnos que somos alguien, ese ascenso, esa aceptación del otro o de un grupo, ese reconocimiento, el hecho de “SER ALGUIEN” nos ha ido deshumanizando y alejando del “SER”. Nuestra propia aceptación está en la mirada del otro, en cómo el otro nos perciba y reconozca nuestro valor. Era 1964 cuando Julio Ramon Ribeyro en Francia escribe esta pieza teatral, donde dos hoteles en una isla entran en mortal competencia; quizá, si lo vemos en nuestros tiempos, tal competencia viene siendo señalada por quién tiene más likes, comentarios o cómo causamos más polémica, poniendo nuestra inteligencia al servicio de nuestros instintos más primitivos.

Conmemorando los 30 años de fallecimiento del escritor peruano Julio Ramon Ribeyro, Manuel Gold, en su debut en la dirección escénica, nos propone una puesta en escena muy divertida, ágil, con muy buen ritmo, con cinco actores en escena haciendo varios personajes muy bien definidos. Hace una muy buena dirección de actores y, al mismo tiempo, la puesta en escena que nos propone es tremendamente profunda, mostrándonos al final que nada queda oculto, que todos observamos y que sobre todo, nos observamos a nosotros mismos.

Los actores Miguel Iza, Jely Reátegui, Renato Rueda, Sebastián Monteghirfo y Gisela Ponce de León tienen una muy buena conexión en el escenario, todos destacan entregándonos toda su energía y disfrutando cada personaje que interpretan; cada uno de ellos hacía más de dos personajes y todos muy bien delineados y hechos con amor. Así como la música que acompaña muy bien cada momento, hecha originalmente para la puesta en escena por Favio Rojas, el diseño de luces completaba una atmósfera de una isla en pleno verano y la escenografía minimalista con módulos que iban transformando los mismos actores para cada cuadro. La Ira producciones estuvo a cargo de la producción general de la obra. Muy recomendada.

Manuel Trujillo

31 de mayo de 2024  

miércoles, 29 de mayo de 2024

Crítica: BOYS


Del espacio vital y otras aniquilaciones

Boys de Ella Hickson, y adaptada por Raúl A. Saco, es una obra llena de brutalidad juvenil, energía avasallante, con matices emocionales que nos adentran al mundo interno de cada personaje. Sin duda, una obra que se alimenta de la pasión y el dolor, pero también de cierta alegría desbordante propia de la inmadurez de los personajes.

Los actores Brayan Pinto, Francesca Correa, Jorge Guerra Wiesse, Jorge Luis Pérez, José Miguel Argüelles, Marianne Carassa y Matías Spitzer logran despertar un sentido especial al texto y regalarnos actuaciones que despiertan las singularidades de sus personajes y dejar en manifiesto su verdad única. Valdrá la pena destacar algunos de ellos.

Por el lado de Mack, vemos en su apatía ese vehículo externo por el cual vamos descubriendo su sensibilidad, su esencia y su relación con los demás. Por el lado de Cam, destaca su brillo, su curiosidad por la vida y las ansias de vivir algo distinto, y Timp, enérgico, de una calidad física expresiva imparable, pero cuya necesidad inconsciente de un espacio de silencio, hace que nos encariñemos con él.

Otro tipo de detenimiento podemos hacer con el personaje de Benny, cuyos dilemas son los que transitan e invaden el espíritu de sus compañeros. En donde la calidad en el manejo del texto de Argüelles permite que nos adentremos en su mundo interno, en sus necedades y su dolor. Algo que queda pendiente es la construcción física que otorga, aún sigue en un proceso de construcción, de liberarse de tensiones más propias del actor que del personaje, que bloquean por momentos esa fluidez que muestra con el texto.

Con Sophie y Laura ocurre algo distinto. Gran presencia, con buen manejo de sus personajes al momento de la interacción con los otros, pero con ciertas limitaciones en su accionar y el tratamiento del texto. Como si buscaran una verdad a través de una idea de naturalidad. Pero ¿qué es lo natural sino aquello que carga vida? La naturalidad no es necesariamente una evocación de algo normal, más bien aquella expresividad de la esencia de las cosas de la vida. En ese sentido, hace falta mayor libertad para hallar esa esencia en sus personajes.

Por otro lado, la construcción espacial se vuelve vital en relación con la música, y por ende en la influencia que tienen sobre la historia. Algo a destacar, sin duda, es cómo la música otorga una amplitud del caos, de la disonancia de la vida que los personajes quieren contra la que tienen. Los márgenes de la casa resaltan a manera de cuadro y fortín del caos de las calles, pero vacío al mismo tiempo, haciendo inevitable que ese caos externo se fusione con el drama de estos chicos que terminan una etapa y luchan por soltar un pasado que los vincula y ata. Y un elemento interesante fue el uso de la refrigeradora como un microespacio dentro del mismo escenario, lugar seguro de Benny; un lugar donde podía escuchar, pensar, pensarse. Una zona inquebrantable e inalcanzable.

Todos estos elementos hacen de la obra un montaje sólido, lleno de estímulos; valdría la pena cuestionarse si estos elementos están al servicio de la historia, o fugan hacia una idea individual de sus alcances estéticos, si hablan más de los temas que aborda la obra o buscan potenciar a los personajes; a veces uno, a veces lo otro. Pero no se puede negar que enriquecen la historia, por lo menos la mayor parte del tiempo.

Con ello, la obra termina mostrándose como una historia vertiginosa, donde los personajes tratan de salir de aquello que los va sepultando, aniquilando. Un espacio vital que ha dejado de ser vida para muchos de ellos, que seguirá siendo un refugio para otros, pero donde siempre existe la posibilidad de mirar la vida con otros ojos.

Omar Peralta

29 de mayo de 2024

Crítica: INDISCIPLINADA


Experiencia sensorial

La música es envolvente, desde el primer momento el trabajo musical es lo más llamativo; es innegable que el espacio del Goethe Institut posee una gran capacidad sonora y un excelente ambiente lumínico, pero el trabajo que realiza la artista al escoger las canciones que conectan los momentos y al hacer su propia versión de Vico y su grupo Caricia es propio de aplaudir.

La obra inicia con una actriz que interpela al público a partir de una historia, un dilema existencial originado a partir de una culpa que no le corresponde, la culpa de una caca que no es suya; cuenta la intérprete que cuando era pequeña su tía la culpó de una caca que no le pertenecía. Al principio la forma de manifestar la historia no es tan convincente, los recursos escénicos son lo que complementan la historia y la convierten en una vivencia sensorial.

Finalmente descubres a libre albedrío que la caca no es el punto final, sino es el pretexto para traslucir algo que está atorado, quizá en la vida todos tenemos algo atorado dentro de nuestra conciencia que no nos permite disfrutar de nuestra existencia con plenitud. Es a partir de ello que la obra va cobrando un peso distinto al que podemos sentir con solo el hecho de las palabras, lo que va de fondo es más convincente que lo hay en la superficie, No obstante, la acción escénica es un poco pasiva, volveré a rescatar que lo que convierte en una propuesta atractiva a esta puesta son los recursos escénicos que se usan, la música, el canto, la conferencia performática y las luces.

Los momentos en que se torna expositivo son interesantes, pero caen en un ritmo pesado y monótono, la acción del texto es vacía. Quizá el hecho está en poder seguir con atención lo que la intérprete cuenta e intuir qué es lo que quiere decir; sin embargo, se torna una situación un poco complicada, personalmente no podía seguir el hilo narrativo con facilidad.

La condición espectacular y de interdisciplinariedad convierte a esta puesta en un performance más que en un acto teatral; en este punto, las interpretaciones son distintas, porque las sensaciones que aborda como experiencia son más reales que las que se experimenta desde el punto interpretativo. Cabría saber cuál ha sido el objetivo de la intérprete, porque desde mi punto de vista alcanzo a entender e interpretar solo aproximaciones vividas desde mis ojos, pero más allá de ello, doy mi opinión respecto a lo que causó sensación en mí, es así que rescato la experiencia, la vivencia de la obra. Escuchar la música se tornaba una sensación sorprendente mientras el juego de luces hacia viajar la conciencia y la sensibilidad, creativamente la versión de noche también causó mucho dentro de mí, el uso de efectos vocales, fue acertado en muchos momentos, aunque en otros parecía desencajar, igual es una visión muy personal del trabajo. 

Moisés Aurazo

29 de mayo de 2024

domingo, 26 de mayo de 2024

Crítica: FROZEN JR.


Magia en el reino helado

Licenciado por Disney Theatrical Productions, a través de un acuerdo con Music Theatre International y la Asociación Cultural Escuela D’Art, se presentó en el Centro Cultural CAFAE de San Isidro el musical Frozen Jr., estrenado previamente en Broadway en 2018. Basado en la popular película homónima de Disney del 2013, este proyecto busca capitalizar el éxito de la cinta animada en una versión creada específicamente para la escena. Y si bien el espacio para su presentación sea más bien reducido tomando en cuenta la envergadura de la propuesta, el espectáculo dirigido con mano firme por Mario Mendoza sí conserva toda la magia de la entrañable historia de las hermanas Elsa y Anna, princesas del reino ficticio de Arendelle.

Con libreto de Jennifer Lee y canciones de Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, la trama es bastante conocida, incluso para aquellos que no se hayan acercado en ningún momento a la versión cinematográfica: Elsa tiene poderes mágicos incontrolables que le permiten crear hielo, convirtiendo al invierno en permanente; es así que esta huye a las montañas, siendo buscada por su hermana Anna y en el camino encuentra a un simpático grupo de personajes. Con el apoyo de proyecciones y pistas musicales, un cuidado vestuario y el uso de micrófonos inalámbricos, el elenco logra recrear acertadamente el universo animado, con impecables coreografías a cargo de Jordan Guzmán y la dirección vocal de Adriana Timoteo.

Acaso el único personaje que puede revisarse sea, justamente, el más complicado de representar en escena: el reno Sven, quien por momentos no logra estar a la altura del otro personaje fantástico de la historia, el muñeco de nieve Olaf, interpretado por un carismático Brayan Vílchez. Muy buen trabajo en general de todo el elenco de actores y ensamble, como las niñas actrices que interpretan de manera impecable a las hermanas al inicio,así como el sólido Luis Golding como Kristoff, la versátil Lorena Reynoso como Anna y la excelente Andrea Aguirre como Elsa, quien se luce (cómo no) en la ya clásica versión de Libre soy. Con la producción general de Henry Gurmendi y Jerónimo Naranjo, Frozen Jr. es un muy disfrutable musical para toda la familia.

Sergio Velarde

26 de mayo de 2024 

sábado, 25 de mayo de 2024

Critica: EFÍMERO


Lo único verdaderamente duradero es la fugacidad

Efímero, escrita por Mariana de Althaus y dirigida por Rosa Victoria Chauca, es una puesta en escena divertida y con una exploración dinámica y fresca sobre un tema universal, lo efímero de la vida, a través de la travesía de Lunar, una chica que ha perdido a su gato negro llamado Efímero. 

Lunar emprende un viaje por la ciudad en busca de su gato y, en el camino, se encuentra con una serie de personajes típicos de una ciudad como Lima: desde su vecina y la mesera del café de siempre, hasta una grifera, una peluquera, una psicóloga, una mendiga y hasta la mismísima Mujer Maravilla. Estas interacciones no solo añaden color y profundidad a la historia, sino que también ofrecen momentos cómicos sin perder el sentido de búsqueda y reflexión. 

La obra comienza con un trabajo coral de las cuatro intérpretes (Mafer Misajel, Verónica Infantes, Ana Paula Gálvez y Akemi Toma), quienes, vestidas de manera idéntica, representan a Lunar, que llama y busca a su gato Efímero. Esta dinámica se mantiene a lo largo de la puesta en escena, con las actrices intercambiándose el rol principal del personaje de Lunar entre escenas. Esta propuesta logra que las cuatro actrices destaquen y tengan la misma participación en la obra, enriqueciendo la narrativa con sus diversas interpretaciones. Así, cada actriz logra infundir a Lunar con sus propias sutilezas, sin perder la cohesión del personaje principal. La dirección de Chauca es vibrante y fresca, logrando mantener un ritmo y acción constante que captura la atención del público desde el primer momento. 

Un aspecto que podría mejorar es la última escena, protagonizada por la Mujer Maravilla. Aunque es divertido parece fuera de lugar y rompe con la atmósfera construida a lo largo de la obra, en especial en la escena final, ya que distrae del emotivo cierre de la historia de Lunar. Sería interesante ver cómo la obra podría ser adaptada para que esta parte final mantenga la coherencia y la potencia emocional que caracteriza al resto de la pieza.

En conclusión, la obra logra de forma dinámica mantener la atención del público, permitiendo que el espectador acompañe a Lunar en este viaje por la ciudad y a su vez hacia su interior, para reflexionar sobre que “lo únicamente duradero en la vida es la fugacidad”.

Alexandra Valdivieso Chudán 

25 de mayo de 2024

lunes, 20 de mayo de 2024

Crítica: KISMA


Círculos interminables

Atmósfera Alterna – Grupo de Teatro culminó el fin de semana con la breve temporada de Kisma, escrita por K´intu Galiano y dirigida por René Ynquillay. Las funciones tuvieron lugar en el Teatro del Juego (Lince).

La narrativa presenta a Esther (Grecia Morales), una mujer andina que, a través de un intenso y conmovedor monólogo, revive momentos de su vida marcados por la violencia y las carencias afectivas, hasta llegar a un punto sin retorno en su relación con la maternidad; además del evidente deterioro de su salud mental, como consecuencia de su historia. Completa el elenco María Belén Yulén con el personaje de “Mujer”, quien detona la señal de dónde se encuentra la protagonista en la actualidad.

El escenario íntimo del Teatro del Juego es ideal para recrear esta suerte de habitación en la que se encuentra Esther, tejiendo y cantándole a su vientre que denota un avanzado estado de gestación. Por otro lado, el complemento luminotécnico es otro factor importante dentro de la puesta, aportando a los cambios de escena.

Vale destacar la interpretación de Morales, quien trabaja un acento sostenido, así como los gestos y la mirada, revelándonos poco a poco a su personaje, que ha tomado decisiones irremediables y cuestionables; sin embargo, no deja su condición de ser humano, llevado al extremo –quizá- por un círculo interminable de abandono y violencia.

Kisma es una intensa puesta en escena que aborda temas como la salud mental, la maternidad y la pérdida, representados en una mujer del ande, que a través de su mirada, como si de gritos silenciosos se tratase, pide una nueva oportunidad, aunque su destino parece estar marcado.

Maria Cristina Mory Cárdenas

20 de mayo de 2024

Crítica: MIRANDO AL TENDIDO


Entretenida reflexión y oportuno cuestionamiento

Mirando al tendido, escrita en 1987 por el dramaturgo Rodolfo Santana, se presentó en una corta temporada en el teatro del Centro Cultural del CAFAE-SE. Bajo la dirección de Willy Gutiérrez y la producción de La Máquina Producciones, la obra contó con las interpretaciones de Johan Escalante y Gian Paul Miranda.

La obra nos sumerge en una corrida de toros desde las perspectivas de un torero, conocido como El Niño, y un toro llamado Florentino. Ambos, heridos durante la faena, se ven obligados a debatir y enfrentarse en un duelo para determinar quién tiene derecho a seguir viviendo o si son merecedores de entrar al cielo o “al prado”, el cielo de los toros. Este texto, ameno y divertido, pone en cuestionamiento la corrida de toros, un deporte polémico donde entra en debate si el torero es un artista o es un criminal. Si bien el texto plantea algunas preguntas interesantes, tales como si tenemos los seres humanos el derecho de quitar la vida a un ser considerado inferior o si vale más la vida de un hombre que la de un animal. Estas se podrían ahondar aún más, ya que la historia tiene el potencial para generar un debate ético y moral interesante, pero que por momentos pierde solidez en su desarrollo debido a un texto que por momentos se queda en lo superficial y que no profundiza en el debate, considerando que es un tema aún vigente en nuestra sociedad actual.

Por otro lado, en cuanto a las interpretaciones, Miranda destaca por su trabajo físico al caracterizar a un animal imponente y ágil como el toro. Junto a Escalante, quien interpreta al torero español, logran una buena dupla de rivales que también aporta momentos cómicos, logrando un ritmo dinámico en la obra. La intervención de un tercer actor, como el asistente del torero, no aportaba mucho valor a la puesta en escena y sus transiciones faltaban pulir para que no pierda el buen ritmo conseguido entre los intérpretes principales.

La dirección de Gutiérrez brilla en los momentos culminantes de la obra. Las escenas en las que el toro pide piedad debido al sufrimiento causado por sus graves heridas están logradas con un potente juego de luces y efectos en cámara lenta, especialmente cuando el matador se dispone a lancear al animal. Estos son momentos de gran impacto y tensión, que capturan la crueldad del hecho y conmueven al público, y donde se evidencia este debate ético y moral de la obra. Asimismo, el timing de la obra es sostenido, con momentos de participación de los espectadores en la historia, logrando así capturar la atención del público.

Así, el montaje resulta en gran parte entretenido con momentos dramáticos que aportan matices de reflexión y cuestionamiento. Espero que puedan reponer la obra para que más personas puedan conocer más del trabajo de este equipo.

Alexandra Valdivieso Chudán

20 de mayo de 2024

domingo, 19 de mayo de 2024

Crítica: LA OFRENDA – LA VISITA


Relaciones fraternales

Piso 1 continúa con su ininterrumpida cartelera en Miraflores, ofreciendo renovadas temporadas en formato breve para todos los gustos. En esta oportunidad, y presentándose en el horario de trasnoche, figuran dos microespectáculos dedicados a explorar las relaciones (a veces tiernas, otras tensas) entre hermanos en distintas circunstancias. Los vínculos familiares siempre han brindado ilimitados aspectos y ángulos para presentar interesantes y conmovedoras historias; en ese sentido, los equipos creativos de La ofrenda y La visita consiguen interesantes propuestas, cada una con sus propios conceptos y estilos.

Escrita y dirigida por Christian Ávalos, quien también aparece en escena, La ofrenda le da una nueva vuelta de tuerca a la conocida historia de Caín y Abel. Ambientada en época actual, la acción se concentra en la oficina del padre, quien se encuentra muerto en medio de la habitación; los hermanos aparecen para buscar el dinero escondido de su progenitor y así saldar una deuda que les podría costar la vida. Christian Alden y Roy Zevallos interpretan sin tacha a los mencionados hermanos, escritos en clave de comedia por Ávalos, y cuyo trabajo en conjunto se encuentra por encima de algunos detalles, todos perfectibles, como las cortinas del fondo, el ruido del pasadizo o el cuidado con no tropezar con el cadáver. Presentada por Krakens Teatro Producciones, esta pieza ofrece un simpático entretenimiento.

Por su lado, La visita, escrita y dirigida por Yamil Sacin, es una propuesta atípica entre el humor que generalmente destilan las obras en dicho horario. Con una fuerte carga dramática, asistimos al encuentro entre dos hermanas distanciadas hace tiempo que esconden un escabroso secreto, que se irá develando progresivamente en el sentido diálogo que interpretan muy bien Rocío Montesinos y Rosilú Osorio, a quienes vimos anteriormente en la divertida Las nadadoras. Sacin agrega un componente sobrenatural a la trama (una de las hermanas ya no está en este plano terrenal), logrando un conmovedor y sorprendente resultado, al que contribuye el excelente trabajo actoral. Bien por Piso 1, que sigue albergando valiosas propuestas de formato breve.

Sergio Velarde

18 de mayo de 2024 

jueves, 16 de mayo de 2024

Crítica: ROBIN HOOD


En el bosque de Sherwood

Todos los cuentos clásicos, a pesar de ser historias conocidas, siempre tienen de su lado la curiosidad del público, y esa curiosidad no se encuentra tanto en la historia, sino en cómo se cuenta. En esta oportunidad, en la Sala Alzedo, se está presentando una obra de teatro familiar que adapta en forma muy libre la historia de Robin Hood y su enfrentamiento contra las injusticias que comete el comisario de Sherwood, para narrar una historia épica muy divertida.

La adaptación inicia mostrando el comportamiento del comisario; pero no va al simple hecho de decir que es injusto, sino que lo muestra a través de un diálogo entre dos habitantes de la ciudad que tienen opiniones contrarias sobre la forma de gobierno. Este diálogo se repite durante la historia un par de veces más, donde el apoyo al comisario cada vez se va quedando sin argumentos. Es interesante este aporte, ya que muestra que para toda historia siempre hay dos puntos de vista. Otro aspecto llamativo es que no muestra a un Robin Hood como el caudillo que lidera la pelea contra el comisario, sino como una persona común que regresa a su pueblo y que se une a una lucha ya establecida; su aporte es adicional al descontento general y se muestra como una lucha colectiva más que la cruzada de una persona. A todo ello no se puede olvidar el tema del amor, un Robin Hood sin una Lady Marian no es una historia de Robin Hood.

Los personajes están caracterizados como animales antropomorfizados, de esa manera añaden en forma sencilla características adicionales lo que les permite jugar con situaciones cómicas que agregan agilidad a cada una de las escenas y agrega una capa de accesibilidad para el púbico infantil. Los diálogos son claros y justos para mantener la atención de todo tipo de espectadores y usan una escenografía práctica, a través de cortinas pintadas y un vestuario llamativo y bien cuidado. La dirección coordina en forma dinámica a todo su elenco de personajes tan diversos, asegurando que las escenas fluyan con energía y coherencia.

En resumen, Robin Hood es una obra divertida que reinventa un clásico con un toque juguetón que fascina a los niños y agrada a los adultos, y la convierten en una buena opción teatral para toda la familia. La pueden ver los fines de semana en la Sala Alzedo del Centro de Lima.

Ulises Cabanillas

16 de mayo de 2024

lunes, 13 de mayo de 2024

Crítica: EL HOMBRE SIN MEMORIA


Recuerdos del conflicto

Reestrenada en la Asociación de Artistas Aficionados, la puesta en escena de El hombre sin memoria es una nueva oportunidad para ejercitar, precisamente, nuestra memoria colectiva. Como la sociedad dividida que somos y que no se recupera aún de sus heridas, para no olvidar las atroces consecuencias del conflicto armado interno. Escrita por Jorge Bazalar y dirigida por Renato Piaggio, la historia es una más de las de tantas familias quebradas por el terror, que lejos de “romantizar” la barbarie como algunas voces desinformadas pretenden argumentar, se encarga de mostrar la violencia a la que fueron sometidas muchas comunidades campesinas, olvidadas en el tiempo, pero que aquí encuentran una voz.

Ubicada en una región andina durante los ataques terroristas, el escenario cuenta con dos niveles para desarrollar la acción de manera funcional: en el inferior se encuentra la calle, en la que aparece un hombre golpeado, descalzo y sin ninguna idea acerca de su identidad (Alberick Gacía), además de un cadete en busca de la pierna que perdió durante uno de sus combates (Ricardo Bromley); en el superior, la humilde vivienda de una señora (Haydée Cáceres) que no pierde las esperanzas de encontrar a su hijo perdido y que vive con su única hija (Marcia Huamaní), quien es la que decide darle refugio al hombre sin memoria. La historia no demora en arrancar, es concisa y dirigida con fluidez, sin tropiezos y sin dilaciones que afecten el ritmo.

Muy sólido el elenco de esta reposición, que se encuentra por encima de ciertos aspectos por pulir, tales como el audio de la voz en off o la pierna perdida (que es imposible no verla cuando le cae arena): los jóvenes Huamaní y Bromley asumen sus roles con solidez y compromiso; García es muy creíble en su ejecución, especialmente cuando se revela su identidad; por su parte, la señora Cáceres demuestra lo consumada actriz que es, no solo conmoviendo en su terquedad por dar con el paradero del hijo perdido, sino en lo que respecta a la tierna relación con su hija. El hombre sin memoria no necesita extenderse en duración para mostrar con contundencia los excesos cometidos en tiempos de conflicto armado, convirtiéndose en una puesta imprescindible para no perder lo que tanta falta le hace al país: memoria.

Sergio Velarde

13 de mayo de 2024

sábado, 11 de mayo de 2024

Crítica: EL AMOR DEL DESAMOR


Complejidades del corazón

La dramaturga boliviana Laura Derpic consigue, con su pieza El amor del desamor (2021), una interesante exploración de las relaciones humanas entre una pareja en horas muy bajas, pero aderezada con las personalidades de los propios actores que nos representarán el drama. La mayor fortaleza de la puesta en escena, actualmente en temporada en el Club de Teatro de Lima, es la de desdibujar progresivamente la línea que separa a los intérpretes de sus respectivos personajes; de esta manera, la tensión y el interés se sostienen, comprobando que, efectivamente, las complejidades en las relaciones de pareja constituyen un tema de inacabable interés.

El escenario aparece delimitado con un armado rectangular, que representa el departamento que compartía la expareja y que ahora se encuentra repleto de cajas de mudanza. Se escuchan en off testimonios de otras parejas, entre experiencias románticas y difíciles, que anticipan la línea que seguirá el montaje. Luego de la tercera llamada, entran los actores Isabel Chappell y Diego Bronstein para anunciar que la trama se centrará en Ana (Chappell) y su difícil separación de Luis (Bronstein). Esta propuesta brechtiana funciona, pues lejos de “alejarnos” de la historia central, nos involucra por completo en su ruptura sentimental, que bien podría ser la de cualquiera. Con cada función, esta introducción y toda la primera escena dramática en el departamento, con los actores ya en personajes, irá ganando ritmo y convicción.

El director Renato Fernández, con una amplia experiencia como artista de stand up comedy, consigue las mejores secuencias desde el lúdico interrogatorio, con Bronstein fuera del escenario lanzando cuestionamientos acerca de algunos recuerdos “malinterpretados” a Chappell, y de ahí en adelante. Buen trabajo de ambos actores, carismáticos y comprometidos con sus personajes. El amor del desamor, como lo anticipa la paradoja en el título, no busca dar alguna respuesta lógica acerca de las relaciones amorosas; por el contrario, confronta al espectador con la poca lógica que esgrimimos todos (o casi todos) al iniciar cualquier vínculo sentimental con otra persona. Y es que las complejidades del corazón parecen ser infinitas.

Sergio Velarde

11 de mayo de 2024

Crítica: LA VERDAD DE FREUD


Ellos también están aquí

Un psicólogo y su paciente se encuentran en el escenario, mientras alrededor hay dos intérpretes que permanecen en silencio e inmóviles. La energía aún es pequeña, la conversación permanece en un solo nivel. Llega el punto donde se rompe la quietud y es cuando aparecen “Ello” y “Superyó”. Interesante ruptura que se da al iniciar el movimiento de los intérpretes petrificados; ambos manejan muy bien su cuerpo y la transformación de la energía, mientras “Ello” está dominado por lo instintito, “Superyó” busca la perfección: los dos personajes utilizan muy bien su comunicación verbal y no verbal.

El conflicto se va desarrollando, la actriz que interpreta al “Yo” (mejor dicho, que es la manifestación del “Yo”) crece cuando “Ello” y “Superyó” aparecen, sus reacciones cobran urgencia, su texto es más real y manifiesta verdad. La trama es recurrente, pero la forma en que ha sido abordada es muy dinámica y divertida, la presencia y no presencia del “Ello” y del “Superyó” dan un buen ritmo a la obra, que se siente muy divertida durante todo el trascurso.

La voz que utiliza el “Superyó” va acorde con su corporalidad, permitiendo que su musculatura adopte una expresión peculiar a su naturaleza, sus movimientos son contenidos y durante toda la obra la interpretación se mantiene en un buen punto. Mientras tanto, “Ello” utiliza movimientos más laxos y se deja llevar por el erotismo y la pasión; considero que la elección de ambos intérpretes ha sido adecuada, porque su fisonomía permite imaginar la encarnación de ambos estados de la conciencia. La elección del vestuario también permite una lectura subjetiva, una interpretación que va más allá de lo que se dice, facilita que los desplazamientos dibujen expectativas y deducciones dentro de cada conciencia.

Hubo un intérprete que llamó particularmente mi atención, realizó muchos personajes que hacían de hermanos y trabajadores de la madre de “Yo”; dicho actor supo manejar la transformación corporal y dosificar su energía de acuerdo al rol que iba interpretando, aparecía en los momentos precisos y refrescaba al espectador; de por si la obra no fue pesada, pero la aparición de este intérprete funcionaba como un acelerador del interés, los espectadores ya estábamos conectados dentro de lo que sucedía y su aparición aumentaba el interés, hubo un muy buen manejo del texto y de la caracterización.

El personaje de la madre estuvo un poco inconsecuente con el texto, pero supo manejarlo a pesar de los diversos tropezones verbales que tuvo, nunca perdió la ilación de la historia y mantuvo el carácter de su personaje, haciendo parecer que todo está saliendo como lo planeado. El actor que caracterizó al amigo de la madre funcionaba bien en sus momentos, aparecía para equilibrar el volcán que sucedía entre “Ello”, “Yo” y “Superyó”, era como gotas de lluvia refrescando el incendio en los ojos.

La actriz que interpretó al “Yo” anduvo entre las distintas plasticidades del personaje, sabiendo encajar con la interacción de los otros actores, manejando la energía del espacio de acuerdo a lo que sucedía y acoplándose a lo que sus compañeros de escena le otorgaban. El personaje del psicólogo, al principio, lo sentí un poco pasivo, con poca verdad, pero en su segunda aparición cuando “Yo” se libera de “Ello” y “Superyó”, cobró un poco más de reacción y estuvo presente en lo que sucedía.

El final fue inesperado, a veces la mente espera muchos sucesos, pero en esta ocasión después de la pequeña pausa que nos tomamos, que fue muy necesaria, para presenciar la última parte, observamos un desenlace que concretó el buen trabajo realizado por todo el equipo.

La obra está bien dirigida, hay dinamismo en el transcurso, las luces están bien usadas, algunas descoordinaciones en el sonido, pero nada que haga perder la valía de la interpretación y de la atmósfera creada. El escenario es simple, pero nos transporta a un buen lugar, nos hace sentir en un apartamento que no tiene ascensor para llegar y que se encuentre, de paso, en el último piso.

Moisés Aurazo

11 de mayo de 2024

jueves, 9 de mayo de 2024

Crítica: AMOR AL CUBO – TERCERA TEMPORADA


Amor y humor

Cultural Point (JDS Producciones y Cientos Volando) estrenará la tercera temporada de Amor al Cubo, propuesta que nos presenta tres obras cortas, en las que el amor y el humor son los ingredientes principales de cada historia. Las cuatro funciones se llevarán a cabo en el restaurante La Folie, en un espacio acondicionado para la dinámica de las obras dirigidas por Jimena Del Sante.

La primera entrega se titula Té, cafés y pokemones, escrita por Federico Abrill y Jimena Del Sante. La trama gira en torno a una singular cita a ciegas entre Julián y Cecilia, quienes se encuentran en un café para conocerse; sin embargo, cuando notan la diferencia de edades, surgen las dudas y conflictos internos que hacen tambalear el encuentro. Respecto a la narrativa, considero que nos sitúa claramente en lo que ocurre entre los personajes, bien interpretados por los actores Javier Seminario y Verónica Miranda, quienes ejecutan este diálogo con naturalidad y fluidez, detallando cada personaje con características muy específicas. Por ejemplo: uno de los personajes tiene una personalidad más relajada y el otro está más estresado y conflictuado, permitiéndonos como espectadores identificarnos con una situación que podría pasarle a cualquiera. Sin duda, esta historia nos revela algunos prejuicios que todavía nos detienen como seres humanos, en este caso para detonar una posible conexión. ¿Podrá la comunicación demostrar que la edad son solo un par de números?

En la segunda obra, Sí, acepto, escrita por Christian Ávalos, Antonio y Fernanda, que conviven hace cuatro años, se arreglan para asistir al matrimonio del mejor amigo de Antonio; en este proceso, Fernanda empieza a increparle ciertas cosas a su pareja –relacionadas al matrimonio- lo cual hace que se retrasen aún más para salir, mientras el mejor amigo no deja de llamar a Antonio para ver si ya está en camino. Protagonizada por Raúl Castagneto y Rocío Olivera, quienes manejan el código de humor con precisión, esta comedia nos revela las conversaciones incómodas entre una pareja, que salen a la luz en el momento menos pensado y en consecuencia, las decisiones apresuradas que tal vez no terminen como esperamos.

Por último, Mi vida la decido yo de Federico León y León nos presenta el clímax de esta trilogía, pues formamos parte del público de un famoso show de televisión conducido por Rubén Montoya, quien tiene como invitada a una novel escritora, quien viene a presentar su nuevo libro: “Perdona y Palante”, que trata acerca del perdón y la sanación interna, motivando no solo a los espectadores sino también a alguien de la producción del programa. Interpretada por Rodrigo Súnico, Paola Vera y Daniel Menacho, esta hilarante historia, que aborda temas como la infidelidad, el perdón y el amor propio, entre otros, nos envuelve en una dinámica muy ágil como público, ya que somos parte activa de momentos específicos; además, los tres personajes son memorables, dotados de características y contradicciones, lo cual los hace muy interesantes.

Amor al Cubo 3 es una propuesta entretenida y versátil, que continúa apostando por el tema del amor en sus diversas formas y manifestaciones, de la mano con el sentido del humor, cuya fórmula no decepciona; por el contrario, sigue evolucionando con una escenografía funcional y una interacción genuina con el espectador. En esta ocasión, considero que el orden de presentaciones fue el correcto, pues el humor va in crescendo, y respecto al corte intermedio para cambiar de ambiente, no me pareció que interfiera en la dinámica, siempre y cuando no sea muy prolongado (como sugerencia).

Maria Cristina Mory Cárdenas

9 de mayo de2024

Crítica: ÓRGANOS REVUELTOS


Trasplante de infidelidades

En la sinopsis se menciona que la presente microobra es una comedia absurda. Quisiera comentar que, dentro de las artes escénicas, existe un subgénero llamado el Teatro del Absurdo. Fue un movimiento teatral que surgió principalmente en Europa durante la segunda mitad del siglo XX; se caracterizaba por representar situaciones y diálogos que carecían de sentido lógico, utilizando la repetición, la ambigüedad y la falta de coherencia para transmitir una sensación de alienación y desorientación en el espectador. La obra emblemática es por supuesto, Esperando a Godot de Samuel Beckett. Ignoro si el dramaturgo Luisito Fernández se inspiró en este género, pero me parece pertinente el comentario.

En primer lugar, debo felicitar el esfuerzo de la producción y la dirección de Jaime Dávila por lo realista de la representación del quirófano. Sin embargo, considero que la música que hacía el preámbulo a la función no estaba en sintonía con el contenido; considero que canciones instrumentales de misterio habrían funcionado mejor.

La actuación más destacable fue la de Valeria Dongo como Tania, la doctora, debido a lo realista de sus escenas de celos. Por otro lado, al personaje de Jeff Bello (Omar) pudo tener un poco más de organicidad y energía en sus reacciones frente a las propuestas del personaje de la doctora. Adicionalmente, la participación de Diego Cruchaga, como el paciente, pudo ser mayor.

Tocando el tema del contenido del drama, mi recomendación sería la de darle más complejidad para amenizar así la situación. Estoy convencido que darle un rol más protagónico al paciente e involucrarlo dentro del conflicto amoroso entre los doctores habría funcionado mejor. ¿Qué hubiese pasado si, por ejemplo, el paciente era en realidad el amante de Tania?

Órganos Revueltos es un montaje para pasar una simpática noche previa al entretenimiento nocturno de la vida bohemia del distrito de Barranco. Me gustó el estilo, a pesar de lo breve de la función. Felicitaciones a todos por esta pieza.

Enrique Pacheco

9 de mayo de 2024

jueves, 2 de mayo de 2024

Crítica: CUÉNTAME SHAKESPEARE: MUCHO RUIDO POR NADA


Un divertido Shakespeare para toda la familia

Acercar a los más pequeños al maravilloso mundo de Shakespeare es una tarea tan loable como rigurosa; estas adaptaciones o versiones libres, que buscan restarle cierta complejidad a las tramas para hacerlas asequibles a públicos más jóvenes, deberían respetar las intenciones del autor, y especialmente, su espíritu. En ese sentido, el trabajo de adaptación y dirección de Bruno Odar resultó muy estimable, pues presentó el mes pasado, en los auditorios del Británico, su propia versión para toda la familia de una de las comedias menores del Bardo de Avon, Mucho ruido por nada, dentro de su ciclo Cuéntame Shakespeare.

La acción se centra, principalmente, en dos parejas de jóvenes: una (Bruno Ruiz y Castherinne Morón), en la que ambos se aman con locura y la otra (Christian Suito y Elena Castillo), en la que no se toleran; con el transcurrir de la obra, estos roles se invertirán con la aparición del malvado antagonista (César Bravo). Es así como nos presenta la historia, en una ingeniosa propuesta, el propio Shakespeare (Jorge Moretti), quien además funge de narrador, así como de actor en personajes secundarios. La trama, simplificada para alcanzar apenas una hora de duración, es aprovechada por la dirección para proponer un simpático juego escénico con la participación activa del público.

Es de agradecer la entrega de todo el elenco a la lúdica propuesta, sin desvirtuar en ningún momento el espíritu del original. A destacar a la divertida pareja de Suito y Castillo, así como a la buena caracterización del mismo autor inglés, a cargo del sólido Moretti. Cuéntame Shakespeare: Mucho ruido por nada, a cargo de la Asociación Cultural Diez Talentos, es una muy lograda adaptación que celebra el legado del imprescindible Shakespeare, acercándolo de la mejor manera a los más pequeños.

Sergio Velarde

2 de mayo de 2024

Crítica: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO


Amante embrujado

Durante la puesta en escena despertaron muchas ideas en mi cabeza: por un lado, había una buena distribución espacial de los artistas, que ponía en relevancia la buena utilización de la luz; la proyección de la voz era adecuada, aunque la dicción no tanto. Había momentos donde no se entendía los textos, los cuerpos parecían estar preparados, pese a que su energía se mostraba en una sola tonalidad, cayendo en muchos momentos en un ritmo muerto, sin sorpresa.

Una cuestión, un tanto más general, es la elección de la obra: he observado varias puestas en la AAA y es usual que se monte Sueño de una noche de verano; esa situación hace que se pierda el interés en lo que está sucediendo. Quizá sea una estrategia de preparación o de pedagogía, pero desde una opinión personal, e incluso ajena a los procesos metodológicos de la institución, me gustaría observar otras propuestas que permitan mantener el interés y la emoción de los espectadores.

Claro está que esto no les puede parecer acertado a otras personas que disfrutan de los textos de esta obra de Shakespeare o que la ven por primera vez, solo es un comentario con todo respeto y admiración a la trayectoria y trabajo de los artistas que lideran la AAA y a los artistas que confían en dicha institución para su formación.

Otra opinión respecto al trabajo es la tendencia a recitar los textos; como comenté líneas atrás, desconozco la metodología de trabajo y puede que esto sea parte de la formación de los artistas, pero en ocasiones el mismo ritmo y la misma cadencia torna lenta el discurrir de la trama.

Hubo momentos muy dinámicos como las distribuciones circulares en la parte trasera del escenario, la luz no calzó exactamente con el cuerpo del intérprete al momento de apuntar; esa situación visualmente afecto un poco la expectación, puede que haya sido con intención, en todo caso debió ser mejor manejada. La utilización de la tela se pudo aprovechar mejor, hubo buenos momentos, la presencia de esa textura en el escenario es mágica y elevó muy bien algunas escenas. La distribución de los artistas y los desplazamientos fue de lo más interesante de la noche, acusa un ojo estricto por parte de la directora y un gran conocimiento de la distribución de la energía y el espacio. El mejor momento, desde mi apreciación, fue casi al centro de la obra donde corrieron en forma circular expresando sus textos: fue el momento de acusación de amor, el amante estaba embrujado y despreciaba a su amada; la obra llegó a su mejor punto y los cambios de ritmo y de energía fueron precisos.

Dentro del elenco hay artistas con muy buen manejo de voz, como el personaje del Burro o el Enamorado embrujado; las dos actrices que deambulaban entre el ser pasional también llenaban de candidez el espacio, y su belleza iba en tono con los colores del vestuario y de las luces.

Moisés Aurazo

2 de mayo de 2024

miércoles, 1 de mayo de 2024

Entrevista: JOAR ISMODES


“Un buen actor de teatro debe tener una combinación de talento, disciplina y determinación.”

Son quince años los que cumple la Casa Cultural AxA, conocido espacio cultural del Rímac. El joven actor y director Joar Ismodes será el encargado de presentar la puesta en escena Él me mintió, una adaptación libre del musical Mentiras de José Manuel López Fernández. Oficio Crítico conversó con Joar acerca de su carrera y de sus próximos proyectos.

Él me mintió tendrá una única función, por el momento, el 11 de mayo a las

7 p. m. en el Centro Cultural Rímac, ubicado en Jr. Chiclayo 550 (ex Backus). En escena estarán Azucena Alayo, Myriam Yauri, Camila Soriano, Ana Ríos, Sergio Pérez y el propio Joar, que se encarga además de la dirección.

Las entradas las pueden conseguir en las redes sociales de Casa Cultural AxA.

Sergio Velarde

1 de mayo de 2024