“El trabajar como actriz te sana, te alimenta”
El encanto y sabiduría de Celeste Viale Yerovi saltan a
primera vista; heredera de un legado familiar de intelectuales y artistas
–Celeste es nieta del periodista, poeta y dramaturgo Leonidas Yerovi-, no ha
sido casualidad que el año pasado haya celebrado 50 años de incansable carrera
artística. “El teatro me ha dado muchas cosas, me ha dado grandes maestros,
grandes compañeros, hermosas amistades, alianzas increíbles e importantes para
poder seguir adelante y muchas enseñanzas y bueno, me ha dado a mis dos hijos,
a mi esposo, me ha dado este teatro maravilloso, el teatro Ricardo Blume… Creo
que el teatro en todo lo que son trabajo en equipo, solidaridad, valores, ha
sido bien importante”, refiere.
Formación y homenajes
Celeste Viale cuenta con una formación integral en
diferentes especialidades, las cuales se han complementado naturalmente a lo
largo de su carrera. Estudió periodismo en la Universidad Católica, se formó
como docente, además tiene una maestría en Comunicaciones. “He seguido mi
carrera en el teatro, la cual he desarrollado desde que empecé en el TUC. Soy
actriz; directora de teatro para la infancia, que es una de mis especialidades
dentro de lo que es el teatro; y también dramaturga y profesora”. Celeste opina
que todas estas disciplinas tienen su encanto, pues el trabajar como actriz sana
y alimenta; la dramaturgia es un trabajo más solitario, de mucha angustia, pero
sí de mucha reflexión, de investigación, no es de tanta exposición como el
actor. “Y la dirección también tiene su encanto, ahí tienes que toparte con
otras dificultades: los actores, los tiempos, la producción, ahí es más
complejo; y enseñar, yo soy educadora de formación y bueno, la enseñanza es uno
de mis placeres. Cuando yo decidí estudiar educación, era justamente para
complementar esta actividad teatral que yo había empezado”, nos comenta.
Galardonada por Oficio Crítico con el
premio de Dramaturgia “Sara Joffré” 2017 por la obra Yerovi, vida y muerte de un pájaro cantor, Celeste nos habla de un año de homenajes. “Nosotros hicimos desde Aranwa una propuesta, un proyecto
para celebrar los 100 años de la muerte de Leonidas Yerovi, que es mi abuelo. Entonces,
dijimos, tenemos un teatro, tenemos un centro cultural, cumple 100 años de
fallecido, entonces vamos a hacerle un homenaje, lo justo es eso; decidimos
junto con el comité directivo hacer tres obras dentro de lo que era las
actividades teatrales, porque el programa de un año incluía conferencias,
publicación de libros”. En la parte teatral, Aranwa estrenó primero Un país tan
dulce, con dramaturgia de Celeste y la dirección de Alberto Isola. “Tomamos una
selección de sus letrillas políticas y se armó una estructura dramática,
tomamos el tema del carnaval, recreamos esa producción, esos fragmentos, esas
poesías. Luego vino la obra La pícara suerte, que estrenó Mateo (Chiarella),
bajo su dirección, que sí es una obra de él y luego hicimos Yerovi, vida y
muerte de un pájaro cantor, yo sufrí un poco porque consideraba que el hombre
Yerovi, de gran nobleza, un hombre muy querido, muy popular, había quedado como
solidificado en una imagen de bohemio, trasnochador, jocoso, humorista, muy
hábil”. Pero Celeste conocía su vida, llena de dificultades y que terminó
trágicamente además, muy joven, hijo único de madre soltera. “Entonces, una
serie de vicisitudes que tuvo que pasar en su vida, que yo siempre las llevaba
en el corazón con pena y también porque vi a mi madre sufrir, porque no había
conocido a su padre, las circunstancias que rodearon a su muerte no fueron las
más favorables, tuvo un juicio muy cargado de vicios”. Celeste decidió
entonces, reivindicar a Yerovi, habiendo él aportado tanto al teatro, a la
poesía, al periodismo. “Me dije que este es el momento, escribí la obra y quedé
encantada, porque la dirección de Jorge Chiarella, los actores, todos los que
participaron pusieron mucho interés, mucho cariño y la cereza de la torta fue
el premio, que terminó de llenarme de alegría, realmente, no me lo esperaba, yo
estuve muy emocionada”.
Precisamente, acerca del legado de Sara Joffré, Celeste
afirma que “esa es una de las razones por las cuales me emocioné también, y
valoro mucho el premio que tuvieron a bien otorgarme, porque yo conocí a Sara y
sé la mujer que fue, la trabajadora que fue del teatro, la pensadora que fue
del teatro, yo le tenía mucho aprecio y mucho reconocimiento a su trabajo”. Para
Celeste, Sara fue una mujer incansable que todo el tiempo estaba buscando a las
nuevas generaciones para poder transmitir todo lo que ella sabía, siempre
dispuesta a aportar, a seguir trabajando. “Era dramaturga, también fue actriz,
era directora, y, sobre todo este papel que desempeñaba en el teatro, ella fue
creadora de las muestras de teatro peruano, después de una revista; todo el
tiempo estaba en actividad, era realmente un ejemplo de que a pesar de las
dificultades que tiene este campo del teatro, ella nunca paró y siempre estuvo
presente, enseñaba, daba conferencias, dirigía, era crítica y era mujer”, nos
cuenta con emoción.
Familia y teatro
Con sus raíces cimentadas en el mundo del arte, Celeste
Viale ha formado su propia familia –está casada con el actor y director Jorge
Chiarella, con quien tiene dos hijos Mateo y Jerónimo, dedicados también al
teatro-, la cual está inevitablemente ligada a las artes escénicas. Es así, que
la vida familiar se ha desenvuelto en este medio. “Trabajar con la familia
tiene sus ventajas y sus desventajas”, advierte. “La ventaja es que todos
tenemos un interés común, amamos el teatro, es nuestra pasión, siempre hemos
trabajado en esa línea o como dramaturgos, o como actores, o directores; y
hacer este proyecto (dirigir el Teatro Ricardo Blume) nos ha consolidado como
familia, pero, obviamente tenemos nuestras distintas perspectivas, nuestros
distintos puntos de vista”. Otro reto que enfrenta la familia Chiarella Viale
es el de tomar acuerdos y decisiones, ya que por ser un proyecto de gran
envergadura como es el mantener un teatro y sostenerlo emocionalmente, existen
diferencias en criterios y se deben asumir algunos riesgos. “Pero, finalmente,
creo que nos complementamos, y siempre el interés es el teatro; como tenemos la
escuela de formación, también nos interesa muchísimo la parte pedagógica, la
formación del actor, las herramientas que les damos, a nivel no solo de técnica
sino también el desarrollar capacidades para una reflexión sobre el país, sobre
lo que nos pasa”. Y es que las obras estrenadas en Aranwa siempre han tenido un
sello, pues siempre son temas fuertes que tienen que ver con el hombre, con lo
que le pasa a la humanidad, o con coyunturas específicas, políticas. “Entonces,
hacemos un teatro fuerte, bien definido y eso es lo que nos hace felices, sobre
todo Coco (Chiarella) y yo, que decidimos dedicarnos a esto en esta última de
recta de nuestras vidas”.
Celeste nos da, con mucha franqueza, sus impresiones acerca
del movimiento teatral de nuestros días. “Yo creo que hay un panorama bien
interesante, y esto es producto de que hay distintas escuelas, hay muchos más
centros de formación desde distintas perspectivas, distintas corrientes y eso
me parece que es muy saludable, porque la gente tiene la posibilidad de elegir,
no a toda la gente le gusta el teatro que tú haces, pero hay gente a la que sí
le gusta”. Eso sí, refiere que lamentablemente, todavía no hay el público
necesario para todas estas opciones, porque hay mayor oferta que demanda.
Respecto a los jóvenes que se preparan para ser actores,
Celeste comenta que “los chicos que egresan arman sus propios espacios, con sus
propias propuestas, van buscando, asumen nuevos retos; desde que entran ya
saben los que les va a tocar: luchar, competir en un escenario social difícil,
y ahí están trabajando”. Esa es la enseñanza que Celeste afirma reciben los alumnos
en Aranwa. “No va a ser fácil, ahora estás aquí en una escuela, pero después te
las vas a tener que ver solo, entonces cuantas más herramientas tenga, no
solamente en teatro sino también como personas, será mejor. En cuanto
desarrollen más responsabilidad, cuanto más disciplina desarrollen, entonces va
a ser mejor”, sostiene.
Talento y disciplina en la profesión artística
Celeste Viale es contundente en su posición en cuanto al
tema del talento, la vocación y la perseverancia en la profesión teatral y del
arte en general. “El talento es algo que es innato pero con talento y sin
disciplina, sin pasión, no haces nada. La disciplina, la persistencia te puede
volver un actor mucho más destacado que una persona que tiene talento y no lo
sabe aprovechar o lo desperdicia”. Asegura además, que el tema de la
televisión, por ejemplo, ejerce una seducción muy grande, mucho más que el cine.
“Lo importante es saber entrar y salir de la televisión, que se pueda manejar
los distintos escenarios; cuando estás en la televisión es un campo de acción
que tiene ciertas características y el teatro tiene unas propias, más aún
cuando es teatro independiente que tiene ciertas condiciones en las que se
trabaja. Pero si tú no sabes hacer esa distinción entre lo que es la televisión
y lo que es el teatro, entonces sí estás mal, estás muerto”. Agrega además, que
el actor hace cine, teatro, televisión, eventos, pero debe aprender a moverse
en todos estos espacios y cómo se mueven los hilos en cada uno. “Se trata de
ubicarse, y a mí me parece bien que los chicos transiten por todo, porque es
parte también de la madurez”.
Para Celeste, el teatro es una actividad de grupo, un acto
colectivo. “Si una pieza por más pequeña que sea no funciona, no funciona nada,
es una maquinaria. Como el teatro es un arte vivo, no hay eso de que vuelves a
grabar y repites, entonces necesita mucho más presencia, más concentración,
pasión no por la actuación, por el teatro”. Celeste afirma que el mundo de la
actuación es muy grande y los alumnos no pueden tener pasión por la actuación,
si no tienen pasión por el teatro. “Si amas y tienes pasión por el teatro,
entonces vas también a amar el trabajo del productor, del director, del otro compañero,
del vestuarista. Lo que tú hagas o dejes de hacer, lo que tú hagas bien o lo
que hagas mal, influye dentro del teatro”. Es por ello que para Celeste, el
teatro es tan importante para la infancia y, lamentablemente, tan poco valorado
por actores, directores, críticos, productores; pero lo que se haga en ese
espacio del teatro para la infancia va a repercutir para siempre. “A veces los
actores no nos damos cuenta que si estamos frente a una pieza de teatro para la
infancia, podemos hacer que ese niño deteste el teatro o quiera ir siempre al
teatro. El público en general, si ve una pieza de teatro para la infancia y ve
que su hijo se entusiasma, lo va a querer llevar siempre. Entonces, el teatro
puede ser la mejor arma para seguir apreciándolo o la peor arma también, te
puede llevar a que la gente ya no quiera regresar más”.
“Yo hago teatro para la infancia desde hace muchísimo
tiempo, empecé dirigiendo casi apenas salí del TUC, me llamaron al Grupo Telba,
allí empecé dirigiendo teatro para la infancia”, recuerda Celeste, quien viene
escribiendo y dirigiendo ininterrumpidamente teatro para la infancia. “En
verdad empezamos por la sala y nos dicen que nos tenemos que acomodar a los
requerimientos de la obra para adultos: si tienes un árbol en el escenario, porque
la obra de adultos tiene su árbol, y tu obra pasa en un desierto, por decirte,
tú verás cómo haces con el árbol; hay poca sensibilidad”. Celeste opina acerca
del teatro infantil como voz autorizada, pues se ha dedicado a este rubro desde
la década del setenta, refiriendo que en aquellos tiempos existían críticos de
teatro especializados en teatro infantil, como Alfonso La Torre y Gregor Díaz. “Ahora
dónde está la crítica de teatro para la infancia, dónde están las carteleras
del teatro para la infancia serias, completas; dónde está el interés superior
del niño”, refiere con contundencia. Añade que “habría que reformular eso, por
ello con Alberto Isola creamos Cola de cometa y ahí estamos, trabajando en esa
línea, no queremos cambiar nada pero sí pretendemos hacer un teatro para la
infancia responsable, riguroso y caminar en esa línea con otros grupos”.
¿Y el teatro para qué?
Celeste nos da su perspectiva acerca del rol del teatro como
medio de entretenimiento para la sociedad. “El público debe irse con
interrogantes y bueno, deben buscar respuestas”. Además, afirma que el teatro
no pretende enseñar nada, pues lo que hace es sacar a la luz circunstancias,
vidas, historias que no se ven o que no se saben, o que se saben y se enfocan
desde otro punto de vista y se muestran, un lado que es sacado de la oscuridad
y se muestra. “Esa es la función del teatro, independientemente que sea
trágico, cómico, etc, el teatro te debe dar luz, para mí el teatro es luz”. Asegura
a su vez, que existe la creencia que el teatro para la infancia es una clase y
que al final se debe dar la moraleja. “Y tampoco es así, porque el niño va a
interiorizar todo, lo va a procesar y va a salir a la luz”. Para Celeste, que
una persona se haya llenado con esa luz que da el teatro, es suficiente para
transmitir el mensaje a otras personas.
Con relación a los temas controvertidos en el teatro,
Celeste afirma que “el teatro tiene que mostrar lo que no ves o lo que no
quieres ver, te puede iluminar o tú puedes seguir sin entender o seguir cegado”.
El teatro debe presentar los grandes problemas de la humanidad y eso lo
convierte en filosofía. “Alguien dijo que el teatro era el último resquicio que
le queda a la filosofía, porque el teatro es filosofía, justamente, porque
aborda estos temas, por ejemplo, sobre las relaciones de pareja se ha escrito
hace bastante tiempo, pero, ahora el tema es qué le está preocupando a una
pareja, si tiene o no tiene hijos; o a la mujer, si decide ser madre o decide
no serlo, que es también un tema controversial; entonces vemos una obra que
plantea el tema, escuchamos y vemos”. Para Celeste estos temas controversiales
puedan ser tratados en el teatro, pero que, como dramaturga, tiene que haber
conflicto entre las partes, porque el teatro es conflicto y tiene cada una
tiene que estar bien sustentada. “Los grandes temas que le preocupan al hombre
ahora son las guerras, el feminicidio, la igualdad de género; pero se habla de
algo que generalmente no se ve; esa es una de las grandes riquezas del teatro:
el poder sacar de la oscuridad algo y ponerlo en el escenario”.
Celeste Viale confiesa que el teatro es entrega y a veces le
ha quitado momentos familiares. “Me hubiera gustado pasar más tiempo con mis
padres, sobre todo, con mi mamá que tuvo una enfermedad los últimos años. Ella nunca
me prohibió nada del teatro, ella menos que nadie pues era hija de mi abuelo y
es gracias a ella que hice esta obra (Yerovi, vida y muerte de un pájaro
cantor), porque compiló toda la obra de mi abuelo, porque era la forma en que
lo podía conocer, entonces, espero que esté contenta”,
reflexiona Celeste, quien refiere además que pudo estar un poco más cerca de sus
hijos, aunque confiesa que iban juntos a todas partes y mientras actuaba con su
esposo en el teatro, los hijos estaban arriba jugando. Ella recuerda también
esos momentos en los que habían muchas lágrimas que demandaban los papeles de
teatro, por los proyectos que no se concretaban, por el escaso público, por las
funciones suspendidas, el poco interés en el teatro para la infancia, el
desprecio de algunas personas respecto a este tipo de teatro; sin embargo, para
ella “el teatro es un trabajo muy duro, pero muy bonito, a veces, ingrato,
ahora más todavía porque si no pasas por la televisión no existes”. En estos
tiempos de exposición, Celeste asegura que el teatro en relación a la
televisión, está descompensado en ese sentido. “También atravesamos algunas dificultades
económicas, aunque yo he tenido la suerte de estudiar otras cosas y me puedo
ayudar”. Sin embrago, ella valora mucho su experiencia en un estilo de teatro
más comunitario. “No ganábamos un sol, porque todo era para la producción; pero
teníamos otros trabajos y hacíamos nuestro teatro; los fines de semana
compartíamos en mesas larguísimas de almuerzos, muy lindo”. Añade, eso sí, que
los tiempos han cambiado en ciertos aspectos. “Cuando hay un papel en el piso y
el actor no lo recoge, porque no es su chamba… pero bueno, así están los
tiempos”.
Finalmente, Celeste deja un mensaje al público: “Que vayan
al teatro y lleven a sus hijos, que sepan escoger bien, el teatro tiene su propia
magia, así que llevemos a los niños a aquellos teatros que puedan ofrecer la
verdadera magia del teatro, que se diferencie de lo que ve en la tele, que
descubran otro mundo para que sus hijos descubran otro mundo”. Así como el
teatro tiene sus propias reglas, su propio encanto, los niños descubrirán otras
cosas que no descubren en otros espacios; además de ser el futuro público del
teatro ya para adultos. “Se van a sorprender de todo lo que puede darles el
teatro y todo lo que va a perdurar esa experiencia, se va a quedar marcada,
entonces, promuevan el teatro en sus casas, con sus familias”. Y a los actores
y a la gente de teatro, Celeste los conmina a “que apuesten, que arriesguen y
siempre con humildad, yo no quiero dar lecciones a nadie, cada uno va
aprendiendo en el camino que va trazándose, pero, en todo caso nosotros
enseñamos eso en nuestra escuela (del teatro Ricardo Blume) y que no esperen a
que los llamen, sino que sean los agentes de su propio destino”.
Maria Cristina Mory Cárdenas
30 de enero de 2018