El gallinero alborotado
Actor y educador egresado del Teatro de la Universidad Católica (TUC),
Miguel Pastor es especialista en el dictado de talleres que permiten la libre
expresión de los más pequeños. Actualmente trabaja como docente de Artes Creativas
en el Centro Educativo Privado Hiram Bingham, pero como director viene estrenando
obras de variada temática para toda la familia: en 2007, Lucero de Belén de
Juan Rivera Saavedra y la primera temporada de Zorros a la vista, escrita por
el propio Pastor; en 2008, Dos viejas van por la calle de Sebastián Salazar
Bondy; en 2009, de Mario Vargas Llosa, Día Domingo y especialmente, la
excelente adaptación para la escena de Los cachorros; y en 2010, una irregular
versión de Bodas de sangre de Federico García Lorca. Este año, Pastor vuelve
con el reestreno de Zorros a la vista en el Centro Cultural El Olivar, una simpática comedia en la
que el papel de Pastor como director, y que además interpreta al Juglar, cobra importante
protagonismo.
Pastor busca reivindicar el juego como instrumento educativo, tomándose
su tiempo para aplicarlo en la presente puesta en escena, a través de algunas dinámicas
con los más pequeños antes de iniciar la historia propiamente dicha. Resulta
interesante como los niños entran al escenario y de manera lúdica el Juglar
les enseña no solo a respetarlo, sino que les explica que la historia que verán
es ficción. Justamente, una vez iniciada, esta resulta sumamente sencilla: los
torpes zorros Casimiro (Juan Carlos Pastor) y Clodomiro (Esteban Phillips) no
logran capturar a las delicadas y alegres gallinitas Teodora (Eileen Céspedes),
Leonora (Carmela Izurieta) y Doradora (Paola Chacaltana), a pesar de sus
constantes esfuerzos. Pero el interés del espectáculo no parece radicar en estos
fallidos intentos (a los pocos minutos las aves son capturadas), sino en la
posibilidad que tienen los niños, con la ayuda del Juglar, de terminar la
historia como ellos decidan.
Zorros a la vista tiene a su favor un elenco carismático y una cuidada producción,
que se luce especialmente en el vestuario; sin embargo, las coreografías con
música peruana se podrían aprovechar mucho más, reemplazando además con las
voces del elenco al innecesario playback. Pastor y El Juglar Asociación
Cultural consiguen una puesta en escena lúdica y vivencial, acaso potenciando demasiado
las virtudes de Pastor como profesor-animador por encima de la historia
principal en sí, pero transmitiendo con claridad el mensaje principal, que
consiste en optar siempre por la pacífica convivencia entre especies diferentes,
temática muy pertinente en estos tiempos violentos tan difíciles que atraviesa la
sociedad y la humanidad en general. Zorros a la vista, a pesar de tener una duración
algo dilatada, es una interesante y didáctica puesta en escena, realizada con mucho
oficio ganado por Pastor a lo largo de los años.
Sergio Velarde
29 de agosto de 2016