Una amistad con mucho amor
Se encuentra en temporada la obra Nuestro último vals, lanzada a escena
por la productora Ciudad Gris, escrita por Romina Viñas, dirigida por Jonathan
Chumpitaz y protagonizada por Andre Moyo y la dramaturga en mención. Una obra
que toca la amistad y la sinceridad que normalmente evitamos para no alejar a
los hermanos que elegimos en vida. Alfonso se tiene que ir a estudiar una
maestría por dos años a otro país y su mejor amiga se entera minutos antes de
que él se marche hacia el aeropuerto, lo cual la obliga a encararlo. En este momento,
se nos presenta una conexión entre dos personas que han vivido desde pequeños
siendo muy buenos amigos, recordando toda una vida en la cual surgieron momentos
de mucho cariño, de diversión y, en algunas ocasiones, de conflicto.
Encontrando en el público un símil a sus propios recuerdos, pues ¿quién no ha
tenido a ese amigo que nos acompaña en las buenas y en las malas? Todos hemos
vivido esas etapas en las que elegimos a nuestro camarada y, aunque no los
veamos todo el tiempo, seguimos teniendo ese lazo amical que nos une. Son estos
dos personajes los cuales después de todos esos recuerdos se dan cuenta de que
entre ellos existe algo más que una conexión de amigos; sin embargo, no quieren
malograr esa bonita relación de amistad que los unió en un primer lugar.
Ahora bien, tocando el tema de las
especificaciones técnicas, debo resaltar dos puntos en particular: la dirección
y la actuación. Por un lado, la primera estuvo muy bien llevada, ya que se nota
que se buscó cuidar de no caer en el cliché de los amigos que terminan dándose
cuenta de que se gustan y surge una tensión que explota cuando llegan a hacerse
novios; por el contrario, lograron llevar la situación de una forma mucho más
real, teniendo en cuenta los nervios y las dudas que surgen al no querer
malograr una amistad de años, así como la relación entre ellos que lejos de
cambiar, se intenta mantener igual para darse tranquilidad entre los dos
después de una noticia tan fuerte como el enamoramiento entre ambos.
Por otro lado, la actuación fue resaltante,
el nivel de escucha, de presencia, de acciones y de claridad fue muy bueno.
Ciertamente, los personajes no son difíciles de construir, debido a la
cotidianeidad de estos; no obstante, lograr representar escénicamente la
cotidianeidad y despojarse de los modismos solemnes o dibujantes resulta
complicado para muchos. Se percibió la habilidad de juego y el proceso del
momento a momento que resultó en un enamoramiento genuino y creíble, no marcado,
con un final abierto para dar rienda suelta a nuestra imaginación.
Definitivamente, una obra que deben ir a ver todos los que estén buscando
planes de trasnoche los fines de semana. Recomendada.
Viviana
Távara
8 de octubre de 2023
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