lunes, 28 de octubre de 2024

Crítica: EL PROGRESO


Marchando al ritmo de Brecht

Cuesta creer que hace diez años se dieron las marchas contra la Ley Pulpín. El shock continúa cuando te das cuenta que, el año que viene, se cumplirán cinco años de las marchas contra Manuel Merino y de las muertes de Inti y Bryan. ¿Cuánta justicia se ha encontrado? ¿Cuánto ha cambiado nuestra manera de relacionarnos con la protesta? ¿Cuánto hemos progresado? Josué Castañeda explora estas preguntas en ocho cuadros brechtianos, donde se hacen presentes el caos y la confusión, al mismo tiempo que la humanidad.

La puesta en escena comienza estableciendo desde el principio su fuente brechtiana: no se quiere que olvidemos nunca que estamos viendo a actores en escena, interpretándose a sí mismos, al mismo tiempo que a personajes. Los cuadros saben hábilmente interpretar la protesta desde su base, desde el lugar que dicho concepto tiene en nuestro imaginario colectivo. La idea evoluciona desde varias aristas: toca de cerca la muerte, pero las imágenes y cambios de código (con saltos entre comedia, teatro físico o un explícito simbolismo) hacen que la reflexión escénica aborde más allá de un simple réquiem y se convierta en un ensayo con muchas preguntas, a veces sin respuestas.

Por el contrario, en El progreso la protesta se toma también como una pregunta: ¿por qué protestamos? Sus imágenes, como el shockeante feto de parihuana o la idea de un proyecto de ley que prohíbe la muerte, exponen no solo una sátira política, sino que se centra enormemente en la frustración del joven ante el status quo y su búsqueda por desplazarlo, pero cuya poca dirección lo deja impotente ante una maquinaria que no procesa el amor.

El progreso, quizá, hubiera podido aprovechar de inicios y finales más claros y definidos para sus cuadros. Es evidente que cada uno trata una arista de esta gran reflexión, y su unión en el caos final habría causado más impacto en dar mayor claridad a sus conclusiones. Es también cierto que algunas preguntas no tienen conclusiones, pues son futuros a los que nuestra juventud aún no ha llegado, pero quizás es esa frustración la que guía también nuestra protesta. Es por esta frustración que es importante hacerle honor al pedido de El progreso y no olvidar que estamos viendo una obra: discútanla después de verla, analícenla, cuestiónenla. Este es, pues, un objetivo brechtiano a la vez que peruano.

José Miguel Herrera

28 de octubre de 2024

No hay comentarios: