jueves, 17 de octubre de 2024

Crítica: BROTHERHOOD


(In)secretos familiares

A Brotherhood de Anahí Ribeiro no le interesa contarnos una historia de secretos familiares, como muchas veces acostumbramos. Muy por el contrario, busca conectarnos, a través de sus visuales y las dinámicas entre su elenco, con la historia de una familia que, gracias a los años y heridas, saben ya bastante unos de otros, y nos muestran de manera muy sensible los resultados de esas dinámicas cuando son atravesadas por el caos.

Sí que hay un par de secretos familiares grandes dentro de la obra, ambos girando alrededor del Gringo, interpretado con buena soltura y subtexto por Paco Caparó. Lo interesante es que la obra utiliza estas interrogantes dentro de la familia para mostrar el porqué de algunos hermanos para su dejadez, su ansiedad o su apego hacia alguno de sus padres. Nos dan a conocer y conectar con la familia a través de anécdotas, confesiones, discusiones y (muy) memorables conversaciones por WhatsApp la dificultad que tienen los hermanos para trabajar juntos. Acierto del montaje: al dedicar la obra a familiarizarnos con los siete hermanos, estos puntos de ebullición se sienten como algo natural a pasar. Atención en aprovechar esas ebulliciones.

Convengamos que los estallidos son fáciles de identificar por la forma en que la obra está planteada en el espacio. El apartado visual es aquí impecable y lúdico, goza de personalidad y logra apoyar no solo la comedia, sino también los momentos más emotivos. Aprovechar estos juegos para conocer a los siete hermanos por igual y en sus diferencias es algo que puede explotarse incluso más, sumando al trabajo que ya se ve en los siete actores para que cada hermano se sienta diferente. Destaca acá el trabajo gestual de Collao y Del Águila (alivio cómico invaluable), el vocal de Quea y Mármol y el corporal de Muente y Rechkemmer. Esto también ayudaría a encajar mejor el final: muy entendible por las revelaciones finales, pero cuyas resoluciones entre hermanos necesitaban algo más de desarrollo.

Pero, aun así, considero que el objetivo de Brotherhood no es terminar de cambiar a sus siete hermanos. No es un rompecabezas o un cuento, sino una pintura. Distintos espectadores se centrarán en una parte distinta del cuadro, reflejando sus propias historias familiares y, al igual con la muerte, dejándonos con la respuesta de que a veces, dentro de las familias, no hay respuesta. Esta pintura de montaña rusa no hará más que ganar intensidad en temporada, así que préstenle atención al panorama con el que nos toca. Cuidado si vas con un hermano/hermana que te lleve muchos años: habrá preguntas incómodas al terminar.

José Miguel Herrera

17 de octubre de 2024

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