Toda puesta en escena que tenga como objetivo visibilizar
las problemáticas de alguna comunidad en específico, que ha sido (y aún lo
sigue siendo) discriminada, relegada y violentada durante muchos años, merece
de entrada un reconocimiento. Tal es el caso de Mudanza, propuesta de temática LGTB+ creada por el colectivo
Producciones Calente, que viene presentándose en el Teatro Barranco 2.0. Ya
desde el afiche y material promocional, teniendo como claros protagonistas los
cuerpos desnudos de sus actores, podría pensarse que sus creadores simplemente
utilizan el morbo para llamar la atención sobre la obra; sin embargo, esto no
es así: la puesta escrita y dirigida por Germán Falco tiene otros objetivos,
que a pesar de ciertos tropiezos en su ejecución escénica, sí que llegan a
cumplirse y de esta manera, enviar un conmovedor mensaje de tolerancia y
aceptación, en medio de una sociedad tan conservadora como la nuestra.
Dos jóvenes empleados de una empresa de mudanza se
encuentran trabajando, a solas, en un departamento lleno de cajas numeradas. Nick (Daniel
Paiba) es un argentino migrante y Axel (Jean Carlos Mendoza), un peruano comprometido
a su vez con la hermana de Nick; uno de los muchachos esconde un secreto que
muy pronto será revelado. Pero este secreto en cuestión, debido a la temática
de la obra (además de haber sido esta información incluida en la nota de
prensa), resulta más que evidente, así que el conflicto no debería tardar en
aparecer. Sin embargo, la trama demora mucho en arrancar: el prólogo, en el que
aparecen los personajes para iniciar la mudanza (en un teatro) y encuentran
ropa interior masculina en las cajas, bien podría revisarse o incluso obviarse,
pues no tiene mayor relevancia; además, se rompe la cuarta pared, hecho que no
vuelve a ocurrir durante el resto de la obra. Después de esta escena, son varios los inexplicables minutos
de espera para que inicie la puesta propiamente dicha, ya que no se perciben
cambios de vestuario o de utilería en el escenario.
Todo el primer acto, ante la falta de un conflicto claro, se
hace eterno, solo sostenido por las dilatadas conversaciones de experiencias
pasadas de los jóvenes, matizadas con los recuerdos de índole sexual recreados
en el escenario, muy subidos de tono y descritos con procacidad. Pero la espera
vale la pena, en última instancia: ya al término de sus labores, uno de los
jóvenes va a ducharse y el otro, el del secreto, permanece en silencio y como
público, adivinamos sus verdaderos sentimientos. Esta lograda secuencia,
desprovista de diálogo y manejada adecuadamente por el actor en sus miradas y
silencios, es la que realmente inicia el drama; luego, las conversaciones
adquieren nuevos e interesantes matices, los desnudos se justifican por sí
solos y las identidades de ambos son reveladas en un emocionante final. Bien
por Falco, el elenco y la producción, por arriesgarse a presentar este valiente
y valioso espectáculo, que con los ajustes mencionados y una reducción en su
duración, le proporcionaría un mayor disfrute al espectador. Mudanza busca la necesaria reflexión
sobre la importancia de aceptarse, con orgullo y sin miedos, tal como uno es en
realidad.
Sergio Velarde
21 de mayo de 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario