Automudanza
Sergio Armasgo construye a Sebastián a partir de la
autoficción; el escenario tiene una disposición de objetos y de elementos
lumínicos pensados desde la experiencia sensorial. El actor muestra distintas
facetas del personaje a través del cuerpo y por medio de su presencia escénica;
desde el inicio de la obra está presente en el escenario, cubierto con un
montón de ropa, como si la ropa fuera escombros y como si los escombros fueran él
mismo.
Comienza interpelando al público, constantemente hay una
conversación que enfrenta al espectador, exponiendo formas de pensar existentes
dentro de la sociedad; la voz es clara y la presencia envuelve a los
observadores. Mientras el personaje se va transformando, empieza una especie de
reconocimiento en lo que va diciendo, no necesariamente porque se coincida con
las acciones que despliega, pero sí con un sentido cultural, que golpea nuestra
racionalidad y nuestro entendimiento.
Sebastián cuenta cómo se siente, pero también acciona en
escena; existe una dualidad entre el interior del personaje y su realidad
escénica, el cuerpo paulatinamente se va sumergiendo en un cansancio, no solo
corporal sino también espiritual. Existen secuencias físicas que incitan el
agotamiento del actor; sin embargo, es la docilidad de la presencia lo que nos
abstrae en los sentimientos de Sebastián. Hay momentos en donde saltas con su
palpitación y otros, en donde de golpe clavas los ojos para entender un
sentimiento, fresco, creciente dentro de la sociedad y del dilema vida-muerte,
al que siempre se expone el ser humano.
El sudor, la luz y el agua van dando efecto en la mirada del
espectador; los símbolos se transforman desde donde se alcanza a mirar. La
tormenta es un elemento que exalta las emociones y expone la fragilidad de
Sebastián que, pese a todo ello, descubre el cuerpo y el rostro para recibir el
mar de nubes como si fuera un momento cumbre para enfrentar su destino, las
aguas internas que pueden ser ríos, pero también tormentas. Sensorialmente, es
un momento muy bien logrado y simbólicamente muestra la masculinidad frágil y
la necesidad del cuidado. Pero al referirnos a fragilidad no hablamos de
flaqueza o debilidad, sino de una condición humana que muchas veces es negada
por estereotipos. El cuerpo siente, grita, llora y ríe; pero muchas veces el
mundo intenta ordenar estas reacciones naturales del ser y las moldea de
acuerdo a dogmas emocionales.
Es importante reconocer que el personaje ha sufrido una
perdida (la muerte de su madre), que ha fragmentado su familia y la dirección
de sus pasiones. De esta manera, lo que el público experimenta es la piel de
Sebastián, pero también un juicio crítico respecto a temas generales. La
necesidad de la protección familiar, la amistad, el vicio, la depresión, la
aceptación salpican como la tormenta en la que nos inunda el intérprete.
Entonces el cuerpo se mueve y se trasforma y esto se
manifiesta en la mudanza, en las maletas, en la ropa que hacen como emociones
que pueden viajar hacia puertos serenos o que pueden aterrizar en tierras
hostiles y sangrantes.
Así llega la purificación del interprete, del personaje, del
director y de los observadores. El punto donde el individuo decide asumir lo
que le sucede, sin la necesidad de culpar a los demás, solo hay un
cuestionamiento inicial y es el punto de partida al que el cuerpo se ancla. La
necesidad de reconocer y solucionar un problema desde uno mismo. El asesinato
es una imagen potente, un momento cumbre para que Sebastián asuma su situación
y tome la iniciativa para remendar los hilos de su destino, los lazos
familiares se conectan, se cosen, se unen.
El final es sutil, Sergio interpreta a la amiga de Sebastián
y se interpone ante nosotros con un discurso que sigue exponiendo estereotipos
comunes dentro del ideario social. Es un momento potente, porque se enuncia un
pensamiento, una postura ante lo que sucede en el mundo, algo que decir.
La puesta es creciente, durante toda la trama hay distintos
momentos, creados por la atmosfera de las luces y el despliegue actoral, los
elementos sonoros también fueron decisivos. Uno muda constantemente dentro de sí
mismo, los aprendizajes, las enseñanzas son como mudanzas interminables dentro
del ser.
Moisés Aurazo
17 de mayo de 2023
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