Y todo lo que siempre nos hace regresar al teatro
Galardonada como “Mejor Comedia del Año” en
la premiación Oficio Crítico 2013, Escuela
vieja volvió después de diez años por solo cuatro funciones y qué placer
haberla presenciado. Es una puesta en escena osada que ha sabido conquistar y
reconquistar a su público. Convirtiéndose de esta manera en merecedora de todas
las palmas que a media función recibe por la fuerza, vehemencia y seguridad que
sostiene el elenco de artistas escénicos de inicio a fin. Además, destacar que
se logra percibir al conjunto de actrices y actores como un equipo solvente y
compacto, lo cual incluso permite que se contagie al público de esa adrenalina
que van recorriendo y transitando cada uno de los ejecutantes desde el viaje de
sus personajes.
Entradas y salidas limpias, ritmo ameno y
lúdico como necesario, silencios, miradas, traslados más que justificados, la
complicidad con el público, los testimonios casi confesionales sean dentro o fuera
de la representación, cargados de personalidad y sinceridad que impactan, nos
remueven y hasta transportan a ese lugar al que muchos (como los transeúntes
del vídeo inicial) no quisiéramos regresar: la época escolar.
Siendo así que, a modo de coreografía, coro,
pequeños unipersonales y secuencias físicas grupales muy bien elaboradas, nos
hacen revivir la experiencia de haber habitado salones, patios y direcciones de
nuestros colegios. Asimismo, aquellas situaciones incómodas con profesores,
compañeros e incluso las diversas áreas que también funcionan y se nos ofrecen como
guía en la etapa estudiantil. Muchas de estas reflejando y cuestionando cómo es
que funciona y es entendida la educación en nuestro país.
De este modo, entre risas y silencios, el
público logra la identificación y también la negación con aquello que se
percibe adolece en los testimonios compartidos por los ejecutantes: casos de discriminación,
maltrato, violencia, mucha ignorancia, o la añoranza de alguna buena amistad, algún
maestro que nos marcó con sus enseñanzas y nos dio la confianza de poder
transitar de la niñez a la adolescencia, para terminar con la incierta mirada
al futuro sobre qué nos espera al culminar la vida de colegial.
Lo interesante y el motivo por el cual esta
obra funciona pasados ya diez años radica en haber logrado un trabajo colectivo
certero. No solo por el buen manejo escénico que han compuesto los artistas, ya
que se complementan gracias a distintas herramientas escénicas, sino que la
creación de este espectáculo en sí mismo se comprende y desarrolla a partir de
la mirada colectiva la cual cumple, de la mejor manera, la tarea de tocar un tema
a elección: la etapa escolar, desde un enfoque ligero, donde todos los
participantes al haber vivido alguna vez dicha etapa, ya sea como víctima o
victimario, la indiferencia tanto de padres como de maestros o entre
compañeros, las obligaciones que dañan hasta la salud ya sea por
desconocimiento o falta de acompañamiento de un adulto responsable, convergen
para ser expuestos y evidenciados resonando así en nosotras y nosotros los
espectadores y por qué no, salgamos del teatro cuestionándonos y hagamos algo
al respecto. No cometer los mismos errores, por ejemplo, ni justificar y dar
por sentado que así debe ser la educación solo porque así ocurra en muchos
lados.
Conny
Betzabé
8 de mayo de 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario