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lunes, 8 de mayo de 2023

Crítica: ESCUELA VIEJA


Y todo lo que siempre nos hace regresar al teatro

Galardonada como “Mejor Comedia del Año” en la premiación Oficio Crítico 2013, Escuela vieja volvió después de diez años por solo cuatro funciones y qué placer haberla presenciado. Es una puesta en escena osada que ha sabido conquistar y reconquistar a su público. Convirtiéndose de esta manera en merecedora de todas las palmas que a media función recibe por la fuerza, vehemencia y seguridad que sostiene el elenco de artistas escénicos de inicio a fin. Además, destacar que se logra percibir al conjunto de actrices y actores como un equipo solvente y compacto, lo cual incluso permite que se contagie al público de esa adrenalina que van recorriendo y transitando cada uno de los ejecutantes desde el viaje de sus personajes.

Entradas y salidas limpias, ritmo ameno y lúdico como necesario, silencios, miradas, traslados más que justificados, la complicidad con el público, los testimonios casi confesionales sean dentro o fuera de la representación, cargados de personalidad y sinceridad que impactan, nos remueven y hasta transportan a ese lugar al que muchos (como los transeúntes del vídeo inicial) no quisiéramos regresar: la época escolar.

Siendo así que, a modo de coreografía, coro, pequeños unipersonales y secuencias físicas grupales muy bien elaboradas, nos hacen revivir la experiencia de haber habitado salones, patios y direcciones de nuestros colegios. Asimismo, aquellas situaciones incómodas con profesores, compañeros e incluso las diversas áreas que también funcionan y se nos ofrecen como guía en la etapa estudiantil. Muchas de estas reflejando y cuestionando cómo es que funciona y es entendida la educación en nuestro país.

De este modo, entre risas y silencios, el público logra la identificación y también la negación con aquello que se percibe adolece en los testimonios compartidos por los ejecutantes: casos de discriminación, maltrato, violencia, mucha ignorancia, o la añoranza de alguna buena amistad, algún maestro que nos marcó con sus enseñanzas y nos dio la confianza de poder transitar de la niñez a la adolescencia, para terminar con la incierta mirada al futuro sobre qué nos espera al culminar la vida de colegial.  

Lo interesante y el motivo por el cual esta obra funciona pasados ya diez años radica en haber logrado un trabajo colectivo certero. No solo por el buen manejo escénico que han compuesto los artistas, ya que se complementan gracias a distintas herramientas escénicas, sino que la creación de este espectáculo en sí mismo se comprende y desarrolla a partir de la mirada colectiva la cual cumple, de la mejor manera, la tarea de tocar un tema a elección: la etapa escolar, desde un enfoque ligero, donde todos los participantes al haber vivido alguna vez dicha etapa, ya sea como víctima o victimario, la indiferencia tanto de padres como de maestros o entre compañeros, las obligaciones que dañan hasta la salud ya sea por desconocimiento o falta de acompañamiento de un adulto responsable, convergen para ser expuestos y evidenciados resonando así en nosotras y nosotros los espectadores y por qué no, salgamos del teatro cuestionándonos y hagamos algo al respecto. No cometer los mismos errores, por ejemplo, ni justificar y dar por sentado que así debe ser la educación solo porque así ocurra en muchos lados.

Conny Betzabé

8 de mayo de 2023

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