domingo, 25 de abril de 2021

Crítica: DISFORIA


Ella y él

El llamado Teatro virtual ha permitido que podamos ver diversas obras a nivel mundial. En esta oportunidad, pudimos disfrutar de Disforia. Una microobra española, con texto de Ángel Serrano Laguna, dirigida por José Luis Espinoza y los encargados de darle vida a esta genial puesta en escena son Cecilia Voter (peruana) y Noam de la Rosa (español).

Con un escenario minimalista y completamente vestidos de negro, ella y él aparecen en el mismo espacio. Ella, sentada sobre una cómoda silla, pero con la cabeza agachada; él, pensativo, echado en el piso y con la cabeza recostada sobre un pequeño banco. Parece que ambos personajes están por entablar una conversación un poco acalorada, pero poco a poco la transición se iba dando, hasta mostrarnos que se trataba de una sola persona. Disforia nos presenta, de manera clara y original, la conversación interna de un personaje transgénero, con el único propósito de mostrar lo que le sucede a este, cuando habla o discute consigo mismo. Donde perfectamente cualquiera puede verse asociado con el conflicto que se muestra a lo largo de estos 15 minutos aproximados de duración.

En cuanto a las actuaciones, podemos decir que estuvieron muy bien representadas. A ambos actores se les notó en todo momento dentro de sus personajes, actuando de manera natural y verdadera, interactuando orgánicamente uno con el otro; pues como se dijo al inicio, se trataba de una sola persona. Incluso, uno de los personajes supo resolver sin mayor dificultad, cuando en algún momento se cae el teléfono, lo cual nos hizo sentir aun más cerca del teatro, porque son cosas que suceden en vivo.

Asimismo, podemos decir que Disforia tuvo una buena dirección, pues no solo se reflejó en el desarrollo de la obra, sino también en el buen uso de algunos recursos audiovisuales, como planos de cámaras distintos, sumando positivamente al desarrollo de esta, pudiendo disfrutar de algunos detalles en cuanto a movimientos, gestos y reacciones, gracias a los primeros planos que se mostraron en algunos momentos de la puesta en escena. Finalizando con una melodía que complementó de manera apropiada esta espectacular microobra.

En general, podemos comentar que se consiguió el objetivo, logrando que el espectador entienda, se involucre y se conecte en todo momento, no solo con los actores, sino con la historia en general. Al finalizar la obra, fue interesante escuchar un coloquio conformado por los actores, el director, Lara (transexual) y Lola (madre de Lara), en donde el tema principal fue conversar si existe un modelo de familia, rescatando lo fundamental e importante que es sentir el apoyo de esta en estos temas.

Milagros Guevara

25 de abril de 2021

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