¿Un cortometraje en vivo o teatro virtual?
El teatro virtual sigue siendo teatro. En
esta obra dirigida por Samoa Alvarez encontramos que su principal comunicación
y publicidad es el hecho de que se juntan dos lenguajes: el teatral y el
cinematográfico. Esto me hace reflexionar sobre si es correcto decir que en
esta obra exclusivamente se juntan dos lenguajes. Al fin y al cabo, un actor
performando frente a una cámara incluye siempre un lenguaje cinematográfico. Por
lo tanto, el teatro virtual o frente a una cámara siempre tendrá un lenguaje de
medios audiovisuales.
Sobre la obra: dura quince minutos y trata
sobre una mujer atrapada en una casa donde hay un fantasma que la atormenta. Su
relación, bastante desgastada, se va problematizando mientras avanza el tiempo.
Los dos actores están permanentemente en personaje y nos invitan a entrar a un
espacio que parece muy privado. Nosotros, el público, estamos invadiéndolos. Y durante
los quince minutos se siente así.
Me pareció muy interesante el uso de dos
cámaras para retratar la historia. Ambas ubicadas en lugares diferentes de la
locación para ver qué hace un personaje, mientras el otro está en escena. Esto
me llamó mucho la atención, debido a que la dirección fotográfica se enfocaba
en lo que había o no en cámara, en qué nos llevaba la dirección a observar y
qué no. Por momentos, el terror estaba dirigido a aquello que no podíamos ver;
pero los personajes, sí. Algo que se consigue muy difícil en el teatro debido a
que lo que vemos en escena es lo que existe. Las luces y el lenguaje
audiovisual, sumado al terror de lo que sabemos que está pero no vemos fuera de
cámaras, me hizo cuestionar si lo que veíamos no era más un cortometraje en
vivo que una obra de teatro. De igual manera, ambos son formatos que valen la
pena explorar.
Sobre la puesta, se sentía por momentos que
el teléfono en la mano estorbaba a los actores. Además, la trama se vuelve un
poco extraña mientras se va sintiendo más la presencia de aquello que los
atormenta. La sensación que queda en el espectador es una sensación de
confusión al no saber a qué prestarle atención, más que de terror. Quizás algo
más interior y con mayor ensayo en los movimientos hubiera confundido menos. Un
aspecto que puede mejorar con mayor aporte de parte de dirección.
Odisea 2020 (que incluye varios proyectos,
entre ellos Casi las doce) es parte del movimiento teatral intentando realizar
teatro en mitad de una pandemia. Cada vez más iremos explorando nuevas maneras
de mostrar y entregar nuestras historias. Lo virtual es totalmente explotable y
explorable para seguir trabajando y realizando nuevas historias, con propuestas
cada vez mejor elaboradas y más interesantes.
María Fernanda Gonzales
11 de junio de 2020
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