Lectura de a dos
“BUTACA Arte & Comunicación” es una
agrupación teatral que, en cinco años, ha sacado adelante alrededor de quince proyectos escénicos de distinto tipo y calibre. Empleamos la expresión “sacar
adelante” exprofeso para referirnos al inmenso esfuerzo que esta agrupación ha
invertido para producir los espectáculos que logra llevar a las tablas. Con
audacia y tenacidad parecen haberle entrado a todo: desde obras en formato
corto, pasando por teatro para la infancia (incluso musical) concebido por
ellos mismos desde la dramaturgia, hasta obras de formato largo, de autores
nacionales e internacionales, y de considerable complejidad. Por supuesto,
podemos argumentar y discrepar sobre los niveles de calidad alcanzados en los
diversos aspectos que componen su producción escénica. Sin embargo, es nuestro
parecer que los amigos de “Butaca” se están ganado a pulso un pequeño sitial en
la historia del teatro local, por ese indiscutible coraje para fomentar cultura
en un medio tan hostil como este.
Siendo tan prolífica como es su producción,
no es de extrañar que “Butaca” tuviese algo que aportar en estos tiempos de
salas vaciadas por el estado de emergencia sanitaria actual. Al igual que
muchos otros colegas artistas, han echado mano de la conectividad que nos
procura la banda ancha de la Internet, y se están atreviendo a producir un
ciclo de lecturas dramatizadas (es decir, interpretadas) de textos escritos por
dramaturgos nacionales. Las lecturas se realizan en vivo y llegan al público a través de una videoconferencia.
En su primera temporada, el texto elegido fue Dos para el camino del
dramaturgo nacional César de María. La lectura interpretada de los personajes
estuvo a cargo de Manuel Gold y Rocío Olivera, y fueron dirigidos por Martín
Velásquez “Marvelat”, quien también tuvo el rol de “acotador” (lector de indicaciones
en el texto).
Proponer un ciclo de lecturas dramatizadas
como un espectáculo virtual pagado es, por decir lo menos, un proyecto osado. A
fin de cuentas, la lectura es apenas uno de los primeros ejercicios que suelen
realizarse en el proceso artístico teatral que culminará en una puesta en
escena. ¿Por qué, entonces, pagaría el público para asistir a la lectura
dramatizada de una obra de teatro? “¿Tú pagarías? Yo no. ¡Ni hablar!”, me decía
días atrás un colega actor. Los amigos de “Butaca”, sin embargo, no piensan
igual. De hecho, después de haberle dado muchas vueltas a este punto, parecen
haber ideado una estrategia de mercadeo sostenida sobre dos pilares
principalmente. El primero consiste en elegir una obra tan buena y cautivante
en su historia, como sencilla en su ejecución. En este aspecto, la elección de Dos para el camino como obra inaugural de este ciclo es un acierto total. Es
una obra entrañable y poderosa, cargada de historias que lo tienen todo, y se
preserva tan vigente ahora como en su estreno, en el 2002. En cuanto al cuerpo
actoral, solo precisa de una actriz y un actor, que interpretan dos monólogos
cada uno, y un diálogo al final. Por su estructura, no requiere de grandes
artificios para ser montada. Quizás por
ello su texto casi no tiene acotaciones, lo cual facilita su lectura. El
segundo pilar consiste en convocar por lo menos a un actor suficientemente “conocido"
como para “jalarle el ojo” al público que asocia la calidad de un espectáculo
con la trayectoria mediática de sus ejecutantes. En este caso, Manuel Gold
cumple a cabalidad con los requisitos antes descritos. La pauta de difusión en
redes sociales ha sido elaborada con muy buen gusto, apelando a la sencillez y
efectividad del “menos es más”: información puntual y fotografías en blanco y
negro (posteriormente intercaladas con extractos de las presentaciones en
línea), acompañadas de una suave pieza musical de fondo. Hay que anotar, sin
embargo, que las instrucciones para la compra de las entradas no eran del todo
claras, sobre todo al inicio de la campaña de difusión. Este detalle se ha ido
corrigiendo posteriormente.
Teniendo en cuenta que el aspecto técnico
es esencial para el normal desarrollo del espectáculo, se agradece que “Butaca”
haya cuidado este aspecto en general. Desde el mensaje en pantalla previo al
espectáculo, en el que se solicita al público apagar micrófonos y vídeo -así
como un pequeño instructivo para ver solo a los actores durante la obra- hasta
el uso de conexiones cableadas (en lugar del a veces inestable Wi-Fi) para los
lectores, es evidente que la agrupación se ha esmerado en procurar una experiencia
óptima. Pese a ello, es necesario mencionar que aún hace falta ajustar algunos
detalles de tipo técnico. Por ejemplo, el uso de un headset (o auriculares con
micrófono incorporado) resulta más conveniente que el de earphones de teléfono
celular, pues le permiten al lector moverse con comodidad en su asiento, sin
preocuparse por la proximidad del micrófono o el golpeteo del mismo. Esto sin
contar la calidad superior de sonido que puede procurar el micrófono de uno
sobre el otro. Otro ejemplo es el medio desde el cual se lee. Leer el texto en
una pantalla es mucho más conveniente que hacerlo desde una hoja de papel: no
hace ruido ni distrae o interrumpe la lectura cuando se pasan las hojas. Existe
una tercera observación, aunque esta no depende de la producción o los actores.
Nos referimos a la calidad de conexión a Internet de los participantes. La
transmisión que nos tocó ver se ralentizaba e incluso congelaba durante las
intervenciones de Rocío Olivera. Lamentablemente este es el sambenito que,
tarde o temprano, padecerán todos los espectáculos en vivo que se transmitan
por Internet en estos días.
En cuanto al trabajo actoral, y como ya se
dijo antes, una lectura dramatizada no es comparable con una puesta en escena.
Es, en todo caso, la primera etapa de lo que luego será una puesta. Por ello,
no se puede evaluar con el mismo rigor. Más aún cuando, como se nos comentó
durante el ameno conversatorio que hubo después a la lectura, los actores solo
han ensayado entre tres y cuatro veces. Sin embargo, podemos compartir algunas
notas. Partamos, pues, de la premisa de que el texto de César de María suele ofrecer
una mayor dificultad para la actriz que para el actor. En nuestra opinión, esto
sucede debido a que los personajes masculinos son más “asequibles” y sus
historias fluyen y pueden ser procesadas por el público con mayor facilidad que
las de los personajes femeninos, más crípticos y hasta lejanos. Cualquier actor
medianamente eficiente y con algo de experiencia en su oficio recibe un inmenso
regalo en este texto. En contraste, el reto para la actriz es mucho mayor, ya
que tiene que “ganarse” al público con una interpretación creíble de personajes
esencialmente difíciles de entender y, al mismo tiempo, tiene que alcanzar una
intensidad tal que lleve al espectador de la mano hacia la conmoción. En el
caso de esta lectura dramatizada, y como estaba previsto, el trabajo de Manuel
Gold fue lo que se esperaba, y tuvo éxito en atraparnos con su interpretación.
No cabe duda de que su propuesta está muy bien encaminada y, de llevarse a un
montaje, podría ofrecer una interpretación memorable. El caso de Rocío Olivera
es un tanto distinto. Si bien, y en general, su interpretación fue correcta, no
sentimos que se aproxime a lo que sus personajes podrían llegar a ser con mucho
más trabajo y una dirección que afine sus intenciones. De hecho, nos llamó la
atención que Martín Velásquez no haya encaminado con más precisión algunos
pasajes en los monólogos. Sobre todo, en el primero. Dicho esto, es justo darle
el beneficio de la duda al trabajo de Olivera quien, probablemente, podría
llevar mucho más lejos a sus personajes y sus historias. Como ya se ha dicho,
su tarea no es nada fácil.
En conjunto, esta ha sido una experiencia
bastante simpática y, a nuestro parecer, este ciclo de lecturas apunta bien a alcanzar
el objetivo que el mismo director explica a los asistentes en su saludo de
bienvenida: ofrecer un espectáculo que, sin llegar a reemplazar la experiencia
escénica teatral, nos ponga en contacto con personajes e historias entrañables
que nos acompañen durante la incertidumbre de esta espera. Sea, pues, muy
bienvenida esta singular temporada de lecturas de “BUTACA Arte &
Comunicación”. Prometen ser una grata compañía en este largo camino que
recorremos.
David Huamán
1º de junio de 2020
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