lunes, 1 de junio de 2020

Crítica: DOS PARA EL CAMINO


Lectura de a dos

“BUTACA Arte & Comunicación” es una agrupación teatral que, en cinco años, ha sacado adelante alrededor de quince proyectos escénicos de distinto tipo y calibre. Empleamos la expresión “sacar adelante” exprofeso para referirnos al inmenso esfuerzo que esta agrupación ha invertido para producir los espectáculos que logra llevar a las tablas. Con audacia y tenacidad parecen haberle entrado a todo: desde obras en formato corto, pasando por teatro para la infancia (incluso musical) concebido por ellos mismos desde la dramaturgia, hasta obras de formato largo, de autores nacionales e internacionales, y de considerable complejidad. Por supuesto, podemos argumentar y discrepar sobre los niveles de calidad alcanzados en los diversos aspectos que componen su producción escénica. Sin embargo, es nuestro parecer que los amigos de “Butaca” se están ganado a pulso un pequeño sitial en la historia del teatro local, por ese indiscutible coraje para fomentar cultura en un medio tan hostil como este.

Siendo tan prolífica como es su producción, no es de extrañar que “Butaca” tuviese algo que aportar en estos tiempos de salas vaciadas por el estado de emergencia sanitaria actual. Al igual que muchos otros colegas artistas, han echado mano de la conectividad que nos procura la banda ancha de la Internet, y se están atreviendo a producir un ciclo de lecturas dramatizadas (es decir, interpretadas) de textos escritos por dramaturgos nacionales. Las lecturas se realizan en vivo y  llegan al público a través de una videoconferencia. En su primera temporada, el texto elegido fue Dos para el camino del dramaturgo nacional César de María. La lectura interpretada de los personajes estuvo a cargo de Manuel Gold y Rocío Olivera, y fueron dirigidos por Martín Velásquez “Marvelat”, quien también tuvo el rol de “acotador” (lector de indicaciones en el texto).

Proponer un ciclo de lecturas dramatizadas como un espectáculo virtual pagado es, por decir lo menos, un proyecto osado. A fin de cuentas, la lectura es apenas uno de los primeros ejercicios que suelen realizarse en el proceso artístico teatral que culminará en una puesta en escena. ¿Por qué, entonces, pagaría el público para asistir a la lectura dramatizada de una obra de teatro? “¿Tú pagarías? Yo no. ¡Ni hablar!”, me decía días atrás un colega actor. Los amigos de “Butaca”, sin embargo, no piensan igual. De hecho, después de haberle dado muchas vueltas a este punto, parecen haber ideado una estrategia de mercadeo sostenida sobre dos pilares principalmente. El primero consiste en elegir una obra tan buena y cautivante en su historia, como sencilla en su ejecución. En este aspecto, la elección de Dos para el camino como obra inaugural de este ciclo es un acierto total. Es una obra entrañable y poderosa, cargada de historias que lo tienen todo, y se preserva tan vigente ahora como en su estreno, en el 2002. En cuanto al cuerpo actoral, solo precisa de una actriz y un actor, que interpretan dos monólogos cada uno, y un diálogo al final. Por su estructura, no requiere de grandes artificios para ser montada.  Quizás por ello su texto casi no tiene acotaciones, lo cual facilita su lectura. El segundo pilar consiste en convocar por lo menos a un actor suficientemente “conocido" como para “jalarle el ojo” al público que asocia la calidad de un espectáculo con la trayectoria mediática de sus ejecutantes. En este caso, Manuel Gold cumple a cabalidad con los requisitos antes descritos. La pauta de difusión en redes sociales ha sido elaborada con muy buen gusto, apelando a la sencillez y efectividad del “menos es más”: información puntual y fotografías en blanco y negro (posteriormente intercaladas con extractos de las presentaciones en línea), acompañadas de una suave pieza musical de fondo. Hay que anotar, sin embargo, que las instrucciones para la compra de las entradas no eran del todo claras, sobre todo al inicio de la campaña de difusión. Este detalle se ha ido corrigiendo posteriormente.

Teniendo en cuenta que el aspecto técnico es esencial para el normal desarrollo del espectáculo, se agradece que “Butaca” haya cuidado este aspecto en general. Desde el mensaje en pantalla previo al espectáculo, en el que se solicita al público apagar micrófonos y vídeo -así como un pequeño instructivo para ver solo a los actores durante la obra- hasta el uso de conexiones cableadas (en lugar del a veces inestable Wi-Fi) para los lectores, es evidente que la agrupación se ha esmerado en procurar una experiencia óptima. Pese a ello, es necesario mencionar que aún hace falta ajustar algunos detalles de tipo técnico. Por ejemplo, el uso de un headset (o auriculares con micrófono incorporado) resulta más conveniente que el de earphones de teléfono celular, pues le permiten al lector moverse con comodidad en su asiento, sin preocuparse por la proximidad del micrófono o el golpeteo del mismo. Esto sin contar la calidad superior de sonido que puede procurar el micrófono de uno sobre el otro. Otro ejemplo es el medio desde el cual se lee. Leer el texto en una pantalla es mucho más conveniente que hacerlo desde una hoja de papel: no hace ruido ni distrae o interrumpe la lectura cuando se pasan las hojas. Existe una tercera observación, aunque esta no depende de la producción o los actores. Nos referimos a la calidad de conexión a Internet de los participantes. La transmisión que nos tocó ver se ralentizaba e incluso congelaba durante las intervenciones de Rocío Olivera. Lamentablemente este es el sambenito que, tarde o temprano, padecerán todos los espectáculos en vivo que se transmitan por Internet en estos días.

En cuanto al trabajo actoral, y como ya se dijo antes, una lectura dramatizada no es comparable con una puesta en escena. Es, en todo caso, la primera etapa de lo que luego será una puesta. Por ello, no se puede evaluar con el mismo rigor. Más aún cuando, como se nos comentó durante el ameno conversatorio que hubo después a la lectura, los actores solo han ensayado entre tres y cuatro veces. Sin embargo, podemos compartir algunas notas. Partamos, pues, de la premisa de que el texto de César de María suele ofrecer una mayor dificultad para la actriz que para el actor. En nuestra opinión, esto sucede debido a que los personajes masculinos son más “asequibles” y sus historias fluyen y pueden ser procesadas por el público con mayor facilidad que las de los personajes femeninos, más crípticos y hasta lejanos. Cualquier actor medianamente eficiente y con algo de experiencia en su oficio recibe un inmenso regalo en este texto. En contraste, el reto para la actriz es mucho mayor, ya que tiene que “ganarse” al público con una interpretación creíble de personajes esencialmente difíciles de entender y, al mismo tiempo, tiene que alcanzar una intensidad tal que lleve al espectador de la mano hacia la conmoción. En el caso de esta lectura dramatizada, y como estaba previsto, el trabajo de Manuel Gold fue lo que se esperaba, y tuvo éxito en atraparnos con su interpretación. No cabe duda de que su propuesta está muy bien encaminada y, de llevarse a un montaje, podría ofrecer una interpretación memorable. El caso de Rocío Olivera es un tanto distinto. Si bien, y en general, su interpretación fue correcta, no sentimos que se aproxime a lo que sus personajes podrían llegar a ser con mucho más trabajo y una dirección que afine sus intenciones. De hecho, nos llamó la atención que Martín Velásquez no haya encaminado con más precisión algunos pasajes en los monólogos. Sobre todo, en el primero. Dicho esto, es justo darle el beneficio de la duda al trabajo de Olivera quien, probablemente, podría llevar mucho más lejos a sus personajes y sus historias. Como ya se ha dicho, su tarea no es nada fácil.  

En conjunto, esta ha sido una experiencia bastante simpática y, a nuestro parecer, este ciclo de lecturas apunta bien a alcanzar el objetivo que el mismo director explica a los asistentes en su saludo de bienvenida: ofrecer un espectáculo que, sin llegar a reemplazar la experiencia escénica teatral, nos ponga en contacto con personajes e historias entrañables que nos acompañen durante la incertidumbre de esta espera. Sea, pues, muy bienvenida esta singular temporada de lecturas de “BUTACA Arte & Comunicación”. Prometen ser una grata compañía en este largo camino que recorremos.

David Huamán
1º de junio de 2020

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