Ensayo de una crítica a un teatro fantasma
El teatro como parte de
muchas actividades culturales restringidas por la pandemia detuvo sus proyectos.
Esta recesión conflictuó a todos los artistas, no solo a nivel económico, sino
a nivel artístico. Sobre todo, a los escénicos que nunca habríamos imaginado,
el año pasado, el preguntarnos por la existencia de un “teatro virtual” Ante todo
ello y en medio de miles de preguntas que aún no terminan de responderse,
empiezan a aparecer los primeros “prototipos” de propuestas teatrales vía web. Luego
de unos meses de para creative, los artistas escénicos decidieron resolver
algunas cosas. Como siempre, sin ayuda del Estado, que los últimos días está
ocupado descubriendo algunos recientes enigmas del Ministerio de Cultura.
Luego de este pequeño context,
solo me queda decir que “ensayaré también
cómo criticar una obra virtual”; pues sí, ninguno de nosotros está tan
preparado para estas propuestas. Sin más, centrémonos en
la obra:
Fantasma es una obra de Mariana de Althaus, proveniente de un texto suyo, escrito para
micro teatro que fue adaptado y actualizado consiguiendo esta “performance
virtual”. La sinopsis de la obra es muy sencilla: una actriz (reconocida en la
televisión) y su directora de teatro ensayan el pronto estreno de su obra, todo
por vía virtual dada la cuarentena establecida por la emergencia sanitaria. En el transcurso del desafortunado ensayo, nos vamos chocando con
fragmentos de sus propias experiencias durante la cuarentena, dejándonos ver un
poco más sobre la psicología de estos personajes.
La obra tuvo su
trasmisión a través de la plataforma virtual de Joinnus, teniendo lugar los
días viernes 29 y sábado 30 de mayo del presente año, a las 9.00 p.m. y cuya
duración fue de 20 min. En las actuaciones
estuvieron Denise Arregui y Jely Reátegui.
La propuesta busca darnos
la sensación de observar un ensayo teatral virtual, con todas las dificultades
que esto acarrea. La simplicidad de una cámara frontal colocada en sus
respectivos espacios establecidos para trabajar por ambos personajes desde sus
casas no permite mayor sorpresa ni recursos para contar. Pero sí consigue acercarnos a la carga emotiva de la psicología de
estos dos personajes. En gran parte de la performance, observamos el
rostro de las actrices, con excepción de dos momentos en donde ellas se alejan
de las computadoras. La obra nos invita a un juego con
“meta-teatralidades” si podemos decirlo así. Como parte del ensayo teatral del personaje de la actriz, observamos
intentos fallidos de una representación teatral, con convenciones de actuación “más
exageradas” o a un registro de actuación teatral, a manera de adaptarse a los
nuevos medios.
Sin embargo, lo que mejor
funcionó fueron los momentos emotivos, donde los personajes se conectaron con
la realidad de hoy en día, a la que nadie puede ser indiferente; es decir, el
juego con la “hiperrealidad” es lo que causó mayor impacto.
Por otra parte, el nombre
de la obra hace referencia al tema central de esta: “la vulnerabilidad humana ante la (s) ausencia (s)”. Vulnerabilidad
a la que nos hemos visto sometidos estos casi ochenta días de cuarentena. El
nombre de la performance, Fantasma,
es el juego de la actriz que constantemente debe hablar con un fantasma (el
otro receptor, público, etc.), pero al mismo tiempo puede hacer referencia a
los muertos por el Covid que han empezado a dejar vacíos en la mayoría de las
familias.
La ausencia corpórea que
generan las tecnologías reclama orgánicamente que se hable sobre las ausencias
y presencias. Temas que han estado circulando dentro de las nuevas estéticas
que algunos grupos teatrales experimentales han ido abordando ya, en los
últimos años anteriores a la pandemia. La virtualidad
de los cuerpos, y la ausencia & presencia es centralmente el tema de debate
actual entre los teatristas. La
pregunta sobre si la aparición de estas propuestas online ¿son teatro o no?, es
muy compleja. La complejidad de esta reside, como menciona Koss (2019), en que
la virtualidad del cuerpo y desmaterialización de este chocan con una de las
características más importantes con las que hemos definido el concepto de
teatro: “la presencia”. Este cuerpo virtualizado (ausente) carece de aura y está
liberado de su realidad. La pregunta que Koss se realiza es: ¿Podemos seguir
llamando “teatro” a eso que acontece sin cuerpo? A pesar de que esta señala la
carencia de convivio en ausencia de los cuerpos, y por lo tanto, la dificultad
de considerarlo teatro. Nos habla del
intento tecnovivial, término que proviene de una escena neotecnológica que hace
referencia al intento de generar un acontecimiento liminal entre la presencia-
ausencia del cuerpo diluido (virtual) del artista. Por el momento, no seguiré ahondando en la
búsqueda de respuestas concretas, ya que el fenómeno reciente se encuentra aún
en observación, y continuaré analizando algunos detalles sobre la performance
virtual Fantasma, que es de nuestro
estudio.
Aun cuando esta, una obra
sencilla, sin mayor artilugio ni sorpresa, cumple con contarnos las
dificultades, miedos y dolencias de los personajes durante la cuarentena. Logra
conmover e identificar al espectador con la vulnerabilidad a la que todos
estamos expuestos, en circunstancias de emergencia como las que vivimos.
A manera de reflexión,
pienso que las exploraciones virtuales deben tener en cuenta que “el
espectador” no está comprometido a sentarse a mirarlos como en el teatro, y por
ello se debe ver las formas en las que se puede capturar la atención. Por
ejemplo: “¿El qué se cuenta? Es decir, la historia.” Una historia simple puede
funcionar mejor en teatro, donde se suele jugar mucho más con la estética, pero
no tanto en el caso de una pantalla. Y mucho menos, con la elección sencilla de
dos simples primeros planos.
Si bien la obra mantiene
una estética “hiperrealista”, donde la ficción de los personajes se mezcla con
nuestra realidad, lo cual funciona, creo que el medio audiovisual invita a
tomar mayores riesgos y a aprender a jugar con otros lenguajes. Por lo que considero
que las obras online que continuarán apareciendo tienen mucho por hacer en
cuanto a exploración del lenguaje audiovisual. Plantearse
el jugar con los planos como con las luces del escenario, o como medio para
ampliar los espacios ficticios posibles, etc.
Me es imposible abordar todo
lo que genera la aparición de estos intentos, que podrían o no convertirse en
una forma liminal proveniente de la performance escénica, performance visual,
cine, TV, pero sobre todo, las plataformas virtuales.
Como menciona mi
compañera Stefany Olivos en su crítica Empanada parisina: “Todo el gremio artístico está probando herramientas para que el
teatro no pare a pesar de la coyuntura.” Ella se pregunta: “¿Podemos decir que
estas experiencias son teatro per se? Definitivamente, no.” Y estoy de acuerdo
momentáneamente con ello; sin embargo, me mantengo atenta, observando la
evolución de esta nueva corriente. Considerando que el
teatro contemporáneo había ya ampliado tanto sus posibilidades desde las
recientes liminalidades escénicas. Que
como diría un maestro hoy en día: No se puede hablar de “Teatro”, sino de
teatro(s), puesto que el término está referido a todos los híbridos y
exploraciones que se encuentran en los márgenes en mayor o menor medida del
concepto teatral.
Asegurar algo sobre esta
tan nombrada pregunta es limitar y como crítica, lo que me gustaría es promover
e invitar a que se siga explorando y arriesgando. Ya que la respuesta de si es
o no teatro se irá construyendo en el proceso de realización durante el tiempo.
Conversar con las formas
que exige nuestra nueva realidad es una de las principales tareas del artista,
diría que hasta mayor que saber qué está haciendo. Es necesario ser sincero y
en hablar desde la vida, esta vida virtual a la que nos ha arrinconado la
pandemia.
La respuesta de la
posibilidad de hablar o no de “un teatro virtual” dependería, según mi punto de
vista, del cumplimiento de dos premisas: la primera, es la persistencia en la
búsqueda de un lenguaje o en otras palabras, de sus propias reglas del juego; y
la segunda, depende de su duración en el tiempo; es decir, que a pesar de que
se regrese a las formas regulares, estas continúen siendo una opción. Solo así, esta podría establecerse como una posibilidad más de hacer
presente un teatro liminal. ¿Por qué
no? Yo, por mi parte, no cambiaría la experiencia de ir a un teatro; sin
embargo, si hay un público que asista a estas propuestas, no veo por qué negar
lo que está sucediendo.
El tema es extenso e
invita a volver a revisar conceptos tan antiguos y perseguir las etimologías conocidas,
contrastándolas con conceptos del teatro contemporáneo, que en esta pequeña
crítica no da para la discusión. Podrían o no estar de
acuerdo con mi pequeño ensayo de crítica, pero lo que sí propongo es que nos
enfrentemos cara a cara a estas propuestas y saquemos nuestras propias
conclusiones. Por el momento, estos
intentos son aleteos a poder gritar “Hey,
el teatro sigue vivo” y sé que está intentando renacer.
Para empezar, Fantasma tendrá dos nuevas funciones, a
las cuales invito a asistir: los días viernes 5 y sábado 6 de junio a las 9 pm
por Joinnus live. Sigamos asistiendo, por el momento, virtualmente a estas
experiencias, para continuar debatiendo sobre el futuro teatral.
Kiara Castro
3 de junio de 2020
1 comentario:
Muy buena crítica...
El teatro jamás morirá...
Solo
Es
Tema de reinvencion..
Exitos
Siempre
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