“Un director escucha a sus actores y saca lo mejor de ellos”
Una de las actuaciones femeninas más conmovedoras y
convincentes del año pasado fue la que nos regaló la actriz María de Carmen
Sirvas, en una puesta en escena escrita por el destacado dramaturgo Alfredo
Bushby, titulada Balada de la concha y la pastora (2019), al lado de Javier
Valdés y Esteban Philipps. Con cuatro nominaciones al premio de Oficio Crítico
a lo largo de los años, María del Carmen consiguió su primer reconocimiento por
parte del jurado calificador como la mejor actriz en la categoría Drama. “Tengo
familia con intereses artísticos,” refiere. “Mi primo es artista plástico, por
ahí tengo algún tío abuelo poeta, pero ningún actor en realidad.” La afición
por la actuación le llegó desde muy temprana edad. “Sentí como una necesidad de
expresarme, era muy histriónica, digamos que la primera sensación que tuve para
querer ser actriz era cuando veía niñas en la tele y decía: ¡Ay, yo creo que
podría hacer eso!”. El tiempo pasaba y María del Carmen siempre participaba de
todas las actuaciones en los cinco colegios en donde estudió. “Mi vida ha sido
un poco cambiante y no porque haya sido mala alumna, tenía buenas notas y era
súper tranquila, hasta tímida, pero mis papás se mudaban mucho y siempre iba al
colegio que estuviera más cerca a mi casa,” recuerda. “Los cambios, en
realidad, me parecían divertidos, porque tenía que adaptarme y me daban la
oportunidad de jugar a convertirme en una nueva persona en cada espacio; no sé
si esto es lo que me hizo ser actriz, porque como adolescente en búsqueda de su
propia personalidad, tenía la posibilidad de entrar en un nuevo personaje cada
vez que entraba a un nuevo lugar, era como un juego."
Inicios en la actuación
“En el colegio siempre actuaba, pero no tenía muy claro que
quería ser actriz,” recuerda María del Carmen. "Cuando estaba en el último
año del colegio me di cuenta de que sí tenía en el fondo ese deseo, pero me
daba vergüenza decirlo, pensé que mis compañeros no me iban a tomar en serio.”
Es entonces que decide estudiar Comunicaciones, ya que su padre también quería
que siguiera una carrera más convencional a su criterio. “Como estaba en el
tercio superior, me fue fácil entrar a la universidad y escogí Comunicaciones,
porque dentro de la currícula decía Taller de Teatro, pero duré tan poco tiempo
en la carrera que ni siquiera tuve tiempo de entrar a dicho taller.”
María del Carmen ya había llevado algunos talleres de teatro
y tomó una importante decisión ya cursando el primer ciclo de Comunicaciones en
la universidad. “Me metí a Iguana Talleres, ese fue mi primer acercamiento al
teatro; mi mamá era la que siempre me apoyaba, ella siempre decía que sí y mi
papá, que no; bueno, al final fue todo un tema, porque mi papá me dijo que
estaba seguro que si entraba a ese taller, iba a dejar la universidad; ¡no, papá,
no la voy a dejar, voy a seguir! decía, pero al final la dejé (ríe); esto fue
en el 2004.” En aquel entonces, Iguana Talleres estaba bajo la dirección de
Joaquín Vargas. “Yo le tenía mucho cariño, él fue prácticamente mi primer
maestro y aprendí mucho en esa etapa; de hecho entro a Iguana con la intención
de hacer televisión.” No obstante, María del Carmen afirma que descubrió el
teatro ahí. “Era una cosa muy diferente, me enamoré, descubrí que no solo era
pararme y ser un personaje, que podía abordarlo de otra manera, de una manera
mucho más sensorial, me atrajo mucho, ahí comenzó como mi conexión con el
teatro.” Como resultado de su paso por Iguana Talleres, participó en dos
puestas en escena: La salsa criolla, que fue una fusión entre La salsa roja y La
de cuatro mil de Leónidas Yerovi; y Canción de Navidad, un musical de la
conocida historia de Charles Dickens. “Llevamos clases de canto, de jazz, de
voz, fue un compilado de talleres, fue una linda experiencia, pero como todo,
se acabó.”
Tempestad y luego, la calma
“Pasé por algunas turbulencias emocionales en mi etapa de
formación y en algún momento dudé de ser actriz,” revela María del Carmen. “Lo
digo ahora con total honestidad: las principales fueron por relaciones
amorosas, siempre he sido muy romántica y como era muy chibola, creía
que la primera persona con la que compartía una relación larga, era el amor de
mi vida y los celos a la hora de actuar con otros compañeros, eran un gran
problema; creí que todo era mucho más grande de lo que realmente era; y aunque
suene cursi, fue importante entender que la felicidad no está en terceros, si
no en mí misma y en sentir amor por lo que hago.” Ella decide entonces cambiar
de rumbo y estudiar diseño de modas todo un año. “Esa fue a otra etapa de mi
vida que me sirvió mucho, porque creo que todo lo que haces en la vida te sirve
y estoy agradecida por ese año, porque
pude descubrir otras artes, aprendí a dibujar, además me gusta mucho la moda; pero en medio de ese año, recibí dos propuestas para volver a conectarme con la
actuación, unos unitarios que grababa Iguana y una obra para niños; solo el
hecho de volver a conectarme con ello, me activó la necesidad de hacerlo de
manera profesional.” Finalmente, cuando por fin pudo salir de esos momentos de
indecisión, María del Carmen volvió al camino de la actuación. Es así que se inscribe y entra al TUC de la universidad Católica.
En el TUC, María del Carmen tuvo un gran grupo de profesores
que fueron puliendo su talento. “A todos los valoro mucho; la primera fue María
Luisa de Zela en el primer ciclo,” recuerda. “Fue súper duro, entramos todos a
la clase y lo primero que hicimos fue un ejercicio de cuerpo combinado con
respiración que para mí fue eterno y luego corrimos cantando como cuarenta
minutos y fue increíblemente agotador y miraba las caras de mis compañeros y
nos preguntamos: ¿Esto es lo que quiero hacer cuatro años?, pero después de
todo a mí me gustó mucho la experiencia.” Otros maestros importantes en la
formación de María del Carmen fueron Alejandra Guerra (“súper buena profesora y
actriz”), Ana Correa (“increíble en toda su mística”), Mateo Chiarella, Urpi
Gibbons y Mirella Carbone (“todo lo que me aportó en danza”). “Y Alberto Isola,
que nos dirigió en el montaje de graduación, muy claro en sus enseñanzas y en
cada nota que nos daba , en sus indicaciones, con una precisión que ahora que
tengo un ojo más entrenado veo en su dirección, sus obras son estéticamente
limpias y a mí me encanta ver esa capacidad de limpieza; así era con nosotros,
tan paternal, con tanta amabilidad, es lindo que me haya enseñado de esa
manera.”
Actuación y dirección
“Considero que una buena actriz de teatro debe tener
disciplina, es importantísimo,” asegura María del Carmen. “Luego, pensar en el
montaje no individualmente, tener la capacidad de escucha y de trabajo
colectivo; el ego sólo hará que el
montaje sea un lucimiento de individualidades y creo que ahí vendría la
tercera cualidad, la humildad.” Por otro lado, un buen director de teatro "debe
tener capacidad de escucha combinada a una línea clara de por dónde quiere ir;
es importante que escuche a sus actores, que sepa qué le dan para poder
trabajar a partir de eso, que sea maleable.” Importante también para un
director es el buen manejo de la estética. “Que sepa manejar y combinar los
colores con las formas y que todo eso tenga un significado; y creo que la
tercera característica es que se ría, que se permita el equilibrio entre tener
el control y soltarlo.” ¿Es una ventaja para un director el haber sido o
ser actor? “Sí creo que es una ventaja,” asegura María del Carmen. “Por lo
menos que lo haya podido experimentar, que pase alguna vez por su cuerpo,
porque alguna vez me ha tocado dirigir y el haber actuado me ha servido
increíblemente, ya que ahora entiendo por lo que el actor está pasando y sé
cómo manejarlo y abordarlo.” Agrega además, que ahora que también dirige,
entiende mejor a sus directores. “A veces, es difícil pedirle a un actor que
haga lo que está en tu cabeza; creo que la tarea es poder transmitirlo y cuestionar
ambas ideas, para así lograr lo que el director quiere y para hacer sentir al
actor que está creando; creo que hay un trabajo creativo de ambos lados.”
Sobre los recientes casos de abusos por parte de ciertos
directores hacia sus actores y actrices, María del Carmen tiene las cosas
claras. “Todas las personas trabajan de manera distinta, pero yo creo que es
importante sentirse cómodo con las personas con las que se está trabajando; por
ejemplo, a mí no me gusta que me incomoden,” asegura. “No me parece que es la
mejor manera de sacar lo mejor de mí, las críticas durante el proceso deben
servir para mejorar, y eso no se logra, según yo, si la crítica es agresiva; si
se trata de algún ejercicio incómodo, es importante hablarlo antes para saber
hasta dónde la persona que hará el ejercicio permite la apertura y respetar sus
límites o ir gradualmente, solo si quien participa considera que es una
experiencia positiva." Para María del Carmen es importante no quedarse callado y
siempre decir las cosas como son y con respeto. “En estos últimos tiempos, han
habido muchas denuncias, me parece terrible que esto exista y me parece genial
que ahora se puede hablar de esto, sin tener miedo de hacerlo, porque muchas
veces han habido personas que se han aprovechado de la vulnerabilidad de otras,
atribuyendo a la jerarquía, por sentir el poder de estar en un rango más alto;
nadie tiene por qué atacar la vulnerabilidad del otro y menos si se trata de
temas que abordan lo sexual.”
Si bien María del Carmen no tiene en mente dirigir algún
texto en especial, sí le gustaría enfocarse en una creación colectiva.
“Escribir algo justo en estos tiempos en los que las mujeres podemos
expresarnos más; me gustaría convocar a un grupo de artistas mujeres y poder
crear algo con todas estas experiencias; de hecho, hay varias conversaciones con
varios grupos distintos, las ideas se están germinando,” comenta. “Por alguna
razón, siento que conecto más con el drama, no sé, quizá lo llevo en las venas
(ríe), soy muy dramática a veces, a pesar de lo racional que también puedo ser;
para abordar un personaje, trato de entender su mundo interno, su psicología,
cómo entiende el mundo emocionalmente; además, hay un texto, una forma y una
dirección, que son la guía más importante para materializarlo; en el camino, voy
descubriendo lo que va sucediendo en escena, en combinación con la interacción
de mis compañeros.”
Colegas, temporadas y proyectos
Como dato curioso, María del Carmen gana su premio de mejor
actriz por una obra dirigida por otra colega, la periodista e intérprete Eliana
Fry García-Pacheco, quien ganara el premio del público por otro montaje del
mismo Bushby, Maribel dice los pieses. “Eliana, como ser humano, me encanta;
sucede que el tema de la dirección fue algo abrupto: Balada de la concha y la
pastora la iba a dirigir el mismo Alfredo.” Debido a un tema familiar, Bushby
cede la dirección a su entonces asistente Fry García-Pacheco. “Fue como un
balde de agua fría para el equipo, incluso para ella misma por lo que recuerdo,
por tener que asumir la responsabilidad, pero Esteban y yo, que también
estábamos a cargo de la producción como representantes de Pegaso Teatro, le
dimos todo el apoyo; fue un trabajo que hicimos en conjunto con todo el amor
posible.” Los resultados fueron, sin duda, muy auspiciosos. “Creo que Eliana
tuvo muchos aciertos, tuvo que darle la vuelta a varias cosas que un principio
no estaban concebidas; ella enriqueció mucho la puesta y salió lo que resultó,
y lo más importante para mí, no sé si amicalmente o como seres humanos, había
buena química, así que eso potenció mucho el trabajo, porque había esa
capacidad de escucharnos y entendernos.” Como todo proceso de ensayos, los
desacuerdos y roces no estuvieron ausentes; sin embargo, se supo manejar el
asunto con mucho respeto. “Eliana tuvo una visión clara de lo que quiso transmitir con la obra.”
Las obras de Bushby siempre son muy especiales y
particulares. "Esta obra en verso fue un reto enorme para todos,”
reflexiona María del Carmen. “Como dramaturgo, admiro mucho el trabajo de
Alfredo; me gusta mucho la poesía que siempre le pone a todo lo que hace, que
pueda traducir su dramaturgia en metáfora, en imágenes que pueda interpretar de
mil maneras y el espectador se puede llevar muchas preguntas y eso me parece
muy positivo.”
Para el éxito de una puesta en escena,
siempre es importante que los actores se lleven bien tanto fuera como dentro
del escenario. En ese sentido, María del Carmen es afortunada de contar como
compañero de vida a un colega artista. “Esteban (Philipps) es mi socio, mi
esposo, mi pata, con él es fácil trabajar,” asegura. “Pero nada es demasiado
fácil en esta vida; obviamente siempre hay choques en algún momento, pero creo
que ya nos comprendemos a tal nivel que las cosas fluyen mucho; entonces, es
bueno trabajar con él y en equilibrio.” Por supuesto, hay épocas en las que
trabajan muchos meses juntos y luego por separado. “Eso también me parece muy
bueno y necesario, porque es importante tanto para él como para mí, respirar un
poco del día a día y bueno, otras personas te aportan cosas distintas, con las
que continúas creciendo.” Ambos tienen muchos proyectos juntos, como el
colectivo Pegaso. “Vamos a continuar haciendo obras, de hecho tenemos una este
año, se llama La sangre es mujer y se va a presentar en el nuevo teatro Julieta
en septiembre, en horario alternativo los martes y miércoles y es un proyecto
que ya tenemos desde hace bastante tiempo con mi amiga y colega Mayra Najar, quien es su gestora.” Philipps se encargó de la dramaturgia y obtuvo una mención
en el concurso organizado por el Ministerio de Cultura. “Yo actuaré y Esteban
va a dirigir.”
María del Carmen está atravesando actualmente una racha de
directoras en sus proyectos. Luego de la temporada con Fry García-Pacheco el
año pasado, acaba de estrenar 1997, 14 de noviembre, escrita por Miguel Ángel
Vallejo y dirigida por Marbe Marticorena. “Es una obra alucinante; interpreto a
María, (especial coincidencia de nombre) que es una mujer que está luchando
contra sus fantasmas internos; ella fue víctima de abuso cuando era adolescente
y fue por parte del novio de su hermana, así que toda la familia
está involucrada y es una lucha constante contra ella misma y sus culpas, sus
miedos y todo lo que la mantiene bloqueada.” María del Carmen solo tiene
elogios para el trabajo de Marticorena como directora. “Dirigiendo, ella es
maravillosa, amo lo que estamos haciendo a nivel físico, en Balada de la concha
y la pastora hice bastante trabajo físico, pero de manera más estilizada y con
Marbe es mucho más duro, pero me encanta y además tenemos una química súper
buena, con ella y con todo el equipo.” Y la racha de directoras continúa:
estuvo en microteatro con la puesta en escena de Permiso, soy mujer, dirigida
por Micaela Isola; y próximamente también en microteatro, Pareja,
pareja dirigida por Gabriela Salas. “Me gusta trabajar con 'todes', no
hago ninguna discriminación de género; en ese sentido, todos los seres humanos
tenemos distintos tipos de sensibilidad, no importa si eres hombre o mujer,
independientemente de ello puedes tener una sensibilidad muy conectada con el
género opuesto; lo importante es la química que tienes con tu equipo; si la
logras, ese proyecto tiene mucho porcentaje ya ganado,” concluye.
Sergio Velarde
16 de marzo de 2020
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