martes, 3 de marzo de 2020

Crítica: ASUNTO DE TRES


Lo que la pasión se llevó

Asunto de tres, una de las primeras obras escritas por Gonzalo Rodríguez Risco, se estrenó por primera vez en el 2004 y ahora fue montada en una única función bajo la dirección de Nella Samoa Álvarez. El montaje abordó las complejidades psicológicas de muchos personajes en relación al amor. Son cuatro breves historias, donde el amor romántico es sobrepasado por la pasión, el compromiso es desmitificado y la tolerancia hacia las diferencias triunfa. El montaje implicó del espectador una gran concentración, para poder descifrar sus simbolismos. Los diversos personajes fueron interpretados por los actores Alejandra Chávez, José Miguel Chuman y Mario Cortijo.

Taffel es un centro cultural y también un reciente espacio de formación actoral dirigido por Fernando Luque. El ambiente que genera el lugar es sencillamente acogedor, así como la decoración al estilo “vintage”. El escenario se compuso de una serie de elementos que llenan de intriga: un espejo, tres sillas vacías, una mesa con bebidas alcohólicas a medio tomar y un sofá inmenso, todos distribuidos muy bien en el espacio, generando una sensación de vacío. Desde un primer momento, uno se pregunta en qué momento se usarán. Por otro lado, la ambientación musical fue perfecta, así como la calidad del sonido y cómo se condensaba en el lugar: esto reflejó que fue muy bien pensada la ubicación y el tipo de parlante. Con música al estilo pop-rave inglés, comenzaron los monólogos de los personajes.

El primer rol de Alejandra fue el de una mujer superflua, pero su presencia escénica no llegó a convencer del todo; en cambio, cuando en el personaje más introvertido y cuestionador se le percibió más creíble. También, José Miguel demostró tener un control de la energía en sus personajes, de tal manera que nunca se le notó sobreactuaciones o desequilibrio alguno. Pero definitivamente, quien destacó fue Mario en sus personajes, pues les impregnó una carga emotiva muy fuerte, y fue muchas veces hasta generadora de empatía entre el público. Las intenciones de las acciones de sus personajes cambiaban en una misma escena y esto generaba un ambiente muy agradable estéticamente. Su actuación más conmovedora fue en la tercera historia, en donde destaca interpretando a un hombre totalmente enajenado y sin juicio, que además se encuentra inmerso en una depresión total por un amor virtual totalmente falso. Fue realmente potente esa escena.

Por otro lado, comentando otros aspectos estéticos del montaje, la directora Samoa Álvarez reflejó un manejo muy acertado del lenguaje audiovisual, debido a que las escenas estuvieron acompañadas con breves grabaciones proyectadas sobre la pared de la cotidianidad de los personajes, principalmente mirándose cada uno al espejo y entrando a una habitación. Esto, en simultáneo con el desarrollo de las respectivas historias. El simbolismo fue inteligente y estéticamente atractivo. Finalmente, lo más resaltante de Asunto de tres fue cómo se interpela al espectador sobre la temática del amor libre, desmitificando (y a veces, destruyendo) los paradigmas de amor monógamos, pero de una manera inteligente y sutil artísticamente.

Enrique Pacheco
3 de marzo de 2020

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